Celebrar con vida y corazón... El cura y el alcalde, liturgias para el encuentro

Los tiempos nuevos reclaman modos nuevos de ser y de celebrar. La celebración corresponde a lo humano e interpela a todos los que han de oficiar en los ritos y acompañar pasos de personas en el contexto de la comunidad sea a nivel civil o religioso. Nuevos tiempos, nuevas liturgias, posibilidades de encuentro y reconocimiento mutuo. Me gustó esta experiencia contemplada y os la cuento.

Liturgias para el encuentro: del cura y el alcalde.

Un hecho de vida

signo

Lo he vivido recientemente y aunque de fondo podría estar la obra de Guareschi de “don Camilo y don Pepone”,  os aseguro que fue entrañable a más no poder lo que ocurrió en Puebla de la Calzada y yo fue testigo presencial y gozoso del evento. Estábamos citados por Adela y Jorge para la celebración del bautismo de su hijo Manuel, que está para comérselo como dicen lo mayores. Un protagonista de lujo, con unos cuantos de meses, que parece que sabe que el más importante ahora mismo para todos los que le rodean es él.  Nos fuimos reuniendo en el templo parroquial, familiares y amigos. Se notaba que todo estaba preparado con mucha delicadeza y gusto. Allí estaba un coro de amigos con canciones muy elaboradas y seleccionadas, la oleos, la pila, el cirio… y la comunidad, entre ellos el alcalde que en esta ocasión estaba por lazos de sangre y espirituales, porque iba a ser el padrino del sacramento, su primer ahijado. Nos saludamos todos con cariño, las dos familias y los amigos comunes, junto a estos nuevos padres que han elegido la fe, porque desean la vida eterna para su hijo y agradecen a Dios su vida. El sacerdote no llegaba – yo estaba como hermano espiritual de la familia-, vino después, preocupado porque había estado previamente en una boda en la ermita y la novia -muy fiel a su papel- se había hecho esperar un buen tiempo. A nosotros no nos importó mucho, nos sirvió ese tramo para acercarnos y reconocernos, saludarnos, sentirnos comunidad. Comenzó la celebración y allí se notaba vida, no estábamos de trámite: canciones, lecturas, ritos, participación de los niños… todo con paz y alegría, con serenidad y familiaridad.

bautismo

Nada extraño y todo profundo. No había ni que predicar mucho, porque la misma celebración hablaba de verdadera fe y sentido profundo de la vida y de toda la familia allí reunida. El alcalde, junto a la madrina, dieron también palabras a su compromiso de colaboración con los padres en la tarea de ayudar a Manuel a tener un horizonte humano, cristiano, trascendente y amoroso en su vida.

Después llegamos al salón donde íbamos a pasar el día compartiendo la mesa agraciada y agradecida que nos habían preparado. Pero para sorpresa de casi todos los comensales, allí había algo especial. Una mesa de celebración, altar secular y entrañable, color blanco, rodeado de flores, con luces de vida encima, atril… y símbolos como unos anillos, botes de arena… y cuando todos estamos dentro, entran con sigilo y alegría Adela y Jorge, han elegido en el día del bautismo de su hijo darle formalidad a su ser de pareja a nivel civil. Sólo habían dicho en la invitación al bautismo que habría sorpresa, a la gente le pilló sin trajes de bodas externos, etc., pero los corazones estaban a punto para todo, sobre todo el de ellos.

anillos

Aquí el alcalde pasó a celebrante y el cura del pueblo -yo con él- pasamos a ser fieles ciudadanos de aquella ceremonia. Y descubrimos un modo de celebrar verdaderamente litúrgico y vital. Juan María, tiene muy preparado el rito matrimonial, no puede llamarse de otra manera. Él sabe de celebrar con profundidad, saber de la verdad del amor matrimonial, de la paternidad, de lo humano y siente también lo divino en medio de toda la humanidad. Es capaz de enlazar el génesis con un poema y hacer una reflexión pura de lo que es el amor verdadero y así lo participa a toda la asamblea antes de abrir paso al gesto civil institucional de compromiso y contrato. Su ser político y su ser cristiano no están separados más bien se alimentan mutuamente. Las palabras de consentimiento, las alianzas significativas, y un gesto de arenas compartidas, signo del tiempo y de la historia de cada uno de ellos, que en este caso eran tres, la madre, el padre, el hijo… el sentido profundo del amor compartido en familia. Allí estaba el gozo de lo humano, cifrado en el amor celebrado muy sencillamente pero con mucha verdad y naturalidad.

Allí estaba el sacerdote del pueblo y el alcalde, y los dos se dijeron palabras agradables y fraternas. Le comentaba yo al sacerdote Fermín que tenía un serio competidor litúrgico, pero la verdad es que me agradó profundamente el participar en dos celebraciones, la religiosa del bautismo y la civil del matrimonio, cargadas de sentido, de buen hacer, de palabras de vida, de sentimientos comunitarios, de verdadero amor y de auténtica alegría. No me extrañó nada, y gocé mucho. No suelo estar en papel pasivo litúrgico en estos eventos y de alguna manera eso me permitió gozar tanto el bautismo como el matrimonio de un modo original y contemplativo. Para mí Dios estuvo a borbotones en los dos momentos y en todo lo que siguió después. Felicito al cura y al alcalde de la Pueblo, por saber vivir y estar con el pueblo, con los feligreses y los ciudadanos. Espero que podamos seguir viéndonos y deseo vida santa al niño y amor eterno a los esposos y padres. Y sí, Adela y Jorge, estoy  dispuesto para cuando vosotros, con toda la sencillez y discreción que deseáis, celebrar el sacramento cristiano del matrimonio, agradeciendo de modo directo y explícito a Dios vuestras vidas y su encuentro tan nuevo y tan fecundo. Pero quiero que estén de testigos el cural y el alcalde de la Puebla, porque son de fiar.

José Moreno Losada. Sacerdote.

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