Francisco Papa (2013-2023). Fue hermoso su comienzo, pero hace falta otro

Su comienzo fue bueno, como verá quien sigua leyendo: Fue tiempo de alegría de evangelio, de iglesia en salida, de vuelta a los márgenes (a los marginados).

Pero aquel impulso parece estacarse, incapaz de encender la ilusión primera y muchos piensan que todo sigue como hace diez años, pero peor: (a) Avanza la descristianización, triunfa un sistema de dinero y poder. (b) La iglesia se enquista en temas pequeños de institución antigua: Disputa de obispos, patriarcalismo de siempre, antiguos seminarios cerrados, “cultos” sin fieles, ministerios sin ministros, como si el sistema se “comiera” al evangelio. 

Algunos piensan (pensamos) que los 10 años de Francisco han sido muy buenos, pero no han dado los resultados esperados, de forma que es necesario un nuevo comienzo.

Coronavirus: El Papa bendice al mundo por el coronavirus en una plaza de  San Pedro totalmente vacía | Sociedad | EL PAÍS

La solución no es que cambie el papa

La solución no está en que cambie el papa, sino en que cambien (cambiemos) los hombres y mujeres de iglesia (¡de evangelio). Según dice Mc 16, 1-8), hacia el 70 dC, que tres mujeres arriesgadas (María Magdalena, María la de Santiago y Salomé) vencieron el miedo y entraron en la tumba/cueva funeraria de Jesús (y que allí vieron al joven (neaniskos) de blanca estola, sentado a la derecha (¿derecha de Dios, derecha de Cristo) que les dijo:

No tengáis miedo…no está aquí, ha resucitado. Decid a sus discípulos y a Pedro que os está esperando en Galilea. Que allí le veréis (Mc 16, 6-7)

La primera palabra del joven y de las mujeres de pascua no es para Pedro, sino para los millones de discípulos de Jesús. Todosson los discípulos son ls “responsables”. De ellos depende la Iglesia. 

Pero también es importante Pedro, el papa, por eso se le cita, aunque en segundo lugar. La solución no empieza con Pedro, sino con todos los discípulo, como dicen esas tres mujeres, que ayer como hoy se atrevieron a entrar en la “tumba viva”  de Jesús, para morir/vivir con él, para transmitir su palabra…, descubriendo allí al “neaniskos” (ángel de pascua), escuchando su palabra, para decirnos que Jesús nos espera, que vayamos a compartir su nuevo camino en Galilea, que le hemos dejado demasiado solo en una tumba.

En este contexto quiero recordar los 10 buenos años de Francisco…atreviéndome a decir que quizá su camino está cumplido, que él ha llegado donde debía y podía llegar, que hace falta un nuevo comienzo, como el que anunciaron y promovieron las tres primeras mujeres de pascua, que salieron de la tumba/cueva de Jesús para decir a sus discípulos y a Pedro que se pusieran (que nos pusiéramos) en marcha, que nos espera en Galilea. 

1_Libro Evangelii Gaudium - Flip eBook Pages 1-50 | AnyFlip

  1. Francisco empezó. Lo mejor fue lo primero: Primerear, involucrarse, acompañar…

             Nos sorprendió su programa, expuesto en la exhortación Evangelii Gaudium que debía recoger los trabajos del Sínodo, propuesto y presidido por Benedicto XVI, sobre la Evangelización (2012). Pero Benedicto renunció el 2013, y ese mismo año retomó Francisco su proyecto, recogiendo algunas propuestas del Sínodo, pero formulándolas de un modo personal, abierto a un futuro aún no cumplido de la Iglesia.

              Francisco quiso hacerse y hacernos callejeros” de la fe,  diciéndonos que no quedáramos custodiando tumbas, como supervivientes de un pasado muerto, sino que ofrezcamos con Jesús nuevos relatos de vida para la ciudad del evangelio, como programa y tarea de transformación integral. En ese contexto sigue resonando su propuesta, como si Jesús hablara por su boca, diciéndonos que rechacemos la cultura del descarte, la teoría del derrame, el fetichismo del dinero, la inequidad y la injusticia social… (núm. 53), que engendra violencia y más violencia. Francisco condena a los hacedores de violencia, es decir los violentos que engendran más violencia y que después culpan a los pobres de serlo, apelando incluso a la falsa teoría de la buena-mano del mercado…

Desde hace siglos no se oían en la iglesia unas palabras tan recias, tan teológicas y humanas, como voz inmediata de Jesús en los nuevos caminos de la Iglesia, con Dios frente a Mammón, con la alegría creadora del evangelio, frente a los miedos de una iglesia tentada a encerrarse en sus leyes. Así presentó Francisco su programa en Evangelii Gaudium, el gozo del evanelio.  

  1. Primerear, tomar la iniciativa. La iglesia no se puede hipotecar por su pasado teológico o sacral, sino que debe volver a Jesús que primerea en amor (cf. 1 Jn 4,10); por eso tiene el deber de adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro de los hombres, buscar a los alejados y ponerse en los cruces de caminos para invitar al banquete de Dios los excluidos de este mundo.
  2. Involucrarse, no quedarse fuera, repitiendo sin cesar las mismas palabras manidas. Jesús se implicó, vivió entre los enfermos y excluidos, los posesos, los pobres (empobrecidos), comprometiéndose por ellos y con ellos, recreando desde su experiencia la palabra antigua de la Biblia. Frente a una iglesia de sacristía y alcanfor, que se limita a dar consejos a los pobres con palabra vacías, Francisco quiere una iglesia de plena calle, con «olor a oveja», es decir, a humanidad, como Jesús, hombre de caminos plazas cargadas de gente.
  3. Acompañar, una misión de presencia. Una iglesia cerrada en sí (esto es, en su pasado) ha dejado fuera colectivos y grupos muy significativos de la sociedad: intelectuales y obreros, emigrantes e incluso a mujeres, corriendo así el riesgo de mantenerse hermosa pero vacía de vida, como madre estéril. Ha querido enseñar, como si tuviera una respuesta ya firmada de antemano; pero, a fin de hacerlo, ella debe empezar escuchando la voz de la gente, el ruido y llanto de las plazas, la opresión de los suburbios, la desesperación de las cárceles.
  4. Fructificar, un camino de fecundidad. Los frutos de la nueva iglesia no se cuantifican en dinero, ni en edificios especiales, ni en ceremonias lujosas, ni en número de “practicantes” (oficinas, bautismos, misas), sino en humanidad, en vida compartida, esperanzada, superando en el camino un tipo de derecho canónico que tiende a cerrarse en sí mismo, en un tipo de cánones y mandatos que no son los de Jesús.
  5. La última palabra es festejar, esto es, celebrar la vida. La comunidad evangelizadora de la iglesia ha de ser un lugar de fiesta, de fe compartida, canto y gozo de amor, que se expresa en la eucaristía. Sin la celebración de la vida, desde el nacimiento hasta la despedida en amor y esperanza de resurrección, no existe Iglesia.

Las periferias del Papa Francisco: los barrios del descarte. |  Archidiócesis de Sevilla

2 Iglesia en salida. Dejar el sepulcro, buscar las periferias

            Francisco aprendió en Buenos Aires que la Iglesia debía salir de sus campos resguardados, de sus pactos políticos, su sacralidad dominadora para abrirse a las periferias de la gran ciudad. Y así se hizo casi “arzobispo villero” compañero de curas y agentes de pastoral del inmenso cordón empobrecido de su diócesis. Ese espíritu y decisión de salida marcó su pontificado romano, desde su declaración fundacional el año 2013:  

  • Salir de una iglesia fortaleza, cerrada tras muros de miedo y poder, a fin de convertirse en ciudad universal abierta (Ap 21‒22), iglesia‒móvil, hospital de campaña para los heridos, casa de acogida, ternura, diálogo abierto y acogida para todos los que huyen y vagan, rompiendo vallas y fronteras, en un mundo que tiende a vigilarnos y dominarnos a todos. 
  • Salir de una iglesia instalada y dominante, protegida por el miedo, llena de seguridad doctrinal, una iglesia segura en sí misma, en un mundo de privilegios y desigualdades. Los cristianos deben salir de esa iglesia o, mejor dicho, hacer que la misma Iglesia salga de su seguridad, para así fundar y potencias comunidades redentoras, que sean pueblo universal de hermanos, en la “calle y camino abierto” de la vida. Salir por eso de unas instituciones de seguridad, concebidas como ciudades amuralladas y palacios nobles, a fin de convivir en palabra y vida, con los empobrecidos de las viejas ciudades y las nuevas periferias, en humanidad. No somos simplemente ciudad de atracción para que vengan otros, sino, más bien, ciudad de salida, para acoger a los miles y millones expulsadas de nuestras ciudades dominantes. 
  • Salir del poder eclesiástico, resguardado en un tipo de Derecho Sagrado, bien establecido para asegurar el propio poder. Se trata de dejar el mundo quizá cuadriculado de la ley, a fin de redescubrir y potenciar la autoridad de la palabra profética y del amor abierto a todos, sin necesidad de poderes externos que nos defiendan (y que al fin se apoderen de nosotros). La iglesia debe superar según eso un tipo de seguridad que proviene de su “palabra sagrado”, concebida como poder superior, dominador, seguro de sí, a fin de volver al magisterio ministerial de Jesús, que escucha y anima, que acoge y comparte la vida con los empobrecidos sabios de la tierra. 
  • Salir de una iglesia del auto‒alabanza, una iglesia que canta sus glorias pasadas y que se define como institución de superioridad universal, imperio de todos los imperios, lugar de auto‒referencia egoísta, acrítica… Se trata de recrear una Iglesia donde lo que importa no es ella, sino el derecho y libertad de los pobres, excluidos y cautivos, la justicia, la vida de todos en una tierra que ha de ser espacio de libertad y comunión, incluso de ecología universal, abierta la resurrección de la “carne”, es decir, a la esperanza de salvación para todos. Ciertamente, lo que importa es la “ecología humana”, que los hombres y mujeres vivamos en un mundo saludable, no en un mundo de “mazmorras”, de bajos fondos, de humedad y oscuridad, propio de los barrios donde malvivían (y malviven) los antiguos cautivos y los nuevos oprimidos. 
  • Salir de una iglesia moralista y rigorista, con “cara de amargura y de crítica”, que dice a los demás lo que han de hacer pero sin dar ella ejemplo, una iglesia empeñada en imponer normas externas más que en ofrecer un amor que crea vida, en libertad llena de esperanza. Se trata de salir de una iglesia llena de orden impuesto y de amenazas de infierno, donde los hombres y mujeres mal-viven con miedo, para crear comunidades de fidelidad humana, de ternura, con mujeres y niños que se mueven en libertad, sin miedo a la opresión. Se trata de crear “espacios verdes”, de misericordia y cuidado, donde pueden habitar los antes marginados y expulsados, una iglesia dispuesta a equivocarse por amor a favor de los oprimidos, en lugar de mantener su seguridad egoísta, sin equivocaciones, pero sin vida. 
  • Salir de una iglesia que empieza defendiendo su propia autoridad, más que la libertad de los hombres concretos, de una iglesia que quiere tener a su disposición todos los poderes sociales, interpretando mal las escrituras (¡se nos ha dado todo poder, las llaves del cielo y el infierno!), con una teología que legitima ideológicamente su propia superioridad doctrinal y moral… Se trata de salir de una iglesia que “gobierna y guarda ovejas desde arriba”, pero sin “olor a oveja”, es decir, sin compartir los males y sufrimientos reales de los nuevos cautivos…  

Las seis propuestas de esta iglesia en salida pueden concretarse en una: Se trata de abandonar una iglesia que quiere tener siempre su razón (para defenderse a si misma), creando en su lugar unaiglesia que defiende la razón de los cautivos y excluidos, de los pobres, enfermos y encarcelados.

La Cruz de Lampedusa llega a España - Covide Amve Cooperación Vicenciana  para el Desarrollo

3. Iglesia en los márgenes, iglesia de “nómadas”, emigrantes.

 Francisco  empezó hablándonos de libertad y redención en general, sino dejándose interpelar por las muchedumbres oprimidas de su entorno tiempo, y de un modo especial, por los “emigrantes”, sin tierra, sin trabajo, sin libertad ni posibilidades para vivir de un modo digno.

En este contexto, quizá el motivo central (más repetido) del Papa Francisco sea el relacionado con la emigración forzosa, que es un tipo de cautiverio, mirado desde una perspectiva bíblica y eclesial, económica y política. Muchos emigrantes son los nuevos cautivos de una historia llena de nuevas opresiones.

Francisco instaura con Jesús un modelo de evangelización a partir de los excluidos, cautivos y emigrantes, iniciando así un proyecto nuevo de evangelio, sin conquista violenta ni expulsión (o muerte), sino con un proyecto y camino transformación de los propietarios anteriores. No son los sedentarios-establecidos los que “salvan” a los oprimidos, sino que los emigrantes los que pueden salvar a los establecidos (ricos) enfermos.

Los itinerantes/emigrantes no son simples receptores pasivos de una liberación que les ofrecen desde fuera, sino sujetos y gestores de una transformación de evangelio, Son precisamente esos emigrantes-cautivos los que pueden anunciar y ofrecer un reino de libertad más alta a los mismos ricos, abriendo un camino de perdón y paz allí donde quería imponerse la dominación de unos sobre otros.

Una iglesia desde Mt 25, 31-46. No se trata de recibirl en nuestras iglesias a los pobres, sedientos, desnudos, expulsados, enfermos y encarcelados, ni tampoco de ofrecerles servicios sociales desde un plano de superioridad, sino de compartir nuestra vida con ellos, para que así ellos mismos puedan asumir su libertad y transformarnos a los otros. Entendido así, este pasaje de Mt 25, 31-46 (que es la clave del evangelio de Francisco) eleva una propuesta de grandes consecuencias para una iglesia, que no puede volverse xenó‒foba (enemiga de los enemigos), ni encerrarse como grupo separado, para algunos “fieles propios”, sino que ha de abrirse a los de fuera, no para perder su identidad, sino para enraizarla y expandirla, ofreciendo a los oprimidos, cautivos y emigrantes sin tierra y libertad unos espacios de vida  económica, cultural y religiosa. No basta no rechazar (ser tolerantes, respetar, no matar); hay que integrar a los emigrantes/cautivos/oprimidos en la comunión vital de los creyentes, en un tiempo (como el de Jesús, como el nuestro) en el que los no integrados corren un riesgo de la exclusión física y social. 

Polvo de estrellas | Meer

4. Volver a Abraham. En el cielo las estrellas, en la tierra los hermanos

El 6 de marzo de 2021, el Papa Francisco retomó en Ur de los Caldeos, Irak, al sur de Babilonia, junto al Golfo Pérsico, la peregrinación que Abraham había comenzado hace más de 2500 años (cf. Gen 11, 28.31). De aquella ciudad de caminantes, observatorio de estrellas, nacieron y siguen viviendo las tres religiones monoteístas (judaísmo, cristianismo e islam), con las que Francisco ha vinculado todas las religiones y culturas de la tierra. 

  1. La peregrinación de Abrahán es el origen del judaísmo, nación y religión de creyentes que asumen la semilla de fe y vida que el patriarca de Ur sembró en la tierra por Sara, su mujer, e Isaac, su hijo. Así le dijo Dios: Sal de tu casa y de tu parentela, vete a la tierra que yo te mostraré… (Gen 12, 1-3I). Y más adelante: como las estrellas del cielo así será tu descendencia (Gen 15, 5), y en que en ti serán benditas todas las naciones de la tierra.
  2. Los cristianos son hijos de Abraham y comparten su peregrinación de fe por Cristo. En esa línea, el Papa Francisco quiere que ellos retomen (retomemos) su experiencia desde Ur, buscando con Jesús la tierra prometida, que comenzó siendo Jerusalén yGalilea para abrirse luego en solidaridad de fe y de vida, desde la montaña de la pascua (Mt 28, 16-20), llevando como portadores de la fe de Abraham a todas las naciones.
  3. Los musulmanes creen que Abrahán siguió caminando más allá del Monte Moria de Jerusalén (ciudad de Isaac y Jesús), y que así llego con su otro hijo, Ismael, nacido de Agar, hasta la Meca, donde levantaron ambos (Abraham e Ismael) la Santa Caaba, signo de Dios y santuario de todos los creyentes. Por eso, ellos, los musulmanes quieren retomar la peregrinación de Abraham, llegando con él hasta la Meca.

             Según eso, hay tres tradiciones, tres formas de realizar la peregrinación de fraternidad y de vida que comenzó en Ur de los caldeos (ciudad de altas estrellas) para vincular por la misma fe en el Dios Excelso a todos los hombres y mujeres de esta dura tierra, haciéndoles hermanos. Así creen los judíos; así responden los cristianos; así lo ratifican los musulmanes, que siguen recorriendo y celebrando la gran peregrinación de Abraham/Ibrahim, Amigo de Dios y Creyente.

            Insistiendo en eso, el Papa quiso convocarnos en Ur de los Caldeos, para retomar el camino de Abraham, convirtiendo su búsqueda de estrellas en gran marcha de fraternidad para judíos, cristianos, musulmanes y todos los creyentes de la tierra. Así lo muestra el encuentro y programa inter-religioso (06.03.2021), como ha mostrado en su discurso y su oración creyente (cf. vatican.va/papa-francesco_20210306).

Así se resume su discurso: “(Nuestro padre Abrahán) escuchó aquí la llamada de Dios, desde aquí partió para un viaje que iba a cambiar la historia…Dios le pidió que mirara el cielo y contara las estrellas (cf. Gen 15,5). En esas estrellas vio la promesa de su descendencia, nos vio a nosotros. Y hoy nosotros, judíos, cristianos y musulmanes, junto con los hermanos y las hermanas de otras religiones, honramos al padre Abrahán del mismo modo que él: miramos al cielo y caminamos en la tierra... (Por eso) el más allá de Dios nos remite al más acá del hermano… (y así) afirmamos que Dios es misericordioso y que la ofensa más blasfema es profanar su nombre odiando al hermano”.  

Conclusión con las tres mujeres de Mc 16, 1-: volver al evangelio, volver a Marcos… De un papa providencial a una iglesia providencial

Francisco empezó abriendo un camino ejemplar de evangelio, y muchos pensábamos al principio que las cosas podían cambiar para bien, para mucho bien. Y es evidente que han cambiado. Pero la realidad es dura, es terca, y pasados diez años las cosas de iglesia están casi peor que antes (mucho peor estarían si no hubiera estado con nosotros Francisco). Los problemas son dos:

- Por un lado, está el problema del mundo, que en medio de grandes avances está quizá peor que hace diez años, al menos en occidente. Domina por doquier el sistema del poder y del dinero, el sistema de la mentira organizada, la violencia… Un tipo de descristianización (al menos externa) domina sobre el mundo. Sin Francisco habría sido peor (al menos para la iglesia católica). Pero con Francisco tampoco se han resuelto los problemas.

- Por otro lado, está el “sistema” de la iglesia, una iglesia clerical, una iglesia del poder y del dinero...  La iglesia ha tenido y tiene valores inmensos, de experiencia interior (oración) y de servicio social, de cultura, de sabiduría de la vida… Pero la iglesia como institución está en gran riesgo, como muestra la dificultad que el papa Francisco ha tenido para cambiarla por dentro. Como dice en un lugar el evangelio, los problemas del hombre/cristiano no vienen de fuera (Mt 10, 36-38), sino de dentro, de la propia casa. 

             Como he dicho al principio, Francisco ha sido y sigue siendo un hombre providencial para la iglesia.  Pero quizá ha cumplido ya su tarea principal: Ha  primereado (ha dado un primer paso…), ha salido (está saliendo) de la iglesia-tumba, con las tres mujeres, con todos los discípulos… ha querido empezar desde los márgenes. Ha hecho algo que parecía impensable en los últimos siglos de vida de la iglesia.

Ha empezado, pero los primeros, los que empiezan no suelen ser después más adecuados para seguir avanzando en el camino.  Francisco  comenzó con un programa excepcional, pero, pasados los años, da la impresión de que aquel programa (gozo, salida, empezar desde los márgenes) ha terminado siendo repetitivo, de manera que hay amigos de Francisco (entre los que me cuento) que pensemos  que su tiempo de transformación eclesial está acabando.

Quizá necesitamos otra cosa, lo que hicieron al principio las tres mujeres de la tumba. Ellas, las tres   primeras (con miles de mujeres y hombres como ellas) siguen realizando, culminando, el camino de Jesús, entrando en su tumba (muriendo con/por él),  para retomar su camino.

Necesitamos que mujeres y hombres como las tres del principio, descubran y vivan el misterio de la pascua de Jesús, para que animen a sus discípulos, poniéndoles en marcha… Y entre esos discípulos el ángel de la pascua les dice (nos dice) que convenzan a Pedro, para que asume por fin del todo, el camino de Galilea.

El Papa Francisco ha comenzado a recorrer ese camino de Galilea, ha empezado primereando, saliendo de la tumba/roca, ha querido ir a los márgenes, ha recorrido un camino inmenso. Pero quizá ya no sea posible que él culmine ese camino. Quizá hace falta en primer lugar un tipo nuevo de discípulos (que Mc 16, 7 no define como obispos ni presbíteros, ni como hombres ni como mujeres….) sino como “discípulos”, personas que escuchan, que aprenden, que gozan con el evangelio…, que vayan, que vayamos a Galilea, para retomar la marcha de Jesús, para primerear etc.

            Eso es lo primeros, que surjan discípulos (discípulos, discípulas) que escuchemos la voz de la pascua de Jesús, que nos pongamos en camino… Sólo después, en un segundo momento, el evangelio de Marcos dice que llamemos también a Pedro, que es importante, para que él esté también como primero del camino de la iglesia de pascua. No le dejemos solo

.

No sé lo que sucederá, los años que vivirá Francisco, los años en los que será Papa. Pero es evidente que su “conversión”, su ministerio depende de la conversión  y compromiso de los discípulos, de todos, poniéndose (poniéndonos) en camino hacia Galilea.  . Dejemos hablar al Espíritu Santo, que en este momento (con Mc 16, 1-8) tiene que empezar hablando a través de las mujeres.

Volver arriba