Desde el agua del pozo de san Vicente Ferrer a los ángeles de la Ciudad Procesiones, ángeles y santos, únicos recursos para afrontar las epidemias en el siglo XVI

La peste
La peste

Importantes son también los libros crónicas de los acontecimientos ocurridos en las respectivas demarcaciones de los conventos de las Órdenes Religiosas, muy detallados los que hicieron los Dominicos.

Poco se podía hacer en aquella época contra las epidemias y se recurrió a lo religioso, procesiones y Misas para rogar a Dios levantara la mano y o apretara tanto, creyéndose que las epidemias eran un castigo de Dios por la vida pecadora del personal.

Entre las medidas que se tomó en el siglo XVI para prevenir la cura propagación de las epidemias destacó las procesiones de rogativas a los templos o santuarios con imágenes más célebres de la devoción religiosa popular, al tiempo que se ordenaba el control perimetral del territorio valenciano y de la propia ciudad de Valencia con guardias y autoridades que impedían la entrada a aquellas personas y mercancías que venían de países y pueblos infectados. Especialmente fueron controlados los lugares de paso de Cataluña y Aragón.

En Valencia regueros de personas acudían a diario al pozo existente en el Casa Natalicia de san Vicente Ferrer a por agua para apestados y familiares y se colocó en las puertas de entrada de la ciudad tablas con ángeles pintados para que impidieran la entrada de la peste. Sobre una de ellas se apareció san Vicente Ferrer con una espada en la mano para la misma tarea, cuenta una piadosa tradición.

En lo que respecta a la ciudad de Valencia, los Manuals de Consell están llenos de deliberaciones y acuerdos que tratan sobre las epidemias  y en los Dietarios, como el del Capellán del rey Alfonso V el Magnánimo, sobre las epidemias en el Reyno de Valencia. A través de estos monumentos documentales se puede reconstruir una aproximación a todas las epidemias habidas en el territorio. Importantes son también los libros crónicas de los acontecimientos ocurridos en las respectivas demarcaciones de los conventos de las Órdenes Religiosas, muy detallados los que hicieron los Dominicos.

De la epidemia de 1348, se sabe que a diario murieron a cientos, de manera que se dejaba de asistir a enfermos y sepultar muertos por temor al contagio. El año que le precedió fue el "de la fam".

En 1375, cuenta Fray Bartolomé Ribelles, cronista de la ciudad, acaeció la epidemia “dels infants”, por los muchos niños que murieron en ella, también el año anterior había sido Cun any de fam”. Los años de hambruna solían ser consecuencia de años de sequía, en que quedaban destruidas y agostadas las cosechas.

Poco se podía hacer en aquella época contra las epidemias y se recurrió a lo religioso, procesiones y Misas para rogar a Dios levantara la mano y o apretara tanto, creyéndose que las epidemias eran un castigo de Dios por la vida pecadora del personal. En la de 1395, el Consell acordó que para conseguir la salud y librarse de la peste por espacio de un año se celebrara diariamente una Misa a honor del santo Ángel en el altar que tenia dentro de la propia Casa de la Ciudad. Murieron 12.000 mancebos.

Peste negra. El Apocalipsis

Siglo de Oro de las epidemias y catástrofes

El XV, fue, además del Siglo de Oro de las Letras Valencianas, el Siglo de Oro de las epidemias valencianas, tanto en la capital como en el resto del territorio. Hecho éste que poco se menciona de nuestra esplendorosa historia.

En las epidemias de 1428 y 1439 hubo muchos muertos y la gente pudiente abandonó las grandes ciudades y se marchaba al campo. En la segunda mitad del siglo, las oleadas epidémicas se sucedieron constantemente. En 1450, el Consell de la Ciutat acordó hacer procesiones de rogativas por la salud pública, en esta ocasión dedicada al Ángel Custodio de la Ciudad, yendo desde la Catedral hasta el convento de la Trinidad. “Nada bastó para desenojar a Dios y atajar la pestilencia”, dice Ribelles. “Murieron en Valencia y su contribución once mil apestados”.

Los años 1455 a 1457 fueron de sequía, ¡que destruyó enteramente el Reyno de Valencia, secáronse muchos de sus ríos y fuentes, quedaron muchos de sus pueblos sin agua para beber, exugose la Albufera, murieron sus pescados, acabose el comercio, malográrense las sementeras, perdiéronse los frutos, acabose el comercio, faltó la hacienda y el sustento de los artesanos, y quedó todo el Reyno hecho un esqueleto…”

En 1459, el Rey que estaba en Valencia, promulgó varias órdenes “para desenojar a Dios”. Prohibió los juramentos, los juegos de dados y naipes y decretó que “todas las rameras -60 y otras “mujeres malas”- fueran encerradas en la casa pública”, así que fueran castigados todos los amancebados. “No obstante el cielo permaneció inexorable y el azote de la peste continuó sobe Valencia”. Se aprovechó la ocasión y en el mismo paquete se expulsó los judíos de la ciudad. Hasta 1466 hubo muertes de peste.

Los años 1473 y 1473 fueron de sequía, 1474, fue otro “any de la fam”.  El 1475, de epidemia de peste “mas voraz y despobladora”. Los poderosos dejaron sus casas y palacios y se largaron al campo. “Cerráronse todas las tiendas; quedó el comercio sin alma, la industria sin brazos y la Ciudad en la mayor miseria. El pueblo no quiso o no pudo desampararla. Resultaron de aquí muchos robos, la imagen de la muerte se dexaba ver por todas partes.”

Nuevas procesiones y Misas, “no consiguiendo estas el efecto deseado se buscaron nuevos caminos y nuevos valedores para aplacar a Dios. Se pinto sobre tablas cuatro angeles”. Se colocó una una imagen en  las puerta de Serranos, otra en las de Quart, y en las puertas de san Vicente y la del Mar. Los dos Cabildos Municipal y Catedralicio fueron en procesión. “Nada de esto pudo poner trabas al contagio. Se encrudelecio mas”. Señala el cronista que la epidemia se propalaba por “el descuido en evitar el roce y comunicación con los apestados y con sus muebles y ropas.”

El Diluvio

El 20 de noviembre de 1475, comenzó a llover con tanta furia que “parecio haberse abierto las cataratas del Cielo. Salieron de madre todos los ríos y barrancos. Arruinaron puentes y presas. Destruyeron campos y caminos. Y pusieron a esta ciudad y reyno en gran necesidad. Y lejos de cesar el Diluvio tomaba de cada dia nuevos aumentos. El 1 de diciembre crecio tanto el rio Turia que se llevó tres arcos del puente del Real”. En Valencia comenzaron a caer muchas casas, a salir fuentes en otras y a saltar el agua por la boca de los pozos en todas. En la noche del 6 de diciembre hubo “tronada, pedrisco cruel seguido de un espantoso temblor de tierra.”

“Cayeron muchas casas y paredes. Por todas partes había gemidos tristes de gentes que perecían y clamaban por socorro y por piedad”. Se organizó una procesión a la Virgen de Gracia, se declaró 40 días ayuno general a pan y agua. En todas las iglesias hubo procesión con velas ante de la Misa mayor. “Entretanto seguía el diluvio haciendo estragos junto con la peste”. El 21 diciembre cesaron las lluvias, “serenose el cielo y respiraron un pocos los afligidos. Torno el diluvio el 1 de enero de 1476”. Según el Dietario del Capellán de Alfonso el Magnánimo de 1455 a 1476 hubo 18 procesiones de rogativas a la Virgen de Gracia, ·uno de los principales asilos de los valencianos”.

Diluvio en Valencia

Controles en las puertas de la Ciudad

El 28 marzo de 1476, el Consell puso guardias  en las puertas de la ciudad para controlar forasteros y se les preguntaba “bajo juramento” si venían “de países infectos” y se les prohibía la entrada a los que venían de pueblos contagiados. No se admitía los cadáveres de los que habían muerto fuera de la ciudad. Siguieron llegando más males, la pleuresía o dolor de costado, luego los landres en 1477  y 1478.

En 1480, los Carmelitas Descalzos, siguiendo la moda de su convento en París, instauran la devoción a san Roque como abogado contra epidemias en su Convento del Carmen. Le hacen capilla, fiesta y procesión. Más epidemias en 1489 y 1490. En 1508, se hace famosa el “agua del pozo de la celda de san Vicente Ferrer”. Fueron tantos los que acudieron a beberla para protegerse o curarse de la peste que pusieron un “un forrellat ab tres Claus per traure aygua de sent Vicent per els malalts”.

En 1519 otra epidemia de peste. En julio hubo 40 dias de lluvia, episodio que derribó los Puentes de Serrans, Real y Nuevo, siendo inundada gran parte de la ciudad. Por añadidura, ante el caos y ausencia de autoridades, sobrevino la guerra civil de ”las Germanías. que tantos daños daños acarreó  a esta ciudad y reyno”. Nuevas epidemias en 1523 y 1524 Segorbe. En 1532, en Benisa murieron de peste “hasta los peros y gatos”. Otra oleada en Valencia en 1557.

Controles perimetrales del Reyno

En 1589, “vino otro contagio no menos voraz con que el anterior”.  Los grandes estragos de la epidemia en Cataluña hicieron al Gobierno de Valencia, cuentan las Memorias Dominicas, “las medidas más conducentes a libertar al Reyno y a su Capital. Cerráronse con Guardias todos los pasos de Aragón y Cataluña; y se fió el mando y el registro al zelo de los caballeros y ciudadanos de Valencia”, relata Ribelles en su “Compendio histórico de todas las epidemias padecidas en Valencia antes del año 1647”. El ciudadano Gaspar Granada, a cuyo cargo estaba el paso de Trayguera, tuvo orden para permanecer allí por seis meses mas, y para no dexar entrar las ropas y géneros de Cataluña, hasta después de estar asegurado de su purificación. Estableciose con esto una norma de lo que debía practicarse en semejantes casos”.

Mientras tanto, en Valencia, “quedaron solo abiertas cuatro Puertas. En la de Serranos había perenemente un Jurado, que debía reconocer si los entrantes o sus géneros venían de países inficionados. Por lo demás sólo podían entrar gentes de la huerta.” Gracias a estas medidas “se libró este Reyno de contraer la epidemia “que quitó la vida en Barcelona a diez y siete mil de sus habitantes… El contagio era tan maligno y pegajoso, que bastaba el más leve roze para contraerlo”.

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