1. Europa. Una historia ¿un proyecto cristiano?

Publiqué hace un tiempo un trabajo titulado El Cristianismo y la Identidad cultural de Europa (Pliegos de Yuste 1 (2003) 11-23), y lo rehíce en este blog (5.7.8.9 de Mayo del 2012). Hace unos meses, me ha pedido F. M. Fresneda que revise y unifique el tema para publicarlo en los Cuadernos de Teología Fundamental, donde ha salido con el tema Europa: Una historia, un proyecto cristiano (CTF 13,2014, Ins.Teológico Murcia, Edit.UM, Universidad de Murcia).

Ahora que los políticos discuten sobre Europa, a la vista de las próximas elecciones (25.2014), me ha parecido conveniente publicar ese cuaderno, cosa que haré en cinco “postales”, para que el contenido de cada una nos sea demasiado largo.

Hay entre nosotros una inmensa “dejadez” o desconfianza ante el tema. No creemos ya en nuestros políticos (nos cuesta distinguir al menos malo para votarle); tampoco nos parece acertada a muchos la línea que toma la Comunidad Europea, que está vendiendo su tradición humanista en el mercado del capital, renunciando a sí misma. Por eso, a muchos, nos costará muchísimo votar el 25M; más aún, algunos preferiríamos incluso salir de esta Europa del Capital/Mercado, para crear una Europa distinta, fundada en la tradición humanista y el diálogo, para dejar de ser una colonia de USA y la Mamona.

En esa línea (cambiando esta Europa, o creando una distinta), sigo pensando que el “proyecto Europa” merece la pena, y así lo iré desarrollando en cinco días, retomando el texto ya citado del CTF n. 13.

Con un saludo a todos, con un recuerdo agradecido a F. M. Fresneda y a los amigos de Murcia, que buscan una Europa distinta.

Introducción

Expongo aquí una historia y proyecto de Europa, como lugar especial de cultura y reto de futuro, desde una perspectiva marcada por el cristianismo. En este momento (año 2014), tras largos y quebrados siglos de marcha, casi raptada por un neo-capitalismo que todo lo iguala y oprime, ella podría acabar desapareciendo, si no retoma y recrea su origen, en línea de libertad y diálogo, en justicia.

Sobre su origen, sus riesgos actuales y su posible futuro he querido tratar, evocando de un modo especial sus relaciones dramáticas con el cristianismo, en diálogo abierto con la filosofía, la política y también la economía. Como verá el lector, pienso que Europa ha sido un proyecto inestable, pero logrado, de humanidad, que ha expandido al mundo su democracia y su capitalismo, a través de un proceso ambiguo de colonización que ha culminado en un tipo de neo-capitalismo que es una amenaza con destruir sus logros.

El “proyecto Europa” ha tenido éxito, pero ahora, acabado un ciclo de historia, ella puede morir, a no ser que quiera y pueda recrearse. Éste es el argumento principal de las páginas que siguen. En su base pueden ponerse, como signo de orientación, las figuras de Benito y Carlomagno, Francisco de Asís y Erasmo, Juan de la Cruz y Descartes, Lutero y Kant... europeos ejemplares y distintos, que podrían servirnos para ejemplificar nuestro argumento.

1. UNA GEOGRAFÍA HUMANA

a. Una tierra, unos pueblos, unos hombres

Europa, península occidental de Asia, se extiende entre el círculo polar ártico y el mar Mediterráneo, el Finisterre atlántico y una raya imaginaria desde los Urales al Mar Negro, el Caucaso y la cosa siro-palestina, aunque en esa zona las divisiones resultan difíciles de precisar, y han cambiado en el tiempo. Ha estado habitada desde antiguo por grupos étnicos distintos, aunque la mayoría de sus pobladores actuales, recientes en la zona, son indo-europeos (celtas y germanos, griegos, y latinos, eslavos y lituanos etc.), que vinieron, vencieron y quedaron.

De todas formas podemos hablar de dos capas. 1. Un substrato matriarcal preindoeuropeo, con predominio de la tierra y adoración de las fuerzas de la vida, vinculadas a la naturaleza y al valor cósmico de Dios. (2) Un añadido de indoeuropeos, patriarcalista y guerrero, de gentes venidas de la zona más asiática de Rusia, entre el Cáucaso y el Caspio, que fueron llenando la tierra a partir del 2500 a.C. Sobre ellas o por ellas ha influido de un modo especial el Cristianismo, vinculado a Jesús que era semita y asiático, no indoeuropeo.

Los indo-europeos de Europa, y otros que invadieron Asia (Persia, India), vinieron con ciertos rasgos distintivos en sus migraciones (milenio III-I aC), pero se recrearon en Europa y fundaron culturas triunfadoras, fuertes, pactando, en formas distintas, con poblaciones anteriores, cuyos restos emergen todavía (vascos, fineses…). Las migraciones-invasiones fueron largas y entre sus momentos destacan las conquistas griegas y romanas (hasta el IV d.C.), las invasiones germanas (desde IV d.C.), eslavas (desde el VIII), con las expediciones de vikingos y pueblos del mar (IX-XIII). Sólo entonces cesaron los cambios de pueblos y se puede hablar de una quietud europea, que ha desembocado en el surgimiento de unidades nacionales permanentes, aunque amplias zonas de Europa oriental estuvieron dominadas hasta el siglo XIX por turcos y tártaros, y otras zonas, antes europeas, han sido ocupadas por semitas y bereberes (en general musulmanes), perdiendo así su identidad europea (norte de África, zona occidente de Asía).

Europa es pues el resultado de grandes migraciones, y en su “memoria” ocupan un puesto importante las culturas antiguas (griegos, romanos), con el cristianismo, expresado en el despliegue del papado, el imperio bizantino (desde el siglo IV d.C.), y el imperio romano de occidente, desde Carlomagno (800 d.C.). Ella proviene de una simbiosis dramática y larga de muchos factores sociales, culturales y religiosos. En esa línea (a diferencia de lo sucedido en China) ha sido muy importante la pluralidad de elementos y el hecho de que (a partir de la caída del imperio romano de occidente, 476 d.C.), diversos pueblos y grupos sociales lucharan y tuvieran que pactar, sin que ninguno lograra la supremacía plena sobre los demás (a no ser de forma parcial y temporal).

Los europeos modernos venimos de oposiciones y uniones de culturas y pueblos, que habitábamos ya aquí (los vascos) o nos invadieron desde antiguo, para quedarse. Somos neandertales y cromañones, preindoeuropeos (esquimales y fineses, vascos y etruscos, hunos, húngaros y “gitanos”…) e indoeuropeos (eslavos, germanos, griegos, latinos, celtas), con otros grupos que han influido poderosamente en nuestro despliegue, como los uralo-altaicos (turcos, tártaros…) y los semitas (fenicios y cartagineses, judíos, sirios y árabes), con los norafricanos (bereberes). Actualmente (siglo XXI) están en marcha nuevas migraciones orientales, musulmanas o americanos que pueden cambiar nuestra fisonomía, como veremos al final de este trabajo.

Destacando ya el aspecto cultural y religioso, podemos añadir que en el surgimiento y despliegue de Europa han influido en especial dos factores: (a) El cristianismo, que ha venido de fuera (Israel), pero que ha renacido y ha recibido su forma clásica en el entorno greco-romano, tanto en el occidente latino como en el oriente greco/bizantino. (b) El pensamiento racional de Grecia (filosofía, ciencia) con el derecho político de Roma y su visión de la justicia y la organización estatal. Esos dos elementos, en principio independientes, se han vinculado desde el siglo II-IV d.C., dando origen al despliegue posterior de Europa, que ha conservado y recreado su identidad de base a pesar (o por medio) de las conquistas germanas y eslavas (siglos V-XI), la presión musulmana (desde el siglo VIII), la apertura geográfica (desde el siglo XV), la ilustración científico-racional, las revoluciones burguesas y sociales, y el triunfo actual del capitalismo .

((Europa ha tenido una importancia única en la historia de los últimos mil años de la humanidad, pues es la zona donde ha triunfado un modelo racional (o racionalizado) de vida, en un plano de ciencia/técnica, economía y política. Ella ha iniciado y recorrido un camino triunfal y se ha extendido después al mundo entero, no sólo en un plano de dominio político, sino también científico, aunque ahora (acabado el milenio, año 2013) algunos afirmen que ha dejado de estar donde estaba (y de ser lo que era), porque su “espíritu” (sus conquistas económicas, culturales y políticas) se han extendido al mundo entero, mientras ella parece ahora baldía, añadiendo incluso que ella puede quedar destruida por los resultados de su mismo éxito (capitalismo e imperio mundial, no centrado ya en Europa, sino en otros lugares como USA y/o China). En ese fondo debo destacar la aportación del cristianismo, al que tomo, por motivos prácticos, como eje en torno al cual se entienden los restantes elementos que van configurando la identidad de Europa)).


b. Cuatro rasgos distintivos

Europa ha sido el resultado de un proceso en cuya base influyen siempre dos o más elementos, de manera que debemos hablar de Iglesia y Estado (sin que la iglesia absorba al estado ni viceversa), de Religión y Razón (sin que una destruya a la otra…), de estados diferentes. En su misma diversidad (España e Italia, Inglaterra y Alemania, Austria y Rusia, Polonia y Suecia…), Europa ha sido una punta de lanza de desarrollo y cultura, apareciendo, al mismo tiempo, como un parlamento (a veces pacífico, a veces violento) de confesiones religiosas y estados, culturas y economías. Esta riqueza de Europa ha culminado y se expresa, a mi entender, en cuatro áreas o problemas, que presento ya en esquema:

1. Un área de encuentros religiosos, desde el cristianismo. Europa no es sólo cristianismo, sino también paganismo e influjo judío y musulmán (con una presencia creciente de religiones orientales y con un fuerte escepticismo religioso). Pero el ideal cristiano ha sido dominante desde el siglo IV-V d. C., para bien (y quizá a veces para mal, por la cantidad de guerras religiosas que ha suscitado). Pues bien, en la actualidad (2013), si quiere ser fiel a su propuesta de unidad en la multiplicidad (a partir del cristianismo), Europa ha de hacerse lugar abierto al diálogo religioso, una especie del gran parlamento de religiones, en línea de tolerancia activa y, a mi juicio, de recreación del cristianismo.

2. Un proyecto racional, conocimiento. Europa es impensable sin la tradición de conocimiento que viene de Grecia, y que se ha expresado no sólo en la formulación helenista del cristianismo y en la escolástica medieval (con sus paralelos judío y musulmán), sino también, y de un modo decisivo, sin el humanismo, la ilustración racional y la filosofía (desde Descartes), con el cultivo metódico de la ciencia (desde el siglo XVI-XVII). Sólo en Europa se ha dado, de un modo consecuente, el despliegue del conocimiento como tal, separado de lo religioso (incluso del cristianismo); aquí ha surgido la Ilustración, ha nacido la ciencia moderna, y se ha extendido después a todo el mundo.

3. Un proyecto político, organización estatal y democracia. Europa ha heredado el derecho racional de Roma, y lo ha desarrollado de manera consecuente, separando la política de las consideraciones religiosas, las constelaciones dinásticas y los caudillismos militares, creando así una democracia formal (poder del pueblo) que tiende a extenderse al mundo entero (desde el siglo XVI d. C.). Sólo Europa ha creado organizaciones políticas estructuradas de forma racional, en la línea de la tradición romana, que se expresa en el surgimiento de unos estados nacionales (y en principio racionales) administrados de forma planificada, enfrentados a veces entre sí, pero unidos para la conquista y dominio del mundo, con los valores y riesgos que ellos ha significado.

4. Una empresa económica, capitalismo. Sólo Europa, que inventó los modernos estados racionales, ha creado y desarrollado también (desde el siglo XVIII) un tipo de racionalidad económica, dirigida a la producción e intercambio consecuente (organizado) de bienes, que se ha expresado especialmente en el surgimiento del neo-liberalismo actual. En esa línea, el modelo de producción y distribución (mercado) de tipo capitalista se ha extendido después a otros países (lo mismo que la política racionalizada), creando una inmensa amenaza de destrucción para la misma Europa (y para un tipo de humanidad “humanista”). En este campo nos jugamos no sólo el futuro de Europa, sino de la humanidad.

Hasta el siglo XIV-XV se podía hablar de un equilibro entre diversas culturas y civilizaciones, con sus economías y formas de vida (China, India, mundo musulmán…). Pero desde entonces comenzó un despliegue espectacular de Europa, que se ha expandido con gran rapidez, dominando el mundo entero, a través de conquistas geográficas, adelantos científicos y un tipo de economía productiva y de mercado mundial unificado. De pronto, Europa (que hasta entonces se hallaba al nivel de otras zonas del mundo, empezó a tomar el mando político y militar, científico y económico, en un proceso que ha culminado (y quizá se está rompiendo ya) en la gran crisis del siglo XXI, en que actualmente nos hallamos.

Europa ha desarrollado una religión, una ciencia, una política y una economía que ha configurado de diversas maneras la vida del mundo, desde la Guerra de los Treinta años (1618-1648) hasta la última Guerra Mundial (1939-1945), dominando sobre el conjunto de la humanidad. Ciertamente, ha triunfado; pero su mismo triunfo puede terminar en su fracaso, en los campos ya evocados.

c. Qué es qué en Europa

A pesar de las indicaciones anteriores, el concepto Europa sigue siendo polivalente, con una larga historia, con un presente rico pero muy incierto. Posiblemente no todos estamos de acuerdo con lo que se llama Europa, con sus diversas “capas”:

‒ Unión económica, una moneda. Cuando digo Europa me estoy refiriendo en un sentido extenso a los países integrados en la moneda común, que es el Euro, en la línea de los acuerdos comerciales asumidos por algunos países que formaron, tras la Segunda Guerra Mundial, el “Mercado Común”. En estos momentos (finales del 1012), los países centrales de la Unión Europea (liderados por Alemania, y en menor medida por Francia…) están queriendo fortalecer su economía común, su “dios” concreto, que es el Euro.

‒ Unión política, un pacto de colaboración y buena vecindad. Hay países que no se han integrado en el euro y que, sin embargo, forman parte de la Unión Europea (como es Gran Bretaña), y otros que no forman parte ni siquiera de la Unión Europea y que sin embargo son Europa (como Suiza y Noruega). Más aún, estrictamente hablando, en la periferia de Europa se sitúan países de gran importancia estratégica, cultural y política, con historias e intereses propios que, de alguna forma, podrían incluirse en Europa (entre ellos Rusia, Turquía e incluso Israel).

‒ Un continente. Cuando digo Europa me estoy refiriendo en algún sentido a todos los pueblos que habitan nuestro continente (de los Urales con Rusia hasta el Finisterre atlántico), inmersos en una gran crisis cultural y religiosa, que queremos convertir en tiempo de nueva creación. Europa será lo que queramos y podamos ser los europeos, en un plano económico, social y cultural (religioso), marcado por la historia y por los retos de la actualidad, ante un futuro prometedor y difícil, en el concierto de los pueblos de la tierra.

‒ Occidente. Cuando digo Europa estoy evocando también de algún modo el mundo occidental, que es, en gran parte, creación suya aunque ha desbordado sus fronteras. En ese mundo entran sin duda los Estados Unidos de América, y quizá el conjunto de países latino-americanos. Más aún, en un sentido extenso podríamos decir que todo el “orden” capitalista (desarrollado) es Occidente (con Japón y otros países de Asía), aunque esa denominación puede resultar equívoca. Europa ha creado (y forma parte de) Occidente, pero ya no se identifica sin más con Occidente y su “cultura” capitalista.

‒ En un orden global. Cuando digo Europa debo aludir al mundo globalizado, mundo que ella misma ha contribuido a unificar y que ahora le desborda. Europa ha sido desde el siglo XVI el motor de la globalización (científica y política, económica e incluso religiosa) y se ha sentido así “centro del mundo” (representante de la humanidad “civilizada”), llegando a ocupar militar y políticamente más de las tres cuartas partes del globo (a finales del siglo XIX y principios del XX). Pues bien, pasado ese ciclo de expansión, Europa ha venido a convertirse en un bloque entre otros (USA y Latinoamérica, China, India, Indonesia, Japón, mundo musulmán, África negra...).

En ese sentido podemos y debemos afirmar que Europa no es una esencia (ni geográfica, ni económica, ni política, ni religiosa), sino un conjunto de relaciones que se han ido configurando a lo largo de la historia y que ahora (año 2014) han entrado en una fase crítica, como seguiremos indicando.

(Seguirá)

(Visión del Magisterio sobre Europa Ecclesia in Europa 2003: http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/apost_exhortations/documents/hf_jp-ii_exh_20030628_ecclesia-in-europa_sp.html

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