Espíritu Santo, el "impulso" de Dios: Un primer mapa cristiano

Miremos la imagen, por favor: El niño de la playa, en la mañana-tarde, deja en la arena su viejo balón y salta ilusionado para "agarrar" el Balón de Dios (el sol-luna). Juguemos también nosotros su "partida":

-- Vamos a agarrar la luna, esa luna-sol, como el niño de la playa, para dejarnos transformar por ella por el Sol de Cristo en la noche de la vida...

-- vamos a detener al sol, para que no se esconda en la tarde, para que siga alumbrando, y el mundo no muera en su oscuridad; que nuestra misma vida sea sol, presencia del Espíritu de Cristo para todos los hombres y mujeres...

-- vamos a descubrir la luz, dejar que mil luces nos inunden, sabernos alumbrados, que nada oscuro haya en nosotros, nada que esconder, de manera que podamos ser transparentes en Dios, en el Dios de Jesús; que nos vean y vean a Dios, proclamando su gloria entre los pueblos, al ver cómo nos amamos;

-- vamos a llenar el mar y la tierra con todos los otoños y todas las primaveras, es decir, con todas las palabra y las luces de este día de Pentecostés... Y que este niño de la playa y del balón soñado, deseado, buscado, expandido... sea signo de la Iglesia abierta y clara de Pentecostés.

-- Dejemos el pobre balón viejo y gastado en la orilla, sobre la arena, como lo ha dejado el niño, el balón de nuestra impotencias, mentiras y pecados... Saltemos para agarrar el balón nuevo del sol-luna de Dios que es el Espíritu, para iniciar así la gran "partida" de Dios, sobre el ancho mundo, más allá de los mares, en amor gozoso, para todos los pueblos

Con esa imagen del niño que deja el viejo balón en la arena y salta queriendo agarrar el sol y/o la luna de la vida nueva de Jesús, mientras la luz alumbra y enciende los mares, quiero saludar hoy al Espíritu Santo, como el día de Pentecostés, abierto a todas las gentes de la tierra. Así lo indicará el texto de la primera fiesta de Pentecostés, en el libro de los Hechos de los apóstoles, que comentaré brevemente:

-- De esa forma paso ya al texto concreto de Pentecostés y de los primeros "grupos" de la Iglesia, en Hechos 2.
-- Buen día del Espíritu Santo para todos, con el recuerdo de las primeras iglesias, con la tarea de nuestra Iglesia, hoy 19 de mayo del 2013.
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El día de la fiesta cristiana

Pentecostés ha sido la primera fiesta cristiana, fiesta de gozo y presencia de Dios, fiesta de misión, pues Jesús mismo acoge y envía con su Espíritu a sus discípulos y amigos para todo el mundo. En este contexto se puede citar el «mapa cristiano» de Hch 2, que Lucas (autor de Hechos) parece haber recogido de una tradición anterior donde se habla de la procedencia de los judíos de la diáspora que han escuchado a los apóstoles y a Pedro, hablando «en sus propias lenguas».

Éste es, según Lucas, el principio del principio de la iglesia, que se abre desde Jerusalén, por el mensaje de los primeros discípulos de Jesús (todos galileos), a través los judíos piadosos y prosélitos de todas las lenguas y naciones (signo de la humanidad), a los diversos países del mundo conocido. Han escuchado el "estruendo", el viento fuerte del Espíritu, han recibido la "luz", las llamas de fuego:

Cuando se produjo este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confundidos, porque cada uno les oía hablar en su propio idioma. Estaban atónitos y asombrados, y decían: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, les oímos nosotros cada uno en nuestro idioma en que nacimos? Partos, medos, elamitas; habitantes de Mesopotamia, de Judea y de Capadocia, del Ponto y de Asia, de Frigia y de Panfilia, de Egipto y de las regiones de Libia más allá de Cirene; forasteros romanos, tanto judíos como prosélitos; cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestros propios idiomas los grandes hechos de Dios (Hch 2, 6-11)


Nos hallamos ante una primera descripción de los lugares de donde provenían (y donde se ubicaban) los judeocristianos del comienzo de la Iglesia, divididos en seis unidades.

-- En un nivel, Lucas supone que todos los que escuchan son judíos de la diáspora, que vienen a Jerusalén, para celebrar la fiesta de la Ley de Dios.

-- Pero, en otro plano, les presenta como signo de las diversas naciones de donde provienen, ofreciendo así una primera geografía cristiana... Esa es la geografía que hoy quiero ver representada en el niño de la playa que recoge con sus manos el sol/luna de la tarde y la mañana para llevarlo a todos los pueblos:

1. Partos, medos, elamitas; habitantes de Mesopotamia. Todos ellos tienen en común el hecho de que vienen de fuera del imperio romano, de la diáspora persa, de Oriente. Éste es el único lugar del Nuevo Testamento en que aparecen, a no ser que se aluda también a esas regiones en el relato de los magos de Mt 2, que abre el abanico misionero de la Iglesia hacia el Oriente, en una dirección que será central para el judaísmo posterior del Talmud, entre los siglos IV-VIII (que se ha desarrollado básicamente en el contexto de «Babilonia», es decir, del imperio persa). Parece claro que en tiempos de Lucas (hacia el 100 d.C.) había cristianos de esa procedencia.

2. (Habitantes) de Judea. No se sabe si la palabra «Judea» se toma aquí en sentido estricto, aplicándose a Jerusalén y a su entorno, o si incluye también Galilea y lo que llamaríamos hoy «las tierras de Israel». Es claro que en esos lugares había cristianos no sólo en tiempos de Lucas, sino en tiempos anteriores, como seguiremos viendo en todo lo que sigue (en esa línea, cf. 1 Tes 2, 14; Gal 1, 22; Hch 9, 31). De todas formas, resulta extraño que no se cite expresamente Galilea.

3. (Habitantes) de Capadocia, del Ponto y de Asia, de Frigia y de Panfilia. Esas regiones pertenecen a lo que suele llamarse «Asia Menor» (la actual Turquía), donde se sitúa no sólo gran parte de la misión de Pablo, sino también el espacio eclesial al que se dirige la carta primera de Pedro (1Ped 1, 1). En este espacio se ubican diversos episodios de la historia de Los primeros cristianos. De todas formas, resulta extraño que no se aluda a las regiones y ciudades griegas (Macedonia, Acaya) donde se ha extendido también la misión de Pablo.

4. (Habitantes) de Egipto y de las regiones de Libia más allá de Cirene. Forman parte de la diáspora africana del judaísmo. De los cristianos de Egipto y de Libia nos dice poco el Nuevo Testamento, aunque por otros datos sabemos que los hubo desde muy pronto (cf. Hch 18, 24). La cristiandad egipcia será después muy importante, como veremos en La Gran iglesia.

5. Forasteros romanos, tanto judíos como prosélitos. No se sabe si aquí se alude a los habitantes del imperio romano en general o sólo a los de la ciudad Roma (lo que parece más probable). Las comunidades cristianas de Roma son también muy antiguas, como sabemos no sólo por el Nuevo Testamento (carta de Pablo a los Romanos; Hech 28), sino también por testimonios paganos (como los de Tácito y Suetonio). Roma está presente, según este esquema, desde el principio de la Iglesia. Pero Roma no es todo, ni siquiera es el centro... El centro es el Espíritu Santo desde Jerusalén, el centro puede ser este niño de la playa que quiere coger la luna con sus manos, el sol con sus brazos...

6. Cretenses y árabes. De la misión entre los árabes habla el mismo Pablo en Gal 1, 17 De los cristianos de Creta tenemos noticia por la carta a Tito (Tit 1, 5, 12). No es claro por qué se han unido aquí estos grupos. Los cretenses son de una isla griega del imperio; los árabes pueden formar parte del Imperio romano (como los del reino nabateo) o quedar fuera del imperio (como los partos, medos, elamitas y mesopotamios del primer grupo).

Conforme a este esquema geográfico, el cristianismo aparece vinculado a la «diáspora judía», que acude a Jerusalén para volver a sus raíces y para descubrir allí la novedad del evangelio de de Jesús, es decir, el nuevo judaísmo que el Espíritu de Dios fundamenta y promueve, de manera carismática, traduciéndola a las varias lenguas y formas de vida del mundo, en el contexto de la diáspora judía. La misión cristiana queda así vinculada al despliegue del judaísmo. Del judaísmo venimos, en el Antiguo Testamento nos arraigamos. Por eso, la fiesta de Pentecostés sigue siendo una fiesta judía: Fiesta de la Ley que se abre a la gracia, fiesta del Pueblo de Dios que se agra a todos los pueblos

Este mapa es bastante complejo (y completo), pero no incluye algunas regiones que han sido muy significativas en el cristianismo primitivo:

-- en primer lugar, falta Galilea y Siria (con Fenicia) y Cilicia, donde se ha formado la primera gran metrópolis cristiana fuera de Israel (en Antioquía);
-- en segundo lugar, falta la zona de Macedonia y Grecia propiamente dicha (Tesalónica, Filipos, Corinto), donde Pablo ha realizado gran parte de su misión.

-- Tampoco se citan aquí otras zonas de interés de Pablo, como son quizá Iliria y España.

Éste es un mapa inicial, mapa incompleto, que tenemos que completar nosotros, llevando el Espíritu de Cristo a todo el mundo, como este niño que quiere agarrar el sol, la luna... para alumbrar a todas las naciones, en todos los tiempos, hasta que el Sol de Dios lo alumbre todo
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