Toca acompañar con todo cariño, para asistir de cerca al milagro de una Iglesia amazónica, levantada por ellos y a su manera Laicos responsables y protagonistas en "su propia casa"

Equipo pastoral de Yanashi
Equipo pastoral de Yanashi Emérita Tello

La responsabilidad final pasa así de los sacerdotes y religiosas a los laicos. Ante la ausencia de misioneros ellos no han dado un paso atrás, sino un paso adelante; no han dicho “yo me voy”, sino “nos vamos a comprometer más”. Lástima que sea por fuerza mayor y no por convicción, pero ya estamos acostumbrados a eso. Y me late que es algo que ya no es posible revertir: el espacio ocupado por los laicos en los organismos de coordinación no puede ser de quita y pon.

No me lo podía creer… Un paseo con los ojos abiertos te planta una bofetada de injusticia. Las evidencias del abandono de esta población por parte del estado son abrumadoras. Me duele que también nosotros estemos aparentemente retirándonos, ojalá que sea solo un piome*, como dicen en mi pueblo.

Ingresamos la señora Emérita y yo a la posta y se te cae el alma a los pies. Paredes llenas de humedad, mobiliario desportillado, huecos literalmente llenos de basura, madera atacada de comején, un tensiómetro que no funciona, historias clínicas acumulando humedad mordidas por la rata, camillas rotas, armarios oxidados… Pero lo más grave es que no tienen médico. Eso sí, el edificio bien pintadito y bonito por fuera, un auténtico sepulcro blanqueado.

Seguimos caminando, la vereda de Yanashi sigue la quebrada y es larga. Veo los restos de la “casa de fuerza”, dejada a medio construir; con la alcaldesa nueva tienen tres horas de luz al día, de 6 a 9 pm, pero los años anteriores los han soportado prácticamente sin electricidad. Tampoco tienen agua y desagüe; pero sí está la instalación de Water Mission, o lo que queda de ella, otra ruina que muestra el vergonzante desamparo de este pueblo, a merced de los depredadores de turno.

Y hay más “elefantes blancos”: un nuevo local comunal que es un vestigio de ladrillos que se caen, veredas rotas, la plaza impresentable… La fealdad de la iniquidad. ¡La Iglesia tiene chamba! Solamente denunciar las graves carencias y las violaciones recurrentes de los derechos fundamentales ya bastaría para llenar kilómetros de programaciones. Me aturden por igual la capacidad de aguante de la gente, su pasividad y la impunidad rampante.

La posta de Yanashi

Hay que organizar la economía de la misión, espinoso asunto que siempre ha sido cosa de los misioneros. “Ustedes están sobradamente preparados” - trato de contrarrestar esas caras de perplejidad con una andanada de motivación. Lógico, porque están acostumbrados desde hace décadas a que los canadienses (y los que llegaron después) lo resuelven todo, lo dan todo y lo manejan todo. Los laicos nunca han tenido arte ni parte y, como recibían, ni se les pasaba por la cabeza que hay que aportar.

Pero ahora… ay. Sin misionero alguno, a ellos les toca quebrarse la cabeza para sostener económicamente su parroquia. De modo que se eligen los responsables de contar la colecta, decidir los gastos del día a día e informar a la comunidad. Estoy convencido de que, justo por su pobreza, este pueblo es muy capaz de compartir. De hecho, hablamos de la vieja aspiración de hacer bancas nuevas para la iglesia; si ellos solitos lo consiguieran, movilizando a unos y a otros, sería un gol de media cancha.

Veo a rukus** formados por la madre María de las Nieves, brava misionera, curtidos en mil batallas: Pepe, César, don Mauro, don Isaac… Necesitaríamos a doña Leovina con 30 años menos, pero ahí la tienes, cumplidos los 75 y encuentra tiempo y fuerzas para hacer su chacra, adornar su casa bonita con flores, tener sus gallinas e irse a la parroquia, toma ya. No son JASP, pero lo harán muy bien, estoy seguro.

La responsabilidad final pasa así de los sacerdotes y religiosas a los laicos. Ante la ausencia de misioneros ellos no han dado un paso atrás, sino un paso adelante; no han dicho “yo me voy”, sino “nos vamos a comprometer más”. Lástima que sea por fuerza mayor y no por convicción, pero ya estamos acostumbrados a eso.

El Papa Francisco dijo el 18 de febrero en la clausura del congreso promovido por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida con los responsables del laicado de las Conferencia Episcopales que los fieles laicos no son ‘invitados’ en la Iglesia, están en su casa, por lo que están llamados a cuidar de su propia casa. Son auténticos protagonistas de la misión”. Y me late que es algo que ya no es posible revertir: el espacio ocupado por los laicos en los organismos de coordinación no puede ser de quita y pon.

“Pero padre, tú vas a estar viniendo, ¿verdad?”. ¡Por supuesto!  Aunque me saque el ancho, les pienso acompañar con todo cariño y lo mejor que pueda. Para asistir de cerca al milagro de una Iglesia amazónica, levantada por ellos y a su manera.

* En Valencia del Ventoso: una pausa, un momento, un lapsus, un comentario que se entromete en una conversación para regresar enseguida al tema que se trataba.

** “Abuelos” o “sabios” en kichwa.

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