El ansia de venganza

Nunca tan cierto aquello que dicen los partidos: la oposición es el adversario, tu enemigo es el de tu partido. No solo porque puede aspirar a tu puesto sino también porque puede plantar el tuyo en la arena de la playa al alcance de las olas. Si algún día sintieron como una ensoñación la realidad, hoy sienten la realidad como la peor de las pesadillas, y se arrepienten de haberse dejado abrazar por quienes solo deberían haber sentido, como los están sintiendo ahora, odio implacable y desprecio que no pueden expresar por no encontrar palabras adecuadas y por miedo a meter sal y vinagre en las heridas. El ansia de venganza da coraje y arrojo para presentarse ante el altar y decir a los dioses: aquí estoy. No piden perdón ni se arrepienten de haber hecho daño sino de haber hecho mal el mal. La certeza de los hechos, una red sin salida, es la que hace estallar la indignación y, en el delirio, no se dan cuenta de que no hacen más que confesar su desesperación. Hoy ha vuelto la burra al trigo, terminaron diciendo los tertulianos

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