Una Biblia, unos Obispos, un Espíritu Santo... Y así nació la Iglesia

-- en el Espíritu Santo,
-- la santa Iglesia Católica,
-- la Comunión de los Santos
-- el perdón de los pecados
-- y la Vida Eterna (o la resurrección de los muertos).
De esa forma, el credo vincula a la Iglesia con el Espíritu Santo (plano de fundamentación trascendente), con la comunión-comunidad de los creyentes (plano horizontal) y con la Vida Eterna (plano de futuro o de culminación en lo divino).
Pues bien, esta Iglesia vinculada al Espíritu de Dios, expresada en forma de comunidad de creyentes y abierta a la vida eterna... es un grupo concreto (social) de hombres y mujeres, reunidos a partir de la acción y memoria de Jesús, como ha puesto de relieve el libro de R. Aguirre (Así empezó el cristianismo, VD, Estella 2010), a partir del cual estoy presentando estos días una serie de reflexiones de principio sobre el tema. Desde ese fondo quiero seguir tratando hoy de algunos elementos básicos que están en el principio de la iglesia, como son una Biblia, unos Obispos y (en otro plano) un Espíritu Santo... y todo eso en un contexto histórico preciso, en la segunda mitad del siglo II d.C.
PRINCIPIO
El momento clave en el surgimiento de la Gran Iglesia ha sido la segunda mitad del siglo II d. C. Hasta entonces había diversas comunidades que se relacionaban entre sí, pero que no habían logrado desarrollarse de un modo significativo. Parecía difícil que se unieran, encontrando una base común, para crear un movimiento religioso unificado. Por otra parte, se podía suponer que incluso después de haberse unificado un movimiento de ese tipo encontraría dificultades en consolidarse, de manera que muchos (incluso gobernantes del imperio) pensaron que esas comunidades de Jesús acabarían diluyéndose, igual que otras tendencias, cultos y grupos religiosos.
Pero el movimiento de Jesús mostró una resistencia especial. Tenía un impulso y una mística de la que carecían otros movimientos judíos de aquel tiempo y, de esa forma, a partir de la segunda mitad del siglo II logró encontrar una identidad común y no sólo mantenerse, sino que avanzó y creció de un modo cada vez más rápido. Así podemos decir que la Gran Iglesia como institución unitaria nació precisamente entonces y se consolidó en torno a tres elementos básicos:
a. Los cristianos fijaron (junto a la Biblia judía, que siguió estando en su base) un canon de escritos propios, que fijaron los límites de su movimiento, de manera que pudieran integrarse en la Gran Iglesia tendencias diversas de líneas distintas, unas más místicas y otras más apocalípticas, unas judeo-cristianas y otras más helenistas (pues sólo quedaron fuera algunos grupos extremos de tipo gnóstico y otro judeocristiano).
b. Los cristianos crearon tipo de episcopado común, es decir, una autoridad unitaria, de carácter social concreto (visible) que permitió que les permitió estructurarse de un modo visible, en forma de comunión visible no como grupo intimista de personas separadas del mundo. En ese sentido, más que signo de autoridad externa, el episcopado puede interpretarse como garantía de “carnalidad” cristiana.
c. Los cristianos se vincularon a través de unos ritos relacionados con Jesús (bautismo, eucaristía), y también por unas creencias (Jesús es Mesías de Dios, es el Cristo) y unas prácticas fundamentales (amor mutuo, solidaridad con los más pobres) que aparecían como señales de identidad y daban un aire de familia a los diversos grupos del movimiento cristiano.
Fue entonces cuando, a partir del canon y del episcopado, y sobre la base de unos ritos, creencias y prácticas comunes, se dieron las circunstancias favorables para el surgimiento de la Gran Iglesia universal (occidental) que se ha mantenido hasta el día de hoy relativamente estable. Esa iglesia así constituida no sólo se ha mantenido, sino que ha venido a convertirse en base privilegiada de la cultura occidental.
Son muchos los que afirman que actualmente (a comienzos del siglo XXI) ha terminado el ciclo base de la Iglesia así constituida, de tal forma que la herencia cristiana corre el riesgo de perderse, al menos en su forma occidental. Por eso es bueno volver al principio y analizar los rasgos básicos del movimiento cristiano.
Tesis:
Llamo Iglesia cristiana (y cuando digo Iglesia me refiero en general a las iglesias instituidas) a la comunidad (comunidades) de aquellos que se vinculan mutuamente en nombre de Jesús, a quien consideran Cristo de Dios, en una línea que se encuentra fundada en las tradiciones de Israel (Jesús fue un israelita) y abierta al conjunto de la humanidad. En ese contexto son importantes los siguientes temas: (1) fe en Dios; (2) tradiciones cristianas; (3) las iglesias
1. FE EN EL DIOS DE JESÚS:
a. Cristianos son aquellos que se relacionan con Dios a través de Jesús. La vida y muerte de Jesús (a quien ellos consideran vivo: resucitado) es para los cristianos el lugar de la revelación (trascendencia) de Dios que es divino haciéndose Palabra y Vida humana. En el principio del cristianismo hay, según eso, la certeza de una revelación de Dios (una afirmación de su trascendencia).
b. Para los cristianos, el conocimiento de la trascendencia de Dios resulta inseparable de las tradiciones de Israel, codificadas en un texto canónico: la Biblia Israelita (el Antiguo Testamento cristiano). Pues bien, ese Antiguo Testamento no recoge una, sino varias tradiciones, vinculadas a Israel y contenidas en varios libros (Torá, Profetas, Escritos…). Más aún, en la misma Torá o Pentateuco hay varias tradiciones reunidas (por lo menos la Sacerdotal, la Deuteronomista y la Apocalíptica), pero en todas ellas se expresa una misma trascendencia activa de Dios.
c. Pues bien, según los cristianos, ese mismo Dios trascendente de las tradiciones del Antiguo Testamento ha venido a manifestarse de una forma plena en Jesús de Nazaret, cuyo testimonio reconoce el Nuevo Testamento (la Biblia expresamente cristiana). En ese contexto debemos añadir que el Nuevo Testamento ha recogido varias tradiciones, que provienen de iglesias distintas, tal como lo muestran los varios documentos del Nuevo Testamento. Por eso se puede hablar de una pluralidad de tradiciones vinculadas al mismo Jesús. El ejemplo más significativo de ello son los cuatro evangelios canónicos (sin contar con los no aceptados en el canon, que también pueden conservar tradiciones significativas sobre Jesús, en línea más gnóstica o judeocristiana: de Tomás o Felipe, de los Hebreos o los Nazareos).
2. FE EN JESUS, TRADICIONES CRISTIANAS
a. En la línea anterior hay que hablar de una «tradición de tradiciones» o, quizá mejor, de un discernimiento y diálogo entre tradiciones cristianas. La «gran tradición» de la Iglesia se configura como un proceso comunicativo que vincula varias tradiciones, que pueden ser convergentes, pero que a veces aparecen como enfrentadas, difíciles de ensamblar en un plano unívoco. Las más significativas (o las que han sido aceptadas por un tipo de consenso de iglesias) se han fijado en los libros canónicos, en la segunda mitad del siglo II.
c. El Canon Bíblico del NT (Escritura cristiana) es un pacto de varias tradiciones, expresadas en libros distintos, no opuestas sin más, pero tampoco idénticas. La Gran iglesia acepta un canon extenso y variado de libros, optando, según eso, por la variedad y, de manera consecuente, por el diálogo entre las varias tradiciones bíblicas, que han quedado canonizadas. Más aún, esos mismos escritos del NT dan lugar a tradiciones de recepción e interpretación, de manera que podemos hablar de una “tradición interpretativa”. De todas formas, la variedad del abanico de tradiciones canónicas no es ilimitada, de manera que se puede y debe hablar de tradiciones excluidas y/o marginadas: excluidas por el pacto de la Gran Iglesia o marginadas por sí mismas, pues ellas (o sus portadores) han querido marginarse.
c. Por eso hay que hablar de una fecundación de tradiciones, que se vinculan desde el recuerdo común de Jesús, entendido como presencia de Dios y salvación para los hombres. Partiendo de esa fecundación, las diversas iglesias se han configurado de manera bastante homogénea como iglesias episcopales, con una autoridad reconocida y sancionada ante el poder civil, de manera que podemos afirmar que las iglesias no episcopales han quedado fuera del gran pacto de iglesias (que se expresa en los concilios del siglo IV: Nicea y Constantinopla)
3. IGLESIAS CONSTITUIDAS
En un tiempo posterior (a partir del siglo X-XI d. C, es decir, tras la «reforma gregoriana») se puede hablar de diversas tres tendencias eclesiales más significativas:
a. Iglesias “ortodoxas”: Tradición normativa. Han mantenido el pacto sinodal antiguo, propio de las iglesias helenistas y bizantinas, de manera que la autoridad máxima sigue siendo en ellas la de los Santos Padres y los Concilios antiguos, con los sínodos modernos. En general han fijado unas tradiciones que vienen del tiempo bizantino (tras el Concilio de Calcedonia: 451 d.C.), en plano litúrgico y de organización sacral. En ese contexto podríamos decir que la tradición queda sacralizada en fórmulas icónicas y litúrgicas.
b. Iglesia “católica”: Tradición en manos del Magisterio. La Iglesia católica ha unificado el magisterio que interpreta las tradiciones, desde el centro de Roma. De esa manera, el Magisterio (entendido como tradición central) fija el sentido de la fe cristiana, de manera que Pío IX pudo afirmar: “la tradizione sono io”, la tradición soy yo. El Papa aparece así como símbolo y garante universal de la tradición, que se identifica así con el magisterio... En ese contexto se puede hablar de infalibilidad, entendida como “indefectibilidad”, y se añade que la verdadera la tradición, recogida y asegurada por el Magisterio, se mantendrá siempre fiel al origen y sentido de Jesús… La tradición conservará siempre el núcleo o esencia del mensaje de Jesús.
c. Las iglesias protestantes quieren volver las tradiciones básicas que están expresadas en la Biblia (Nuevo Testamento), conectando esas tradiciones con la libertad de cada creyente, con eso que se puede llamar «la interpretación privada de la Biblia». De esa manera, cada buen protestante recrea de nuevo la Iglesia. De todas maneras, las iglesias protestantes asumen básicamente las tradiciones primeras de la Iglesia (los Cinco Primeros Concilios) y han creado también tradiciones propias (Luteranas, Reformadas etc).