La oración del torero

¡Feliz jueves! Una corrida de toros está llena de sonidos y colorido, de espectáculo y de variadas sensaciones. Para un compositor, toda esta cantidad de elementos es oro molido y, bien amasado, da lugar a joyas como la que vamos a escuchar hoy.

Nuestro maestro español de hoy no es otro que Joaquín Turina (1882-1949), compositor nacido en Sevilla. En su vida hubo un hecho que le dio un giro radical. Fue su encuentro en París con Isaac Albéniz. Ambos, en compañía de Manuel de Falla, dieron un paseo por la capital francesa y se tomaron una copita. El cambio en Turina fue radical ya que en esas conversaciones salió a relucir la patria chica: tres maestros españoles en París debían sacar a flote la música española. Hasta ahora los modelos del sevillano habían sido Franck y Wagner, pero Albéniz le recomendó que los abandonase y se centrase en componer a la española aunque sin olvidar su formación en la Schola Cantorum. A partir de ese momento a Turina le surgió la diatriba de cómo debía introducir el folklore en sus composiciones. La resolvió de forma magistral como podemos apreciar escuchando sus obras.
Escuchemos su famosa obra La oración del torero, op. 34. Es una composición que data de 1925 y tiene todo ese sabor español e impresionista tan característico de Turina, siendo por tanto apreciable la influencia de la música francesa. Curiosamente, la versión original de la pieza, que es la que escucharemos hoy, es para cuarteto de laúdes, con una sonoridad cautivadora. Turina intenta describir cómo un torero se encomienda a Dios antes de iniciarse la corrida, intentando encontrar una necesaria paz en su interior. A pesar de todo, escuchamos un trasfondo de drama tras las notas, y la oración termina en silencio, como empezó.
La partitura de la composición puede descargarse aquí.
La interpretación es del Cuarteto Aguilar.