La monarquía demuestra una cierta capacidad de regeneración desde la propia institución. Eduardo ÁLVAREZ: Sergio Vila-Sanjuán: "La Monarquía en España puede salir reforzada de su actual crisis"

Premio Nacional de Periodismo Cultural 2020 en reconocimiento a toda su trayectoria profesional y a proyectos de calidad como el suplemento 'Cultura/s' que dirige, Sergio Vila-Sanjuán (Barcelona, 1957) acaba de publicar 'Por qué soy monárquico'. Un ensayo oportuno con el que contribuye al debate sobre la utilidad y la vigencia de la Corona en nuestro país, más allá de los casos que salpican al Rey Emérito.

Sergio Vila-Sanjuán Otra Cataluña

Sergio Vila-Sanjuán: "La Monarquía en España puede salir reforzada de su actual crisis"

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EDUARDO ÁLVAREZ
Sábado, 14 noviembre 2020 - 02:03
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Empezó a escribir su libro antes de marzo, cuando aún no había estallado el escándalo de las cuentas 'offshore' de Juan Carlos I. Y la presentación coincide con dos nuevas investigaciones de Anticorrupción, una por el uso del Emérito de tarjetas opacas y otra por una cuenta millonaria en Jersey. ¿Sigue siendo monárquico como afirma en el título del libro?
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Yo he reflexionado mucho sobre la institución monárquica. En marzo estalló la polémica sobre el Rey emérito y fue un estímulo para escribirlo rápido. Todo lo que menciona hace más pertinente aún el título y el libro. Porque una profesión de confianza en la monarquía hace 10 años no tenía mucho sentido, ya que era muy popular, muy reconocida y muy poco discutida. Ahora creo que es el momento de que los que pensamos que es una institución muy positiva por muchas razones pongamos los argumentos sobre la mesa. Valorando lo que la monarquía ha representado en la historia contemporánea española y desde luego el papel que está realizando Felipe VI.
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Pero tiene que resultarle especialmente duro a un monárquico convencido enterarse de que el anterior monarca ha podido cometer presuntos delitos...
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Todo lo que ha salido es doloroso y desagradable. Pero de momento la Justicia no ha dicho nada. Este panorama me lleva a la teoría de Kantorowicz, los dos cuerpos del rey, la visión shakespereana de la Historia: figuras que han tenido mucho poder o un papel muy importante son capaces de hacer cosas muy bien y otras que no lo están. Y si queremos tener una visión realista de lo que es la historia de un país tenemos que hacer esta diferenciación y no valorar igual lo que se ha hecho en el plano público que lo hecho en el plano privado. Dicho de otra forma, no creo que las revelaciones sobre Don Juan Carlos tengan que poner en duda su legado, lo conseguido en la Transición, en la construcción de la democracia y en ese gran consenso que fue la Constitución, cuya clave de bóveda es la Monarquía.
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Usted establece cierto paralelismo entre Don Juan Carlos y Jordi Pujol.
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Sí, cada uno en su género, son dos personajes de trayectoria paralela. Valoro más las aportaciones del Rey. Pero también valoro las de Pujol en ciertos momentos. Si queremos juzgar lo que ha significado el pujolismo también debemos separar la parte más constructiva de aquello que hoy está pendiente de justicia.
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¿Pero hasta qué punto se puede desligar en la Monarquía la institución de la persona que la encarna?
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Juan Carlos es un Rey que ha abdicado. Hoy no es el Rey de España. Esas conductas reprobables no afectan al Rey actual. Yo en el libro cito el ranking de The Economist: entre las 20 democracias hoy más plenas en el mundo, hay 10 monarquías. ¿qué quiere decir esto? Que es un sistema que funciona en países que son admirados y envidiados. La monarquía demuestra una cierta capacidad de regeneración desde la propia institución. En Inglaterra ha habido como mínimo dos crisis importantes en el siglo XX. La abdicación de Eduardo VIII y sus relaciones con los nazis dejaron a la institución bastante tocada, pero se regeneró gracias al comportamiento del rey Jorge durante la Segunda Guerra Mundial y luego ya al reinado de Isabel II. Y, más recientemente, tras la muerte de Diana de Gales, la Corona pasó por una crisis de confianza brutal. El entonces premierTony Blair, interesado en mantener la institución, consciente de que es la que mejor une modernidad con máxima tradición, lanzó un balón de oxígeno a la reina. Y en Holanda, en los años 70, el escándalo Lockheed de comisiones salpicó al marido de la reina Juliana... Pero la institución salió de esas crisis reforzada. En España puede ocurrir lo mismo.
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Pero aquí tiene al enemigo en el Gobierno...
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Pedro Sánchez y los ministros socialistas, la parte central del Gobierno, están defendiendo a la Monarquía. Otra cosa son los de Podemos, cuyo comportamiento no es leal. Uno en el plano de la opinión personal puede pensar lo que quiera. Pero en un cargo hay que cumplir. Y eso se puede aplicar a los ministros de Podemos, a la alcaldesa de Barcelona o a los dirigentes de la Generalitat. Tienen que mantener una relación mínimamente institucional. La mayoría política en el Congreso respalda a la Corona, no creo que se vaya a poner en cuestión una institución tan central.
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A propósito de los escándalos, dice en el libro que al Rey Felipe no se le puede pedir más...
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La abdicación de Don Juan Carlos ya fue un mecanismo muy taxativo de regeneración de la institución. Y en el comunicado de Don Felipe de marzo se desvinculó en muchos sentidos de su padre. Se habla de mejoría de la transparencia o de otras cuestiones jurídicas, ya se verá... Pero la Casa Real lo que tiene que demostrar es que es útil y representativa. Tiene que estar donde tiene que estar, sin frivolidad y seriedad. Y es indiscutible que Felipe VI lo está haciendo. Cumple perfectamente su función de símbolo de la unidad y la continuidad del país por encima de partidismos y visiones sectoriales. ¿Qué da autoridad y prestigio a la Monarquía? El cariño del pueblo. Funciona si tiene la aceptación popular.
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¿Pero no cree que Zarzuela guarda demasiado silencio ante hechos tan comprometedores?
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No ha permanecido en silencio. La nota del Rey de marzo es imprevistamente dura. Y antes de que la Justicia se pronuncie. Es una nota taxativa y preventiva. La Casa del Rey no puede pronunciarse cada vez que hay alguna filtración.
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Antes, juancarlistas, ahora, felipistas... ¿No le parece extraña una monarquía sin monárquicos?
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La clave está en que en la restauración de la Monarquía, en la Transición, confluyeron el PSOE, partidos nacionalistas, el Partido Comunista... muchos sectores a priori escépticos. A partir de ahí, lo bueno es que la institución es de todos. Aunque antes se hablara de juancarlistas o ahora de felipistas, bien está si es un modo de aceptar la institución.
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¿Qué opinión le merecen las críticas de que la derecha se la está apropiando?
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Si los partidos de derecha quieren hacer una reivindicación de la Monarquía, me parece muy bien. Pero insisto, nadie se la puede apropiar.
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¿Veremos reinar a Leonor?
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Si nada se tuerce excesivamente, hay monarquía para rato. Pero nos toca un periodo de turbulencias. Espero que, como en Inglaterra u Holanda, de las turbulencias se pase a una estabilidad en la que podamos beneficiarnos de nuevo de todas las ventajas prácticas que la Monarquía democrática ofrece a un país.
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Usted, en este caso subrayo su condición de catalán, aplaude el discurso del Rey el 3-O.
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No se interpreta de forma adecuada el proceso independentista y su relación con Felipe VI. La ofensiva contra la Monarquía empieza en 2010, reinando aún Juan Carlos I. Y todo va creciendo a lo largo de la década con el secesionismo in crescendo. El Rey hizo el 3-O un discurso crítico, pero nada más. Dijo algo tan obvio como que se estaba vulnerando la ley y había que restablecerla. Fue un discurso sensato, en cumplimiento de su función. El tono no fue simpático, no habló en catalán y quizá podría haberlo hecho... Pero el Rey estuvo donde tenía que estar. La Monarquía tiene mucho recorrido por delante en Cataluña. Para recuperar brío y energía, Cataluña debe restaurar puentes fuertes con el Estado, empezando por la Corona.
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Pero antes ha dicho que la institución necesita el afecto popular. ¿Podrá recuperarlo en Cataluña?
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El afecto de la sociedad es cambiante. Cuento en el libro cómo Alfonso XIII, un monarca muy implicado en Cataluña, en 1929 fue especialmente aclamado al inaugurar la Exposición Internacional de Barcelona. Dos años después se proclama la República. Juan Carlos I también tuvo mucho cariño en Cataluña. Pero luego se tuerce. Desde el nacionalismo y también por parte de los Comunes se esfuerzan en hacer desaparecer todos los emblemas y recuerdos que vinculan a la Monarquía con Cataluña. Hay una gran voluntad de construir un relato partidista, nada fiable históricamente, según el que Cataluña hubiera desarrollado una historia ajena a la del resto de España. A Don Felipe fue Pujol en 1990 quien le invitó a hacer un recorrido por las principales localidades catalanas, con muy buen clima, muy bien recibido, y a usar su título de Príncipe de Gerona, porque le interesaba estrechar los lazos de la Generalitat con la Corona. Cataluña está en un periodo de reflexión. Tras el procés ha quedado en una situación que algunos llaman de decadencia, yo creo que de reflujo... Hay que volver a pensar muchas cosas. Y una es la relación con el Estado una vez que se ha visto que no va a ser independiente, al menos en los próximos 20 o 30 años. El Rey debe dejar que esto se remanse un poco. Creo que en unos años todo volverá a la normalidad de la relación del Rey con la sociedad catalana.
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¿Cree que las elecciones autonómicas catalanas en febrero servirán para mejorar las cosas?
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Estamos en una situación política estancada porque las fuerzas están muy equilibradas. En lo que respecta al Parlament, hay un problema: una ley electoral que sobrerrepresenta la Cataluña interior, la comarcal, más nacionalista, frente a la Cataluña urbana de la costa, que lo es menos. Esto ha permitido constantes mayorías nacionalistas que no responden a la realidad demográfica. Y explica tanto el desarrollo del procés como el mismo hecho de que fracasara. Porque no tenía el apoyo de la sociedad catalana, sino de una parte no dominante. Me gustaría que se cambiara la ley para que se aplicara el principio de una persona, un voto; eso podría desatascar la situación permitiendo otras mayorías. Mientras, los independentistas están muy enrocados, no han hecho autocrítica. Por otro lado, hasta que no se solucione la cuestión de los presos, va a costar que cambie. Yo sería partidario del indulto a los presos del procés, que ya han cumplido tres años. Hay que generar una situación posible de diálogo
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¿Cataluña hoy son dos almas irreconciliables?
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No, yo creo que son tremendamente reconciliables, porque siempre se han reconciliado. Si miras en el mapa electoral el área no independentista y el independentista y lo comparas con el mapa del siglo XIX entre carlistas y liberales, se asemeja bastante. En Cataluña ha habido siempre sensibilidades distintas, pero en sucesivas etapas históricas ha dado pie a formas de integración que han generado grandes momentos de expansión y de prosperidad catalana.
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Decía usted sobre el confinamiento que se nos ha hecho soportable gracias a la creación cultural.
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Sí, se hablaba tanto de que la sociedad del espectáculo y que la inmediatez del mundo digital iban a marginar el valor de la cultura, pero está pasando todo lo contrario. La pandemia ha golpeado con mucha fuerza a la cultura relacional, en la que confluía la gente: teatro, ópera, espectáculos en vivo... El mundo del libro, la primera industria cultural, ha sufrido pero no tanto; otra cosa son las librerías, un tejido muy débil que hay que fortalecer. Las medidas de ayuda ahora mismo son imprescindibles. Pero, más allá de la pandemia, lo importante es repensar la cultura española. Hubo un momento muy fuerte de expansión del Estado cultural, más o menos entre 1977 y 1995, con una voluntad de convertir la cultura en un signo de la nueva democracia española. Eso se ha dejado perder. Hoy España no tiene a la cultura como una prioridad. Y no está muy claro si la idea de futuro es que la cultura española sea una entidad en sí misma o si será una agregación de las culturas de las comunidades autónomas.
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Nuestro idioma es la mayor riqueza cultural. ¿Qué opina de que en la ley Celaá el castellano deje de ser idioma vehicular?
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Es un error. Lo que la ley Celaá plantea ya lo aprobó en noviembre el XIV Congreso del PSC. La realidad es que la enseñanza del castellano en Cataluña es marginal. Y es un tema de derechos individuales: ¿por qué la mitad de los catalanes tiene derecho a recibir la educación en su lengua materna y la otra mitad no? Los socialistas creen que ceder al nacionalismo en aspectos simbólicos les sale barato. Y luego se ve que es muy caro. Ya pasó en el tripartito de Montilla cuando cedieron a ERC TV3 y la consellería de Cultura y luego el independentismo subió mucho. El nacionalismo hace énfasis en lo que nos separa a los catalanes del resto de España y no en todo lo que nos une. Hace dos años publiqué un libro, Otra Cataluña, en el que desmentía uno de sus principales tópicos, que el castellano nos es ajeno. Que si lo implantó Franco, bueno, no, que los Borbones en 1714 porque antes no lo hablaba nadie... La realidad es que la cultura catalana, que es muy plural, incorpora el castellano a partir de 1420. Y hasta 1880 utiliza el castellano de forma hegemónica. Hoy el 60% de la cultura catalana se sigue haciendo en castellano.
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¿Qué opina del organismo gubernamental para perseguir las noticias falsas?
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El tema de las fake news es inquietante y han tenido peso en procesos electorales. Pero es chocante que una materia tan sensible y tan vinculada al sentido de libertad sea monitorizada por un comité con representantes de los Ministerios del Interior y de Defensa.
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Fuente:-Eduardo ÁLVAREZ: Sergio Vila-Sanjuán: "La Monarquía en España puede salir reforzada de su actual crisis"

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