VIACRUCIS DEL AMOR, SEGÚN SAN LUCAS
ORACIÓN INICIAL:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Jesús del camino de la cruz:
Nos disponemos a contemplar los momentos finales de tu vida:
los llamabas “tu hora”, tu momento por excelencia;
en ellos demostraste la seriedad y la verdad de tu persona.
Tu modo de vida te enfrentó a los dirigentes del pueblo:
su vida, incluso sus prácticas religiosas, no agradaban al Padre,
porque marginaban la misericordia y la fraternidad;
su religión era una adormidera, “opio del pueblo”:
- mantenía a la gente sencilla en la ignorancia y el fanatismo;
- utilizaba a Dios para el egoísmo y la explotación comercial;
- sostenía que la pobreza y la enfermedad eran castigos divinos.
Te declararon blasfemo por sentirte hijo de Dios, lleno de amor y lealtad;
no aceptaron tu palabra de que venías de parte de Dios;
ni el testimonio de tus obras de amor.
Tu vida entregada a los pequeños y débiles, fue rechazada como no divina
por los que vivían del dominio y del ansia de riqueza y de prestigio.
Hoy sigue habiendo gente religiosa para su egoísmo:
evadida del sufrimiento ajeno, llena de ignorancia y fanatismo;
personas aturdidas por vicios y preocupaciones materiales.
Pero también hay personas como tú, Jesús, Hijo de Dios y hermano de todos:
- que entienden la vida como un servicio amoroso a los demás;
- que celebran tu memoria y se sienten alentados por tu Espíritu;
- otros, sin saberlo, son “benditos de tu Padre” por vivir su mismo amor.
Queremos ahora contemplar tu camino de la cruz:
- para sentir el amor del Padre, que no abandona nunca;
- para dar alma a nuestros caminos desalmados;
- para trabajar por la fraternidad en medio del odio y la venganza;
- para construir la paz como fruto del respeto a los derechos humanos;
- para dar vida y Espíritu de amor a quien se cruza con nosotros.
PRIMERA ESTACION
Jesús instituye la eucaristía
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio según san Lucas (22, 14-20).
Llegada la hora, se sentó Jesús con sus discípulos, y les dijo:
-He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros antes de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer hasta que se cumpla en el Reino de Dios.
Y tomando una copa, dio gracias y dijo:
-Tomad esto, repartidlo entre vosotros, porque os digo que no beberé desde ahora del fruto de la vid hasta que venga el Reino de Dios.
Y tomando pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo:
-Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía.
Después de cenar, hizo lo mismo con la copa diciendo:
-Esta copa es la Nueva Alianza sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN:
Tu camino de la cruz por amor, Jesús de todos, brilla en la eucaristía:
tu deseo ardiente de comer con nosotros sigue haciéndose realidad;
gracias a la resurrección, te eres presencia sin límite;
presencia real al reunirnos en tu nombre y al escuchar tu palabra,
al ponernos en las manos del Padre y al compartir el pan y el vino.
Al acoger tu vida entregada, sentimos tu Espíritu de amor:
nos dejamos asimilar por Ti, Jesús resucitado;
nuestra vida se va transformando en una vida como la tuya;
vamos entregando nuestra persona en bien de todos;
vamos haciendo la fraternidad, la Iglesia.
Nuestros dolores y limitaciones de cada día son tu cruz:
cruz de los torpes, presumidos, hipócritas, aparentes, inmóviles...
cruz del compartir con quienes carecen de lo necesario;
cruz de la libre y esforzada entrega por el trabajo y la verdad,
la libertad y el amor incondicional, la justicia y la paz.
Cristo Jesús, amor constante, presencia real en nuestras vidas:
que nuestras eucaristías nos incorporen al camino de la cruz por amor.
PADRE NUESTRO...
SEGUNDA ESTACION
Jesús en el huerto de Getsemaní
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio según san Lucas (22, 39-46).
Salió Jesús como de costumbre al monte de los Olivos, lo siguieron los discípulos. Al llegar al sitio, les dijo:
-Orad, para no caer en la tentación.
Él se arrancó de ellos, alejándose como a un tiro de piedra y arrodillado, oraba diciendo:
-Padre, si quieres, aparta de mí ese cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya.
Y se le apareció un ángel del cielo que lo animaba. En medio de su angustia oraba con más insistencia. Y le bajaba el sudor a goterones, como de sangre, hasta el suelo. Y, levantándose de la oración, fue hacia sus discípulos, los encontró dormidos por la pena, y les dijo:
-¿Por qué dormís? Levantaos y orad, para no caer en la tentación.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN:
Jesús lleno del amor del Padre:
Como uno de nosotros, “oras con insistencia en medio de tu angustia”;
no han comprendido tu bondad y preferencia por los más débiles;
los dirigentes te han declarado enemigo del pueblo;
prefieren eliminarte antes que convertirse a tu propuesta amorosa.
Incomprendido, acudes al Padre del amor:
Padre, si quieres, aparta de mí ese cáliz.
Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya.
Tu alimento era hacer la voluntad del Padre:
amar a todos como el Padre ama;
dar alimento, salud, conocimiento, libertad, derechos y deberes...;
crear una sociedad de hermanos que compartan lo que tienen;
renunciar a la acumulación egoísta, a honores y al dominio.
La oración al Padre fue siempre tu aliento:
Lo vemos ahora cuando el egoísmo violento se cruza en tu camino.
Necesitamos orar:
“Levantaos y orad, para no caer en la tentación”,
para no dar un paso en falso,
para no volvernos atrás en el camino del amor y la verdad
PADRE NUESTRO...
TERCERA ESTACION
Jesús es apresado
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio según san Lucas (22, 47-53).
Todavía estaba hablando, cuando aparece gente. Los guiaba el llamado Judas, uno de los Doce. Y se acercó a besar a Jesús. Jesús le dijo:
-Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?
Al darse cuenta los que estaban con él de lo que iba a pasar, dijeron:
-Señor, ¿herimos con la espada?
Y uno de ellos hirió al criado del Sumo Sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Jesús intervino diciendo:
-Dejadlo, basta.
Y, tocándole la oreja, lo curó. Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los oficiales del templo, y a los ancianos que habían venido contra él:
-¿Habéis salido con espadas y palos como a caza de un bandido? A diario estaba en el templo con vosotros, y no me echasteis mano. Pero ésta es vuestra hora: la del poder de las tinieblas.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Jesús, amigo de Judas hasta el final:
tu vida abierta al amor encontró la cerrazón de Judas Iscariote;
se deja seducir por promesas de dinero, poder, honores...;
prefiere servir a la institución antes que a la verdad y a los pobres.
Las personas libres, como Tú, tienen mucho peligro:
tú quieres igualar en dignidad a todos;
prefieres a los más débiles de la sociedad...;
buscas la libertad y la realización de todos;
escuchas, compartes, animas a vivir en amor incondicional...
“Habéis salido con espadas y palos como a caza de un bandido”:
así te considera la institución y sus responsables;
creen que hay que expulsarte de la comunidad;
creas desafección a quienes la dirigen y representan;
desacreditas la brillantez del culto y sus agentes;
tu enseñanza no es homologable con la ley y el orden establecido.
Corrigiendo la violencia de los tuyos, respetas la libertad de las tinieblas:
sólo el amor, sin trampas, se deja hacer prisionero del odio.
PADRE NUESTRO...
CUARTA ESTACIÓN
La mirada de Jesús devuelve el amor a Pedro
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio según san Lucas (22, 54-62).
Ellos 1o prendieron, se 1o llevaron y 1o hicieron entrar en casa del sumo sacerdote. Pedro 1o seguía desde lejos. Ellos encendieron fuego en medio del patio, se sentaron alrededor y Pedro se sentó entre ellos. Al verlo una criada junto a la lumbre, se le quedó mirando y le dijo:
-También éste estaba con él.
Pero él lo negó diciendo:
-No lo conozco, mujer.
Poco después 1o vio otro y le dijo:
-Tú también eres uno de ellos.
Pedro replicó:
-Hombre, no lo soy.
Pasada cosa de una hora, otro insistía:
-Sin duda, también éste estaba con él porque es gali1eo.
Pedro contestó:
-Hombre, no sé de qué hablas.
Y estaba todavía hablando cuando cantó un gallo. El Señor, volviéndose, le echó una mirada a Pedro, y Pedro se acordó de la palabra que el Señor le había dicho: “antes de que cante hoy el gallo, me negarás tres veces”. Y, saliendo afuera, lloró amargamente.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Jesús que miras como el Padre del cielo:
te contemplamos ahora mirando a Pedro, cobarde y asustado.
Pedro había hecho un esfuerzo para conocer cómo te iban las cosas;
al sentirse descubierto, tuvo miedo;
su amor no daba más de sí;
la fuerza bruta del poder esclaviza, adormece los ideales sanos.
Pedro dijo que no te conocía, ni tenía que ver nada contigo.
Tu mirada y el canto del gallo, le recordaron tu amor incondicional:
conocía tu corazón que ama siempre;
sabía que tú tienes capacidad ilimitada de perdonar y comprender.
“Saliendo afuera, lloró amargamente” su incapacidad de amor leal.
El amor que “todo lo soporta” despertó la entrega de Pedro a tu reino:
impediría postrarse ante él: “levántate, también yo soy un hombre”;
se enfrentaría a los amigos de la ley: “¿por qué tentáis a Dios
imponiendo sobre el cuello de los discípulos un yugo, que ni
nuestros padres ni nosotros pudimos sobrellevar?”;
sólo quiere evangelio, instando “que no se olviden de los pobres”;
amando sin medida “confirmaría a sus hermanos en la fe” (He 10,26; 15,10; Gal 2,10; Lc 22,32).
PADRE NUESTRO...
QUINTA ESTACIÓN
Jesús ante el Senado del pueblo judío
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio según san Lucas (22,66-71):
Cuando se hizo de día, se reunió el senado del pueblo, o sea, sumos sacerdotes y letrados, y, haciéndole comparecer ante su Sanedrín, le dijeron:
-Si tú eres el Mesías, dínoslo.
El les contestó:
-Si os lo digo, no lo vais a creer; y si os pregunto, no me vais a responder. Desde ahora el Hijo del Hombre estará sentado a la derecha de Dios Todopoderoso.
Dijeron todos:
-Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?
-El les contestó:
-Vosotros lo decís, yo lo soy.
Ellos dijeron:
-¿Qué necesidad tenemos ya de testimonios? Nosotros mismos lo hemos oído de su boca.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Tu vida y tu evangelio, Jesús del amor, han llegado al Consejo supremo:
Sumos sacerdotes, aristócratas del pueblo y letrados en teología y leyes,
ostentan el poder religioso, el económico y el pensamiento oficial.
Conocían tus obras y palabras contrarias a sus instituciones:
habías llamado al Templo “cueva de bandidos”;
los habías llamado “encargados” criminales de la viña del Señor;
los difamados y las prostitutas están más cerca del reino que ellos;
les has llamado hipócritas, no cumplen lo más importante;
sólo desean honores y poder, oprimen y manipulan el saber (Lc 19,46; 20,9-19; 20,27-38; Mt 21, 31s.; Lc 10,25-28; 20,41-44; 20,45-47; Mt 23,1-36).
Ellos, representantes auténticos de Dios, no pueden tolerar tu proceder:
-Si tú eres el Mesías, dínoslo.
-“Desde ahora el Hijo del Hombre estará sentado a la derecha de Dios Todopoderoso”.
-Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?
-Vosotros lo decís, yo lo soy.
Ya tienen razones para condenarte: blasfemas al creerte Hijo de Dios.
No miran tus obras: “creed a mi obras, por los frutos reconoceréis al árbol bueno”;
no miran al Hijo de Dios que reza con tanta confianza al Padre nuestro...;
ni al Hijo de Dios que ama a todos: justos e injustos...;
ni al Hijo de Dios que cura y ayuda, sobre todo a los más débiles.
Perdón, Jesús, por arroparnos en las instituciones frente a tus obras:
así no reconocemos al Hombre como hijo del Padre y hermano;
lo excluimos de nuestro amor porque no piensa como nosotros;
le perseguimos y hasta lo eliminamos si no es de “los nuestros”;
le prohibimos enseñar en tu nombre..., aunque sus obras sean amor.
PADRE NUESTRO...
SEXTA ESTACIÓN
Jesús conducido ante Pilato
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio según san Lucas (23, 1-6):
El senado del pueblo, o sea, sumos sacerdotes y letrados, se levantaron y llevaron a Jesús a presencia de Pilato. Y se pusieron a acusarlo diciendo:
-Hemos comprobado que éste anda amotinando a nuestra nación, y oponiéndose a que se paguen tributos al César, y diciendo que él es el Mesías rey.
Pilato preguntó a Jesús:
-¿Eres tú el rey de los judíos?
El le contestó:
-Tú lo dices.
Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la turba:
-No encuentro ninguna culpa en este hombre.
Ellos insistían con más fuerza diciendo:
-Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde Galilea hasta aquí.
Pilato, al oírlo, preguntó si era galileo; y al enterarse que era de la jurisdicción de Herodes, se lo remitió. Herodes estaba precisamente en Jerusalén por aquellos días.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
El poder religioso te acusa ante el poder civil:
“anda amotinando a nuestra nación”;
“prohíbe pagar tributo al César”;
“afirma que él es el Mesías rey”.
Pilato, tras interrogarte, no ve ni delito ni peligro en tus obras y palabras.
Al enterarse que eres de Galilea, te envía a Herodes, ahora en Jerusalén.
Son las maniobras del poder violento, Jesús del “nada de eso” (Lc 22,24-26; y par.):
criticar al poder es “amotinar al pueblo”, turbar a los sencillos;
hay que echar a mesías y profetas que amenazan la paz del pueblo;
atreverse a pensar por sí mismo atenta contra la autoridad doctrinal,
contra los guardianes de la tradición y sus verdades indiscutibles...;
creen que sólo ellos tienen acceso al significado exacto de lo sagrado;
que tenemos que pensar lo que ellos piensan y deciden.
Tú, Jesús humillado, propones la libertad como camino de verdad:
verdad de vida es tu camino de amor gratuito, divino;
verdad de las cosas es tarea humana, difícil, abierta a todos;
tu Espíritu de amor no dispensa de los esfuerzos humanos;
es voluntad de Dios que todos puedan investigar y aportar luz;
imponer silencio, doble medida, autoritarismo... no son tu Evangelio.
Cristo, que piensas y actúas con libertad, sin violencia:
ayúdanos a ser fieles a la dignidad de toda persona.
PADRE NUESTRO...
SÉPTIMA ESTACIÓN
Jesús es remitido a Herodes
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio según san Lucas (23, 7-12):
Pilato preguntó si era galileo; y al enterarse que era de la jurisdicción de Herodes, se lo remitió. Herodes estaba precisamente en Jerusalén por aquellos días.
Herodes, al ver a Jesús, se puso muy contento; pues hacía bastante tiempo que quería verlo, porque oía hablar de él y esperaba verlo hacer algún milagro. Le hizo un interrogatorio bastante largo; pero él no le contestó ni palabra. Estaban allí los sumos sacerdotes y los letrados acusándolo con ahínco. Herodes, con su escolta, lo trató con desprecio y se burló de él; y, poniéndole una vestidura blanca, se lo remitió a Pilato. Aquel mismo día se hicieron amigos Herodes y Pilato, porque antes se llevaban muy mal.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Jesús del silencio ante Herodes, asesino del profeta Juan Bautista:
llama la atención la gran curiosidad de este rey de Galilea por conocerte.
Lucas ya había contado que Herodes “se enteró de todo lo que estaba pasando,
y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado,
otros que había aparecido Elías, y otros que eras un profeta antiguo.
Herodes se dijo: -a Juan le corté yo la cabeza. ¿Quién será este...?”
Tú sabías que quería matarte como al molesto profeta del Jordán:
tomaste su amenaza como la de un “zorro” astuto y presumido (Lc 9,7-9; 13,31-32).
Su “largo interrogatorio y las acusaciones con ahínco” lograron tu silencio.
Su crueldad y violencia no entienden tu proceder callado y sin defensa:
te desprecia y se burla vistiéndote de blanco como a un loco;
se reconcilia con Pilato reenviándote para que disponga a su antojo.
Los amigos del poder violento y cruel no pueden comprenderte:
ante ellos sólo cabe el silencio educado y la resistencia pasiva.
Jesús, manso y humilde de corazón:
envía sobre nosotros tu Espíritu de paz y tolerancia,
de agrado y lealtad, de sencillez y dominio de sí,
de libertad y de amor sufrido.
PADRE NUESTRO...
OCTAVA ESTACIÓN
Jesús condenado a muerte
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio según san Lucas (23, 13-25):
Pilato, convocando a los sumos sacerdotes, a las autoridades y al pueblo, les dijo:
-Me habéis traído a este hombre, alegando que alborotaba al pueblo; y resulta que yo 1o he interrogado delante de vosotros, y no he encontrado en este hombre ninguna de las culpas que le imputáis; ni Herodes tampoco, porque nos lo ha remitido: ya veis que nada digno de muerte se le ha probado. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré.
Por la fiesta tenía que soltarles a uno. Ellos vociferaban en masa diciendo:
-¡Fuera ése! Suéltanos a Barrabás.
A éste lo habían metido en la cárcel por una revuelta acaecida en la ciudad y un homicidio. Pilato volvió a dirigirles la palabra con intención de soltar a Jesús. Pero ellos seguían gritando:
-¡Crucifícale, crucifícale!
El les dijo por tercera vez:
-Pues, ¿qué mal ha hecho éste? No he encontrado en él ningún delito que merezca la muerte. Así es que le daré un escarmiento y lo soltaré.
Ellos se le echaban encima pidiendo a gritos que lo crucificara; e iba creciendo el griterío. Pilato decidió que se cumpliera su petición: soltó al que le pedían (al que había metido en la cárcel por revuelta y homicidio), y a Jesús se 1o entregó a su arbitrio.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Jesús del amor, diversos poderes se van estrechando en contra tuya:
el poder sagrado, retenido en exclusiva por celosos sacerdotes;
el poder económico, asomado en Judas sobornado y engañado;
el poder del miedo, aparecido en Pedro que niega conocerte;
el poder de Pilato, acosado por el pueblo gritón y el emperador de Roma.
Sacerdotes, autoridades y pueblo te han juzgado y condenado:
todos se han dejado llevar por la violencia de la historia;
para mantener el orden mundano hay que eliminar al disidente;
la libertad y el amor gratuito han sido condenados en tu persona;
con la mejor intención, todos quieren imponerse por la fuerza.
Escuchamos la impotencia del poder definitivo de Pilato:
no ha encontrado en ti ningún delito que merezca la muerte;
a pesar de eso, hace caso a la “envidia” de los sacerdotes;
se deja intimidar por el griterío del pueblo;
suelta a un criminal y entrega un inocente a la muerte;
el poder institucional le vuelve incapaz del amor gratuito y universal;
entra en el sistema de juzgar y condenar, incluso al inocente.
Jesús del reino, ayúdanos a salir de la injusticia de este mundo:
danos un corazón como el tuyo, que a nadie juzga ni condena.
PADRE NUESTRO...
NOVENA ESTACIÓN
El cireneo lleva la cruz y Jesús pide no llorar por él
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio de san Lucas (23, 26-31):
Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevase detrás de Jesús.
Lo seguían un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se daban golpes y lanzaban lamentos por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo:
-Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y vuestros hijos, porque mirad que llegará el día en que dirán: “Dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado”. Entonces empezarán a decirles a los montes: “desplomaos sobre nosotros” y a las colinas: “sepultadnos”; porque si así tratan al leño verde, ¿qué pasará con el seco?
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Cristo hermano, que compartes la cruz con los “cireneos” de la historia:
Simón de Cirene simboliza a todos los discípulos que hacen suya tu cruz;
“el que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo,
que cargue cada día con su cruz y entonces me siga” (Lc 9,23).
Tu Espíritu sigue animando a llevar tu cruz de amor:
a los que comparten su tiempo con enfermos sin familia ni amigos;
a los voluntarios que visitan las cárceles;
a quienes preparan y reparten comida en dispensarios gratuitos;
a quienes acogen a niños huérfanos o de familias rotas;
a muchos otros que entregan su amor libre y creativo a quien lo necesita.
Gran gentío del pueblo, y de mujeres se dan golpes y se lamentan por ti:
representan al pueblo sencillo que sólo llora y se queja;
les comprendes y les invitas a llorar por ellos mismos;
sus lágrimas deben hacerles tomar conciencia de lo que les espera;
tú, “leño verde”, es decir, ofreciendo sólo amor y vida en paz,
has sido condenado y caminas hacia la muerte en cruz;
¿qué será de los “leños secos”, integrantes de una sociedad violenta,
fascinada por el dinero y el dominio de unos sobre otros?
Jesús resucitado:
haznos nacer, brotar, a tu árbol del amor y la paz,
donde pueda haber muchos “leños verdes”, cargados de vida,
comprometidos, como tú, en la construcción de tu reino.
PADRE NUESTRO...
DÉCIMA ESTACIÓN
Jesús crucificado perdona
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio de san Lucas (23, 32-38):
Conducían también a otros dos malhechores para ajusticiarlos con él. Y cuando llegaron al lugar llamado “La Calavera”, lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía:
-Padre, perdónalos porque no saben 1o que hacen.
Y se repartieron sus ropas echándolas a suerte.
El pueblo estaba mirando. Las autoridades le hacían muecas diciendo:
-A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido.
Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo:
-Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.
Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: ESTE ES EL REY DE LOS JUDIOS.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Jesús del amor gratuito:
Te contemplamos crucificado en medio de dos malhechores.
Has vivido el espanto, el dolor sin medida, de la crucifixión;
en medio del tormento mantienes tu amor sin violencia;
manifiestas así el amor pleno de Dios Padre / Madre.
No sufres para reparar la injusticia ni aplacar a un Dios enojado:
te matan por ser fiel a tu proyecto de amor sin medida;
mueres víctima de la violencia contra el amor que iguala y hermana.
En medio del sufrimiento, das otro testimonio de amor inaudito:
“Padre, perdónalos porque no saben 1o que hacen”.
Es el amor gratis, el perdón suplicado por la víctima, el derroche de gracia;
la vida reconciliada, la vida verdadera de hermanos que perdonan;
siempre la vida sin venganza, sin llevar cuentas del mal;
sólo el amor, manantial de nueva vida, te está sosteniendo en la cruz.
No quieres morir, quieres vivir, compartiendo el amor:
que siempre disculpa, y no lleva cuenta del mal;
el mal fruto de la libertad violenta del pueblo curioso,
de las autoridades irónicas y los soldados sorprendidos;
el mal del letrero irrisorio y malintencionado;
el mal uso de la libertad, que siendo vida, la utilizan para la muerte;
tú la usas sólo para la vida, para la reconciliación, para volver al amor.
PADRE NUESTRO...
UNDÉCIMA ESTACIÓN
Jesús promete el paraíso al malhechor arrepentido
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio según san Lucas (23, 39-43):
Uno de los malhechores crucificados 1o insultaba diciendo:
-¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.
Pero el otro le increpaba:
-¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada.
Y decía:
-Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino.
Jesús le respondió:
-Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Jesús dador de vida, incluso en la misma muerte.
Has confiado en el amor sin violencia del Padre:
terminas tu vida amando generosamente a los que te matan;
angustiado y confiado, te pones en las manos del Padre;
te quitan la vida y tú la ofreces sin odio al que te la donó;
esperas que el amor del Padre colme tu confianza;
conviertes así el odio en amor, la violencia en don de vida;
del silencio de Dios has hecho revelación de su amor para siempre.
Un compañero de cruz te rechaza como Mesías por la no violencia:
el mesías de su dios violento tiene que arrasar a los enemigos;
él sólo intuye salvación como liberación de la muerte física;
sin fuerza, callado, perdonando, rezando a Dios... no tiene sentido.
Otro compañero intuye el misterio de un reino nuevo:
-Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino.
Tu respuesta condensa toda tu esperanza:
-Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.
El paraíso es la felicidad tras la que todos andamos:
el amor, ya en esta vida, es paraíso, es vida entregada, dichosa;
tras la muerte es amor colmado, sin medida, plenitud.
“Hoy” mismo, al morir, entramos en el mundo futuro:
en la donación más plena del amor, el Amor, Dios mismo.
PADRE NUESTRO...
DUODÉCIMA ESTACIÓN
Jesús muere poniéndose en las manos del Padre
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio de san Lucas (23, 44-49):
Era ya eso de mediodía y vinieron las tinieblas sobre toda la región, hasta la media tarde; porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo:
-Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.
Y dicho esto, expiró.
El centurión, al ver lo que pasaba, daba gloria a Dios diciendo:
-Realmente, este hombre era justo.
Toda la muchedumbre que había acudido a este espectáculo, habiendo visto lo que ocurría, se volvían dándose golpes de pecho. Todos sus conocidos se mantenían a distancia y lo mismo las mujeres que lo habían seguido desde Galilea y que estaban mirando.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Jesús que mueres amando como te has sentido amado:
desde el fondo de tu alma agitada y temblorosa,
invocas a tu Dios, al Padre que tú has predicado;
al que ama a todos en toda ocasión,
al que tiene predilección por los pobres, enfermos, marginados;
al que siempre escucha y trabaja por el reino del amor y de la vida.
Te has dejado matar por vivir tu proyecto de no violencia activa:
eres víctima del amor gratuito que te ha hecho vivir;
has vivido para los demás, has creado la fraternidad universal;
has manifestado la paternidad divina como amor total,
amor que ofrece vida a cambio de nada.
Tu fe en el amor del Padre te ha llevado al patíbulo injusto:
tal vez has arriesgado demasiado;
ya no hay tiempo de rectificar;
tu pretensión de amor gratuito y sin violencia ha sido condenada;
ya no cabe otra cosa que creer en el Dios que resucita a los muertos.
A esa fe, como la de Abraham, que sólo confía en su Dios, te entregas:
-Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.
Dios, tu Padre, te recibe en la cruz, te ama crucificado;
te incorpora a su amor pleno;
se manifiesta del todo como Padre / Madre.
PADRE NUESTRO...
DECIMOTERCERA ESTACIÓN
Jesús estrena sepulcro
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio de san Lucas (Lc 23, 50-56):
Entonces, un hombre, de nombre José, miembro del Consejo Supremo, hombre bueno y justo (éste no había estado de acuerdo con la decisión ni actuación de ellos), natural de Arimatea, ciudad judía, el cual aguardaba el reinado de Dios, presentándose a Pilato, pidió el cuerpo de Jesús. Y descolgándolo, lo envolvió en una sábana y lo puso en un sepulcro excavado en la roca, donde no habían puesto a nadie todavía. Era día de la Preparación y clareaba el lucero de la tarde, inicio del sábado.
Las mujeres, que habían llegado con Jesús desde Galilea, habían acompañado a José, vieron el sepulcro y cómo había sido colocado su cuerpo. A la vuelta prepararon aromas y ungüentos. Y el sábado descansaron según el precepto.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Jesús muerto y sepultado:
Hasta tu entierro es vergonzante.
Como el de un marginado social, un drogadicto,
un delincuente común, un apestado de la sociedad.
José de Arimatea, “hombre rico, discípulo tuyo, pero clandestino
por miedo a los dirigentes judíos”, según los evangelios de Mateo y de Juan;
como el joven rico, no se había atrevido a seguirte;
pero estaba muy de acuerdo con tu amor universal y desinteresado;
intuía el Reino de Dios, pero los intereses y la presión social fueron más fuertes.
Movido a compasión, bueno y justo, quiere agradecerte el bien hecho:
pide a Pilato tu cuerpo muerto;
lo descuelga de la cruz –Juan dice que le ayudó Nicodemo, otro discípulo oculto-;
te en envuelve en un sudario;
te pone en un sepulcro donde no habían puesto a nadie todavía.
Sólo un grupo de mujeres, compañeras tuyas desde Galilea,
siguen a José de Arimatea al sepulcro, y son testigos de tu enterramiento.
Con ellas, con José y Nicodemo, veneramos tu cuerpo muerto:
tu cuerpo, fiel compañero, testigo de todo tu amor;
descansa en paz, en las manos del Amor que siempre le movió;
en tu cuerpo muerto veneramos nuestros cuerpos,
vivos o muertos, incinerados o enterrados, perdidos o recuperados;
todos son dignos de tu amor, dignos de tu sepulcro nuevo;
sepulcro abierto al infinito de tu amor eterno;
al infinito donde “seremos semejantes a Dios porque le veremos tal cual es” (1Jn 3,2).
PADRE NUESTRO...
DECIMOCUARTA ESTACIÓN
¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio de san Lucas (24,1-12):
El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado. Encontraron corrida la piedra del sepulcro. Y entrando no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas por esto, se les presentaron dos hombres con vestidos refulgentes. Ellas, despavoridas, miraban al suelo, y ellos les dijeron:
-¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado. Acordaos de lo que os dijo estando todavía en Galilea: “El Hijo del Hombre tiene que ser entregado en manos de pecadores, ser crucificado y al tercer día resucitar”.
Recordaron sus palabras, volvieron del sepulcro y anunciaron todo esto a los Once y a los demás. María Magdalena, Juana, y María la de Santiago, y sus compañeras contaban esto a los Apóstoles. Ellos lo tomaron por un delirio y no las creyeron. Pedro se levantó y fue corriendo al sepulcro. Asomándose vio sólo las vendas por el suelo. Y se volvió admirándose de 1o sucedido.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Jesús muerto y resucitado:
Contemplamos un gesto llamativo de fidelidad a tu cuerpo recién sepultado;
unas discípulas, María Magdalena, Juana, y María la de Santiago,
acuden a mimar tu cuerpo roto, que debía ser ungido adecuadamente.
Son “las mujeres, que te habían acompañado desde Galilea,
fueron detrás a examinar el sepulcro y cómo colocaban tu cuerpo.
A la vuelta prepararon aromas y ungüentos.
El sábado guardaron reposo, conforme al mandamiento.
El primer día de la semana, de madrugada,
fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado”.
Son mujeres, servidoras durante siglos, las que intuyen tu vida nueva:
tu vida y tu confianza en el amor del Padre encendieron sus almas;
-¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
No está aquí. Ha resucitado.
El recuerdo de tus palabras les confirman lo que sienten por dentro:
“El Hijo del Hombre tiene que ser entregado en manos de
pecadores, ser crucificado y al tercer día resucitar”.
Lo anuncian a los apóstoles, aunque no las crean.
Pedro va al sepulcro, se admira y tardará en creer.
Son mujeres, el primer grupo creyente, reunido en tu nombre,
las primeras misioneras del Amor que vive siempre,
las que hoy cuidan más tu cuerpo crucificado en los más débiles.
PADRE NUESTRO...
DECIMOQUINTA ESTACIÓN
Los discípulos de Emaús “lo reconocen al partir el pan”
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio de san Lucas (24, 13-35):
Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. El les dijo:
-¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?
Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó:
-¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?
El les preguntó:
-¿Qué?
Ellos le contestaron:
Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el liberador de Israel. Y ya ves: hace ya dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no le vieron.
Entonces Jesús les dijo:
-¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas. ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?
Y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde iban, él les hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron diciendo:
-Quédate con nosotros porque atardece y el día va de caída.
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció. Ellos comentaron:
-¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?
Y levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:
-Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.
Ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Contemplamos a dos discípulos que abandonan tu proyecto;
“toman las palabras de las mujeres por delirio y se niegan a creerlas”;
han decidido vivir para sí mismos y regresan a sus labores.
Mientras desahogan su decepción, tú, invisible pero real, vas con ellos:
les haces recordar tu historia de servicio, tu amor a los más pobres;
reviven tu confianza en el Dios que ama siempre;
les vienen tus palabras sobre el Mesías, rechazado por los injustos.
“Su corazón empieza a arder” mientras recuerdan la coherencia de tu vida:
mientras repasan lo que dicen las profecías más limpias;
mientras van comprendiendo el amor del Padre manifestado en tu vida.
“Vamos a hacer lo que nos dijo”, se dirían el uno al otro:
parten el pan y se lo ofrecen mutuamente;
“al partir el pan, se les abren los ojos y te reconocen”.
Vuelven a la comunidad a dar su testimonio;
“era verdad, ha resucitado el Señor”, les dicen ya todos.
Este es el núcleo de nuestra fe, Jesús resucitado:
en la muerte por amor has encontrado la vida;
estás vivo y nos acompañas siempre;
amar y dar la vida por los hermanos es vivir para siempre.
PADRE NUESTRO...
rufo.go@hotmail.com
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Jesús del camino de la cruz:
Nos disponemos a contemplar los momentos finales de tu vida:
los llamabas “tu hora”, tu momento por excelencia;
en ellos demostraste la seriedad y la verdad de tu persona.
Tu modo de vida te enfrentó a los dirigentes del pueblo:
su vida, incluso sus prácticas religiosas, no agradaban al Padre,
porque marginaban la misericordia y la fraternidad;
su religión era una adormidera, “opio del pueblo”:
- mantenía a la gente sencilla en la ignorancia y el fanatismo;
- utilizaba a Dios para el egoísmo y la explotación comercial;
- sostenía que la pobreza y la enfermedad eran castigos divinos.
Te declararon blasfemo por sentirte hijo de Dios, lleno de amor y lealtad;
no aceptaron tu palabra de que venías de parte de Dios;
ni el testimonio de tus obras de amor.
Tu vida entregada a los pequeños y débiles, fue rechazada como no divina
por los que vivían del dominio y del ansia de riqueza y de prestigio.
Hoy sigue habiendo gente religiosa para su egoísmo:
evadida del sufrimiento ajeno, llena de ignorancia y fanatismo;
personas aturdidas por vicios y preocupaciones materiales.
Pero también hay personas como tú, Jesús, Hijo de Dios y hermano de todos:
- que entienden la vida como un servicio amoroso a los demás;
- que celebran tu memoria y se sienten alentados por tu Espíritu;
- otros, sin saberlo, son “benditos de tu Padre” por vivir su mismo amor.
Queremos ahora contemplar tu camino de la cruz:
- para sentir el amor del Padre, que no abandona nunca;
- para dar alma a nuestros caminos desalmados;
- para trabajar por la fraternidad en medio del odio y la venganza;
- para construir la paz como fruto del respeto a los derechos humanos;
- para dar vida y Espíritu de amor a quien se cruza con nosotros.
PRIMERA ESTACION
Jesús instituye la eucaristía
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio según san Lucas (22, 14-20).
Llegada la hora, se sentó Jesús con sus discípulos, y les dijo:
-He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros antes de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer hasta que se cumpla en el Reino de Dios.
Y tomando una copa, dio gracias y dijo:
-Tomad esto, repartidlo entre vosotros, porque os digo que no beberé desde ahora del fruto de la vid hasta que venga el Reino de Dios.
Y tomando pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo:
-Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía.
Después de cenar, hizo lo mismo con la copa diciendo:
-Esta copa es la Nueva Alianza sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN:
Tu camino de la cruz por amor, Jesús de todos, brilla en la eucaristía:
tu deseo ardiente de comer con nosotros sigue haciéndose realidad;
gracias a la resurrección, te eres presencia sin límite;
presencia real al reunirnos en tu nombre y al escuchar tu palabra,
al ponernos en las manos del Padre y al compartir el pan y el vino.
Al acoger tu vida entregada, sentimos tu Espíritu de amor:
nos dejamos asimilar por Ti, Jesús resucitado;
nuestra vida se va transformando en una vida como la tuya;
vamos entregando nuestra persona en bien de todos;
vamos haciendo la fraternidad, la Iglesia.
Nuestros dolores y limitaciones de cada día son tu cruz:
cruz de los torpes, presumidos, hipócritas, aparentes, inmóviles...
cruz del compartir con quienes carecen de lo necesario;
cruz de la libre y esforzada entrega por el trabajo y la verdad,
la libertad y el amor incondicional, la justicia y la paz.
Cristo Jesús, amor constante, presencia real en nuestras vidas:
que nuestras eucaristías nos incorporen al camino de la cruz por amor.
PADRE NUESTRO...
SEGUNDA ESTACION
Jesús en el huerto de Getsemaní
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio según san Lucas (22, 39-46).
Salió Jesús como de costumbre al monte de los Olivos, lo siguieron los discípulos. Al llegar al sitio, les dijo:
-Orad, para no caer en la tentación.
Él se arrancó de ellos, alejándose como a un tiro de piedra y arrodillado, oraba diciendo:
-Padre, si quieres, aparta de mí ese cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya.
Y se le apareció un ángel del cielo que lo animaba. En medio de su angustia oraba con más insistencia. Y le bajaba el sudor a goterones, como de sangre, hasta el suelo. Y, levantándose de la oración, fue hacia sus discípulos, los encontró dormidos por la pena, y les dijo:
-¿Por qué dormís? Levantaos y orad, para no caer en la tentación.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN:
Jesús lleno del amor del Padre:
Como uno de nosotros, “oras con insistencia en medio de tu angustia”;
no han comprendido tu bondad y preferencia por los más débiles;
los dirigentes te han declarado enemigo del pueblo;
prefieren eliminarte antes que convertirse a tu propuesta amorosa.
Incomprendido, acudes al Padre del amor:
Padre, si quieres, aparta de mí ese cáliz.
Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya.
Tu alimento era hacer la voluntad del Padre:
amar a todos como el Padre ama;
dar alimento, salud, conocimiento, libertad, derechos y deberes...;
crear una sociedad de hermanos que compartan lo que tienen;
renunciar a la acumulación egoísta, a honores y al dominio.
La oración al Padre fue siempre tu aliento:
Lo vemos ahora cuando el egoísmo violento se cruza en tu camino.
Necesitamos orar:
“Levantaos y orad, para no caer en la tentación”,
para no dar un paso en falso,
para no volvernos atrás en el camino del amor y la verdad
PADRE NUESTRO...
TERCERA ESTACION
Jesús es apresado
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio según san Lucas (22, 47-53).
Todavía estaba hablando, cuando aparece gente. Los guiaba el llamado Judas, uno de los Doce. Y se acercó a besar a Jesús. Jesús le dijo:
-Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?
Al darse cuenta los que estaban con él de lo que iba a pasar, dijeron:
-Señor, ¿herimos con la espada?
Y uno de ellos hirió al criado del Sumo Sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Jesús intervino diciendo:
-Dejadlo, basta.
Y, tocándole la oreja, lo curó. Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los oficiales del templo, y a los ancianos que habían venido contra él:
-¿Habéis salido con espadas y palos como a caza de un bandido? A diario estaba en el templo con vosotros, y no me echasteis mano. Pero ésta es vuestra hora: la del poder de las tinieblas.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Jesús, amigo de Judas hasta el final:
tu vida abierta al amor encontró la cerrazón de Judas Iscariote;
se deja seducir por promesas de dinero, poder, honores...;
prefiere servir a la institución antes que a la verdad y a los pobres.
Las personas libres, como Tú, tienen mucho peligro:
tú quieres igualar en dignidad a todos;
prefieres a los más débiles de la sociedad...;
buscas la libertad y la realización de todos;
escuchas, compartes, animas a vivir en amor incondicional...
“Habéis salido con espadas y palos como a caza de un bandido”:
así te considera la institución y sus responsables;
creen que hay que expulsarte de la comunidad;
creas desafección a quienes la dirigen y representan;
desacreditas la brillantez del culto y sus agentes;
tu enseñanza no es homologable con la ley y el orden establecido.
Corrigiendo la violencia de los tuyos, respetas la libertad de las tinieblas:
sólo el amor, sin trampas, se deja hacer prisionero del odio.
PADRE NUESTRO...
CUARTA ESTACIÓN
La mirada de Jesús devuelve el amor a Pedro
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio según san Lucas (22, 54-62).
Ellos 1o prendieron, se 1o llevaron y 1o hicieron entrar en casa del sumo sacerdote. Pedro 1o seguía desde lejos. Ellos encendieron fuego en medio del patio, se sentaron alrededor y Pedro se sentó entre ellos. Al verlo una criada junto a la lumbre, se le quedó mirando y le dijo:
-También éste estaba con él.
Pero él lo negó diciendo:
-No lo conozco, mujer.
Poco después 1o vio otro y le dijo:
-Tú también eres uno de ellos.
Pedro replicó:
-Hombre, no lo soy.
Pasada cosa de una hora, otro insistía:
-Sin duda, también éste estaba con él porque es gali1eo.
Pedro contestó:
-Hombre, no sé de qué hablas.
Y estaba todavía hablando cuando cantó un gallo. El Señor, volviéndose, le echó una mirada a Pedro, y Pedro se acordó de la palabra que el Señor le había dicho: “antes de que cante hoy el gallo, me negarás tres veces”. Y, saliendo afuera, lloró amargamente.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Jesús que miras como el Padre del cielo:
te contemplamos ahora mirando a Pedro, cobarde y asustado.
Pedro había hecho un esfuerzo para conocer cómo te iban las cosas;
al sentirse descubierto, tuvo miedo;
su amor no daba más de sí;
la fuerza bruta del poder esclaviza, adormece los ideales sanos.
Pedro dijo que no te conocía, ni tenía que ver nada contigo.
Tu mirada y el canto del gallo, le recordaron tu amor incondicional:
conocía tu corazón que ama siempre;
sabía que tú tienes capacidad ilimitada de perdonar y comprender.
“Saliendo afuera, lloró amargamente” su incapacidad de amor leal.
El amor que “todo lo soporta” despertó la entrega de Pedro a tu reino:
impediría postrarse ante él: “levántate, también yo soy un hombre”;
se enfrentaría a los amigos de la ley: “¿por qué tentáis a Dios
imponiendo sobre el cuello de los discípulos un yugo, que ni
nuestros padres ni nosotros pudimos sobrellevar?”;
sólo quiere evangelio, instando “que no se olviden de los pobres”;
amando sin medida “confirmaría a sus hermanos en la fe” (He 10,26; 15,10; Gal 2,10; Lc 22,32).
PADRE NUESTRO...
QUINTA ESTACIÓN
Jesús ante el Senado del pueblo judío
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio según san Lucas (22,66-71):
Cuando se hizo de día, se reunió el senado del pueblo, o sea, sumos sacerdotes y letrados, y, haciéndole comparecer ante su Sanedrín, le dijeron:
-Si tú eres el Mesías, dínoslo.
El les contestó:
-Si os lo digo, no lo vais a creer; y si os pregunto, no me vais a responder. Desde ahora el Hijo del Hombre estará sentado a la derecha de Dios Todopoderoso.
Dijeron todos:
-Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?
-El les contestó:
-Vosotros lo decís, yo lo soy.
Ellos dijeron:
-¿Qué necesidad tenemos ya de testimonios? Nosotros mismos lo hemos oído de su boca.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Tu vida y tu evangelio, Jesús del amor, han llegado al Consejo supremo:
Sumos sacerdotes, aristócratas del pueblo y letrados en teología y leyes,
ostentan el poder religioso, el económico y el pensamiento oficial.
Conocían tus obras y palabras contrarias a sus instituciones:
habías llamado al Templo “cueva de bandidos”;
los habías llamado “encargados” criminales de la viña del Señor;
los difamados y las prostitutas están más cerca del reino que ellos;
les has llamado hipócritas, no cumplen lo más importante;
sólo desean honores y poder, oprimen y manipulan el saber (Lc 19,46; 20,9-19; 20,27-38; Mt 21, 31s.; Lc 10,25-28; 20,41-44; 20,45-47; Mt 23,1-36).
Ellos, representantes auténticos de Dios, no pueden tolerar tu proceder:
-Si tú eres el Mesías, dínoslo.
-“Desde ahora el Hijo del Hombre estará sentado a la derecha de Dios Todopoderoso”.
-Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?
-Vosotros lo decís, yo lo soy.
Ya tienen razones para condenarte: blasfemas al creerte Hijo de Dios.
No miran tus obras: “creed a mi obras, por los frutos reconoceréis al árbol bueno”;
no miran al Hijo de Dios que reza con tanta confianza al Padre nuestro...;
ni al Hijo de Dios que ama a todos: justos e injustos...;
ni al Hijo de Dios que cura y ayuda, sobre todo a los más débiles.
Perdón, Jesús, por arroparnos en las instituciones frente a tus obras:
así no reconocemos al Hombre como hijo del Padre y hermano;
lo excluimos de nuestro amor porque no piensa como nosotros;
le perseguimos y hasta lo eliminamos si no es de “los nuestros”;
le prohibimos enseñar en tu nombre..., aunque sus obras sean amor.
PADRE NUESTRO...
SEXTA ESTACIÓN
Jesús conducido ante Pilato
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio según san Lucas (23, 1-6):
El senado del pueblo, o sea, sumos sacerdotes y letrados, se levantaron y llevaron a Jesús a presencia de Pilato. Y se pusieron a acusarlo diciendo:
-Hemos comprobado que éste anda amotinando a nuestra nación, y oponiéndose a que se paguen tributos al César, y diciendo que él es el Mesías rey.
Pilato preguntó a Jesús:
-¿Eres tú el rey de los judíos?
El le contestó:
-Tú lo dices.
Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la turba:
-No encuentro ninguna culpa en este hombre.
Ellos insistían con más fuerza diciendo:
-Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde Galilea hasta aquí.
Pilato, al oírlo, preguntó si era galileo; y al enterarse que era de la jurisdicción de Herodes, se lo remitió. Herodes estaba precisamente en Jerusalén por aquellos días.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
El poder religioso te acusa ante el poder civil:
“anda amotinando a nuestra nación”;
“prohíbe pagar tributo al César”;
“afirma que él es el Mesías rey”.
Pilato, tras interrogarte, no ve ni delito ni peligro en tus obras y palabras.
Al enterarse que eres de Galilea, te envía a Herodes, ahora en Jerusalén.
Son las maniobras del poder violento, Jesús del “nada de eso” (Lc 22,24-26; y par.):
criticar al poder es “amotinar al pueblo”, turbar a los sencillos;
hay que echar a mesías y profetas que amenazan la paz del pueblo;
atreverse a pensar por sí mismo atenta contra la autoridad doctrinal,
contra los guardianes de la tradición y sus verdades indiscutibles...;
creen que sólo ellos tienen acceso al significado exacto de lo sagrado;
que tenemos que pensar lo que ellos piensan y deciden.
Tú, Jesús humillado, propones la libertad como camino de verdad:
verdad de vida es tu camino de amor gratuito, divino;
verdad de las cosas es tarea humana, difícil, abierta a todos;
tu Espíritu de amor no dispensa de los esfuerzos humanos;
es voluntad de Dios que todos puedan investigar y aportar luz;
imponer silencio, doble medida, autoritarismo... no son tu Evangelio.
Cristo, que piensas y actúas con libertad, sin violencia:
ayúdanos a ser fieles a la dignidad de toda persona.
PADRE NUESTRO...
SÉPTIMA ESTACIÓN
Jesús es remitido a Herodes
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio según san Lucas (23, 7-12):
Pilato preguntó si era galileo; y al enterarse que era de la jurisdicción de Herodes, se lo remitió. Herodes estaba precisamente en Jerusalén por aquellos días.
Herodes, al ver a Jesús, se puso muy contento; pues hacía bastante tiempo que quería verlo, porque oía hablar de él y esperaba verlo hacer algún milagro. Le hizo un interrogatorio bastante largo; pero él no le contestó ni palabra. Estaban allí los sumos sacerdotes y los letrados acusándolo con ahínco. Herodes, con su escolta, lo trató con desprecio y se burló de él; y, poniéndole una vestidura blanca, se lo remitió a Pilato. Aquel mismo día se hicieron amigos Herodes y Pilato, porque antes se llevaban muy mal.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Jesús del silencio ante Herodes, asesino del profeta Juan Bautista:
llama la atención la gran curiosidad de este rey de Galilea por conocerte.
Lucas ya había contado que Herodes “se enteró de todo lo que estaba pasando,
y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado,
otros que había aparecido Elías, y otros que eras un profeta antiguo.
Herodes se dijo: -a Juan le corté yo la cabeza. ¿Quién será este...?”
Tú sabías que quería matarte como al molesto profeta del Jordán:
tomaste su amenaza como la de un “zorro” astuto y presumido (Lc 9,7-9; 13,31-32).
Su “largo interrogatorio y las acusaciones con ahínco” lograron tu silencio.
Su crueldad y violencia no entienden tu proceder callado y sin defensa:
te desprecia y se burla vistiéndote de blanco como a un loco;
se reconcilia con Pilato reenviándote para que disponga a su antojo.
Los amigos del poder violento y cruel no pueden comprenderte:
ante ellos sólo cabe el silencio educado y la resistencia pasiva.
Jesús, manso y humilde de corazón:
envía sobre nosotros tu Espíritu de paz y tolerancia,
de agrado y lealtad, de sencillez y dominio de sí,
de libertad y de amor sufrido.
PADRE NUESTRO...
OCTAVA ESTACIÓN
Jesús condenado a muerte
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio según san Lucas (23, 13-25):
Pilato, convocando a los sumos sacerdotes, a las autoridades y al pueblo, les dijo:
-Me habéis traído a este hombre, alegando que alborotaba al pueblo; y resulta que yo 1o he interrogado delante de vosotros, y no he encontrado en este hombre ninguna de las culpas que le imputáis; ni Herodes tampoco, porque nos lo ha remitido: ya veis que nada digno de muerte se le ha probado. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré.
Por la fiesta tenía que soltarles a uno. Ellos vociferaban en masa diciendo:
-¡Fuera ése! Suéltanos a Barrabás.
A éste lo habían metido en la cárcel por una revuelta acaecida en la ciudad y un homicidio. Pilato volvió a dirigirles la palabra con intención de soltar a Jesús. Pero ellos seguían gritando:
-¡Crucifícale, crucifícale!
El les dijo por tercera vez:
-Pues, ¿qué mal ha hecho éste? No he encontrado en él ningún delito que merezca la muerte. Así es que le daré un escarmiento y lo soltaré.
Ellos se le echaban encima pidiendo a gritos que lo crucificara; e iba creciendo el griterío. Pilato decidió que se cumpliera su petición: soltó al que le pedían (al que había metido en la cárcel por revuelta y homicidio), y a Jesús se 1o entregó a su arbitrio.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Jesús del amor, diversos poderes se van estrechando en contra tuya:
el poder sagrado, retenido en exclusiva por celosos sacerdotes;
el poder económico, asomado en Judas sobornado y engañado;
el poder del miedo, aparecido en Pedro que niega conocerte;
el poder de Pilato, acosado por el pueblo gritón y el emperador de Roma.
Sacerdotes, autoridades y pueblo te han juzgado y condenado:
todos se han dejado llevar por la violencia de la historia;
para mantener el orden mundano hay que eliminar al disidente;
la libertad y el amor gratuito han sido condenados en tu persona;
con la mejor intención, todos quieren imponerse por la fuerza.
Escuchamos la impotencia del poder definitivo de Pilato:
no ha encontrado en ti ningún delito que merezca la muerte;
a pesar de eso, hace caso a la “envidia” de los sacerdotes;
se deja intimidar por el griterío del pueblo;
suelta a un criminal y entrega un inocente a la muerte;
el poder institucional le vuelve incapaz del amor gratuito y universal;
entra en el sistema de juzgar y condenar, incluso al inocente.
Jesús del reino, ayúdanos a salir de la injusticia de este mundo:
danos un corazón como el tuyo, que a nadie juzga ni condena.
PADRE NUESTRO...
NOVENA ESTACIÓN
El cireneo lleva la cruz y Jesús pide no llorar por él
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio de san Lucas (23, 26-31):
Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevase detrás de Jesús.
Lo seguían un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se daban golpes y lanzaban lamentos por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo:
-Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y vuestros hijos, porque mirad que llegará el día en que dirán: “Dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado”. Entonces empezarán a decirles a los montes: “desplomaos sobre nosotros” y a las colinas: “sepultadnos”; porque si así tratan al leño verde, ¿qué pasará con el seco?
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Cristo hermano, que compartes la cruz con los “cireneos” de la historia:
Simón de Cirene simboliza a todos los discípulos que hacen suya tu cruz;
“el que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo,
que cargue cada día con su cruz y entonces me siga” (Lc 9,23).
Tu Espíritu sigue animando a llevar tu cruz de amor:
a los que comparten su tiempo con enfermos sin familia ni amigos;
a los voluntarios que visitan las cárceles;
a quienes preparan y reparten comida en dispensarios gratuitos;
a quienes acogen a niños huérfanos o de familias rotas;
a muchos otros que entregan su amor libre y creativo a quien lo necesita.
Gran gentío del pueblo, y de mujeres se dan golpes y se lamentan por ti:
representan al pueblo sencillo que sólo llora y se queja;
les comprendes y les invitas a llorar por ellos mismos;
sus lágrimas deben hacerles tomar conciencia de lo que les espera;
tú, “leño verde”, es decir, ofreciendo sólo amor y vida en paz,
has sido condenado y caminas hacia la muerte en cruz;
¿qué será de los “leños secos”, integrantes de una sociedad violenta,
fascinada por el dinero y el dominio de unos sobre otros?
Jesús resucitado:
haznos nacer, brotar, a tu árbol del amor y la paz,
donde pueda haber muchos “leños verdes”, cargados de vida,
comprometidos, como tú, en la construcción de tu reino.
PADRE NUESTRO...
DÉCIMA ESTACIÓN
Jesús crucificado perdona
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio de san Lucas (23, 32-38):
Conducían también a otros dos malhechores para ajusticiarlos con él. Y cuando llegaron al lugar llamado “La Calavera”, lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía:
-Padre, perdónalos porque no saben 1o que hacen.
Y se repartieron sus ropas echándolas a suerte.
El pueblo estaba mirando. Las autoridades le hacían muecas diciendo:
-A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido.
Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo:
-Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.
Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: ESTE ES EL REY DE LOS JUDIOS.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Jesús del amor gratuito:
Te contemplamos crucificado en medio de dos malhechores.
Has vivido el espanto, el dolor sin medida, de la crucifixión;
en medio del tormento mantienes tu amor sin violencia;
manifiestas así el amor pleno de Dios Padre / Madre.
No sufres para reparar la injusticia ni aplacar a un Dios enojado:
te matan por ser fiel a tu proyecto de amor sin medida;
mueres víctima de la violencia contra el amor que iguala y hermana.
En medio del sufrimiento, das otro testimonio de amor inaudito:
“Padre, perdónalos porque no saben 1o que hacen”.
Es el amor gratis, el perdón suplicado por la víctima, el derroche de gracia;
la vida reconciliada, la vida verdadera de hermanos que perdonan;
siempre la vida sin venganza, sin llevar cuentas del mal;
sólo el amor, manantial de nueva vida, te está sosteniendo en la cruz.
No quieres morir, quieres vivir, compartiendo el amor:
que siempre disculpa, y no lleva cuenta del mal;
el mal fruto de la libertad violenta del pueblo curioso,
de las autoridades irónicas y los soldados sorprendidos;
el mal del letrero irrisorio y malintencionado;
el mal uso de la libertad, que siendo vida, la utilizan para la muerte;
tú la usas sólo para la vida, para la reconciliación, para volver al amor.
PADRE NUESTRO...
UNDÉCIMA ESTACIÓN
Jesús promete el paraíso al malhechor arrepentido
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio según san Lucas (23, 39-43):
Uno de los malhechores crucificados 1o insultaba diciendo:
-¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.
Pero el otro le increpaba:
-¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada.
Y decía:
-Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino.
Jesús le respondió:
-Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Jesús dador de vida, incluso en la misma muerte.
Has confiado en el amor sin violencia del Padre:
terminas tu vida amando generosamente a los que te matan;
angustiado y confiado, te pones en las manos del Padre;
te quitan la vida y tú la ofreces sin odio al que te la donó;
esperas que el amor del Padre colme tu confianza;
conviertes así el odio en amor, la violencia en don de vida;
del silencio de Dios has hecho revelación de su amor para siempre.
Un compañero de cruz te rechaza como Mesías por la no violencia:
el mesías de su dios violento tiene que arrasar a los enemigos;
él sólo intuye salvación como liberación de la muerte física;
sin fuerza, callado, perdonando, rezando a Dios... no tiene sentido.
Otro compañero intuye el misterio de un reino nuevo:
-Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino.
Tu respuesta condensa toda tu esperanza:
-Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.
El paraíso es la felicidad tras la que todos andamos:
el amor, ya en esta vida, es paraíso, es vida entregada, dichosa;
tras la muerte es amor colmado, sin medida, plenitud.
“Hoy” mismo, al morir, entramos en el mundo futuro:
en la donación más plena del amor, el Amor, Dios mismo.
PADRE NUESTRO...
DUODÉCIMA ESTACIÓN
Jesús muere poniéndose en las manos del Padre
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio de san Lucas (23, 44-49):
Era ya eso de mediodía y vinieron las tinieblas sobre toda la región, hasta la media tarde; porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo:
-Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.
Y dicho esto, expiró.
El centurión, al ver lo que pasaba, daba gloria a Dios diciendo:
-Realmente, este hombre era justo.
Toda la muchedumbre que había acudido a este espectáculo, habiendo visto lo que ocurría, se volvían dándose golpes de pecho. Todos sus conocidos se mantenían a distancia y lo mismo las mujeres que lo habían seguido desde Galilea y que estaban mirando.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Jesús que mueres amando como te has sentido amado:
desde el fondo de tu alma agitada y temblorosa,
invocas a tu Dios, al Padre que tú has predicado;
al que ama a todos en toda ocasión,
al que tiene predilección por los pobres, enfermos, marginados;
al que siempre escucha y trabaja por el reino del amor y de la vida.
Te has dejado matar por vivir tu proyecto de no violencia activa:
eres víctima del amor gratuito que te ha hecho vivir;
has vivido para los demás, has creado la fraternidad universal;
has manifestado la paternidad divina como amor total,
amor que ofrece vida a cambio de nada.
Tu fe en el amor del Padre te ha llevado al patíbulo injusto:
tal vez has arriesgado demasiado;
ya no hay tiempo de rectificar;
tu pretensión de amor gratuito y sin violencia ha sido condenada;
ya no cabe otra cosa que creer en el Dios que resucita a los muertos.
A esa fe, como la de Abraham, que sólo confía en su Dios, te entregas:
-Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.
Dios, tu Padre, te recibe en la cruz, te ama crucificado;
te incorpora a su amor pleno;
se manifiesta del todo como Padre / Madre.
PADRE NUESTRO...
DECIMOTERCERA ESTACIÓN
Jesús estrena sepulcro
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio de san Lucas (Lc 23, 50-56):
Entonces, un hombre, de nombre José, miembro del Consejo Supremo, hombre bueno y justo (éste no había estado de acuerdo con la decisión ni actuación de ellos), natural de Arimatea, ciudad judía, el cual aguardaba el reinado de Dios, presentándose a Pilato, pidió el cuerpo de Jesús. Y descolgándolo, lo envolvió en una sábana y lo puso en un sepulcro excavado en la roca, donde no habían puesto a nadie todavía. Era día de la Preparación y clareaba el lucero de la tarde, inicio del sábado.
Las mujeres, que habían llegado con Jesús desde Galilea, habían acompañado a José, vieron el sepulcro y cómo había sido colocado su cuerpo. A la vuelta prepararon aromas y ungüentos. Y el sábado descansaron según el precepto.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Jesús muerto y sepultado:
Hasta tu entierro es vergonzante.
Como el de un marginado social, un drogadicto,
un delincuente común, un apestado de la sociedad.
José de Arimatea, “hombre rico, discípulo tuyo, pero clandestino
por miedo a los dirigentes judíos”, según los evangelios de Mateo y de Juan;
como el joven rico, no se había atrevido a seguirte;
pero estaba muy de acuerdo con tu amor universal y desinteresado;
intuía el Reino de Dios, pero los intereses y la presión social fueron más fuertes.
Movido a compasión, bueno y justo, quiere agradecerte el bien hecho:
pide a Pilato tu cuerpo muerto;
lo descuelga de la cruz –Juan dice que le ayudó Nicodemo, otro discípulo oculto-;
te en envuelve en un sudario;
te pone en un sepulcro donde no habían puesto a nadie todavía.
Sólo un grupo de mujeres, compañeras tuyas desde Galilea,
siguen a José de Arimatea al sepulcro, y son testigos de tu enterramiento.
Con ellas, con José y Nicodemo, veneramos tu cuerpo muerto:
tu cuerpo, fiel compañero, testigo de todo tu amor;
descansa en paz, en las manos del Amor que siempre le movió;
en tu cuerpo muerto veneramos nuestros cuerpos,
vivos o muertos, incinerados o enterrados, perdidos o recuperados;
todos son dignos de tu amor, dignos de tu sepulcro nuevo;
sepulcro abierto al infinito de tu amor eterno;
al infinito donde “seremos semejantes a Dios porque le veremos tal cual es” (1Jn 3,2).
PADRE NUESTRO...
DECIMOCUARTA ESTACIÓN
¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio de san Lucas (24,1-12):
El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado. Encontraron corrida la piedra del sepulcro. Y entrando no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas por esto, se les presentaron dos hombres con vestidos refulgentes. Ellas, despavoridas, miraban al suelo, y ellos les dijeron:
-¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado. Acordaos de lo que os dijo estando todavía en Galilea: “El Hijo del Hombre tiene que ser entregado en manos de pecadores, ser crucificado y al tercer día resucitar”.
Recordaron sus palabras, volvieron del sepulcro y anunciaron todo esto a los Once y a los demás. María Magdalena, Juana, y María la de Santiago, y sus compañeras contaban esto a los Apóstoles. Ellos lo tomaron por un delirio y no las creyeron. Pedro se levantó y fue corriendo al sepulcro. Asomándose vio sólo las vendas por el suelo. Y se volvió admirándose de 1o sucedido.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Jesús muerto y resucitado:
Contemplamos un gesto llamativo de fidelidad a tu cuerpo recién sepultado;
unas discípulas, María Magdalena, Juana, y María la de Santiago,
acuden a mimar tu cuerpo roto, que debía ser ungido adecuadamente.
Son “las mujeres, que te habían acompañado desde Galilea,
fueron detrás a examinar el sepulcro y cómo colocaban tu cuerpo.
A la vuelta prepararon aromas y ungüentos.
El sábado guardaron reposo, conforme al mandamiento.
El primer día de la semana, de madrugada,
fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado”.
Son mujeres, servidoras durante siglos, las que intuyen tu vida nueva:
tu vida y tu confianza en el amor del Padre encendieron sus almas;
-¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
No está aquí. Ha resucitado.
El recuerdo de tus palabras les confirman lo que sienten por dentro:
“El Hijo del Hombre tiene que ser entregado en manos de
pecadores, ser crucificado y al tercer día resucitar”.
Lo anuncian a los apóstoles, aunque no las crean.
Pedro va al sepulcro, se admira y tardará en creer.
Son mujeres, el primer grupo creyente, reunido en tu nombre,
las primeras misioneras del Amor que vive siempre,
las que hoy cuidan más tu cuerpo crucificado en los más débiles.
PADRE NUESTRO...
DECIMOQUINTA ESTACIÓN
Los discípulos de Emaús “lo reconocen al partir el pan”
- Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
- Porque por tu santa cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio de san Lucas (24, 13-35):
Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. El les dijo:
-¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?
Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó:
-¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?
El les preguntó:
-¿Qué?
Ellos le contestaron:
Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el liberador de Israel. Y ya ves: hace ya dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no le vieron.
Entonces Jesús les dijo:
-¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas. ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?
Y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde iban, él les hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron diciendo:
-Quédate con nosotros porque atardece y el día va de caída.
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció. Ellos comentaron:
-¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?
Y levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:
-Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.
Ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
PALABRA DEL SEÑOR...
ORACIÓN
Contemplamos a dos discípulos que abandonan tu proyecto;
“toman las palabras de las mujeres por delirio y se niegan a creerlas”;
han decidido vivir para sí mismos y regresan a sus labores.
Mientras desahogan su decepción, tú, invisible pero real, vas con ellos:
les haces recordar tu historia de servicio, tu amor a los más pobres;
reviven tu confianza en el Dios que ama siempre;
les vienen tus palabras sobre el Mesías, rechazado por los injustos.
“Su corazón empieza a arder” mientras recuerdan la coherencia de tu vida:
mientras repasan lo que dicen las profecías más limpias;
mientras van comprendiendo el amor del Padre manifestado en tu vida.
“Vamos a hacer lo que nos dijo”, se dirían el uno al otro:
parten el pan y se lo ofrecen mutuamente;
“al partir el pan, se les abren los ojos y te reconocen”.
Vuelven a la comunidad a dar su testimonio;
“era verdad, ha resucitado el Señor”, les dicen ya todos.
Este es el núcleo de nuestra fe, Jesús resucitado:
en la muerte por amor has encontrado la vida;
estás vivo y nos acompañas siempre;
amar y dar la vida por los hermanos es vivir para siempre.
PADRE NUESTRO...
rufo.go@hotmail.com