Las Estaciones del Silencio, de José Chamoro (Jesús poeta )

Mañana, 24 de noviembre, José Chamorro, poeta y teólogo, amigo y compañero, presenta en su pueblo (Alcalá la Real, Jaen) un libro bello de poesía y reflexión cristiana.

Quisiera estar a su lado, por él y por su libro, por Tania, su mujer, y por nuestra amistad. Pero acabo de volver Portugal, de otras faenas, menos poéticas, pero más urgentes, y no podré acompañarle, no llegaría a tiempo.

Felicidades, José, por tu libro. Felicidades por tu blog que recomiendo otra vez a mis amigos (http://desdelaquietud.blogspot.com.es/), un blog de bellísimas palabras, sobre los temas más hondo, de misterio y gracia.

Quiero dejarte con tu gente, que disfrutes con ella, que disfruten ellos con tu libro. Que durante muchos, muchos años, podamos seguir evocando el misterio de Jesús, desde el silencio más hondo.

Como testimonio de amistad y cercanía quiero colgar hoy en mi portal las palabras que un día escribí (y que tú me inspiraste) sobre Jesús poeta, evocando tu misión cristiana, al servicio del silencio, que es silencio para la más honda palabra.

Hay una palabra que no brota del silencio interior, ni de de la escucha del otro, sino que es pura palabrería. Contra esa palabrería has querido evocar las "estaciones" del silencio, para así escuchar mejor la palabra, para así comunicarte, desde tu "claustro" que es el mundo entero, tejido de amor, con Tania, tu esposa, con todos tus amigos.

Otro día, con tu permiso, publicaré en mi blog algunas de las palabras más importantes de tu itinerario de silencio "sonoro", lleno de comunicación. Hoy me limito a poner en mi blog las palabras que escribí para ti, y que tú has tenido el gesto de poner como prefacio, como un portal, en las primeras páginas de tu libro.

Mis palabras son un simple pórtico teológico. Pueden servir para que algunos se paren en ellas a reposar un poco, antes de entrar (como en el claustro de la portada del libro, abierto a todo el mundo). Pero después es necesario entrar en el "templo" de tu libro, con tus estaciones de silencio que hablan del Dos de la belleza, y de la belleza del mundo y de la vida que se recorre ante Dios.




Jesús de Nazaret, poeta, no teólogo (X. Pikaza)
(Prólogo al libro de J. Chamorro)



Para José Chamorro,
poeta y teólogo


Querido José, en un sentido, eres más que Jesús, pues él sólo fue poeta/profeta, y tú eres también teólogo, aunque en otro eres “menos” (si se puede decir eso), porque ser poeta y teólogo es menos que ser simplemente poeta, como era Jesús. De todas formas, en este libro has mostrado que eres un buen poeta, y también un buen teólogo, pues has logrado contarnos las estaciones de un año de tu vida en sintonía profunda con la Palabra originaria que es Jesús.

El teólogo ha de explicar a veces lo que dice, para que le entienden, como le pasó al mismo Juan de la Cruz, poeta excelso, cuando, a pedido de amigos y amigas, se pudo a explicar algunos de sus versos, no para decir más (¡era imposible!), sino para decirlo de otro modo, para los simples mortales que necesitamos también prosa, pues nos cuesta vivir de poesía pura.
Tú has hecho verso y prosa, como Juan de la Cruz, pero Jesús sólo hizo verso. Toda su vida fue un poema, y las interpretaciones de ese poema han sido y siguen siendo las diversas teologías del cristianismo. Teniendo eso en cuenta, a ti que eres teólogo, pero antes poeta, quiero decirte dos palabras sobre la manera en la que yo (simple prosista) logro entender la poesía de Jesús, que abrió una estética universal de gozo y vida, desde los pobres y expulsados del sistema, para iluminar así mejor lo tú dices y hacer.

………

En estos últimos tiempos, son muchos los que quieren entender el arte como lujo para ricos, en un mundo donde un tipo de pretendida belleza se compra y vende, se calcula y almacena, como objeto de consumo, de manera que sólo algunos privilegiados podrían cultivarla y disfrutarla, mientras que los pobres seguirían aplastados por la prosa de la vida. Pues bien, en contra de eso, quiero decirte algo que sabes: Jesús fue poeta de los pobres (expulsados, hambrientos), en el sentido radical de la palabra, y así quiso que todos descubrieran y gozaran la más alta poesía de la vida. Él fue heredero de la experiencia profética (poética) de Israel, su pueblo, pero, al mismo tiempo, pudo asumir las más bellas tradiciones poéticas de Grecia, presentándose como Poeta Universal.

Lujo para ricos tiende a ser un tipo de arte, como he dicho, en un sistema comercialista, comprado por los dueños de orden oficial, manipulado en el mercado, y expandido luego, para consumo de masas que piensan que es bello y verdadero sólo aquello que está en la propaganda. Ya lo sabían de algún modo los romanos, cuando vincularon el arte de masas con el panem et circenses, el puro pan y el circo. Nuestra situación (a principios del siglo XXI) resulta parecida a la de Roma: también nosotros corremos el riesgo de caer en manos de un sistema que ofrece pan y circo, comida y diversión sin libertad, ni pensamiento verdadero, diciendo además que eso es el arte.
Dentro de esa “lógica” del sistema, tanto en tiempo de Jesús como en el nuestro, el alto pan y el circo (la belleza cara) quedaba reservada a los ricos, era para aquellos que pudieran pagarla, apareciendo así como representantes superiores de la cultura. Los otros, los más pobres, quedaban condenados a un arte de puro consumo, manipulado por los pretendidos superiores.

Pues bien, en una situación como aquella, como la nuestra, la belleza verdadera sólo puede surgir allí donde hay hombres y mujeres, que quieren y logran vivir contra el sistema, pero a favor de la humanidad, retornando a las fuentes de la vida, como hizo Jesús, no con armas o dinero, sino en desnudez de vida y amor. Por eso he dicho que Jesús era poeta, sólo poeta, mientras otros como tú, José Chamorro, los mejores, tenéis (tenemos) que ser también prosistas, pues no podéis (no podemos) vivir por ahora en el nivel de la pura poesía originaria de la vida. Tenemos que ser también prosistas, obreros del sistema, pero sabemos que hay poesía más alta, hay esperanza.

…………

Quiero recordar en ese fondo a Jesús poeta, que vino para abrir los ojos y soltar los oídos y la boca de los excluidos, curando a los enfermos y acogiendo a los negados, para que pudieran descubrir y disfrutar de un modo directo la belleza de la creación, asumiendo de forma personal la vida. Así ofreció su “arte”, el gozo de sentir, la belleza de vivir, precisamente a los que estaban expulsados del orden oficial del arte y la belleza de los ricos, esto es, de los sacerdotes y comerciantes, de los políticos y defensores del orden impuesto de Jerusalén y de Roma (cf. Lc 4, 18-20; Mt 11, 2-6 par).

Vino Jesús sin armas, ni dinero, pero traía algo más alto, un poema de amor, una corriente de belleza, para ofrecer así los signos de su vida poderosa, contagiosa, a los más pobres de la sociedad. Por eso decimos que fue portador de la belleza, que consiste en mirar y admirar, en descubrir y compartir el don de la vida (¡todo poesía!) precisamente en medio de un mundo que el sistema tiende a convertir en basurero, para descubrir y cultivar allí la gloria de Dios, esto es, la perla preciosa, la gran joya, de la vida humana.
Fue poeta/profeta de belleza universal. No necesitó encerrarse en bodegas de libros muertos, donde los rabinos buscaban y encontraba, con paciencia infinita, los meandros y conexiones de una ley donde sólo había prosa. No subió a los palacios y castillos de gobernadores o reyes, para discutir con sacerdotes y herodianos los últimos avances de moda del arte elitista de Roma o de Grecia. No se vendió a las modas del arte dictado por el César de turno del imperio.

Al contrario, él buscó y logró crear un hueco de vida y de palabra en la escuela abierta de la calle, a la vera del mar o en las aldeas de Galilea, para ir ofreciendo a marginados y amigos la más alta lección de un arte que implica vivir en gratuidad y regalar a los demás la propia vida, que vence a la muerte, de una forma creadora, abierta a la esperanza del Arte supremo que es Dios, en medio de la prosa del mundo, pero sin nada de prosa impositiva, todo belleza, todo palabra creadora. Estos fueron los temas centrales de su estética mesiánica:

− Dios, la gracia. La poesía de Jesús era el mismo don de Dios, el descubrimiento admirado de su presencia gozosa y creadora en cada uno de los hombres y las cosas. Ésta fue su lección: ¡La belleza es Dios, el arte consiste en descubrirle y expresarle en la propia vida humana, haciéndonos así presencia suya! Belleza es la Vida como tal, el arte consiste en recibirla con gozo y compartirla con generosidad iluminada.
Más allá de las razones de políticos y sabios, desbordando la prosa de un mundo hecho de imposiciones y propagandas sin alma, Jesús puso a los hombres y mujeres de su entorno en contacto directo con Dios, un Dios revelado como belleza y gracia, simple poesía. La tarea de los hombres no consiste, por tanto, en aprender con gran esfuerzo, ni en conquistar con lucha fuerte lo que ellos son, sino en dejarse llenar y transformar por lo divino, en diálogo de amor, descubriendo en nuestros ojos los ojos de Dios que nos miran y se admiran al mirarnos, todo poesía, en las raíces de la vida.

− Los hombres, agraciados. Jesús ha descubierto la belleza de Dios en cada uno de los hombres y mujeres de su entorno (¡enfermos, expulsados del sistema…!) y en ellos ha encontrado su más honda presencia. No ha tenido que subir al templo de los Grandes Sacerdotes, para encontrar allí a los limpios de pecado, ni ha investigado en Atenas para descubrir la esencia de la vida humana. Al contrario, él ha mirado a los hombres y mujeres de la calle, en la provincia marginal de Galilea, expulsados y sucios, enfermos e impuros y pobres, viendo en ellos la más honda belleza de Dios. De esa forma fue poeta, dijo su palabra, recitó sus parábolas, desde el otro lado de la valla del sistema.

Era una belleza activa la que él estaba descubriendo, el arte inseparable del compromiso de la vida, esto es, del diálogo de amor y de justicia de los hombres, empezando por los expulsados y negados de la tierra. Las instituciones del sistema van creando, como he dicho, una estética elitista, propia de iniciados, vendiendo (imponiendo) a la masa su propaganda. Pues bien, en contra de eso, para Jesús no existen masas, sino personas, de manera que cada uno de los enfermos y pobres del mundo vienen a mostrarse como signo y presencia de la belleza suprema. De esa forma, él ha descubierto y cultivado la belleza de Dios para todos, por encima de todo sistema, a partir de los expulsados de la tierra, que son quienes mejor escuchan y entienden su palabra, que es siempre poesía, nunca pura prosa.

− Dios, todas las cosas. De esa forma, ha descubierto y mostrado Jesús que la belleza (lo divino) es lo primero y así nos ha enseñado a descubrir las cosas. «No os preocupéis por la vida diciendo ¿qué comeremos¿ ni por el cuerpo diciendo ¿de qué nos vestiremos?...Mirad a los pájaros del cielo: no siembran, ni siegan, ni almacenan en graneros, pero vuestro Padre celestial los alimenta ¿No sois más que ellos? ¿Y por qué os preocupáis por el vestido? Mirad los lirios del campo, como crecen. No se esfuerzan, no trabajan, ni tejen y os digo que ni Salomón en toda su gloria logró vestirse como uno de ellos» (Mc 6, 25-30 par).

Así, todo es belleza en el mundo (¡pájaros y lirios!), y especialmente en cada uno de los hombres y mujeres. Según Jesús, quien no reconozca la belleza de Dios en los seres concretos que están a su lado no será nunca profeta-poeta. De aquí se puede sacar una primera conclusión: todos los templos del mundo (con sus estatuas de dioses), y los museos de la tierra (con las creaciones elitistas de antiguos artistas), todos los libros de las bibliotecas resultan pobres frente a la belleza de un hombre o de una mujer que miramos y nos mira, que tocamos y nos toca, en conversación que es el arte supremo de la vida, destello de Dios, que es el Amor primero.

….

Jesús ha querido “devolver” la belleza a los pobres y excluidos de la sociedad a los que dice: ¡mirad, el Reino de los cielos es como…! Esto es el Reino de Dios, es la belleza que se dice y despliega en forma de parábolas: Que aprendamos a mirar, viendo lo que vemos y admirándonos de ello, dejando que las cosas (pájaros y lirios) nos digan su recado, en un lenguaje de hermosura que es anterior a todas las palabras. Salomón era un artista rico: construyó un templo y un palacio, gastó una fortuna incalculable en adornarse y adornar sus edificios, con artistas de Fenicia y Egipto. Pero ¿de qué le habría servido todo eso si no supo escuchar la voz del pájaro en el aire, ni contemplar los colores del lirio sobre el campo que vive y que muere cada día? ¿De qué le habría valido todo eso, si no supo mirar y admirarse ante los hombres y mujeres concretos, en amor cercano, sin buscar negocios distintos, que pueden comprarse con dinero.
Ésta es la hermosura suprema, la poesía de Jesús (¡que sólo dijo palabras de poesía!), abierta a todos, en gesto de amor y salud compartida. Ésta es la belleza más alta y democrática (¡si es que puede emplearse esa palabra tan manida!). Belleza es latido vital de los pájaros y lirios, de los valles y montañas, el gozo de la comunicación personal, siempre inmediata, entre los hombres y mujeres, en amor admirado, en escucha y respuesta, por encima de todos los pretendidos “valores” que se compran y venden en el mundo. En ese sentido decimos que Jesús es poeta de los pobres, esto es, de todos.

…..

Jesús ha querido devolver (y ha devuelto) la belleza y la vida a los pobres y excluidos del sistema, y por eso decimos que él era Hijo de Dios, pura poesía en la gran prosa de la vida. También tú, Jesús Chamorro, en este libro, dedicado a Las estaciones del silencio, has querido devolver la poesía a Dios a los nuevos “pobres”, a muchos que no saben de Dios, a tantos que se dicen “ateos”. Lo has hecho muy bien, contando tu experiencia, que va unida a las estaciones del año de la tierra, a los ritmos de tu propia vida, transmitiendo y creando así mucha poesía, y te felicito por ello, y me alegro porque me has ofrecido el gozo de leer tu libro antes de que salga publicado.

Así te lo devuelvo, unido a la poesía de Jesús, que está en el fondo de todo lo que dice. Pero tú, además de poeta, eres teólogo, y por eso has debido razonar tus poemas y vivencias. Lo has hecho bien, y por eso me alegro, y deseo que tus lectores libro se alegren también y puedan gozar con tus palabras, descubriendo en el fondo de ellas el eco de la Palabra que es Jesús.

Eres poeta, y diciendo tu vida nos has trasmitido un destello de la Vida que es Dios. Pero también eres teólogo (como quiero ser yo), y por eso has comentado en prosa tus experiencias y poemas, y lo has hecho bien, y me gozo por ello, porque yo, que no soy poeta, te entiendo mejor así. Permíteme que te felicite por el blog, donde vas diciendo estas cosas, y por la selección de trabajos concretos que has recogido en este libro de papel. Sin duda, este libro es tuyo, todo tuyo, pero como amigo, también yo me siento reflejado y contenido en lo que dice.

Con todo afecto, agradecido por haberme permitido escribir estas palabras:

X. P. San Morales de Tormes



3
Volver arriba