La Fundación "la Caixa" colabora con la gran campaña anual Gran Recapte: 12 años alimentando la generosidad

Gran Recapte: 12 años alimentando la generosidad
Gran Recapte: 12 años alimentando la generosidad

¿De dónde vienen los alimentos que reparten Cáritas, Cruz Roja y otras organizaciones sociales? De los Bancos de Alimentos, los grandes supermercados de las entidades. La campaña anual Gran Recapte, impulsada por los Bancos de Alimentos de Cataluña y celebrada el pasado fin de semana, lleva recaudados alrededor de 4.700.000 euros que servirán para proveer de alimentos básicos a 265.000 personas de toda la comunidad autónoma.

La Fundación ”la Caixa” ha participado con 300.000 euros en esta edición y los canales de donación para toda la ciudadanía siguen abiertos hasta el miércoles 16 de diciembre.

La semilla de los Bancos de Alimentos es luchar contra el desperdicio alimentario y, como dice Roser Brutau, presidenta de la Federación Catalana de Bancos de los Alimentos, “este es un banco de sostenibilidad y solidaridad”. 

La plataforma logística que son los Bancos de Alimentos trabaja sin descanso para que a nadie le falte un plato de comida, sobre todo durante la pandemia, cuya demanda ha aumentado un 40 % desde que se decretó por primera vez el estado de alarma el pasado mes de marzo. “Actualmente atendemos a 265.000 personas entre los cuatro bancos de toda Cataluña”, dice Brutau.

Los bancos funcionan, sobre todo, con los excedentes de la industria agroalimentaria: todo aquello que está en perfecto estado, pero, como no se consume, se destruye. Con el aumento de la demanda de este año, las 4.000 toneladas que se suelen recoger en el Gran Recapte se han convertido en 6.000. “Gracias a las donaciones de la ciudadanía, que se ha portado espléndidamente, a las empresas alimentarias y a instituciones y fundaciones como la Fundación ”la Caixa”, estamos comprando todos los alimentos necesarios”, cuenta Brutau. Así, acaban este complicado 2020 satisfechos y aseguran que quien ha podido dar ha dado de forma sustancial. 

bodegón de alimentos

El Gran Recapte empezó hace 12 años y es la primera vez que la donación de alimentos se ha sustituido por aportaciones económicas. “Por el protocolo sanitario de la COVID-19, está prohibido recoger y manipular comida, por lo que tampoco hemos podido hacer el importante acto social y de profunda empatía que representa para los voluntarios el momento de la clasificación de los alimentos”. Y es que, cada año, durante tres semanas, algunos de los 70.000 voluntarios se dedican a categorizar los productos recibidos en los almacenes de los Bancos de Alimentos, que después se transportan a las más de 600 entidades que, a su vez, los distribuyen entre las familias catalanas que lo necesitan. 

Este 2020 la ciudadanía ha podido colaborar a través de la página web del Gran Recapte, utilizando la instantánea aplicación Bizum o en su supermercado habitual, haciendo una donación que se transformará en alimentos. “Además, este año también se ha podido colaborar en 20 mercados municipales con la compra de un tique en los puestos adheridos. Con ellos, las entidades cercanas a ese mercado podrán ir a comprar pescado, carne, huevos o charcutería”, explica Roser Brutau. Además, otra novedad es la participación de los pequeños comercios facilitando las donaciones en las poblaciones que no cuentan con grandes superficies. “Las empresas de la industria agroalimentaria también se están portando muy bien porque están haciendo donaciones de tráileres enteros del producto que fabrican”.

A toda esta generosidad se suma la aprobación de la Ley de Prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentarios, aprobada a principios de año por el Parlament de Catalunya, que favorecerá las donaciones para los Bancos de Alimentos. La normativa exige que las empresas apliquen una jerarquía de prioridades: primero, los excedentes se destinan a la alimentación humana. Si no es posible, a alimentación animal, y si tampoco es posible, se destinan a compostaje u otros usos técnicos. 

De hecho, uno de los motivos fundacionales de los Bancos de Alimentos fue la sostenibilidad y la ecología, para evitar la destrucción de los alimentos y los efectos perniciosos que esta actividad tiene en el medioambiente. También invierten en la red de frío: equipan con cámaras, neveras y arcones congeladores a las diferentes entidades sociales para que puedan ser receptores de alimentos frescos y congelados. Los Bancos de Alimentos son los responsables finales de todo el viaje que hace el producto, desde que sale de la cámara del almacén, pasando por la entidad, hasta que llega al consumidor final. 

¿Qué podemos hacer para seguir ayudando más allá del Gran Recapte? Roser nos insta a no desperdiciar los alimentos en casa y a comprar con cabeza. “Si reducimos un poco la compra compulsiva y solo consumimos lo que necesitamos, la tierra respirará un poco más y no se sobreexplotará con cultivos forzados para producir más”. También nos anima a mirar con más respeto nuestra comida y todo el proceso que conlleva. Porque, como decía el estoico Epicteto, “lo importante no es lo que se come, sino cómo se come”. 

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