Para vivir como Jesús hay que tener un corazón pobre (libre ante los bienes) y fraterno El dinero atrae más que la fraternidad (Domingo 28º TO B 10.10.2021)

“Señor, `enriquécenos con tu pobreza´

Comentario: “Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios!” (Mc 10,17-30).

Cuando salíaJesús al camino, se le acercó uno corriendo. Para Mateo es “un joven(19,20); para Lucas “uno de los jefes(18,18), para Marcos “uno”. Todo lugar es bueno para acercarse a Jesús y dialogar con él, nuevo templo de Dios. Se extraña de que le llame “maestro bueno... No hay nadie bueno más que Dios”. ¡Qué lejos de los servidores (“ministros”) de la Iglesia que se hacen llamar “padre santo”, “santidad”, “beatitud”, “eminencia”, “excelencia”, “prelado”, “monseñor”...! Transfigurados con vestidos, boatos y títulos suprahumanos..., necesitan explicar aquello de Pablo y Bernabé: “Hombres, ¿qué hacéis? También nosotros somos humanos de vuestra misma condición” (He 14,15).

A la pregunta “¿qué haré para heredar la vida eterna?, Jesús cita los mandamientos. Curiosamente omite los tres primeros, y señala sólo los referentes al prójimo. Al contestar “eso lo he cumplido desde mi juventud, Jesús se quedó mirándolo, lo amó y le dijo...”. Observemos la reacción casi instintiva de Jesús: “mirándolo lo amó (`egápesen´: aoristo de `agapao´). No es la mirada del “eros”: amor que sube de nosotros por la atracción de felicidad que nos puede dar la otra persona. El verbo “agapáo”, marginado en la literatura griega, se utiliza en el Nuevo Testamento para identificar el amor desinteresado, que sólo busca la felicidad del otro. Parecido al amor de padres-madres y de los voluntarios ante situaciones de necesidad y sufrimiento. Este amor procede del Padre, pasa al Hijo y a los suyos: “como el Padre me ha amado así os he amado yo; permaneced en mi amor... Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado...” (Jn 15,9.12).

Tras la mirada amorosa, Jesús invita a vivir su amor libremente: “una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dáselo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego ven y sígueme”. Tras fruncir el ceño, “se marchó triste, porque era muy rico”.La fe en el dinero es más fuerte que en la fraternidad, en la comunidad de bienes, en la igualdad que comparte... Claramente no se puede servir a dos señores: al Dios de Jesús y al dinero (Mt 6,24; Lc 16,13). Para vivir como Jesús hay que tener un corazón pobre (libre ante los bienes) y fraterno, y así eliminar de raíz la desigualdad y la injusticia. Durante siglos la Iglesia ha sostenido la mentalidad de que los ricos existen paralos pobres y eso justifica su riqueza. La realidad ha sido que los ricos se han creído dueños absolutos de sus bienes y sólo dan limosnas compasivas. Movimientos y ciencias sociales han abierto caminos más eficaces de justicia: sueldos, horarios y condiciones dignas... La Iglesia respondió con esta idea no evangélica: “Es conforme al orden establecido por Dios que en la sociedad humana haya patronos y proletarios, ricos y pobres, sabios e ignorantes, nobles y plebeyos ...” (S. Pío X, “Fin dalla prima nostra encíclica” III: Acta Pii X. I, 119).

La buena noticia está en la sentencia de Jesús: “¡Qué difícil les será entrar en el reino de Dios a los que tienen riquezas!”. El reino de la fraternidad, la igualdad, la justicia, el amor, la paz, la libertad... exige “la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre para enriqueceros con su pobreza” (2Cor 8,9). “Es imposible para los hombres, no para Dios... No hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más —casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones— y en la edad futura, vida eterna” (Mc 10,27.29-30)

Oración: “Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios!” (Mc 10,17-30)

Jesús, pobre y hermano de todos:

te contemplamos hoy dialogando con una persona honrada;

quiere llevar una vida, digna de ser vivida siempre;

vive con honradez: no mata ni roba, no es adúltero, ni jura en falso;

no estafa a nadie, y honra a sus padres.

Le miras con tuamor, capaz de crear un mundo nuevo:

- “vende lo que tienes, dáselo a los pobres..., ven y sígueme”.

Pronto quedó roto tu sueño:

- “frunció el ceño y se marchó triste, porque era muy rico”.

Esta fue tu tarea pastoral:

buscar personas que quisieran vivir y trabajar como tú;

formar una comunidad de hijos de Dios y hermanos entre ellos;

animar a desprenderse de toda riqueza;

enseñar con el ejemplo a estar cerca de los más débiles;

exigir la renuncia a toda violencia y soberbia;

cargar el corazón de humildad, paciencia y compasión;

darles hambre y sed de realización personal y colectiva;

procurar que vean la vida con el Amor del Padre;

hacerles fuertes ante el sufrimiento por este evangelio.

Hoy sigues mirándonos, amándonosy diciéndonos:

hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios!”;

nos intimas el Amor que llevas en tu corazón resucitado;

nos consideras hermanos tuyos, hijos del mismo Amor;

nos invitas a procurar pan, salud, fraternidad, alegría...;

nos capacitas para perdonarnos como el Padre nos perdona.

Como la persona del evangelio:

preferimos seguir acumulando bienes de este mundo;

nos resignamos a pensar que “es conforme al orden establecido por Dios

que en la sociedad humana haya ... patronos y proletarios,

ricos y pobres, sabios e ignorantes, nobles y plebeyos ...” (San Pío X).

nos refugiamos en ceremonias y boatos alienantes;

seguimos diciendo: “toda la Iglesia sufre con cualquier novedad”;

es “imposible la reforma de la Iglesia”... (Enc. “Mirari vos”, Gregorio XVI 1832).

“No, la Iglesia no cambia. Ella nació en el costado traspasado de Cristo en la cruz... Si la Iglesia es santa, solo puede cambiar para volverse aún más santa... Crece en número y santidad...” (Card. Sarah: entrevista a cath.ch. 21.9.2021).

Hoy, Jesús, escuchamos una vez más tu reflexión:

hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios!”;

queremos “enriquecernos con tu pobreza” (2Cor 8,9);

ayúdanos a confiar en tu Espíritu, que nos habita;

afianza en nosotros tu anteponer el Evangelio a la ley: 

eliminando títulos, honores, distintivos, gestos... no evangélicos; 

recuperando a los sacerdotes casados;

acogiendo a los divorciados vueltos a casar;

considerando a la mujer “uno en Cristo” (Gál 3,28), como al varón;

gobernando las comunidades y la Iglesia con el Evangelio de tu vida...

Preces de los Fieles (D. 28º TO B 10.10.2021)

Jesús busca personas para que sean felices viviendo como hermanos, fiados del amor de Dios. Nuestra sociedad no cree en este camino: busca acumular para sí, deslumbrar, dominar, ignorar a los más débiles... Hoy Jesús nos invita a su camino de pobreza. Pidamos seguirle diciendo: “Señor, `enriquécenos con tu pobreza´” (2Cor 8,9)

Por la Iglesia:

- que viva la sabiduría evangélica: la fraternidad, la libertad ante la riqueza...;

- que sus tesoros sean el Espíritu de Jesús, la Eucaristía, la Comunión fraterna...

Roguemos al Señor: “Señor, `enriquécenos con tu pobreza´” (2Cor 8,9).

Por las intenciones del Papa (Octubre 2021):

- que “cada bautizado participe en la evangelización y esté disponible para la misión”;

- que “el testimonio de su vida tenga el sabor del Evangelio”.

Roguemos al Señor: “Señor, `enriquécenos con tu pobreza´” (2Cor 8,9).

Por la economía de la Iglesia:

- que sus bienes sirvan para gastos comunes y ayuda al necesitado;

- que su Consejo económico sea transparente y renovable.

Roguemos al Señor: “Señor, `enriquécenos con tu pobreza´” (2Cor 8,9).

Por los servidores de las comunidades:

- que trabajen en lo civil, si pueden, y no sean gravosos a la comunidad.

- que, si es necesaria su dedicación, sean retribuidos dignamente;

Roguemos al Señor: “Señor, `enriquécenos con tu pobreza´” (2Cor 8,9).

Por los voluntarios sociales y religiosos:

- que “estén alegres porque sus nombres están inscritos en el cielo” (Lc 10,20)

- pues hacen el mismo trabajo de Jesús: curar, alimentar, sanear la convivencia...

Roguemos al Señor: “Señor, `enriquécenos con tu pobreza´” (2Cor 8,9).

Por los ricos de este mundo:

- que no vivan para acumular riqueza, sino que dar trabajo y vida;

- que se conviertan a la fraternidad, a la sencillez, a la ayuda, al compartir...

Roguemos al Señor: “Señor, `enriquécenos con tu pobreza´” (2Cor 8,9).

Por esta celebración:

- que nos empape de la sabiduría y del amor de Jesús;

- que nos libere del apego al dinero y nos abra a la pobreza de Cristo.

Roguemos al Señor: “Señor, `enriquécenos con tu pobreza´” (2Cor 8,9)

El dinero y la riqueza nos esclavizan. Ilumina, Señor, nuestro corazón con tu sabiduría. Que encontremos la dicha viviendo en tu amor, en tu verdad, en tu paz, en tu pobreza... por los siglos de los siglos.

Amén.

Jaén, 10 de octubre de 2021

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