En memoria de una voz ética
En el aniversario del profesor aranguren
Fue un verano, 1994, en la Universidad Menéndez Pelayo de Santander, en un cursillo sobre religión y política, cuando hablaba con él sobre un tema que era muy suyo y que yo lo he hecho muy mío. Uno de sus libros preferidos era el de Ética y política (1964).
En este libro, como en su pensamiento en general, estaba muy influenciado por J. Ortega y Gasset, a quien él presentaba siempre como un fuera de serie. No tenía reparo en decir que a su lado él y todos los demás eran como enanitos.
Le he escuchado, además, en los congresos de la Asociación de Teólogos Juan XXIII en los que ha tenido alguna ponencia, porque era un cristiano sólido -hetorodoxo, decía él- y tenía razón, porque el cristiano ha de ser inconformista y dinámico, tanto en el pensamiento como en la acción.
Con él comparto la idea de que la política es una gran virtud, a pesar del mal uso que hacen de ella los políticos. Comparto igualmente el empeño de devolverle su carácter virtuoso primitivo, del que se apartó cuando los políticos cayeron en las redes del materialismo.
Aranguren piensa que el cielo y la tierra no están distantes y que por eso los cristianos comprometidos en la transformación de la sociedad han de tomar parte activa en la vida pública y en las instituciones que la propia sociedad se ha dado. Es la mejor forma de devolver a la sociedad y a la actividad política el carácter ético que han perdido.
En este sentido coincide con la Constitución Pastoral sobre a Iglesia e el mundo actual del C. Vaticano II, que pide a los cristianos la práctica de virtudes morales y sociales.
Coincide también con los amantes de la ética, los cuales lamentan que insistamos tanto en la práctica de virtudes privadas que ya poseemosy abandonemos, en cambio, las públicas que nos faltan. Y es que sin la práctica de virtudes públicas no hay redención del hombre de nuestro tiempo.
En estos momentos en que se habla de un nuevo modelo de sistema, el pensamiento de Aranguren es digno de ser tenido en cuenta: él habla siempre de un Estado justicia, no de poder y dominación. Exige también responsabilidad ética a cada ciudadano en particular si queremos que todo el Estado en su conjunto funcione. Y es que para él la tarea moral, tanto la personal como la colectiva no acaba nunca.
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Mañana en el curso de teología que,
seguimos los martes tratamos cómo
hablar de Dios en el mundo seculari
zado. Un tema importante para evan-
gelizar hoy.
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PD. Pido perdón porque estaba preparando un artículo sobre el aborto y no me acordé de poner la fecha del próximo miércoles que es cuando saldrá. Cerré el ordenaror sin darme cuenta que saladría inmediatamente. Salió e hicieron incluso dos comentarios, pero era muy poco lo que estaba escrito, así que saldrá completo el miércoles. Perdón una vez más.
www.porunmundomasjusto
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Fue un verano, 1994, en la Universidad Menéndez Pelayo de Santander, en un cursillo sobre religión y política, cuando hablaba con él sobre un tema que era muy suyo y que yo lo he hecho muy mío. Uno de sus libros preferidos era el de Ética y política (1964).
En este libro, como en su pensamiento en general, estaba muy influenciado por J. Ortega y Gasset, a quien él presentaba siempre como un fuera de serie. No tenía reparo en decir que a su lado él y todos los demás eran como enanitos.
Le he escuchado, además, en los congresos de la Asociación de Teólogos Juan XXIII en los que ha tenido alguna ponencia, porque era un cristiano sólido -hetorodoxo, decía él- y tenía razón, porque el cristiano ha de ser inconformista y dinámico, tanto en el pensamiento como en la acción.
Con él comparto la idea de que la política es una gran virtud, a pesar del mal uso que hacen de ella los políticos. Comparto igualmente el empeño de devolverle su carácter virtuoso primitivo, del que se apartó cuando los políticos cayeron en las redes del materialismo.
Aranguren piensa que el cielo y la tierra no están distantes y que por eso los cristianos comprometidos en la transformación de la sociedad han de tomar parte activa en la vida pública y en las instituciones que la propia sociedad se ha dado. Es la mejor forma de devolver a la sociedad y a la actividad política el carácter ético que han perdido.
En este sentido coincide con la Constitución Pastoral sobre a Iglesia e el mundo actual del C. Vaticano II, que pide a los cristianos la práctica de virtudes morales y sociales.
Coincide también con los amantes de la ética, los cuales lamentan que insistamos tanto en la práctica de virtudes privadas que ya poseemosy abandonemos, en cambio, las públicas que nos faltan. Y es que sin la práctica de virtudes públicas no hay redención del hombre de nuestro tiempo.
En estos momentos en que se habla de un nuevo modelo de sistema, el pensamiento de Aranguren es digno de ser tenido en cuenta: él habla siempre de un Estado justicia, no de poder y dominación. Exige también responsabilidad ética a cada ciudadano en particular si queremos que todo el Estado en su conjunto funcione. Y es que para él la tarea moral, tanto la personal como la colectiva no acaba nunca.
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Mañana en el curso de teología que,
seguimos los martes tratamos cómo
hablar de Dios en el mundo seculari
zado. Un tema importante para evan-
gelizar hoy.
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PD. Pido perdón porque estaba preparando un artículo sobre el aborto y no me acordé de poner la fecha del próximo miércoles que es cuando saldrá. Cerré el ordenaror sin darme cuenta que saladría inmediatamente. Salió e hicieron incluso dos comentarios, pero era muy poco lo que estaba escrito, así que saldrá completo el miércoles. Perdón una vez más.
www.porunmundomasjusto
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