Tu claustro es el mundo

Sor Lucía Caram acaba de publicar sus "memorias espirituales" en Plataforma Editorial. "Mi claustro es el mundo" es un libro conmovedor, que se lee de una tirada y en la que la dominica argentina no esconde nada, se muestra tal cual es. Tengo la inmensa fortuna de conocer, y estimar, a Lucía, y doy fe de que ella es tal cual nos cuenta. Una mujer apasionada, con la vida y con la Iglesia, que jamás se cansa de luchar por un mundo nuevo, y que su opción por la vida religiosa es rotundamente honesta y conforme a los planes que Dios ha puesto en su vida. Con esa perenne sonrisa y esa fuerza arrasadora.

¿Una monja de clausura tiene que estar encerrada en las cuatro paredes de un convento? Lucía, como otras religiosas repartidas por el mundo, nos demuestra que no siempre es así. Sus talentos, aquellos que el Espíritu puso en su corazón desde el comienzo, la impulsan a poder compatibilizar una vida de oración, monástica y comunitaria, con el mandato evangélico de dar de comer al hambriento y de beber al sediento. De hacer realidad en el día a día el mandamiento nuevo del amor.

Lucía se muestra crítica con la jerarquía, se posiciona respecto a la cuestión catalana, habla de fútbol y de pobreza, de risas y lágrimas, de gozos y sombras. Nos muestra el camino de su vocación religiosa, de su proyecto de vida. Nos enseña sus manos manchadas y su corazón explosionado de tanto latir en las bocas de otros que tanto lo necesitan.

La Iglesia, la sociedad, bien haría en reconocer la misión y la visión de personajes que, como Lucía -estoy pensando también en el padre Ángel, el padre Pateras y tantos otros, hombres y mujeres de Dios-, contribuyen a construir un mundo más justo y solidario. Un mundo donde no haya fronteras, en forma de rejas, durezas de corazón o normas intransigentes. Y a mí, personalmente, me ha enseñado a no cansarse de luchar jamás, pese a las dificultades. Y a intentar ver siempre el rostro de Dios en cada una de las dificultades, de las tristezas, de las esperanzas, de las miradas de todas aquellas personas que pasan por nuestra vida. En Lucía, en su claustro que es el mundo, veo reflejado al mismo Jesús.

Gracias, amiga, por tu testimonio.

baronrampante@hotmail.es
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