Una danza

¡Feliz martes! Vamos a disfrutar hoy de música procedente de ese género que tanto deleite nos proporciona como es la ópera, aunque será un fragmento puramente instrumental. También en las grandes óperas tenemos momentos orquestales memorables.

La música de hoy es de Christoph Willibald Gluck (1714-1787), compositor alemán nacido en Erasbach. Precisamente, Gluck es el gran maestro en el género de la ópera en el siglo XVIII y supo sintetizar hasta casi la perfección los estilos francés e italiano. Empezó estudiando en su Alemania natal y luego viajó hasta Italia para estudiar con el prestigioso Giovanni Sammartini, con quien adquirió una sólida formación. Más tarde tuvo la oportunidad de visitar París y Londres y allí conoció a Handel. Su éxito vino en 1762, momento en que se estrenó su famosa ópera Orfeo y Eurídice y con ella verdaderamente inauguró un nuevo y fundamental tiempo para el género operístico. Quizá es más conocido por ser el verdadero reformador del género de la ópera que por sus propias composiciones, excepto quizá algún fragmento de la anteriormente citada.
Hoy precisamente vamos a acudir a Orfeo ed Euricide, Wq. 30. En la música frances era muy habitual que las óperas terminasen con una chaconne, que es una danza lenta, con un breve tema en el bajo, especialmente indicada para crear ese ambiente final. Gluck pone fin a su mítica ópera con un ballet y este se cierra con la impresionante chaconne que vamos a escuchar hoy. El ballet final, quizá con cierto carácter de anticlímax (si hablamos de lo dramático), pero del gusto parisino, fue introducido en la versión de 1774 de la obra.
La interpretación es de Les Musiciens du Louvre dirigidos por Marc Minkowski.