La capilla de San Antonio de Loureses

La parte delantera de la capilla es del siglo XVII. La otra mitad, separada de la original por una balaustrada de postes de madera, paredes a media altura, el techo apoyado en columnas de piedra  sobre las paredes, sin puerta, debe de haber sido añadida en el XVIII, tal vez a principios del XIX, para refugio de caminantes, campamento de gitanos en invierno y en días lluviosos.  Delante de la capilla hay un peto de ánimas, tiene una mesita sobresaliente y una hornacina arqueada sin rejas de protección con un agujero en medio para las limosnas. Tejado plano y cruz en medio de dos pináculos piramidales. En el respaldo se puede leer: “Lo hizo pardo en el año 1797”, y delante del Peto un crucero mucho más tardío, obra del maestro cantero, Antonio Gonçalves, el portugués. Tres robles custodian la capilla de San Antonio, monumentos que guardan la memoria colectiva en sus entrañas, enriquecidos por la nostalgia que modula la fe de generaciones enteras. A mediados del siglo XX, retiraron la balaustrada que separaba las dos partes, pusieron rejas de hierro en las aberturas de la parte añadida y puerta de hierro. A la salida de cualquier acto que se celebra en la capilla, los fieles discuten siempre los siglos que deben de tener los robles. Algunos osan atribuir su plantación a algún personaje cuya memoria perdura en la memoria de los más viejos. Los jóvenes se creen que han caído de un pino, dicen los viejos, y no se interesan por la historia de nada. 

Volver arriba