Pavana para una Infanta Difunta

Hay piezas musicales cuya belleza son desarmantes y a mí, personalmente, me pasa con esta de hoy; perdón por martirizarte con mi vida. En pocos minutos los maestros, los que verdaderamente lo son, son capaces de concentrar una inmensa cantidad de emociones. Seguro que el título te ha llevado a reconocer a la pieza y al compositor, porque es una joya muy conocida... ¡Joya que viene con sorpresa!

Ravel era un extraordinario pianista y esto lo demuestra en la obra de hoy, titulada Pavane pour une infante défunte. Fue escrita en 1899 mientras Ravel aún era estudiante y lo hacía con Gabriel Fauré, con 24 años. La obra, una vez estrenada por su amigo Ricardo Viñes, fue un éxito rotundo e hizo a Ravel un compositor de renombre. No existe ninguna infanta muerta sino que el maestro confesaba que le gustaba mucho la aliteración existente entre las palabras infanta y difunta. Ese estilo meticuloso del maestro ya se ve aquí presente en una obra que el maestro rechazó posteriormente como algo convencional pero en la que ya está plasmado su estilo. Ravel dijo que el título se refería a una danza que seguro alguna princesa española del XVI le hubiera gustado bailar. Para mí, es una obra bellísima. ¿Y para ti?
La partitura de la pieza puedes conseguirla aquí.
No le disgustaría tanto a Ravel su obra cuando dejó un rollo de piano grabado por él mismo en el que la tocaba. Eso es lo que te traigo hoy. Por tanto, te ofrezco la pieza interpretada por Maurice Ravel al piano.