Despedida

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¡Feliz martes! No es que yo me vaya a despedir de esta web (con la que llevo colaborando la friolera de doce años), sino que la composición tiene un algo de despedida, por lo menos según el ambiente que creó su autor. Creo, por otra parte, que puede ser la primera vez que está por aquí.

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Nos visita hoy Allan Pettersson (1911-1980), compositor sueco nacido en Västra Ryd. Su madre parece ser que tenía una buena voz y tocaba la guitarra. Pettersson tocó el violín en su juventud, en encuentros políticos, funerales y películas mudas, aunque no llegó a formarse seriamente hasta que era adolescente. En la Academia Sueca de Música estudió su instrumento y también viola, armonía y contrapunto. Se da la circunstancia que fue el intérprete de viola en el estreno en Suecia del Pierrot Lunaire de Schoenberg. Poco a poco se fue ganando la fama de compositor fino y sensible... y de persona difícil e irritable. Desde 1934 empezó a componer música de forma intermitente y aprendió a componer de forma privada. Sin embargo, una artritis reumatoide terminó frustrando sus pretensiones e incluso dejó de asistir hasta a conciertos.

Escuchemos su Sinfonía n.º 15. Fue compuesta en 1978 y se caracteriza por la gran tensión que recorre la obra. Comienza con una serie de acordes de las trompas y los trombones sobre un trémolo de la percusión. Pronto aparece la expresiva melodía de los violines, con rápidas escalas. La pieza está escrita en un único movimiento, pero tiene secciones destacadas, con momentos en los que el ambiente se relaja. La tonalidad y el ritmo son difíciles de definir, algo que caracteriza sus obras compuestas a partir de la década de 1970. Es en las partes lentas en las que puede verse la relación entre acordes y melodías. Al final, los violines cantan en do mayor en una especia de sección en coral, girando lo que queda de sinfonía alrededor de esa tonalidad.

La interpretación es de la Orquesta Sinfónica de Norrköping dirigida por Leif Segerstam.

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