La dimisión del Papa

El Papado es una instancia relevante, que va más allá de la persona que eventualmente lo ocupe. El mismo Espíritu que "sopla" en su elección y actuación, puede infundirle la valentía necesaria para, si llega el caso, dejar paso a otro. A sus 84 años, Benedicto XVI aparece como un pontífice cansado, con la vista perjudicada -algunos de sus allegados aseguran que ya no ve por un ojo-, pero siente que tiene fuerzas para rato. La resolución de la crisis de la pederastia le impulsa para continuar, y para hacer historia en el interior de la Iglesia. Es sólo un hombre, pero también es el Papa. Ni más, ni menos. No pasaría nada si decidiera dimitir... pero es absolutamente admirable que, pese a la edad, el cansancio y los problemas, opte por continuar, con pulso firme, al pie de la barca de Pedro.
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