El tren que transporta a
Benedicto XVI ya los principales líderes religiosos del mundo ya ha partido de San Pedro en dirección a Asís. La cuna de San Francisco es, desde hace tiempo, lugar de encuentro entre creyentes de las distintas confesiones, unidos en la fe en lo trascendente. 25 años después del histórico encuentro de Juan Pablo II, la ciudad del "hermano sol", alumbra un presente en el diálogo ecuménico e interreligioso con
muchos interrogantes, y muchos palos en las ruedas.
Dicho esto, no debiéramos olvidar -me consta que el Papa lo tiene presente cada día- que la fe es un don, y que sólo el hecho de vivir siguiendo unos postulados trascendentes es motivo de
alegría y unidad. Saber discernir
qué es lo que Dios quiere, y cuándo le manipulamos a nuestro antojo debe ser el principal motor en el diálogo, porque nos permitirá recuperar esas bases para una ética mundial de la que tanto estamos necesitados, y a la vez para los pies a aquellos sectores que, en todas las religiones, lamentablemente utilizan una falsa concepción de Dios para
trabajar en la división y fomentar la violencia. La apertura a los no creyentes también me parece un acierto por parte del Santo Padre. Ojalá, siguiendo al hermano de Asís, podamos trabajar, desde Asís, y para todo el mundo, por
hacernos instrumentos de Su paz.baronrampante@hotmail.es