Bach, coral BWV 661



¡Feliz domingo! En verano también podemos disfrutar de la música de Bach, siempre tan profunda, tan fresca y a la vez tan llena de sabiduría. Para hoy te he traído una pieza que es de esas que tiene toda la sonoridad de Bach. Es curioso cómo a lo largo del tiempo hemos ido asociando distintos instrumentos a algunos maestros, debido a su dedicación: Bach y el órgano, Chopin y el piano, Tárrega y la guitarra, etc. Bach siempre estará asociado al instrumento que más le gustaba: el que era el rey y el que le hizo el emperador.

De nuevo vamos a conocer algo (o quizá recordar) de Johann Sebastian Bach (1685-1750), compositor alemán nacido en Eisenach. En 1894 se exhumó un cuerpo de un cementerio de Leipzig que supuestamente era el del maestro, pero su autenticidad ha sido puesta en duda. En 1895 un anatomista concluyó que era muy probable que los huesos correspondiesen a Bach. En 1949 un cirujano propuso, tras un análisis con rayos X, que el esqueleto sufría de la enfermedad del organista, por lo que dedujo que debían ser del alemán. Sin embargo, un estudio hecho en 2009 pone en duda todo esto, primero porque se dice que la localización original de la tumba era dudosa y porque la reconstrucción que se hizo del rostro de Bach también era algo insostenible. Precisamente se hizo un estudio a doce organistas vivos y no mostraron signos de la llamada enfermedad del organista (en alemán «Organistenkrankheit»). Se considera que lo único plausible para solucionar el problema es un análisis de ADN pero las autoridades eclesiásticas de Leipzig no permiten ningún tipo de análisis de ese tipo en los restos allí conservados.

El inmortal Bach nos ofrece hoy el coral «Nun komm, der Heiden Heiland», BWV 661. El coral es presentado aquí en el pedal y Bach se las arregló para mostrar una obra luminosa antes de que el órgano quedase en silencio tras el primer domingo de Adviento, para el que este coral fue compuesto. Su discípulo Johann Christian Kittel usó este coral y otras dos versiones para sus propias clases. Antes de que ese cantus firmus aparezca Bach elabora una fuga. El coral aparece tanto en su forma normal («rectus») como en sus forma invertida («inversus»), de forma que ambas versiones se relacionan entre sí, construyendo un denso contrapunto. Al final, ambas formas aparecen superpuestas, de una forma especialmente brillante y llena de color, quizá para reflejar la tonalidad y el color de la frase «Der Glaub’ bleibt immer im Schein.

La partitura de la obra puedes conseguirla aquí (página 28).

La interpretación es de David Boos al órgano Rowan West de la Iglesia de San Bartolomé de la localidad alemana de Brackwede.

Volver arriba