La espiritualidad: único lugar en el que podemos encontrarnos todas las religiones (2).

Los tres ojos del conocimiento y una sabiduría perenne (philosophia perennis)

Empezaba en el anterior post una reflexión sobre la espiritualidad en perspectiva interreligiosa y aún no-religiosa, que nos une a todos los humanos. En los comentarios recibidos en mi facebook (Victorino Perez Prieto) tuve uno muy sugerente del blogger colega José Ignacio Calleja; me pedía “no olvidar la ética común compartida como experiencia de religación absoluta con los otros y con la comunidad de vida de todo lo creado, y obligante en justicia y compasión”; pues “somos incondicionalmente corresponsabilidad compasiva, y de no activar esta religación absoluta de amor y justicia con los otros más pobres y la casa común, ninguna espiritualidad nos salvará”. Inmediatamente le contesté: “Ciertamente, la espiritualidad en la que creo está íntimamente unida a un compromiso con la verdad, la justicia y la paz. Sobre todo en la defensa de los más pobres, los más débiles, la misma tierra... Escuchar el grito de la tierra y el grito de los pobres (Boff)”; mis reflexiones y mis compromisos sociales y ecologistas lo han manifestado a lo largo de los años. Pero añadía que, sin embargo, “una moral sin espiritualidad puede caer en moralismo”. José Ignacio Calleja me respondía manifestándose  “absolutamente de acuerdo; sin espiritualidad como dices en tu texto y de la que reclamas ahí, la razón moral/ética no subsiste, imposible. Degenera en moralismo e ideología de la peor especie”.

Continuando, ahora quiero centrarme en un aspecto muy concreto, pero para mí decisivo. Frente a un empirismo cientifista y un racionalismo (ambos reduccionistas, pues la realidad es más amplia que la que capta la ciencia empírica y la razón), pero también frente a un espiritualismo evasivo y alienante, la experiencia mística/espiritual supone tener muy abiertos y despiertos los tres ojosdel conocimiento: el primer ojo u ojo sensible/empírico, el segundo ojo u ojo racional/filosófico y el “tercer ojo” u ojo espiritual/contemplativo, para poder gozar plenamente de la vida. No se trata de contraponer ciencia empírica, filosofía y religión, ni supeditar unas a otra (heteronomía), sino de unirlas armónicamente, relacionalmente, ontonómicamente como decía mi maestro Raimon Panikkar.

Mucha gente relaciona “el tercer ojo” solamente con el buddhismo, sobre todo con el lamaísmo tibetano; pero se trata de una tradición mucho más extendida, presente en el hinduismo y otras tradiciones orientales e incluso en la tradición cristiana. En ésta, los tres ojos del conocimiento están presentes sobre toodo desde dos grandes teólogos medievales: Hugo de San Víctor (1096-1141; filósofo, teólogo y escritor místico medieval, de la escuela de San Víctor de París, también llamada de “los Victorinos”), y el gran místico, teólogo y filósofo franciscano San Buenaventura (1218-1274; especialmente en sus obras Breviloquium e Itinerarium mentis in Deum).

Hugo

 Hugo de San Víctor, fue el iniciador del misticismo de la escuela de San Víctor, dominante en la segunda mitad del siglo XII, continuada sobre todo por su discípulo y gran teólogo trinitario Ricardo de san Víctor. Su misticismo se encuentra vinculado a la espiritualidad neoplatónica e idealista de Plotino; esta tradición hablaba de ta aisthêta (lo sensible), ta noêta (lo mental) y ta mystika (lo místico), como dimensiones fundamentales del ser humano. Su sistema místico está bajo la influencia del pensamiento de la triple progresión en el conocimiento: a) Cogitatio, o concepción por medio de las nociones sensuales, b) Meditatio, o búsqueda del sentido escondido, y c) Contemplatio, o percepción final en el interior de la realidad.

A estas etapas corresponden los tres ojos u órganos de percepción del conocimiento: oculus carnis, el ojo físico; oculus rationis, la razón especulativa; y oculus fidei, la visión contemplativa. Hugo de San Víctor dice que Dios ha creado al ser humano con esos tres ojos: el ojo corporal (ojo empírico, con el que vemos la realidad sensible), el ojo racional(ojo de la mente, con el que percibimos la realidad que me revela la razón) y un tercero, el ojo de la contemplación (ojo del espíritu u ojo de la fe, que nos lleva a la visión religiosa y mística). Al salir el paraíso a causa del pecado, en el ser humano quedó debilitado el primero, perturbado el segundo y ciego el tercero; de este modo, si no se cultiva el "tercer ojo", éste permanecerá ciego. Estar fuera del paraíso es no percibir ya la Presencia, carecer del órgano capaz de experimentar, de “ver” a Dios. En definitiva, percibirse separado de él.

libro S. Buenaventura

(Cf. V. Pérez, “Los Tres Ojos del Conocimiento en San Buenaventura. De la reductio Bonaventuriana al  pensamiento complejo  de  Edgar Morin  y  la  perspectiva  cosmoteándrica de  Raimon Panikkar”, enPerspectivas  sobre  el  pensamiento  de  San  Buenaventura  de  Bagnoregio  y  otros estudios, Bogotá 2018).

Esta experiencia espiritual de tener despiertos los tres ojos del conocimiento, manifiesta una sabiduría presente en todas las culturas, que ha sido definida como una philosophia perennis. El gran pensador Gottfried Leibniz (1646-1716) habló ya de una perennial philosophy o eternal philosophy para designar la sabiduría común y eterna que subyace a todos los grandes sistemas de pensamiento y religión; en particular, las corrientes místicas dentro de ellos. Pero el concepto fue, sobre todo, difundido por el escritor y pensador británico Aldous Huxley (1894-1963) en una obra con el mismo título (The Perennial Philosophy, 1945) en la que considera esta sabiduría/espiritualidad como “inmemorial y universal”.

El concepto es aún más antiguo, más que bimilenario. Desde el sanatana dharma del hinduismo, los SS PP de la Iglesia Orígenes, Gregorio de Nisa o Agustín de Hipona, y pensadores cristianos medievales como Buenaventura o Tomás de Aquino, hasta la filosofía musulmana de Ibn Arabî y pensadores del Renacimiento italiano como Pico della Mirandola.

Actualmente, la philosophia perennis o perennialismo es un concepto central del pensamiento de conocidos autores de Oriente y Occidente: Los hindúes Ramakrishna (1834-1886) o Ramana Maharshi (1879-1950); los occidentales René Guénon (1886-1951), Alan Watts (1915-1973)... o

Wilber

Ken Wilber (1949-), que habla de una neo-perennial philosophy y los tres ojos del conocimiento en varios de sus libros (El proyecto Atman, El ojo del espíritu. Una visión integral para un mundo que está enloqueciendo poco a poco, y sobre todo en Los tres ojos del conocimiento, de 1994): “Hoy en día se habla de un paradigma globalizador que englobe la ciencia, la filosofía y la religión... Es el paradigma transcendente, un conocimiento global que no solo incluye el hardware de las ciencias físicas, sino también el software de la filosofía y la psicología y el trascendentalware de la religión místico-espiritual”. También defensor de esta philosophia perennis, Raimon Panikkar escribió: “Perennis no indica inmovilidad, sino aparición regular per annos” (Paz e interculturalidad. Una reflexión filosófica).

La philosophia perennis habla de una búsqueda de la verdad que tiene unos elementos comunes en todas las culturas, que Huxley sintetiza en tres:

  1. El mundo físico/fenoménico no es la única realidad; existe una realidad más allá que no se puede abarcar por los sentidos, pero de la que el intelecto humano y el espíritu dan testimonio en su más profunda esencia.
  2. El ser humano refleja la naturaleza de esta realidad, que está en el núcleo del alma humana.
  3. Todos los seres humanos poseen una capacidad que no usan habitualmente; pero esta percepción es su meta final y las grandes religiones pretenden restablecer esta conexión entre el alma humana y la última y más alta Realidad: el Dios de las religiones teístas y el Absoluto de las no-teístas.

Aldous Huxley define la philosophia perennis como: “La metafísica que reconoce una divina Realidad en el mundo de las cosas, vidas y mentes; la psicología que encuentra en el alma algo similar a la divina Realidad, o aún idéntico con ella; la ética que pone la última finalidad del hombre en el conocimiento de la Base inmanente y trascendente de todo el ser” (La filosofia perenne, Buenos Aires 1977).

Huxley

El pensador inglés, precisa lo que entienden por tal pensamiento: “Se ocupa principalmente de la Realidad una, divina, inherente al múltiple mundo de las cosas, vidas y mentes. Pero la naturaleza de esta Realidad es tal que no puede ser directa e inmediatamente aprehendida sino por aquellos que han decidido cumplir ciertas condiciones, haciéndose amantes, puros de corazón y pobres de espíritu”.

Este conocimiento espiritual corresponde a lo que expresa la bienaventuranza evangélica “Bienaventurados los puros de corazón, porque verán a Dios” (Mt 5,8). O lo que dice Rumi, un célebre poeta místico musulmán persa del s. XIII: “El astrolabio de los misterios de Dios es el amor”. Por eso añade Huxley: “La certidumbre de la visión directa no puede ser conseguida sino por aquellos que están equipados con el astrolabio de los misterios de Dios” (La filosofia perenne). Nada, en nuestra experiencia diaria nos da mucha razón de suponer que la mente del ser humano, limitada, posea algo que se parezca a la Realidad Divina ilimitada, o que sea idéntico a ella; sin embargo, cuando esa mente es sometida a la meditación, la realidad divina que está en su interior “se pone de manifiesto, no sólo para la mente misma sino también, por su reflejo en la conducta externa, para otras mentes”.

Seguiremos con esta reflexión. Invito al lector a participar con sus comentarios, aquí mismo o en mi facebook.

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