Cristianismo y profecías de Apolo (197)

Hoy escribe Antonio Piñero
Esta semana comento un libro, que para muchos será al menos curioso y, espero, también interesante. La ficha es:
Jesús Mª Nieto Ibáñez, Cristianismo y profecías de Apolo. Los oráculos paganos en la patrística griega. Editorial Trotta, Madrid, 2010, 221 pp. ISBN: 978-84-9879-153-2.
El autor es catedrático de “Filología griega” de la Universidad de León. Su actividad investigadora ha estado centrada en la literatura judía de lengua griega, en los primeros textos cristianos, la apologética y la patrística griega, además del humanismo español y la tradición clásica.
Como paso previo a la publicación de este libro ha trabajado Nieto Ibáñez sobre los Oráculos Sibilinos, Flavio Josefo y los historiadores cristianos Eusebio de Cesarea y Sócrates de Constantinopla. Es un buen bagaje previo para abordar el tema del libro que presento.
Me interesa insistir que Nieto Ibáñez junto con Mercedes López Salvá Miguel Herrero y A. Bernabé tienen ya terminado el volumen VII y último de los Apócrifos del Antiguo Testamento (para Ediciones Cristiandad) que se publicará junto con los índices generales de los siete volúmenes. Estamos confeccionándolos, Gonzalo del Cerro, Miguel Herrero de Jáuregui y yo mismo..., y es tarea muy ardua.
Dos culturas, dos religiones, la que nace –el cristianismo- y la que muere -la religión grecorromana- se enfrentaron durante los siglos II al V por imponer entre el pueblo las verdades proféticas de sus divinidades. Tras una larga partida, Apolo –el dios de la mántica en Delfos- cede ante Cristo y acaba certificando su triunfo. Y una religión como la cristiana, que basaba en parte su existencia en el cumplimiento en Jesús de las profecías veterotestamentarias, no alcanzará su victoria última y definitiva hasta que reciba el refrendo de los oráculos griegos. Habían sido éstos tan importantes para el mundo grecorromano, que incluso los convertidos a medias seguían creyendo en ellos de algún modo.
En este libro se pretende exponer las etapas de esta lucha y la polémica en los primeros textos cristianos en torno al valor de los oráculos –estimadísimos durante siglos- de los dioses griegos. En el presente volumen se traducen y analizan 124 oráculos griegos contenidos en las fuentes cristianas, desde el Pastor, del griego Hermas que escribe en Roma (que es uno de los últimos de los llamados “Padres Apostólicos” -editados en la BAC desde hace años, en edición bilingüe, por Daniel Ruiz Bueno- y en parte en la colección de “Fuentes Patrísticas, de la editorial madrileña “Ciudad Nueva”) hasta Teodoreto de Ciro y Cirilo de Alejandría (conocido por muchos lectores por el “caso Hipatia”) en el siglo V.
Otros autores cristianos que recogen, y comentan o critican estos oráculos son: Taciano el sirio y Clemente de Alejandría –de finales del siglo II- Orígenes, Dídimo el ciego, Gregorio de Nazianzo, Gregorio de Nisa, Eusebio de Cesarea –siglos III y IV- Filostorgio (siglo V), Juan Crisóstomo (347-407) el historiador Sócrates de Constantinopla (obra compuesta entre 439-450).
Un capítulo interesante de este libro es cómo los cristianos toman algunos oráculos y los remodelan de modo que den testimonio de la nueva fe. Pero en general los oráculos son severamente criticados por los cristianos. Los argumentos generales eran los siguientes:
• Apolo (y también Zeus) es un adivino falso, no es un dios, sino un demon; es incapaz de ayudarse a sí mismo y a sus sacerdotes. La mántica de la Pitia de Delfos es falsa.
• Su adivinación es falsa porque va unida a la magia; son productos de sacrificios a los démones/demonios, a los que se coacciona para que –como espíritus secundarios que son-- predigan el futuro.
• Los oráculos propagan el culto idolátrico: diviniza a poetas, atletas y tiranos.
• Hacer caso a esas profecías es, a veces, causa de muerte para el incauto.
• Los oráculos no dan respuestas a hechos importantes.
Mi opinión sobre el libro es muy positiva porque es una obra clara, iluminadora y didáctica. Es el trabajo de un indudable especialista, y toca un materia que me parece de gran importancia para comprender una parte de la historia de la cultura religiosa europea, y la evolución y la adaptación cristiana de la creencia en las posibilidades de una comunicación directa con lo divino.
Ciertamente, entre las culturas antiguas que han influido en la nuestra de un modo directo o indirecto hay manifestaciones oraculares desde la época sumeria –y luego mesopotámica en general-, en el tercer milenio a.C. y desde luego y por la misma época en la religión egipcia. Pero en lo que afecta a nuestra civilización occidental la palma de la importancia se la lleva la adivinación griega –posteriormente la romana- que comienza desde el siglo VIII a.C. En este libro se traza la línea de continuación hasta un cristianismo bien implantado en la sociedad occidental ya en el siglo V de nuestra era.
Comenta el prologuista a la obra, el Prof. Emilio Suárez de la Torre (el autor de la traducción, introducción y notas de los “Oráculos Sibilinos en el tomo III de los Apócrifos del Antiguo Testamento”):
“Como se ve en la apasionante historia narrada en este libro, el enorme peso de la autoridad de Apolo y de la voz de Zeus tenía que ser necesariamente contrarrestado en el cristianismo y al mismo tiempo había que defender la autoridad de la profecía judeo-cristiana. Y no sólo porque el cristianismo se sustentaba –entre otras cosas- en la tradición profética judaica, sino porque él mismo es sustancialmente profecía que tiene su cumplimiento en Jesús.
En esta tesitura se produjeron las oscilaciones que pueden apreciarse en las páginas de este libro, donde vemos que tan pronto Apolo es un demon inferior al servicio del Dios verdadero, como un mentiroso embaucador que sólo se sirvió de indecentes trucos. Pero que la cuestión no era simple ni nimia lo demuestra la abundante literatura cristiana surgida al respecto, con obras concienzudas dedicadas al tema como la de Eusebio de Cesarea, que el autor, Jesús Nieto Ibáñez, deslinda con maestría y agudeza” (p. 11).
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com