El arzobispo emérito de Valladolid falleció hoy a los 87 años de edad La última entrevista de José Delicado Baeza
(Jesús Bastante).- "Me gustaría que rezasen por mí. Y que mis amigos, y también los que no me conocieron, se preocupasen por estar unidos en la función principal que es el trabajo por la Iglesia". José Delicado Baeza, arzobispo emérito de Valladolid, acaba de fallecer, a los 87 años de edad.
Un hombre sereno y pleno de Dios, que en esta última entrevista, que nos concedió en la residencia de ancianos en la que vivía hace tres semanas, subrayaba ante la cercanía de su muerte que "me siento tranquilo. No encuentro grandes rasguños ni hojas arrancadas.Siempre he vivido en mi intimidad con el Señor y con la Providencia, que me ha asistido siempre". Descanse en paz, don José. Esta fue su última entrevista.
Al recibirnos en su casa, Don José Delicado Baeza nos confesó sus "dudas íntimas" y nos dio sus opiniones sobre los acontecimientos recientes en la vida de la Iglesia. Sobre la renuncia de Benedicto XVI, apuntó que "él expuso de manera tan sencilla su renuncia, que la gente se fió y aceptó esa actitud de desprendimiento personal". Respecto a la elección del Papa Francisco, Don José consideró que "fue un designio realmente eficaz". "Es un hombre universal", añadió.
Al hacer balance sobre los años de Rouco al frente de la Iglesia española, Delicado Baeza afirmó que "Rouco ha sido un hombre de firmeza, de gran temperamento y de fidelidad a la teología".
Y por último, al hacer balance de su propia vida, reflexionó con humildad dando gracias a la Providencia: "Dios siempre ha estado conmigo. Siempre he vivido en mi intimidad con el Señor".
¿Qué recuerda de su tiempo como arzobispo de Valladolid?
¡Tantas cosas...! Yo estaba continuamente trabajando, yendo y viniendo por las parroquias de la provincia eclesiástica, relacionándome como arzobispo con todo el área territorial.
Fue usted también vcepresidente de la Conferencia Episcopal...
Sí, con Gabino Díaz Merchán.
¿Fueron años complicados?
Bueno, toda la vida es complicada, pero también es estimulante.
¿Antes era más fácil llegar a acuerdos, incluso con un gobierno socialista como el que les tocó a ustedes?
Bueno, nosotros escuchábamos lo que nos sugería el corazón, y también la Providencia. Haciamos siempre que podíamos lo que era más conveniente, independientemente de si la dirección del Gobierno iba más a la izquierda o más a la derecha. Buscábamos el bien común.
¿Cree que los políticos de entonces trataban a los responsables de la Iglesia de manera distinta a como lo hacen ahora?
Yo a eso no le daba demasiada importancia. Se puede hacer frente a lo que sea dialogando. Yo me llevo bien con todo el mundo, sin dejar por eso de decir lo que creo.
¿Cuándo se ordenó usted sacerdote?
En el 51. Y fui obispo en el 69, de Tui y Vigo. Luego pasé a arzobispo de Valladolid. Entonces la provincia eclesiástica de Valladolid formaba con la de Castilla-León la región del Duero. Trabajábamos seriamente, abriendo caminos de colaboración, de amistad y de fraternidad.
¿Qué significa para usted haber sido obispo?
Que el Señor ha sido grande conmigo, y por consiguiente le estoy humildemente agradecido. Pienso que no me lo merecía. Pero siempre me he guiado por los principios de la Biblia.
Durante la década de los ochenta la sociedad española alcanzó una serie de acuerdos fiscales, de educación, etc. ¿Cree que esos acuerdos mantienen su vigencia hasta el día de hoy?
Sí. Eran acuerdos llenos de expectativas y de esperanza de poder resolver las relaciones recíprocas (tanto individuales como sociales o políticas) que todavía estaban un poco enredadas. Y eso había que hacerlo sin imponerse, sino mediante el diálogo y la comprensión hacia los demás.

¿Recuerda el primer viaje de Juan Pablo II a España, en el 82?
Yo con Juan Pablo II me relacioné mucho, porque iba a menudo a Roma y él incluso me invitaba a comer en su mesa. Él era un hombre entrañable, y yo tenía gran confianza con él.
¿Cuando murió usted pensó que llegaría a ser santo tan pronto?
Yo pensaba que él era ya un santo, pero no pensaba si la Iglesia tenía que canonizarlo o no. Fue muy buen Papa.
¿Y Benedicto XVI?
Benedicto XVI fue de una categoría excepcional.
¿Qué le pareció su renuncia?
Me enteré por la prensa, y me pareció que él mismo lo exponía de una manera tan sencilla que creo que la gente se fió y aceptó esa actitud de desprendimiento personal de su renuncia.
¿Le resultó curiosa la imagen del Papa emérito junto al Papa Francisco durante la ceremonia de los cardenales? ¿Qué opinión le merece que dos Papas coexistan pacíficamente?
Pacífica y cordialmente, con una gran sintonía. Se nota que cada uno entiende al otro, y la convergencia de buscar siempre el bien de la Iglesia es patente. Los dos han manifestado que se entienden perfectamente.
Uno de los cardenales que se crearon durante esa ceremonia fue don Fernando Sebastián, que supongo que es amigo suyo...
Sí, mucho. Cuando me enteré le envié una tarjeta, y me respondió enseguida, al día siguiente.
¿Por qué cree que lo han elegido a Él?
No lo sé. Esas cosas llegan. Él se lo merece.
¿Cree que el Papa Francisco tiene retos importantes que afrontar? ¿Cree que está destinado a revolucionar la Iglesia, o al menos a darle un impulso especial? ¿Qué sintió cuando fue nombrado?
Yo a él no lo he tratado personalmente, a pesar de que él dio unos ejercicios espirituales al clero aquí en Valladolid. Pero me parece que fue un designio realmente eficaz, porque él es amplio en su cultura y en su disposición para colaborar con todos con sencillez de corazón, desde el diálogo y desde el conocimiento de la Palabra de Dios, de las personas y de la Iglesia. Desde ese punto de vista, creo que es un hombre universal.
¿Qué cree que puede cambiar en la Iglesia con Francisco?
Él es un hombre entregado, y por consiguiente, lo que hace lo hace sin pensar en sus propios intereses. Él no busca el bien que le puede ofrecer a él el papado, como si fuera una profesión cualquiera. No. Él lo que quiere es trabajar por la Iglesia, desbordarse, estar abierto a la cultura universal... por supuesto, desde el punto de vista de las raíces cristianas y eclesiales.
¿Cuando se le compara con Juan XXIII le parece acertado, o demasiado presuntuoso?
Pienso que es acertado. La diferencia es que este Papa parece que tiene más arraigo en el conocimiento de los problemas de los distintos países.
Ahora mismo la diócesis de Valladolid la dirige Ricardo Blázquez. ¿Qué trato mantiene usted con él?
Un trato de gran amistad.
Se habla de él como uno de los posibles candidatos a ser el nuevo presidente de la Conferencia Episcopal, de cara a estas próximas elecciones... (la entrevista se llevó a cabo antes de dicha elección)
Ya lo fue, y sería posible que volviera a serlo. Es un hombre eficaz que tiene una gran cabeza, y también una gran capacidad de acogida social.
¿Qué juicio tiene acerca de la actuación de todos estos años del cardenal Rouco al frente de la Iglesia?
Creo que ha sido un hombre de firmeza, de entrega y de fidelidad a la teología y al bien social. Sé que es un hombre entero, de gran temperamento y de gran conocimiento, que se ha formado en universidades extranjeras.
Usted ha tratado directamente a cuatro de los grandes personajes de la Iglesia española de los últimos años: Tarancón, don Marcelo, el cardenal Suquía y ahora Antonio María Rouco. Cuantro hombres con carácter y con capacidad de mando. ¿Qué podría destacar de cada uno de ellos?
Con los primeros que has nombrado tenía una gran confianza, les he visto gastar bromas.

¿Cómo es su día a día, don José?
Me levanto muy temprano. A las cinco de la mañana ya estoy arriba. Hago oración durante una hora y pico, y luego la primera misa, a la que asiste poca gente. Luego leo un poco la prensa y empiezo con los quehaceres normales. Aquí también se recibe a gente, y durante estos diez años he tenido que escribir libros que me han encargado. La Comisión del Clero me pidió que hiciera dos para retiros de sacerdotes. Luego un libro sobre vocaciones, y finalmente uno sobre la conversión, la metanoia. Esto es muy importante: saber que uno tiene que convertirse y que cambiarse interiormente según la Palabra de Dios. La sociedad de hoy tiene necesidad de conversión.
¿Cómo le gustaría ser recordado?
Me gustaría que rezasen por mí. Y que mis amigos, y también los que no me conocieron, se preocupasen por estar unidos en la función principal que es el trabajo por la Iglesia.
Si he sido buena persona o no, eso lo sabe Dios. Yo tengo mis dudas íntimas, pero descanso en la Providencia misericordiosa del Señor. Él siempre ha estado conmigo, desde mi adolescencia. Por eso me siento tranquilo, dentro de lo que cabe, a pesar de que sé que no he sido lo que debería haber sido. Pero tampoco encuentro grandes rasguños ni hojas arrancadas. Siempre he vivido en mi intimidad con el Señor y con la Providencia, que me ha asistido siempre.
TITULARES:
-Yo pensaba que Juan Pablo II era ya un santo antes de morir, pero no imaginé si la Iglesia tenía que canonizarlo o no
-Me pareció que Benedicto XVI expuso de manera tan sencilla su renuncia, que la gente se fió y aceptó esa actitud de desprendimiento personal
-Francisco y Benedicto conviven cordialmente y con una gran sintonía. Se nota que cada uno entiende al otro
-La elección de Francisco fue un designio realmente eficaz. Es un hombre universal
-Puede que Blázquez vuelva a ser presidente de la CEE. Es un hombre con una gran cabeza y una gran capacidad de acogida social
-Rouco ha sido un hombre de firmeza, de gran temperamento y de fidelidad a la teología.
-Dios siempre ha estado conmigo. Siempre he vivido en mi intimidad con el Señor.