“Cómo salimos del callejón sin salida del subjetivismo absoluto”

(11-06-2020.- 1127)

Escribe Antonio Piñero

Foto: Sócrates

Decíamos en la postal anterior que el pensamiento postmodernista sobre la teoría que el significado de un texto (y más si es antiguo) lo otorga solo el lector; que no es posible alcanzar una verdad objetiva a través de lo que aparentemente dice el texto; que su significado depende de las coordenadas mentales del lector; que este dictamina en último término qué significa el texto para él son proposiciones que conducen a un subjetivismo absoluto, lo cual es un aparente callejón sin salida. Y nos preguntábamos si en verdad es así. ¿Se acabó toda la objetividad de la información histórica? ¿Tenemos que olvidarnos de la crítica histórica y los historiadores deben limitarse al estrecho campo del ámbito narrativo que en último término depende del lector?

Yo respondería que esta cuestión no es moderna, sino ya muy añeja. Es la misma a la que se enfrentó Sócrates cuando discutía con los sofistas, para quienes el “ser humano es la medida de todas las cosas”.  Para responder debemos hacer un poco de historia de la filosofía yendo a los conceptos fundamentales de los sofistas a los que se enfrentaba Sócrates, y ver si por esa vía hay una respuesta objetiva y convincente a las propuestas del subjetivismo postmoderno.

El sofista Protágoras (485-411 a. C.) identificaba la “verdad” para el ser humano con lo subjetivo, no con lo objetivo. Un ejemplo: Pienso en la tierra. El sujeto pensante soy yo. Por tanto, subjetivo es lo que pertenece al sujeto, a mí. Objetivo, es lo        que pertenece al objeto = la tierra. Por ello puedo pensar, a partir de la observación de una inmensa carretera recta, que la tierra es plana; eso es la impresión subjetiva, pero lo objetivo es que la tierra es redonda, porque es un conocimiento físico adquirido y firme. Protágoras, pues,  afirmaba exactamente que la verdad no existe objetivamente, que no hay verdades objetivas, y que la verdad depende del sujeto pensante.

El sofista Gorgias de Leontinos, en Sicilia (485-380 a. C.), contemporáneo de Sócrates (470-339 a. C. y que escribió un volumen Sobre la naturaleza o lo no existente, intentaba probar el núcleo del pensamiento de Protágoras. En su libro intentó fundamentar tres proposiciones: 1. Nada existe objetivamente; 2. Si algo existiera, no puede ser conocido en sí mismo; 3. Si algo pudiera ser conocido, no sería posible comunicar ese conocimiento a otros.

No podemos detenernos aquí en todas las pruebas (algunas son complicadas) que aporta Gorgias y que tienen que ver con la filosofía griega anterior a él (por ejemplo, con Zenón de Elea quien creyó poder probar teóricamente que el movimiento no existe en sí, sino en nuestra percepción), sino en la idea de que Gorgias pensó que había probado que esas tres proposiciones eran verdaderas.

Con ello confirmaba Gorgias que la verdad para el ser humano depende de su percepción. Un ejemplo de algo que sucede continuamente: Tengo diversas impresiones continuamente de un mismo objeto, pero gentes diferentes tienen en idénticas circunstancias diferentes impresiones de ese mismo objeto, luego saber la verdad sobre ese objeto es imposible. Si la verdad se corresponde con la sensación  (pues otra verdad es imposible) y si la sensación es mía, la verdad no es comunicable… porque las percepciones y sensaciones son personales e intransferibles. Pero atención: No es que Gorgias quería probar que nada existe fuera de mí, sino que nada existe para mí como verdadero o como falso absoluto… porque lo que para mí es falso para otro es verdadero.

Así pues, según los sofistas, la verdad es lo que es verdad para el individuo. Esto es una filosofía que puede denominarse “utilitarista”. La verdad es lo que para mí es útil. Y para mí es muy útil –siguiendo con el ejemplo anterior– pensar que la tierra no es redonda, sino plana.

Al negar la diferencia entre razón universal para todos como fundamento de la verdad y percepción individual, consecuentemente se niega que la razón sea la única norma de la verdad. Eso lleva a poder sostener que dos proposiciones contradictorias pueden ser verdaderas.

Protágoras vio que esto era así y no se arredró ante esta conclusión. Lo contradictorio en sí puede ser verdadero para diversos seres humanos;  o bien para el mismo ser humano en diversos momentos de su vida. Por eso opinaba que a cualquier opinión que se intente demostrar se le puede oponer otra proposición contradictoria con iguales argumentos e igual aspiración a la verdad.

Por tanto, sólo hay verdad para mí mismo. Verdad y falso no existen como conceptos objetivos. Vale igual decir que “todo es verdadero”, como decir “todo es falso”. “Verdad” y “Ser” son sólo conceptos relativos. Protágoras miraba incluso con cierto desdén a matemáticos y astrónomos que hacían cuentas y cálculos sin aplicación a lo verdadero…  ¡que es lo que percibo… y eso es lo útil en esta vida…!

Protágoras pudo ser inducido a esta conclusión por efecto de observar cuán diferentes son las impresiones de los diversos individuos tienen sobre un mismo suceso y cómo cada uno habla de ello, tal como lo percibió, o “habla de la feria como le fue en ella”. Igualmente pudo influirle la doctrina de Heráclito sobre la no verdad de la permanencia: Todo fluye y todo es y no es al mismo tiempo expresada en su célebre frase (que en verdad es espuria, pero manifiesta bien su pensamiento): “Nunca te estarás bañando en el mismo río”, ya que el agua que fluye constantemente hace que siempre sea un río diferente. Eres tú el que dices que es el mismo río. Pero no es así. Por tanto si es verdad decir que algo es, es también verdad decir que algo no es, a la vez.

A todas estas ideas se opuso Sócrates decididamente. Y nosotros nos apoyaremos en sus ideas para salir de este atolladero, que como ven tiene mucho que ver con el pensamiento modernista: No hay verdad objetiva extraíble de un texto antiguo –por ejemplo de los Evangelios–, sino solo subjetiva. La que yo como sujeto extraigo.

Sócrates fue contemporáneo de los sofistas, como he indicado, pero su pensamiento es radicalmente distinto, pues si algo hay en su vida es la búsqueda de la verdad absoluta.

La doctrina de Sócrates se dirige ante todo a la ética, al comportamiento. Pero la ética socrática está basada en una teoría del conocimiento, sencilla, pero muy importante. En resumen puede decirse que, según Sócrates, se sal del atolladero de los subjetivo porque el ser humano conoce a base de conceptos universales.  Y estos los tiene todo ser humano y gracias a que los tenemos todos podemos entendernos acerca de la verdad objetiva de lo que está fuera de nosotros: la tierra o un texto antiguo.

Seguiremos

Saludos cordiales de Antonio Piñero

Http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html

NOTA:

Un enlace a una entrevista que me han hecho últimamente:

https://www.ivoox.com/origenes-del-cristianismo-analisis-primeros-audios-mp3_rf_51778403_1.html  

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