Bertomeu está siendo objeto de una campaña de difamación orquestada por Bermúdez, lubricada con el dinero del reverendo Baertl Comienza la disolución del Sodalicio: La supresión definitiva de la Fraternidad Mariana de la Reconciliación (y la corrupción en la Lima de Cipriani)

Las Fraternas afirman haber sido suprimidas "por la falta de carisma de origen divino en el Fundador así como por los abusos y el comportamiento impropio y abusivo de Figari y de muchos de sus colaboradores"
"Si en el 2011 ya hay denuncias sustanciadas ante su Ordinario, el Cardenal Cipriani, ¿cómo pudo obtener Figari del Cardenal Cipriani, con el beneplácito de los entonces superiores de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, el reconocimiento canónico para la FMR? ¿Cómo se logró silenciar el problema de los abusos en su seno para poder obtener la aprobación?"
"La irregular aprobación canónica de la FMR y, con ella, la de la entera familia Sodálite, es la prueba del nueve de la corrupción a la que han sometido a la Iglesia algunos eclesiásticos en las últimas décadas"
"Bertomeu está siendo objeto de una campaña de difamación orquestada por Bermúdez, lubricada con el dinero del reverendo Baertl"
"La irregular aprobación canónica de la FMR y, con ella, la de la entera familia Sodálite, es la prueba del nueve de la corrupción a la que han sometido a la Iglesia algunos eclesiásticos en las últimas décadas"
"Bertomeu está siendo objeto de una campaña de difamación orquestada por Bermúdez, lubricada con el dinero del reverendo Baertl"
Comienza la anunciada disolución del Sodalicio. La primera rama en caer ha sido la de la Fraternidad Mariana de la Reconciliación (FMR), más conocidas como las Fraternas, una sociedad de vida apostólica fundada en 1991 y aprobada en el año 2011 en la Lima del Cardenal Cipriani. Por lo tanto, uno de los cuatro institutos creados por Luis Fernando Figari Rodrigo, laico peruano, ya no existe desde hace dos día,s concretamente desde el 1º de abril de 2025.
El comunicado de la supresión
Las Fraternas, al saber que estaban en proceso de ser suprimidas, ya reconocieron el 4 de febrero de 2025 haber sido un "sistema sectario con prácticas abusivas". Ahora, en el comunicado que acaban de hacer público el 2 de abril de 2025, añaden que sus miembros manifiestan "el dolor que les causa la decisión del Papa" y afirman haber sido suprimidas "por la falta de carisma de origen divino en el Fundador así como por los abusos y el comportamiento impropio y abusivo de Figari y de muchos de sus colaboradores".

Aunque la FMR reconoce, pues, que nunca tuvo carisma original y fue un sistema abusivo, las que hasta ayer eran sus miembros manifiestan el lógico dolor por la supresión. Y es que, tras muchos años de intentar vivir los consejos evangélicos en comunidad, ahora dejan de ser formalmente consagradas y deberán “comenzar una nueva experiencia que recoja todo lo bueno que ha habido en estos años, purificando y modificando lo que sea necesario”, según dice el nuevo Comisario Pontificio, Jordi Bertomeu.
2011, el año de la infamia
En un inusual ejercicio de transparencia, este último comunicado de las Fraternas confiesa que “aunque cada uno de estos institutos ha vivido un recorrido propio y ello ha sido tenido en cuenta en el acto de su supresión, la misma Fraternidad, en proceso de renovación desde el 2011, reconoce que no fue ajena a formas abusivas psicológicas y de conciencia en su seno”.
Según consta en la página web de la FMR, su aprobación canónica tuvo lugar el 21 de enero de 2011, ‘memoria de Santa Inés’. Ese mismo año aprobaron sus primeras constituciones.
Martín Scheuch, exsodálite y víctima del Sodalicio, informó por su parte que también en 2011 "cinco fraternas denunciaron ante el cardenal Juan Luis Cipriani, entonces arzobispo de Lima, haber sido víctimas de abuso sexual por parte de sodálites. Por supuesto, como era costumbre en Cipriani, el caso no prosperó y nunca llegó a ser de conocimiento de la opinión pública. Se aplicó la misma estrategia de siempre: el silencio y el encubrimiento, pues nunca se tomó medidas contra los presuntos abusadores, cuyos nombres aún desconocemos. Y es probable que esto solo sea la punta del iceberg y que haya muchas más consagradas fraternas que hayan servido de botín para satisfacer los impulsos sexuales de sodálites con autoridad espiritual sobre ellas".

A partir de entonces, las denuncias se multiplicarían y con ellas la sangría de abandonos en la FMR. La ex fraterna y hoy prestigiosa periodista de Crux, Elise Ann Allen, lo explicó en un artículo publicado en Religión Digital el 12 de noviembre de 2024 (cf. "Una monstruosidad": Exmiembros dicen que la rama femenina del Sodalicio refleja el mismo patrón de abuso’).
Por lo tanto, aprobadas en el 2011 y el mismo año ya están "en proceso de renovación", porque son conscientes de ser "un sistema sectario". Más aún, si en el 2011 ya hay denuncias sustanciadas ante su Ordinario, el Cardenal Cipriani (porque son de derecho diocesano), ¿cómo pudo obtener Figari del Cardenal Cipriani, con el beneplácito de los entonces superiores de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, el reconocimiento canónico para la FMR? ¿Cómo se logró silenciar el problema de los abusos en su seno para poder obtener la aprobación? ¿Por qué se tuvo que esperar hasta 2025 para la supresión?
Casualmente, el Secretario de este dicasterio romano era entonces Mons. Joseph W. Tobin, el mismo cardenal que, después, tanto ayudaría a dar por buenas las cuentas económicas del Sodalicio.
Una historia de cohecho y de corrupción eclesial
La irregular aprobación canónica de la FMR y, con ella, la de la entera familia Sodálite, es la prueba del nueve de la corrupción a la que han sometido a la Iglesia algunos eclesiásticos en las últimas décadas.
Flujos irregulares de dinero hacia las curias y, con él, el cohecho eclesial al por mayor, ensuciaron décadas de gobierno eclesial vaticano. Tanto que incluso llevaron en 2013 a la dimisión de un Papa, Benedicto XVI.

Por eso, el pontificado del Papa Francisco estuvo marcado desde su primer momento por la lucha contra la corrupción eclesial. Como era de esperar, tanto él como sus colaboradores han recibido unas críticas tan despiadadas y feroces como nunca se habían visto en la Iglesia. Jordi Bertomeu, nombrado Comisario Apostólico para la liquidación de la familia sodálite, no es una excepción.
Los sodálites que el Papa expulsó el año pasado, en particular el reverendo Jaime Baertl, que maneja todo el dinero oculto del Sodalicio (más de mil millones de dólares según estimaciones de expertos del Perú) y el laico Alejandro Bermúdez, director de Aciprensa y ahora en EWTN, expulsado del Sodalicio por abusar de sus subordinados y por difamar y mentir como consagrado periodista, no han dejado de intentar desacreditar la labor de Bertomeu, designado por el Papa como Comisario Apostólico.
Las víctimas (y con ellas RD) no se han cansado de intentar proteger al Papa, a Scicluna y a Bertomeu de los ataques que reciben a diario. Bertomeu, oficial de la Curia romana y estrecho colaborador de Francisco desde que estalló la crisis de los abusos de Chile del 2018, está siendo objeto de una campaña de difamación orquestada por Bermúdez, lubricada con el dinero del reverendo Baertl y llevada a los tribunales por una pareja de sedicentes influencers, Giuliana Caccia y su reciente cuñado Sebastián Blanco (hermano de Ignacio, el secretario de Figari), con la asistencia jurídica del abogado Percy García Cavero (de la órbita del Opus Dei).
El último intento de desacreditar a Bertomeu lo ha protagonizado un periodista de El Español, Calabrés, teledirigido por Bermúdez, el mismo personaje que afirma que después del "corrupto pontificado" de Francisco "moriré sodálite".

Religión Digital acaba de publicar (el 1 de abril de 2025) un artículo de Martin Scheuch que prueba la trama política-ideológica de este peculiar personaje (cf. ‘El entorno tóxico del exsodálite Alejandro Bermúdez’).
Hace dos semanas, cuando aún ni tan siquiera había un Comisario Pontificio para la liquidación del Sodalicio o de la FMR, Calabrés lanzó el bulo de que Bertomeu había constituido un equipo con un abogado catalán presuntamente implicado en la trama de corrupción de la antigua Convergencia y Unión.
Una fake news más. Ahora sabemos que el equipo de Bertomeu existe desde ayer, porque solo desde ayer es Comisario Pontificio y que no incluye ningún abogado catalán, sino dos ex fraternas de su confianza: Luciane Urban y Florencia Silva.
Fuentes limeñas aseguran, por otra parte, que dicho abogado y canonista catalán, experto en abusos sexuales y de poder en la Iglesia, especialmente odiado por los ‘malos’, por los encubridores, asesora, entre otros, al Arzobispado de Lima desde antes de que Bertomeu llegara al Perú con Mons Scicluna para la misión especial.
Lo que no dicen Bermúdez y otros titiriteros de la prensa amarilla, como Luciano Revoredo, es que el arzobispado tuvo que contratar los servicios del abogado catalán debido a la trama de corrupción que por años imperó en la iglesia limeña de Cipriani, el mismo cardenal que llevó adelante la aprobación canónica de la FMR a pesar de las denuncias de abusos de sus miembros y el mismo cardenal que ha sido denunciado por pederastia, por haber abusado de un menor de edad.
Acaba de aparecer un libro imprescindible en la biblioteca de todo aquel que quiera comprender en profundidad el funcionamiento de las sectas abusivas católicas y las estructuras de poder eclesial que permiten este fenómeno. Para conocer el Sodalicio y el rol en él de Cipriani, entre otros, lean la última publicación de Pedro E. Salinas, ‘La verdad nos hizo libres’.

La tarea de Bertomeu, Comisario Apostólico para la FMR
A partir de ahora, como Comisario Apostólico, Bertomeu no solo tendrá que continuar luchando al lado del Papa Francisco contra tanta corrupción imperante. En primer lugar, tendrá que acompañar a unas decenas de mujeres, las ya ex Fraternas que, aún perplejas y dolidas, quizás no entiendan todavía por qué el Papa les ha liberado de la secta en la que vivían. Una tarea nada fácil.
Además, deberá liquidar aquellos pocos bienes que los dirigentes del Sodalicio no han logrado ocultar. No se tiene noticias del patrimonio de las Fraternas, pero se sabe que los cementerios-misión del Sodalicio, su gran negocio, fueron transferidos fraudulentamente en 2020 a un fideicomiso (‘Acres Foundation’), constituido en Lima por su alcalde del Opus Dei, Rafael López Aliaga, tan amigo del Cardenal Cipriani, para evitar que en el futuro pudieran servir para pagar las indemnizaciones debidas a las víctimas de abusos sexuales y de poder.
"Jalarles la plata a los del Sodalicio es misión imposible incluso para Bertomeu", aseguran fuentes limeñas. El tiempo lo dirá.

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