Las clarisas afirmaron que ellas ya no están "allí" y que no saben nada de lo ocurrido De fiesta en la hospedería: la Policía sanciona a 67 jóvenes que se saltaron el confinamiento en un convento de Derio

La Ertzaintza, esperando la salida de los jóvenes
La Ertzaintza, esperando la salida de los jóvenes

La juerga se saldó con 312 sanciones. Es decir, una media de 4,7 expedientes por cabeza. Las multas son de todo tipo, en función de cada caso concreto: por incumplir el confinamiento perimetral, por estar en grupos de más de 6 personas, por no llevar mascarillas... Lo que todos se llevan a casa es, además, otra sanción por desobediencia a la autoridad por no salir del convento en toda la noche

Los jóvenes se negaron a salir de la casa. Algunos pensaban que quizá los policías se aburrían y se acababan marchando de allí. Otros gritaban «libertad, libertad» desde las ventanas. Incluso se pudo ver por las ventanas a alguna chica disfrazada de monja mientras sostenía una bebida en la mano

La Ertzaintza sorprendió en la madrugada de este martes a 67 jóvenes en una fiesta ilegal en el monasterio de Santa Clara, en Derio. Los chicos, que rondaban los 20 años, se negaron a salir de la hospedería que las monjas alquilan para todo tipo de eventos cuando los agentes se lo requirieron por megafonía –la Policía sólo puede entrar en una propiedad privada que no sea de acceso publico si hay un delito en curso–. Algunos siguieron de juerga a pesar de que se les cortó la luz y el agua y otros se fueron a dormir. Pasaron allí toda la noche. No empezaron a abandonar el inmueble hasta primera hora de la mañana. A cuenta gotas. Identificados y sancionados. Después se les sometió a una prueba de alcoholemia. A mediodía, todavía una decena de ellos seguía en el interior.

Al final, la juerga se saldó con 312 sanciones. Es decir, una media de 4,7 expedientes por cabeza. Las multas son de todo tipo, en función de cada caso concreto: por incumplir el confinamiento perimetral, por estar en grupos de más de 6 personas, por no llevar mascarillas... Lo que todos se llevan a casa es, además, otra sanción por desobediencia a la autoridad por no salir del convento en toda la noche.

Después de la fiesta, sobre las diez de la mañana, dos jóvenes esperaban en sus coches en el aparcamiento del convento. Uno de ellos había dado más de 0,4 mg/l por aire expirado en el control de alcoholemia. Casi el doble de lo permitido. El otro había dado 0,04. Pero no quería coger el coche porque la noche anterior se había «fumado un porro» y tenía miedo a que hubiese un control de drogas más adelante y le quitasen el carné de conducir. Para él era importante porque necesita el coche para trabajar de repartidor. Varios que habían dado positivo se habían marchado antes en taxi.

Los jóvenes explicaban que muchos de ellos ni siquiera se conocían. La convocatoria empezó a circular por las redes sociales: fiesta en el convento de las Clarisas en Derio. Había DJ y potentes altavoces. El precio para la entrada era de 10 euros por cabeza. Cada uno debía llevar sus consumiciones.

¿Quién lo organizó? No lo saben. EL CORREO se puso en contacto con las hermanas Clarisas para conocer lo ocurrido. Las religiosas afirmaron que ellas ya no están «allí» y que no saben nada de lo ocurrido. Cuestionadas sobre quién alquiló la hospedería a los jóvenes –en su página web aparece la opción de hacerlo– se limitaron a señalar que la gestión del recinto «está derivada a una persona empleada». ¿Tenían permiso para seguir abiertos? ¿Cuánto pagaron? No quisieron dar más explicaciones.

Cortes de luz y agua

La Ertzaintza desplazó hasta Derio recursos de la comisaría de Erandio, de la Brigada Móvil y de la unidad de Tráfico. Incluso se trasladaron los 'bizkor', el grupo de intervención rápida por si había problemas de seguridad, pero finalmente toda la actuación se desarrolló de forma pacífica. Cuando llegaron los agentes, había una veintena de coches aparcados. Los jóvenes se negaron a salir de la casa. Algunos pensaban que quizá los policías se aburrían y se acababan marchando de allí. Otros gritaban «libertad, libertad» desde las ventanas. Incluso se pudo ver por las ventanas a alguna chica disfrazada de monja mientras sostenía una bebida en la mano. La Ertzaintza rodeó el edificio, vigiló las salidas y les requirió por megafonía para que saliesen de allí. No hicieron caso.

Dentro se vivieron también momentos de tensión entre los que sabían que habían cometido un grave error y los que seguían de fiesta «como si nada». A primera hora de la mañana empezaron a abandonar las instalaciones los primeros grupos. Se les identificaba y se les advertía de que iban a ser sancionados. A los que querían coger el coche también se les sometía a una prueba de alcoholemia. Varios dieron 0,0. Lo que no se les hizo allí mismo fue la prueba de drogas.

Algunos de ellos se enfrentan a cuantiosas multas, ya que acumulan varias infracciones. Por ejemplo, quebrantar la limitación de movimientos entre municipios y la prohibición de juntarse más de seis personas, entre otras. Es decir, los chavales se pueden ir a casa con una sanción de unos 1.200 euros. Los organizadores pueden afrontar una multa de unos 30.000 euros.

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