Rudolf Bultmann / Martin Dibelius y la investigación sobre el Jesús histórico

(13-02-2020.-1109)

Martin Dibelius
Escribe Antonio Piñero

En mi última comunicación sobre el tema “historia de la investigación de Jesús” tal como aparece en las páginas introductorias de James D. G Dunn en su libro “Jesús recordado” –publicado por Verbo Divino–  afirmaba yo que eran de las más lúcidas que había leído en todo el trabajo de Dunn. Y lo confirmo. Seguimos, pues, con las opiniones de Bultmann sobre la posibilidad de acercarse a Jesús tal como lo ve nuestro autor.

Estoy de acuerdo con Dunn –y lo sentí como experiencia persona hace muchísimos años– en que la principal contribución de Bultmann fue denominada “crítica de las formas evangélicas más antiguas”. “Formas” se refiere a los dichos, o hechos de Jesús, por ejemplo, un milagro, tal como se transmitieron por escrito brevemente en el momento más cercano posible a la muerte de aquel. Es decir, lo más atrás posible, lo más cercano cronológicamente a la vida del personaje, e investigarlo desde el punto de vista de la crítica literaria e histórica.

Este intento no fue una invención de Bultmann, porque ya se había plasmado en la investigación del Antiguo Testamento, y más en concreto en sus primeros libros, el Génesis, Número, Éxodo y Levítico, que son una amalgama tremenda de leyendas y normas antiguas. Fue Julius Wellhausen el que a base de estudiar patrones lingüísticos (por ejemplo, si el autor usaba “Elohim” o “Yahvé” al hablar de Dios) intentó descubrir qué “manos” distintas (autores) había detrás de cada grupo de leyendas. Y no solo eso, sino además ordenar la tarea de esas “manos” cronológicamente. Descubrió Wellhausen por lo menos tres o cuatro manos distintas entre sí habían operado en siglos distintos (Elohista, Yahvista, Sacerdotal, Deuteronomista…) sobre tales leyendas moldeándolas.

Ni tampoco fue Bultmann el primero que aplicó este método de historia de las formas a la investigación del material sobre Jesús, sino Karl Ludwig Schmidt. Él fue el primero que estudió cómo se enlazaban las sentencias y los hechos de Jesús en el Evangelio de Marcos. Y el hallazgo fue que el evangelista se había encontrado con material totalmente “suelto”, que iba cada uno por su cuenta, que no contenía ninguna indicación geográfica –el lugar dónde Jesús había hablado o actuado– y menos cronológica (en qué tiempo y en qué orden), y que había sido el propio Marcos el que las ordenó espacial y temporalmente como bien le pareció, basándose en su intuición, o imaginación, o datos que no poseemos nosotros ahora. La consecuencia de este hallazgo fue enorme: quienes nos habían transmitido las noticias sobre Jesús no tenían el menor interés por la historia en sí, o por la geografía, sino solo por el contenido, y cada uno lo transmitía a su manera. Schmidt insistió también en lo que acabo de insinuar: las unidades de tradición eran casi siempre muy breves.

Y otra observación: Bultmann no trabajó solo, sino que al mismo tiempo y en principio sin contacto entre sí, otro estudioso muy ilustre, Martin Dibelius, investigaba por su cuenta en la misma línea, es decir, en las consecuencias de los resultados aportados por Schmidt (y Wellhausen). Es más: el que inventó el sintagma “historia de las formas” no fue Bultmann, sino Dibelius, ya que publicó su libro “La historia de las formas del Evangelio” en 1919, dos años antes, 1921, que Bultmann sacara a la luz su “Historia de la tradición sinóptica”, de impacto mundial y duradero. Obra esta que todo el mundo critica y que todo el mundo cita y utiliza. Dibelius se utiliza también, pero muchísimo menos

Comenta Dunn:

“Fue un gran paso adelante. La búsqueda liberal del Jesús histórico se había contentado con descubrir las dos fuentes primitivas de la tradición de Jesús (el evangelio de Marcos y la “Fuente Q”. Pero la insistencia de Wilhem Wrede en el carácter teológico de Marcos (es decir, despreocupado de la historia) había minado la confianza hasta el momento del evangelio marcano como fuente de información histórica. Entonces Dibelius y Bultmann pretendían conocer lo que subyacía (históricamente) a las fuentes primarias (las “formas evangélicas”) para saber algo  cierto de Jesús.

“El objetivo doble de la historia de las formas fue definido por Dibelius del siguiente modo: «Intenta explicar el origen de la tradición sobre Jesús, penetrar así en un momento anterior al de la composición de los evangelios y de sus fuentes escritas… y aclarar la intención y el verdadero interés de la tradición primitiva. Y Bultmann definió de un modo similar la  historia (otras veces llamada “crítica”) de las formas: «Redescubrir el origen y desarrollo de las distintas unidades evangélicas y arrojar con ello alguna luz sobre la historia de la tradición antes de que tomase forma literaria».

“Al principio este sistema podría haber brindado renovada esperanza a los que indagaban sobre la vida de Jesús: llegar hasta las primeras etapas de la  tradición sobre este los llevaría más cerca de su figura histórica”… era estupendo.

Pero luego comenta, muy acertadamente:

“Pero si el nuevo sistema hubiera albergado esa esperanza, pronto la habría frustrado el propio Bultmann”.

Y así fue. Seguiremos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero

http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html

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