El cine a través de los ojos de la Teología "Thunderbolts*": La regeneración de los rechazados

"Thunderbolts"
"Thunderbolts"

Aquí os ofrezco unas palabras más sobre la mejor película que, habiéndose estrenado también en Portugal, comenzó a proyectarse en los cines españoles en abril de 2025

Divertida, vibrante, maleable y de perfil orgánico, “Thunderbolts*” se puede ver sin casi tener que saber lo que hay detrás

En la lucha contra el ego, un abrazo es siempre más poderoso que la huida (de nosotros mismos y/o de la crueldad de los crueles)

Aquí os ofrezco unas palabras más sobre la mejor película que, habiéndose estrenado también en Portugal, comenzó a proyectarse en los cines españoles en abril de 2025.

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Nunca he traído a los lectores de “Religión Digital” un texto asociado a las películas del Universo Marvel o empresas similares. Para mí eran incomprensibles, pues no podía seguir el ritmo al que se estrenaban, pero “Thunderbolts*” se puede ver sin casi tener que saber lo que hay detrás. Divertida, vibrante, maleable y de perfil orgánico, esta película de suspense tiene una franca vertiente emocional que aborda la formación desajustada de un compañerismo que marca el tono de un filme seductor y lleno de las hazañas de un grupo de antihéroes heridos y rechazados.

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Más que en un actor individual (que existe en la maravillosa Pugh, centro emocional y moral de esta película), esta obra se apoya en la dinámica de un grupo de actores ultrafantásticos que logran tocar con perfección las cuerdas del diálogo, del afecto y de la acción. La estética es siempre cambiante, gracias en gran parte a la alternancia de escenarios y al uso de una textura que se escalona entre los colores cálidos pardos y los fríos y negros.

Todo en esta película encuentra una manera de traducir la mentalidad contemporáneade una experiencia poderosa de una vida que, habiendo querido alejarse de Dios, sólo encuentra un vacío que no sabe cómo llenar. Y esto a dos niveles. El primero es el de un mundo y de una sociedad que aún no han encontrado la manera de avanzar con esperanza. El segundo es el de una mentalidad que los jóvenes de hoy conocen demasiado bien: sentirse sobrecargados e infravalorados, además de enfrentarse a una cruel competencia (a menudo ganada por los “incompetentes” más descarados) que les impide reconocer sus propios dones. Y esto, a pesar de que siguen sintiéndose atraídos por una grandeza indistinta que no se dan cuenta de que es la del amor.

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En este sentido, estos jóvenes (e incluso aquellos con más juventud acumulada) tienen que enfrentarse a la realidad de que sus mayores adversarios no vienen de fuera, sino de ellos mismos. Por desgracia, estas personas no se dan cuenta de que sus principales antagonistas no proceden de su verdadero “yo”, sino de su (y nuestro) archienemigo: el “ego”. Aquí tenemos el asco, la revuelta, la depresión e incluso la desesperación que surgen ante tal “yo”, coyuntura que les impide combatir el “ego” con la verdad, la dulzura, la humildad, la misericordia y el perdón que crean comunión a través de la certeza, tan discreta como Dios, de que el amor no tiene fin.

No podemos ignorar que aquellos mencionados “incompetentes” pueden ser personas que hieren y disfrutan con humillar a los demás con placer. Pero, a través de la forma cómo un cristiano los aborda crísticamente, puede surgir una dinámica que haga aflorar la humanidad que hay en ellos. Esto no requiere actos heroicos, sino el descubrimiento de que el cuidado autosacrificial por los demás nos libera de nuestras preocupaciones. Este es el “camino regio” para superar los sentimientos de deshonra, depreciación y vergüenza cuando vemos nuestra propia falta de amor. Sí: en este proceso, un abrazo es siempre más poderoso que la huida (de nosotros mismos y/o de la crueldad de los crueles), porque el amor nunca deja de suscitar alegría y confianza.

No olvidemos nunca que Dios-Amor ve más allá de nuestros errores, fracasos, caídas y cicatrices. Ve a los seres humanos bellos y buenos que ha creado a través de esa alegría suya que coincide con una generosidad infinita, aunque haga sangrar la eterna inocencia divina sobre la nuestra para afirmarla y darnos Su corazón.

*(EEUU; 2025; dirigido por Jake Schreier; con Florence Pugh, Sebastian Stan, Olga Kurylenko, Lewis Pullman, David Harbour y Julia Louis-Dreyfus)

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