La archidiócesis de Santiago de Compostela presenta su Plan Pastoral Diocesano 2026-2029 El arzobispo de Compostela invita a adoptar una actitud de esperanza y compromiso, centrada en la vida y la misión
La archidiócesis de Santiago presentó hoy en las instalaciones de La Salle su Plan Pastoral 2026-2029, bajo el lema bíblico 'Salió el sembrador a sembrar su semilla'
El encuentro reunió a sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos, agentes de pastoral, miembros de movimientos y cofradías, en un ambiente de comunión y reflexión sobre el futuro pastoral de la Iglesia compostelana
La jornada incluyó presentaciones, testimonios y, finalmente, la celebración de la eucaristía en la Catedral de Santiago, presidida por el arzobispo, quien señaló a los fieles: "Cada uno es una piedra viva de la Iglesia"
La jornada incluyó presentaciones, testimonios y, finalmente, la celebración de la eucaristía en la Catedral de Santiago, presidida por el arzobispo, quien señaló a los fieles: "Cada uno es una piedra viva de la Iglesia"
(Archicompostela).- En una jornada histórica, la archidiócesis de Santiago presentó hoy en las instalaciones de La Salle su Plan Pastoral 2026-2029, bajo el lema bíblico “Salió el sembrador a sembrar su semilla”.
El encuentro reunió a sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos, agentes de pastoral, miembros de movimientos y cofradías, en un ambiente de comunión y reflexión sobre el futuro pastoral de la Iglesia compostelana. La jornada incluyó presentaciones, testimonios y, finalmente, la celebración de la Eucaristía en la Catedral de Santiago.
Monseñor Prieto: el lema como guía y compromiso de misión
La presentación del Plan Pastoral comenzó tras los saludos iniciales y la oración, con la intervención del arzobispo de Santiago, mons. Francisco José Prieto Fernández, quien expuso las líneas generales del plan cuatrienal.
Mons. Prieto recordó que el lema “Salió el sembrador a sembrar su semilla” es una invitación a asumir la acción pastoral con conciencia plena de su significado. “Es la semilla confiada en nuestras manos, y debemos cuidarla y acompañarla para que dé fruto en los corazones de nuestra comunidad”.
El arzobispo desarrolló ampliamente la figura del sembrador, recordando que Jesús mismo “se puso en camino” y que la Iglesia debe asumir un dinamismo constante. Destacó la importancia de la vulnerabilidad humana como condición para la acción divina: “Debemos reconocer nuestra fragilidad para permitir que la acción del Señor transforme nuestra misión”.
Mons. Prieto recordó la simbología evangélica de la semilla, explicando que el auténtico fruto no depende de la eficacia inmediata ni de los resultados medibles, sino de la fidelidad a la misión: “La semilla debe morir para dar fruto. Somos enviados a la viña del Señor, no a la nuestra, y debemos confiar en que Dios hará crecer lo que sembramos con generosidad y constancia”.
El arzobispo presentó las tres grandes líneas del Plan Pastoral y subrayó que, sin una experiencia espiritual personal, la Iglesia corre el riesgo de convertirse en vasijas de barro vacías, carentes de la semilla capaz de transformar la vida. En este sentido afirmó que un encuentro verdadero con Cristo genera una alegría que transforma. «Esa alegría es la prueba de que la semilla ha germinado en nosotros”, afirmó.
Para concluir, invitó a adoptar una actitud de esperanza y compromiso, centrada en la vida y la misión. Recordó que la semilla que la Iglesia siembra es de vida, de salvación y de santidad, y que «nuestra tarea es sembrar con generosidad, acompañar con cercanía y confiar en la acción del Espíritu Santo, permitiendo que su obra transforme corazones y comunidades».
Experiencias que dan vida al Plan Pastoral
A partir de las 11:00 horas, Fátima Noya condujo la presentación de experiencias vinculadas al Plan Pastoral. Recordó que los documentos entregados a los asistentes -la Carta Pastoral del arzobispo y el Plan Pastoral- no son textos estáticos, sino instrumentos vivos, pensados para caminar juntos y provocar un impacto real en la vida de la Iglesia.
Propiciar la experiencia de Dios
La primera prioridad, propiciar la experiencia de Dios, fue presentada por Javier García y Ángel Jacobo Porto. Javier explicó que la renovación espiritual debe dirigirse tanto al interior de las comunidades como a quienes están alejados de la fe, destacando que la experiencia de Dios tiene el poder de transformar a la Iglesia desde dentro.
Ángel Jacobo compartió un testimonio personal sobre su retorno a la fe: “A los 25 años experimenté un vacío interior que me llevó a buscar sentido. Descubrí que todo lo que necesitamos en la vida es el amor y el perdón del Señor”. Su intervención resaltó la importancia de acompañar a quienes buscan a Dios, y de que la comunidad y la familia sean soporte en ese proceso de reencuentro con la fe.
Construir comunidades fraternas y Cáritas acogedoras
La segunda prioridad se centró en la fraternidad comunitaria y la acción social. Fátima Noya recordó que cualquier parroquia o unidad pastoral puede fomentar fraternidad a través de la oración, la liturgia, la piedad popular y la acción social.
Pilar Farjas, directora de Cáritas Diocesana, explicó que esta organización es la expresión de la acción social de la Iglesia, con 317 equipos parroquiales, 52 centros y programas, más de 100 profesionales y 3.000 voluntarios. Destacó la importancia de los vínculos comunitarios en la atención a colectivos vulnerables, incluyendo migrantes, familias monoparentales, jóvenes y mayores en aislamiento.
Dolores Rivas presentó el programa Acompáñote, que acompaña a personas mayores en soledad mediante visitas, apoyo en gestiones y seguimiento continuo. Explicó cómo la red de “antenas” detecta necesidades en el entorno y cómo el proyecto se ha extendido al rural, creando también iniciativas complementarias como Apóyote y viviendas comunitarias.
Abrir nuevos canales de comunicación
La tercera prioridad fue presentada por Ricardo Sanjurjo, quien explicó que salir al encuentro del otro requiere creatividad, valentía y disponibilidad:“Salir significa acercarse al corazón de cada persona, asumir riesgos y abrir espacios donde nadie antes sembró. La misión requiere imaginación y confianza”.
Subrayó la necesidad de tender puentes con la sociedad, evitando trincheras y promoviendo la unidad y la paz, conectando la vivencia de fe con la cultura contemporánea. Recordó que la misión eclesial debe ser un acto creativo y transformador, generando caminos nuevos donde la semilla del Evangelio pueda dar fruto.
Sínodo de los Obispos y del Sínodo Diocesano
Fátima Noya también presentó los tres objetivos específicos que guiarán la acción pastoral derivada del Plan. El primero consiste en aplicar las orientaciones pastorales del Sínodo de los Obispos y del Sínodo Diocesano, fomentando la corresponsabilidad de los laicos, la transparencia, la formación continua y la vida comunitaria activa.
Alfredo Losada ofreció un resumen detallado del proceso sinodal reciente, destacando la participación activa de laicos, religiosos y comunidades en las distintas fases de escucha, discernimiento y reflexión. Subrayó que la etapa actual ya no consiste en debatir, sino en aplicar de manera concreta las orientaciones surgidas del Sínodo, integrándolas en la vida cotidiana de las parroquias y unidades pastorales. Entre los elementos clave que mencionó se encuentran la mayor participación y corresponsabilidad de los laicos, la promoción de una cultura vocacional, la transparencia en la gestión y la rendición de cuentas, así como la formación continua y el fortalecimiento de los ministerios laicales. Además, resaltó la importancia de la escucha activa y del discernimiento comunitario.
Alfredo Losada y Nieves Lameiro compartieron experiencias concretas: Nieves relató cómo en el rural de Mesía se crearon grupos parroquiales y Cáritas para atender necesidades materiales, sociales y espirituales, destacando que la colaboración entre comunidades permite construir Iglesia desde la acción y la cercanía.
Proyecto de iniciación cristiana
El segundo objetivo específico fue presentado por Mar Fernández, quien explicó que la iniciación cristiana es un proceso integral que involucra a niños, familias y comunidades, y que va más allá de la preparación sacramental. Se destacó el uso de Godly Play y dinámicas comunitarias que permiten experimentar la Palabra de Dios, fomentando sentido de pertenencia y participación: “La parroquia es una gran comunidad de comunidades, donde podemos acompañar la vida y vivir lo extraordinario desde lo ordinario”.
Unidades Pastorales
El sacerdote José Manuel Guldrís presentó el tercer objetivo, centrado en las Unidades Pastorales (UPAs). Subrayó que en la eficacia de estas unidades es importante un liderazgo ético y maduro, del trabajo en red y de la corresponsabilidad entre clero y laicos: “La autoridad no se impone: se gana. Un liderazgo verdadero genera adhesión afectiva y contamina con virtud a toda la comunidad”.
Guldrís enfatizó que la planificación debe ser realista y evaluable, con economía solidaria y acompañamiento estable de las delegaciones diocesanas, destacando que las parroquias que trabajan en red florecen, mientras que las aisladas se estancan.
Herramientas digitales y momentos de encuentro
Durante la jornada, se presentó una herramienta digital que permitió a los participantes interactuar de manera más directa con la realidad pastoral de la diócesis. Rafa Casás explicó el funcionamiento de un código QR que cada asistente podía escanear para seleccionar áreas de interés específicas. Esta iniciativa facilitó un diálogo más ágil y participativo, ofreciendo a cada persona la posibilidad de expresar sus inquietudes, aportar sugerencias y la posibilidad de conocer en detalle las líneas de trabajo de cada delegación, unidad pastoral y movimiento.
Posteriormente, los participantes tuvieron un espacio de encuentro informal que combinó la reflexión con la convivencia. Durante el café, compartieron impresiones, intercambiaron experiencias y fortalecieron los lazos entre parroquias, unidades pastorales y grupos de toda la diócesis.
La jornada incluyó también la visita a stands de realidades diocesanas, donde los asistentes pudieron explorar iniciativas concretas, desde programas de acción social hasta actividades de formación, catequesis y evangelización.
Oración y adoración al Santísimo
Entre las 13:15 y las 14:00, los participantes se reunieron en un espacio de oración y adoración al Santísimo Sacramento, dirigido por Javier Porro Martínez y Santiago Romero. Los asistentes vivieron un momento profundo de recogimiento y meditación, acompañado de cantos de alabanza que crearon un ambiente de intimidad espiritual y comunión fraterna.
El objetivo de la actividad no era únicamente la oración personal, sino renovar colectivamente el compromiso con la misión pastoral y la vida comunitaria. Los asistentes fueron invitados a abrirse al Espíritu Santo, reconociendo la necesidad de un encuentro renovador con Dios que transforme tanto la vida interior como la acción en sus parroquias, unidades pastorales y movimientos.
Durante la adoración, se enfatizó la importancia de vivir la espiritualidad de una Iglesia diocesana misionera, samaritana y sinodal, dispuesta a salir al encuentro de los demás y sembrar la Palabra de Dios con generosidad. La práctica del silencio, la contemplación y los cantos permitió a cada participante reflexionar sobre su propio compromiso, así como sobre el papel de la comunidad en el acompañamiento de los más vulnerables y en la construcción de una fraternidad auténtica.
"Cada uno es una piedra viva de la Iglesia"
La jornada de presentación del Plan Pastoral 2026-2029 de la archidiócesis de Santiago culminó en la solemnidad de la Catedral de Santiago, donde el arzobispo, Mons. Francisco José Prieto Fernández, presidió la Eucaristía.
En su homilía, el prelado compostelano recordó que cada participante es una piedra viva de la Iglesia, parte esencial de un mosaico que construye día a día la comunidad diocesana. Hizo hincapié en que la asamblea diocesana no era solo una reunión formal, sino una oportunidad para mirar con sinceridad la vida de las comunidades y la propia vida espiritual, reconociendo fortalezas, debilidades y posibilidades de crecimiento. La parábola del sembrador, que inspira el Plan Pastoral, se convirtió en el hilo conductor de su reflexión: “La Palabra de Dios es una semilla que requiere un terreno dispuesto. Su fecundidad supera cualquier cálculo humano. No se trata solo de sembrar, sino de confiar en la acción del Espíritu Santo en cada uno de nosotros y en nuestras comunidades”.
Mons. Prieto invitó a los asistentes a contemplar la vida pastoral desde una doble perspectiva: personal y comunitaria. Señaló que muchas veces la Iglesia se enfoca en lo que puede controlar, en planes y resultados visibles, olvidando que la verdadera fecundidad proviene de la acción divina, que actúa en la humildad de la entrega y en la perseverancia silenciosa de quienes sirven. En este sentido, subrayó que Cristo debe ocupar el centro de toda acción pastoral: “Cristo debe ser el fundamento sobre el cual crece y se vive la vida cotidiana de nuestra Iglesia”.
El arzobispo recordó que cada llamada pastoral es undon y una gracia, que requiere disponibilidad, generosidad y compromiso. Habló del valor de la cooperación, la corresponsabilidad y el acompañamiento mutuo entre clero, religiosos y laicos. Destacó que, aunque no siempre se puedan medir los resultados, los frutos de la acción pastoral se manifiestan en la vida de las personas, en la transformación de las comunidades y en la consolidación de vínculos de fraternidad: “Debemos sembrar con amor y paciencia, conscientes de que la acción de Dios es misteriosa y que cada esfuerzo, aunque invisible a primera vista, contribuye a la vida y al crecimiento de la Iglesia”.
Mons. Prieto también hizo una llamada a la esperanza en medio de los desafíos y dificultades que enfrenta la Iglesia contemporánea. Enfatizó que la pastoral no es un proyecto individual, sino una misión compartida, y que la semilla que se siembra hoy en cada parroquia, unidad pastoral o movimiento dará fruto mañana, incluso si no se percibe de inmediato. “Nuestra tarea es ser instrumentos generosos y atentos. Confiemos en el Espíritu para que haga crecer lo que sembramos con fe, perseverancia y amor”.
Finalmente, el arzobispo exhortó a todos a asumir su papel como discípulos enviados, multiplicando la acción del Evangelio en sus comunidades. Recordó que la misión pastoral se vive con alegría, con confianza y con entrega, siguiendo el ejemplo de Cristo que sale al encuentro de los hombres y mujeres de su tiempo.
Cada corazón, una semilla: la Archidiócesis de Santiago mira al mañana
Hoy, la Iglesia que peregrina en Santiago se convirtió en tierra fértil de esperanza. Cada gesto, cada palabra compartida, cada testimonio y taller, fue semilla sembrada con paciencia y confianza en el Espíritu, destinada a germinar en fraternidad, alegría y servicio a los más necesitados. La acción pastoral no se mide en resultados visibles, sino en la fidelidad callada de quienes se entregan, en la atención a los vulnerables y en la construcción de comunidades que laten con amor y cercanía.
Así, la Archidiócesis de Santiago emerge como una comunidad en salida, sembrando con generosidad, abriendo caminos nuevos y confiando en que cada semilla depositada hoy dará fruto mañana. En cada corazón que se deja tocar, en cada encuentro que transforma, florece la promesa de un futuro luminoso, tejido de fe, esperanza y vida compartida.