'Estar', una sabiduría que estamos perdiendo La Pascua de María Magdalena: la dinámica entre el permanecer y el caminar

Jesús y María Magdalena:
Jesús y María Magdalena:

"Somos incapaces de 'estar', nosotros que vivimos vidas apresuradas, que actuamos en varios frentes (¡multitarea!), movidos por la urgencia de encontrar soluciones inmediatas (¡resolución de conflictos y solución de problemas!)"

"Sin embargo, precisamente esa aceleración que se burla del 'estar', se encuentra sin saber adónde va, desplazando los problemas en lugar de resolverlos, probando todo y sin concluir nada"

Somos seres deseosos, fascinados por la vida plena anunciada por Jesús. Y nos atrevemos a esperar que la resurrección de Jesús también nos concierna a nosotros. Sin embargo, ante las fuerzas mortales, esta fe se ve puesta a dura prueba. 

¿No termina todo con la muerte, una génesis a la inversa? 

¿No está la humanidad destinada a la tumba, obligada a recorrer al revés el camino del nacimiento? 

¡Señor, rueda la piedra y líbranos de las ataduras de la muerte! Con esta invocación, que nace del deseo y desafía la evidencia, entramos en el jardín de la resurrección, lugar en el que el evangelista Juan entrelaza los diferentes hilos de la trama. 

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En primer lugar, la trama bíblica: se reabre el jardín del Edén y el del Cantar de los Cantares encuentra aquí su cumplimiento, en el encuentro de quienes viven un amor más fuerte que la muerte. Y también la trama del Cuarto Evangelio. 

La resurrección de Lázaro - Colección - Museo Nacional del Prado

En medio de este encontramos la resurrección de Lázaro: el último de los «signos» puestos por Jesús para expresar el sueño de Dios; y al mismo tiempo, anticipo de su «hora», cuando, para amar a los suyos «hasta el final», también Él debe afrontar la muerte y ser depositado en un lugar aparte, lejos de los vivos. 

«¿Dónde lo habéis puesto?» (11, 34), pregunta Jesús refiriéndose a su amigo Lázaro. «Dime dónde lo has puesto...» (20, 15), pregunta Magdalena al supuesto jardinero. 

¿Dónde acaba la vida? 

¿Por qué seguimos buscándola, incluso cuando ya ha expirado? 

Para Juan, el vínculo afectivo es decisivo. Jesús amaba a Marta y a su hermana y a Lázaro (11, 5; cf. v. 36); y a Magdalena se la describe como la joven del Cantar, «enferma de amor». El llanto de María (20, 13.15), como la conmoción de Jesús (11, 33), manifiestan un amor que se opone a la pérdida. 

Los dos relatos de la resurrección preparan la escena de la resistencia amorosa y sugieren que solo ella puede generar una re-existencia. 

Ambos ilustran además una dinámica de movimientos, que implica un «estar» y un «ir», dando forma al camino de la fe. Para Juan, el «estar» es el elemento de unión entre la escena del Gólgota y la del primer día de la semana

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María de Cleofás, y María Magdalena (19, 25). En el jardín de la resurrección, María estaba fuera, cerca del sepulcro, llorando (20, 11). Estar es un verbo clave en el relato de Juan. 

Desde las primeras líneas, cuando dos discípulos del Bautista van a ver dónde vive Jesús y se quedan con Él todo el día (1, 39); a las enseñanzas del Maestro sobre permanecer en Él, como el sarmiento está unido a la vid (15, 1ss); hasta el final, cuando el Resucitado permanece gracias al testimonio del discípulo amado, Escritura destinada a permanecer hasta su regreso (21, 21ss). 

Permanecer
Permanecer

El «permanecer» de Juan significa siempre decidir quedarse, sin huir, trabajar a largo plazo, superando la tentación de rendirse, como cuando, en el Gólgota, todo parece acabado y no queda más que volver sobre los propios pasos, presa de la decepción y el desánimo. Expresa tenacidad, paciencia en la lectura, sin dejarse traicionar por la prisa de juicios sumarios, de emociones fluctuantes

Pero para que el «estar» no degenere en un inmovilismo pasivo, como el de la piedra del sepulcro, que debe ser quitada, en el jardín de la Pascua resuena el imperativo opuesto: ve a mis hermanos (20, 17). Estar e ir, ambos ingredientes necesarios para la fe en el crucificado resucitado. Y ambos tan raros en nuestro presente

Somos incapaces de «estar», nosotros que vivimos vidas apresuradas, que actuamos en varios frentes (¡multitarea!), movidos por la urgencia de encontrar soluciones inmediatas (¡resolución de conflictos y solución de problemas!). 

La comunidad inactiva que apuesta por permanecer a la escucha de la Palabra, que la medita y la guarda, esperando con perseverancia una luz desde lo alto, está continuamente sometida a la sospecha de ineficiencia e inutilidad. 

Sin embargo, precisamente esa aceleración que se burla del «estar», se encuentra sin saber adónde va, desplazando los problemas en lugar de resolverlos, probando todo y sin concluir nada. Y así, también el «ir» es un problema hoy en día. Ciertamente, nos movemos espasmódicamente, pero es como si diéramos vueltas en vacío. Y una vez agotada la energía, nos encontramos en el suelo, tristes y deprimidos, con la sensación de que, en el fondo, nada vale realmente la pena. 

La Pascua de Jesús según María Magdalena nos llama a una sabiduría que estamos perdiendo

El relato de Juan pone de relieve su gramática: la que da voz al deseo inquieto que habita en los corazones de quienes aman la vida y la cuidan, cultivando relaciones profundas; la de quienes no huyen de la vida, sino que eligen permanecer en ella, con conciencia y tenacidad; y se mueven en ella, venciendo la parálisis de la muerte, yendo más allá de los muchos sepulcros que nos mantienen cautivos.

Aquí intuimos el desafío de la Pascua: que también nosotros, como Jesús, podemos resucitar, desde ahora mismo.

Que tampoco nuestras huidas precipitadas o nuestras pesadas piedras tengan la última palabra

Experimentan el poder de la vida quienes eligen «quedarse», detenerse a los pies de Jesús, escuchando su Palabra. La cual, luego, nos dirá «id», indicándonos el camino a seguir, poniéndonos de pie y haciendo de nuestras comunidades cansadas iglesias en salida, capaces de apostar por el amor y de tejer lazos con los demás hermanos de Jesús

Resurrección de lázaro: Cita bíblica dónde puede encontrar la historia

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