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En su Carta Semanal del próximo domingo
“Me estremezco al observar cómo se está perdiendo la fe en la resurrección. Sobre esta verdad se asienta todo”, dice el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, en su Carta Semanal del próximo domingo 11 de abril, muy extensa y que titula “!!!Resucitó de veras¡¡¡”.
“La resurrección de Jesús de entre los muertos es el acontecimiento culminante en que se funda la fe cristiana, la base última que la Iglesia tiene para creer, el fundamento para su esperanza, la raíz de un amor que se entrega todo por encima de los poderes de muerte. La fe cristiana es fe en la persona de Jesús, y esa fe depende del acontecimiento del Hijo de Dios, venido en carne, crucificado”, prosigue.
“Muchos hoy están fascinados por Jesús, como hombre libre, como fiel a Dios y a sí mismo hasta la muerte, como hombre enteramente para los demás, como profeta de un mundo más justo y fraterno, pero no admiten su Resurrección. Entonces él no sería el salvador, no nos habría redimido, ni rescatado de los poderes de la muerte y del pecado, no nos habría salvado”, agrega.
“Continuamos en la soledad, cargados con el pesado fardo de nuestra miseria, sin poder deshacernos de él, con la terrible tarea, imposible de alanzarla por nuestra parte, de liberarnos de la muerte y alcanzar la vida para siempre. No habría salvación para el hombre”, afirma.
“Nuestra época parece empeñada en la muerte de Dios, vivida en esa experiencia tan amarga y desertizante de una aparente ausencia de Dios, o reflejada en la vivencia de que lo cubre la tumba, de que ya no despertará ni hablará nunca más, de tal suerte de que ya no hará falta combatirlo, sino simplemente olvidarlo”, señala.
“Jesús fue liberado de los lazos de la muerte y del sepulcro, y devuelto a la vida por el poder de Dios, su Padre, para no morir jamás. La muerte, el odio, la injusticia, han quedado heridas de muerte de manera definitiva. Cristo ha resucitado y nosotros con él. En él está la esperanza de nuestra feliz Resurrección”, añade.
“Aquí está nuestra esperanza universal. El Resucitado no se aleja de nosotros, el Resucitado vuelve a nosotros. Él va a todas partes, donde se le espera, a donde mayor es la tristeza y el miedo, a donde mayores son las desgracias y las lágrimas. Él viene para irradiar la luz sobre todo aquello que está envuelto en las tinieblas del pecado y de la muerte. Cristo vivo, Cristo Resucitado y vencedor del pecado y de la muerte, nos invita a todos nosotros, con un respeto exquisito a nuestra libertad, a que confiemos , que vive, y que vayamos tras Él. En Él encontraremos, con creces, sobrepasado, lo que buscamos, la felicidad, la vida, la inmortalidad. Dios, en definitiva”.
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