La Cábala (X). Conceptos básicos: el ser humano


5. El ser humano está compuesto de alma y cuerpo. El judaísmo de la Cábala, como el resto de los judíos, hacía siglos –desde época helenística tardía, hacia el siglo II a.C.- que había abandonado una concepción antropológica unitaria que consideraba al ser humano como una entidad única, una especie de “almicuerpo”, todo junto y unido, en la que se podían observar dos “facetas”, la corporal y la anímica, pero que en realidad formaban una única y simple realidad. Esta concepción había sido abandonada en pro de la idea órfica, potenciada y fundamentada por Platón (sobre todo en los diálogos Fedro y Fedón), que enseñaba que el ser humano está dividido en dos entidades contrapuestas, alma inmortal/cuerpo material perecedero, que conviven en realidad malamente.

El alma, también en la Cábala, es lo que lo constituye verdaderamente al hombre; el cuerpo es el vestido exterior. El alma es triple: nefesh, anima, la concupiscente, que corresponde al mundo asiyático, material; ruah, espíritu inferior, corresponde al segundo mundo, el yezirático, el de las formas creativas; y neshahmá, espíritu superior, corresponde el mundo de las ideas creativas o beriático.

Esta triple división es bien conocida por los estudiosos de la filosofía griega y corresponde al alma sensitiva; alma concupiscente; alma inteligente o pensamiento/nous, tres divisiones del alma según el Platón del Timeo. Nada nuevo bajo el sol.

Tras la muerte, el espíritu superior, neshahmá, asciende a Dios; el espíritu inferior, ruah, va al paraíso; y la nefesh, alma, descansa en paz en la tierra. Como observarán los conocedores del gnosticismo judeocristiano, estos destinos recuerdan a los de las tres clases de hombres de la gnosis: el que tiene espíritu, el pneumático, el cristiano de conocimiento superior, desprendido del lastre del cuerpo, asciende cabe el Trascendente, el Gran Espíritu Invisible; el psíquico, el cristiano corriente y vulgar, sin revelaciones espirituales, asciende tras su muerte al reino de la Ogdóada, un ámbito inferior al del Trascendente. Y finalmente, el pagano, el hombre material, perece totalmente con su muerte: tanto su hálito vital, como su cuerpo se desintegrarán en la nada. En la Cábala es, pues, sustancialmente lo mismo, sólo que se prescinde del cuerpo –que se aniquila- y se habla sólo del destino de las tres partes del alma.

Esta doctrina cabalística supone la inmortalidad del espíritu sólo, y el de los justos. Si no se ha alcanzado el grado requerido de santidad y pureza, hay trasmigración de las almas, metempsícosis en griego, hasta que se consiga un estado puro, gracias a la práctica de las virtudes. Como en los gnósticos también, la cábala considera que el hombre está en el exilio en este mundo material; la redención es sacarlo del mundo inferior.

La unión mística

La adecuada relación del hombre con Dios es la finalidad de la cábala, que tiende siempre a la unión mística. El conocimiento y la voluntad humanas respecto a Dios son dobles, o tienen dos grados. Respecto a la voluntad: el ser humano puede temer y amar a Dios. El temor es inferior y se justifica sólo en cuanto conduce al amor. Así como el amor es el secreto de la unidad divina, así también el amor une los grados superior e inferior del ser (Dios – hombre).

En cuanto al conocimiento los cabalistas distinguen entre el conocimiento razonado y el intuitivo. Este último es el superior. El alma debe ascender a los planos superiores del conocimiento, el intuitivo, no razonado. La vida futura será puro amor y pura contemplación de Dios, intuitiva no razonada. Esta concepción es ciertamente muy parecida al concepto de cielo en el cristianismo evolucionado, ya desde los siglos III y IV.

Un anticipo de lo que será el mundo futuro para el justo se da en esta vida por la contemplación de los misterios divinos y el éxtasis. Es curioso que los fenómenos extáticos más típicos del cristianismo desde Hildegard von Bingen, Juliana de Norwich, hasta santa Teresa y san Juan de la Cruz se dan también en el lapso temporal de máximo florecimiento de la Cábala. Dice el Zohar:

En el amor está el secreto de la unidad divina, es el amor el que une los estadios superior e inferior y el que eleva todo al estadio en el que todos deben ser uno. Así como el alma (neshamah) viene el mundo por la unión del rey con la matrona, de igual modo el retorno del alma a Dios tendrá lugar por la unión de la matrona con el rey (Zohar, Wayakhel II 216).


Observará el lector que la Biblia está siempre como trasfondo “Y caminó…” (Henoc o Elías que caminaron delante de Dios…). Neshamah procede de Binah (igual que el pneuma gnóstico que procede de Sabiduría); el rey es el número, o sefirá, Tiféret, y la matrona es la sefirá Malkut, "reino", que en hebreo es femenino.

El próximo día concluiremos con la exposición de las ideas básicas de la Cábala y una breve valoración de ella. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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