Dios oye el dolor de anarquías, dictaduras, distribución de bienes, injusticias, salud, educación... La oración resucita el corazón de hijo y hermano (Domingo 25º C TO 21.09.2025)

Nuestro acto comunitario es la “Acción de gracias”, la Eucaristía

Comentario:hombres y mujeres oren en todo lugar, alzando unas manos limpias(1Tim 2,1-8)

Leemos instrucciones sobre la oración eclesial (2,1-8). Las etimologías de sus vocablos indican el tipo de oraciones. “Súplicas” (deéseis”, de “deo”: necesitar) o “necesidades” de uno mismo u otros. “Oraciones” (proseujás”, de “pros-eyjo”, de pros y eýjomai: orar, hacer voto, desear): ponerse en sus manos. “Peticiones” (enteýxeis, de “en-tugjano”: encontrar, interceder) “intercesiones” a favor de otra persona. “Acciones de gracias (eyjaristías, de “eyjaristeo”: agradecer) por bienes recibidos. La carta a los Efesios propone algo similar: “Siempre en oración y súplica, orad en toda ocasión en el Espíritu... Pedid también por mí, para que cuando abra mi boca, se me conceda el don de la palabra, y anuncie con valentía el misterio del Evangelio” (Ef 6,18s).

Se hagan… por toda la humanidad (hypèr pánton anzrópon: por todos los hombres) (2,1). Toda oración debe tener carácter universal: “petición”, “ponerse en sus manos” a Dios para vivir su amor gratuito, “interceder” por todos (encontrarlos, comprenderlos, empatizar, recuperarlos por amor), “agradecer” sintiéndonos don de Dios y de los demás (nos crea, nos modelan, se hacen cargo de nosotros, nos perdonan, respetan, confían...). Hay una distinción motivada: “por los reyes y por todos los constituidos en autoridad,para que podamos llevar una vida tranquila y sosegada, con toda piedad y respeto” (2,2). Lavida tranquila…” depende mucho del gobierno. Dios oye el dolor de las víctimas de anarquía, dictadura, distribución de bienes, injusticia, salud, educación... Orar por todos “es bueno y agradable a los ojos de Dios, nuestro Salvador” (2,3).

La oración universal responde al proyecto de Diosque quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (v. 4).La voluntad divina de nuestra realización es un dato básico de fe. Para ello ha venido Jesús: “Dios es uno, y único también el mediador entre Dios y los hombres: el hombre Cristo Jesús” (v. 5). El Vaticano II advierte: “El misterio del ser humano sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado. Cristo nuestro Señor, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el ser humano al propio ser humano y le descubre la sublimidad de su vocación” (GS 22).

La forma de mediación es discutible:se entregó en rescatepor todos; este es un testimonio dado a su debido tiempo y para el que fui constituido heraldo y apóstol -digo la verdad, no miento-, maestro de las naciones en la fe y en la verdad” (2,67). “Rescate” (antílytron: medio de lograr la liberación) sólo se usa aquí. A Dios no puede pagarse rescate alguno. Quien esclaviza y desrealiza al ser humano es nuestra libertad. En Col 1,14, y en Ef 1,7, se usa otro vocablo más comprensible: “por cuya sangre hemos recibido la redención (apolýtrosis: acción de liberar), el perdón de los pecados”. El Dios de Jesús no es un sádico vengativo. Jesús “revela” la salvación, no la compra. “El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejantes en todo a nosotros, excepto en el pecado” (GS 22). No compartió el pecado porque es deshumanización: más que humano (ángeles, dioses…) o menos (degradación, miseria… víctimas).

El versículo 8 pertenece a la sección siguiente (2, 8-15) sobre el papel de varones y mujeres en la comunidad. La traducción litúrgica traduce “ándras” (varones) por “hombres” (“anzropoi”): “quiero que los hombres (ἄνδρας, de ἀνήρ: varón) oren en todo lugar, alzando unas manos limpias, sin ira ni divisiones” (v. 8). Supone superioridad del varón.Discriminación vigente al no reconocer a la mujer “alzar sus manos”, por ejemplo, presidiendo la eucaristía. “Hombres y mujeres ayudaban al apóstol Pablo en la evangelización, trabajando mucho en el Señor (Flp 4,2-3; Rm 16,3ss)” (LG 33).

Oración:hombres y mujeres oren en todo lugar, alzando unas manos limpias(1Tim 2,1-8)

Jesús de la oración verdadera:

la carta a Timoteo recuerda tu oración;

solías retirarte a despoblado para orar” (Lc 5,16);

enseñaste a los discípulos a orar

con tus mismas palabras (Mt 6,9-15; Lc 11, 1-4);

cuidaste que su oración fuera confiada, constante,

humilde (Mc 11,24; Lc 11,5-13; 18, 9-14);

ante ellos, en la intimidad de la cena,

Juan nos ha dejado tu alma en oración (Jn 17).

Lógica la recomendación a Timoteo:

Ruego, pues, lo primero de todo,

que se hagan súplicas, oraciones, peticiones,

acciones de gracias, por toda la humanidad,

por los reyes y por todos los constituidos en autoridad,

para que podamos llevar una vida

tranquila y sosegada,

con toda piedad y respeto”.

Es lo que hace cualquier creyente sincero:

clama a Dios desde la necesidad propia o ajena;

acepta la voluntad divina de bien sobre toda persona;

empatiza, comprende e intercede por todos;

se cree como don de Dios y de los demás,

y lo agradece de corazón.

La oración resucita el corazón de hijo y hermano:

nos encontramos, nos comprendemos...,

intercedemos y estiramos el amor como hace Dios:

Pues, si amamos a los que nos aman,

¿qué mérito tenemos?...

Y si hacemos bien solo a los que nos hacen bien,

¿qué mérito tenemos?...

Y si prestamos a aquellos de los que esperamos cobrar,

¿qué mérito tenemos?...

Sed misericordiosos como

vuestro Padre es misericordioso” (Lc 6, 32-36);

todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros,

hacedlo vosotros con ellos” (Mt 7,12).

Nuestro acto comunitario es la “Acción de gracias”:

“raíz y quicio” (PO 6) de toda comunidad cristiana;

en ella nos sentimos “don de Dios y de los demás”;

aceptamos la voluntad divina que

quiere que todos los hombres se salven

y lleguen al conocimiento de la verdad”;

nos encontramos contigo, Jesús,

el mediador de Dios y los hombres,

el hombre Cristo Jesús,  

el testimonio del amor divino en los tiempos apropiados”.

En la eucaristía nos entregas tu misma vida;

nos haces, como tú, sentirnos hijos queridos de Dios,

agradecidos a su amor sin límites,

actuados por “el Espíritu del Señor que está sobre nosotros...;

nos envía a dar la buena noticia a los pobres...

a dar libertad a los oprimidos,

a anunciar el año de gracia del Señor” (Lc 4, 16-21);

nos constituyes, como a Pablo,

en pregoneros y apóstoles,

maestros de gentiles en fe y verdad”.

rufo.go@hotmail.com

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