Dom 23.12.12. Gebira: Madre Poderosa (Pascua antes de Navidad)

Domingo 4 de Adviento, ciclo C: Lc 1, 39-45. He venido presentando en los días pasado el Canto de María, el Magnificat. Desde ese fondo quiero interpretar hoy una palabra clave de la Visitación según el Evangelio de Lucas, donde Isabel llama a María “Madre de mi Señor”, ofreciendo el primer testimonio de un “culto mariano” en la iglesia.

María es importante como gebira, madre del Señor Mesiánico, en un contexto claramente judeocristiano. Es Madre del Señor por haberle acompañado hasta el final, y por permanecer en la Iglesia de Jerusalén como signo vivo del Señor que ha muerto asesinado.

Ella es primero la Madre Pascual... La importancia de María no se ha descubierto en la Navidad pasado (misterio escondido), sino en la Iglesia de Jesús crucificado, donde ella ha sido recordada y venerada, como recuerdo claro y presencia del Kyrios.

Sólo a partir de esa experiencia pascual ha podido escribir Lucas este relato de confesión cristológica mariana y ha podido iniciar la Iglesia un camino de culto agradecido hacia la madre del Señor, la Gebirá.

Su maternidad ha culminado y ha quedado así ratificada... y la experiencia de fe y acogida mesiánica ha podido expandirse y aplicarse al principio, en los relatos del nacimiento, para destacar así la plena humanidad de Jesús.

-- Primero está María, la de Pascua: La Madre del Crucificado. La Iglesia no ha empezado celebrando la Navidad, sino la muerte mesiánica de Jesús... María aparece así como Madre Fuerte, Gebira... Es la que acompaña a los amigos de su hijo de muerto, la Madre del Kyrios


-- Sólo después ha podido celebrarse la memoria de María de la Navidad...Sólo pasados los siglos (por lo menos tres), el conjunto de los cristianos han mirado hacia el origen y han descubierto gozosos el misterio de la Maternidad y del nacimiento de Jesús, celebrando la Navidad con María... que sigue siendo Gebira, mujer fuerte del Crucificado, siendo madre-muchacha en Belén o Nazaret.

La primera imagen de María es la Gebira, madre fuerte del crucificado... La segundo, sólo la segunda, es la muchacha que da a luz... Con este conocimiento puede culminar el Adviento. Buen domingo y buen fin de Adviento a todos


Texto general: Lucas 1, 39-45

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito:
– a. Bendita (eulogêmenê) tú entre las mujeres
y bendito el fruto de tu vientre (1, 42)

– b. ¿De dónde a mi que venga a visitarme
la madre de mi Señor (hê meter tou kyriou mou)? (1, 43)

– c. Pues que tan pronto como llegó la voz de tu saludo a mis oídos
saltó de gozo el niño en mi vientre.
Y bienaventurada tú, que has creído (makaria hê pisteusasa),
porque se cumplirá todo lo que le ha dicho el Señor (1, 44-45).


Éstos son los motivos centrales de la alabanza de Isabel:


– a. María es bendita (eulogêmenê) por ser madre, conforme a una visión que nos arraiga en las más hondas tradiciones de Israel, en las que Dios mismo bendice a las mujeres con la maternidad. María se sitúa así en la línea de las matriarcas del pueblo de Dios.

– b. María es la madre del Señor (hê meter tou kyriou mou). No se le llama “reina2 (malkah), pues en Israel no existe la figura de la reina (sino sólo aplicada a diosas o a esposas de reyes extranjeros). Sin embargo, como madre del rey (del Señor mesiánico), ella aparece como gebira (la fuerte, poderosa) en un camino que anuncia e inicia el desarrollo de un posible despliegue de la mariología cristiana (1, 43).

– c. En tercer lugar María es la pisteusasa, la que ha creído, la creyente. Isabel lo sabe porque el saludo de María ha sido causa de gozo para el niño profeta que ella lleva en su seno... (1, 44). Ha empezado a cumplirse la promesa por medio de María, la creyente.


Del campo veterotestamentario de la fecundidad bendecida (eulogêmenê) pasamos al plano de la bienaventuranza mesiánica (makaria) que sólo puede conseguirse en ámbito de fe. Y en el centro queda el tema que ahora voy a desarrollar: María es poderosa como “gebira”, madre del señor mesiánico.

Texto concreto

¿De dónde a mí que venga a visitarme
la madre de mi Señor (hê meter tou kyriou mou)? (Lc 1, 43)


a.- ¿De dónde a mí que venga? Se interroga de esa forma el que se extraña, mirándose a sí mismo, al descubrir que cambia el orden normal de los sucesos: el siervo es quien debe visitar a su Señor y no al revés. Pues bien, aquí se invierte el movimiento y por eso se sorprende la madre del profeta, al descubrir que llega la mujer más importante a visitarla.

b.- La madre de mi Señor (metêr tou kyriou mou). Ésta es la afirmación central. Isabel podía haber dicho simplemente mi Señor o Kyrios, aludiendo al niño que María lleva en su vientre poniéndolo así en paralelo al niño Juan que salta de gozo en el suyo e interpretando la escena a nivel de niño y niño (del hijo suyo y del hijo de María). Pues bien, reasumiendo la doble bendición anterior (de María y del fruto de su vientre), Isabel presenta ahora a María como Madre y al fruto de su vientre como Kyrios. Del sentido y valor de esa Madre del Kyrios tendremos que hablar más extensamente.

c- A mí. Viene la Madre del Kyrios y lo hace de forma reveladora, trayendo consigo la salvación o nuevo conocimiento que ese Kyrios realizará más tarde. Ella viene donde la madre Isabel, a quien se mira vinculada al hijo profeta que lleva en su vientre y que salta de gozo al recibir la visita de Jesús .


El peso de la pregunta está en la confesión: Isabel presenta a María como Madre de mi Señor (metêr tou kyriou mou), situándola así en el trasfondo de un título y función bien conocida dentro del AT: la madre del rey ocupaba un cargo oficial dentro de la corta; ella y no la esposa (o favorita) del rey poseía la mayor autoridad femenina dentro del reino.

Introducción. María no es reina

La iglesia posterior ha proyectado sobre María signos de realeza femenina. Se ha pensado a veces que ese ha sido un proceso normal en perspectiva de AT: La madre de Jesús sería una continuación de las reinas israelitas. Pero pronto descubrimos que es todo lo contrario: basta con que abramos unas concordancias o diccionario hebreo para encontrar que el título y función de reina (malkah) resulta prácticamente desconocido en el AT. Dentro de Israel, la esposa (o favorita) del rey (melek) no aparece como reina.

Existe en Israel un vacío de realeza femenina. Este hecho se debe a varias circunstancias: se puede afirmar, en primer lugar, que la función del rey y su grandeza se concibe como algo estrictamente masculino, ligado al poder militar y al sacerdocio de los varones, de manera que las mujeres no pueden ejercerlo; el rechazo de la realeza femenina puede vincularse también a la crítica o negación israelita de la Diosa celeste. Yahvé no soporta a su lado a una esposa divina; tampoco tendrá esposa con poder como el suyo el rey de la tierra.

María no es “reina consorte” del mesías (malkah), sino madre mesiánica (gebira), a pesar de la función “regia” que ejerce Ester, que no aparece como esposa de un monarca judío, sino de un monarca extranjero. El “poder” de María no está en ser reina-esposa mesiánica, sino madre del Señor Mesiánico, como ha puesto de relieve este pasaje (Lc 1, 43).

– La madre del Kyrios o Rey. Contexto general


Isabel ofrece a María un título que resulta extraordinariamente significativo dentro de la iglesia primitiva y que no ha sido todavía (que yo sepa) suficientemente estudiado: le llama la madre de mi Señor (hê metêr tou kyriou mou), en forma absoluta (“la”). Ese título nos sitúa dentro de dos campos de investigación que parecen ser complementarios:

– En perspectiva cristiana, ese nombre evoca inmediatamente el título paralelo que Pablo ofrece en Gal 1, 19 y 1 Cor 9, 8 a los familiares de Jesús, llamándoles, hoi adelphoi tou kyriou, es decir, los hermanos del Kyrios. Este es un título jerosolimitano (como evoca por lo menos Gal 1, 19), pues en Jerusalén se ha desarrollado una iglesia judeocristiana que interpreta a Jesús como el Kyrios, rey mesiánico, en línea de cumplimiento judío. Pablo, tan crítico en otros aspectos con la iglesia judeocristiana, acepta este título: tomando a Jesús como Kyrios real israelita y reconoce a los hermanos del Kyrios como poseedores de una autoridad especial dentro de la iglesia . Desde el momento en que a María se llama la madre del Kyrios, se la introduce dentro de ese grupos, como supone con toda normalidad el conjunto de la tradición sinóptica al hablar de la madre y los hermanos de Jesús (cf. Mc 3, 31-365 par; 6, 3; Jn 2, 12; Hech 1, 14).

– Es muy significativo el hecho de que sólo aquí, en un texto que parece arcaizante (puesto en boca de Isabel, en un lugar donde el conjunto de imágenes pertenecen al judaísmo) se le ofrezca a María el título de metêr tou kyriou mou, que después la iglesia cristiana ha desarrollado en forma teológica, al definir la función de María como Madre de Dios (meter Theou) en el concilio de Éfeso (431 d. C.). Es muy posible que, por ahora, en este primer momento de su formulación evangélica, Lc esté recogiendo un título judeocristiano de María, venerada en la iglesia primitiva de Jerusalén como madre del rey mesiánico, es decir, del Kyrios, en claves que deben formularse desde el AT (y desde el contexto judío del tiempo).

Esto nos obliga a estudiar el sentido y función de la madre del Kyrios, madre del rey o de Señor, en el contexto israelita antiguo. Lo primero que nos sorprende es la parquedad del material existente sobre el tema (al menos en las obras de consulta fundamentales). Los comentarios a Lucas apenas se detienen en el título . Por otra parte, a pesar de los avances que se vienen realizando en el campo de los estudios sociales y de antropología cultural, la figura y función de la madre bíblica ha sido por ahora poco estudiada .

Gebira.

En Israel, la mujer es poderosa por madre, no por esposa
En la cultura israelita antigua (y en culturas árabes actuales), una mujer se vuelve importante al hacerse madre. Como esposa, ella está a merced de su marido y puede ser siempre expulsada de la casa, conforme a una ley de divorcio ratificada por Dt 24, 1-4 (y rechazada por Jesús en Mc 10, 1-12 par). Más aún, la esposa se encuentra de ordinario sometida al poder de su suegra (la madre del marido), que es quien tiene el poder femenino real sobre la casa. Sólo al volverse madre, sólo al ser defendida por sus hijos, la esposa comienza a ser importante en la familia .

Lógicamente, la palabra de Isabel en 1, 43, reconociendo a María como hê metêr tou kyriou mou, nos sitúa dentro de la iglesia primitiva. Una vez que los cristianos confiesan a Jesús como kyrios/seños, en línea mesiánica, su madre pasa a ser metêr tou kyriou mou y sus hermanos o parientes adolphoi tou kyriou. Para entender lo que eso significa tenemos que evocar el sentido de la Casa del Rey, pues dentro de ella ocupa un lugar especial su madre .

En el contexto general de nuestro trabajo, no podemos dedicar más extensión a este tema, que debería ser objeto de una monografía especial, en línea mariana. De manera evocativa, para precisar mejor lo que esa figura significa en la historia real israelita (judía), pensamos que resulta preferible citar unas palabras clave de R. de Vaux:

(El AT no usa el femenino de melek, "rey"...). Por el contrario, se da un rango oficial en la corte de Judá a la gebîra... Ese título llevaba consigo dignidad y poderes especiales. Betsabé era ciertamente gebîra bajó Salomón: este la recibe con gran honor y la sienta a su derecha, 1 Rey 2, 19. El poder de la reina madre no se basaba únicamente en el crédito que una madre tiene sobre su hijo, como en el caso de Betsabé, sino que iba mucho más lejos. Por abusar de tal poder, Maaká fué privada de su dignidad de reina madre por Asá, 2 Rey 15, 213. Esta dignidad de la reina madre explica que Atalía se apoderase tan fácilmente del poder a la muerte de Ocozías, 2 Rey 11, 1s. Esta posición oficial dentro del reino justifica que el libro de los Reyes mencione el nombre de la madre del rey en la introducción de cada reinado de Judá...

Es posible que la dignidad de gebîra se confiriese en el momento de la entronización del hijo. Es lo que parece indicar el destino de Jamutal, esposa de Josías, que fue reina madre en tiempo de Yoacaz (su hijo), dejó de serlo en tiempo de Yoyaquim y de Yoyakin, y volvió a serlo bajo Sedecías, hermano de Yoacaz, 2 Rey 23, 31.36; 24, 8.18. Es posible también que la madre recibiese el título de gebîra desde el momento en que el hijo era designado para la sucesión, como parece sugerirlo 2 Par 11, 21-22...

Parece ser que la reina madre conservaba su dignidad aún después de la muerte del hijo. Así Maaká, esposa de Roboam, sigue siendo gebîra bajo su nieto Asá, después del corto reinado de su hijo Abiyya, 1 Rey 15, 13. Del mismo texto se deduce que la gebîra podía ser destituida por el rey: Maaká habia favorecido el culto de Aserá .


((R. de Vaux Instituciones del AT, Herder, Barcelona 1985,. 172-173. Para un estudio más amplio de la gebira y sus funciones en la historia de Israel cf. G. Molin, Die Stellung der Gebira im State Juda, ThZ 10 (1954) 161-175; H. Donner, Art und Herkunft des Amtes der Königinmutter im AT, en Fest. J. Friedrich, Heidelberg 1959, 105-145; N. E. A. Andreasen, The role of the Queen Mother in the Israelite Society, CBQ 45 (1983) 179-194)).

Estas palabras presentan de un modo condensado y claro la función de la gebira, madre del rey, en la vida de la monarquía israelita de Jerusalén. Su figura resulta coherente con todo lo indicado: la esposa o esposas del rey pertenecen a su mundo privado, no tienen un cargo o tarea oficial sobre el pueblo; por el contrario, la madre del rey representa la autoridad femenina, posee el poder de la maternidad, simboliza el principio de la vida; por eso, ella tiene un lugar especial en la corte.

Aspectos del poder:Gbr (gibbor, gebira, gebura)

Según eso, la pareja sexual (o de género) más importante no es la que forman esposo y esposa sino hijo rey y madre. Mientras vive el padre rey el hijo no tiene autoridad; él se encuentra especialmente vinculado a la madre, vive en su casa, recibe la educación que ella le ofrece (en el caso normal de que el rey tenga varias mujeres). Tan pronto como muere el padre rey (o uno de sus hijos recibe el título oficial de heredero), la madre del nuevo rey sale de la vida privada y se convierte en gebira, primera dama, en dirigente o soberana, como traducen los LXX, respetando el sentido fundamental de la raíz gbr .

Será bueno que en este contexto recordemos los sentidos que puede recibir esa raíz gbr, ser poderoso, aplicado a varones y mujeres. Hemos aludido ya al tema al referirnos a los soldados de Sísara (con el sentido de machos, en busca de mujeres como útero) en Jc 5, 30. Aquí trataremos sólo de las tres formas clave en que puede ser gbr un varón, una mujer y Dios. Estamos ante un estereotipo (no me atrevo a decir arquetipo) de lo masculino, femenino y divino. Teniéndolo en cuenta podremos deducir las consecuencias de este esquema de poder (¿realeza?) en la visión de María como gebira, Madre del Kyrios:

– El varón es gbr (en su forma intensiva: gibbor) sobre todo por la guerra o por las actividades de violencia y conquista asociadas con ellas. Así son gibborim los gigantes (sexualmente insaciables, guerreros) que nacen de la unión de ángeles y mujeres y es gibbor por excelencia el gran Nimrod, cazador mítico del principio, primer soldado de la historia (cf. Gén 6, 4; 10, 8). De ordinario se asocian poderío militar y económico, de forma que gibbor hayil) es el guerrero profesional que puede costearse una armadura o un equipo de guerra (es, por tanto, rico). Los gibborim, son por antonomasia los héroes, los valientes (asociados de un modo especial al ejército de David). En una sociedad que pervive y triunfa en claves de guerra y conquista, los varones son fuertes porque emplean la violencia; por ella se definen, en ella consiguen su fortaleza, se hacen "hombres".

– Por el contrario, la mujer es gbr, gebira, por la maternidad. Ciertamente, ella puede ser gebira o señora en cuanto esposa del señor o mujer libre (dueña de una esclava), como muestran varios textos del AT: Gen 16, 4.8.9; 2 Rey 5, 3; Is 24, 2; Sal 123, 2 etc. Pero estrictamente hablando, la mujer se vuelve gbr/gebira en cuanto madre y sobre todo en cuanto madre de un varón que llega a ser importante (no de otra mujer). Frente al varón guerrero, que cree volverse persona (se hace gibbor conquistando o demostrando su poder en la guerra, emerge la mujer madre, que se realiza a sí misma y adquiere autoridad (se hace gebira) a través del hijo rey (importante) o de los hijos que ha engendrado; ellos la definen, ellos la defienden, ellos la convierten en Señora .

– Finalmente, Dios se define como gbr en su estado supremo, de tal manera que se le identifica con la geburah o fuerza originaria. Tanto la potencia del varón (más centrada en guerra y/o sexualidad), como la de la mujer (más centrada en maternidad) están relacionada con la geburah fundante de Dios en quien todo se asienta. Es normal que cuando deje de pronunciarse, por reverencia o miedo, el nombre de Yahvé los israelitas tiendan a sustituirlo por la Gebura (en griego dynamis: cf. 14, 62 par) .

A partir de aquí podemos volver a nuestro tema. Los datos que tenemos (los que yo he podido exponer) no son suficientes para fijar unas consecuencias indudables. Queda un hueco muy grande entre la gebira o reina madre de Jerusalén (que parece desaparecer con la caída del reino el 587 a. de C.) y la figura de María, madre del rey mesiánico, dentro de la comunidad cristiana. Para rellenar ese hueco tendríamos que conocer mejor la función que ha tenido la madre judía en tiempos posteriores, sobre todo en la monarquía de los asmoneos.

De todas formas, al menos como hipótesis, en la línea de un trabajo ya citado [D. M. Stanley, The Mother of My Lord, Worship 34 (1959/60) 330-332], podemos suponer que la madre de Jesús ha sido recibida y honrada en la comunidad judeocristiana de Jerusalén como la Gebira o madre del rey mesías.

El recuerdo y veneración de los hermanos del Kyrios sólo tiene sentido si a su lado, como autoridad genealógica, aparece Madre del Kyrios. Precisamente en esa perspectiva se entiende el saludo de Isabel, dentro de una teología judeocristiana arcaizante como la que aquí ofrece Lc .

María aparece así como metêr tou kyriou mou, madre del Kyrios, en una perspectiva que puede (y debe) entenderse en clave israelita. Lc 1, 42 la llamaba bendita por el fruto de su vientre; ahora Lc 1, 43 ha dado un paso más y la presenta como madre mesiánica. Es claro que, en la línea del viejo reino de Jerusalén, María puede presentarse como Gebira y realizar (simbolizar) un tipo de autoridad dentro de la iglesia.


Aquí estamos tocando los principios de la iglesia de Jerusalén, que ha debido buscar en clave israelita (de monarquía judía) los elementos fundamentales de la realeza de Jesús. Las figuras de Yael y Judit son más lejanas, pertenecen al simbolismo de la acción directa (guerrera) de una mujer. La visión de Ester resulta mucho más compleja, más elaborada; sólo en un estado posterior se podría (se podrá) relacionar su realeza con la de María, la madre de Jesús. Pero todo nos permite suponer que la visión de la Gebira, la madre del monarca judío, puede haber influido en la manera de entender a la madre de Jesús en la comunidad de Jerusalén.

Los datos del NT permiten suponer que María ha ejercido una autoridad simbólica importante dentro de la primera comunidad cristiana. En su calidad de madre de Jesús (madre del Señor) ha sido discutida (combatida y aceptada) por los diversos grupos cristianos, en una historia apasionante que, a mi juicio, aún no ha sido suficientemente estudiada. Los datos dispersos (en Pablo y Juan, en Mc y Mt, en Lc y Hech) resultan significativos en esta perspectiva.

Origen del “culto” mariano en la Iglesia antigua


Quiero mostrar el origen y contexto de estas afirmaciones de Lucas, que presenta a María como gebira, madre mesiánica, respetada en la Iglesia. Éste es un tema apasionante, para el que no tengo respuestas claras sino hipótesis que pueden ayudarnos a recorrer con algo más de seguridad el camino mariano (mesiánico) de la iglesia primitiva. Es además un tema complejo, pues nos obliga a ver al mismo tiempo varios testimonios en gran parte convergentes (por lo menos los de la tradición primitiva de Jerusalén, Marcos, Lucas, Mateo y Juan).

Tres son los momentos de la hipótesis que ofrezco. Quiero recordar que no estudio los hechos en sí, ni el sentido objeto de la maternidad de María sino la forma en que la tradición evangélica ha interpretado esa maternidad, en claves de iglesia judeocristiana que se debe superar (Mc) o en clave de fundamento judeocristiano y mariano que se debe conservar para la iglesia universal (Lc) .

1.- Punto de partida. La iglesia judeocristiana de Jerusalén. En el comienzo de la iglesia de Jerusalén sitúa Hch 1, 13-14 a los hermanos de Jesús con su madre. Parece evidente que ellos han formado un grupo importante, con su propia visión del mesianismo y su propia teología. Entienden a Jesús en la línea de las esperanzas davídicas; siguen esperando un tipo de restauración de Jerusalén, donde permanecen, vinculados al templo y a las instituciones nacionales. Es normal que esta iglesia destaque los aspectos dinásticos (la línea familiar). Por eso son importantes en ella los adelphoi toy kyriou, es decir, los hermanos del Kyrios, citados por Pablo. Es muy posible que en esta comunidad se hayan recogido datos genealógicos sobre el nacimiento de Jesús, destacando la importancia de la gebira, es decir, de la Madre del Kyrios; da la impresión de que ella pertenece a los parientes, con quienes aparece vinculada (como secuestrada).

2.- Protesta de Mc. Los datos que ofrece Mc sobre la madre de Jesús han de entenderse como reacción en contra de esta perspectiva. Dos son los pasajes donde presenta de forma expresa a su madre y hermanos:

Mc 3, 21.31-35: – Madre y hermanos quieren llevar a Jesús, sacarle de la comunidad galilea, abierta a los impuros y paganos, para encerrarle (o liberarle) en la comunidad familiar de los puros de Jerusalén. – Jesús rechaza ese tipo de familia, diciendo que su madre y hermanos son los que cumplen la voluntad de Dios

Mc 6, 1-6: – Los paisanos de Nazaret definen la familia de Jesús y la presentan como despreciable: es hijo de María; sus hermanos son Santiago y José y Judas y Simón, sus hermanas viven entre nosotros... – Para Marcos la familia de Jesús está formada por sus discípulos y por aquellos que les reciban en sus casas, en cualquier lugar del mundo (cf. 6, 6-13).


Da la impresión de que el evangelio de Marcos está protestando contra el intento de aquellos que quieren defender los privilegios de la madre y de los hermanos de Jesús. Es posible que al final del evangelio presente a María al pie de la cruz de Jesús su hijo (cf. Mc 15, 40.47; 16, 1). Pero no es seguro. Lo seguro María (la madre) y los hermanos de Jesús deben realizar un intenso camino de “conversión” para convertirse en cristianos.

3.- Recuperación de Lucas. Pasado un tiempo, y situándose en otra perspectiva, Lucas puede recuperar para el conjunto de la iglesia esa figura de la madre de Jesús, enraizándola en la promesa israelita (como hemos visto comentando el llamado cántico de Isabel: 1, 42-45). Para Lucas el problema ya no es (como para Mc) la iglesia judeocristiana que, centrándose en la madre y hermanos de Jesús, puede secuestrar el evangelio dentro de un legalismo genealógico judío. En contra de eso, el problema de Lc consiste en recuperar para la iglesia universal las auténticas tradiciones judeocristianas y entre ellas la figura de la madre de Jesús.

Lo que era problema en Mc (una figura de madre que puede encerrar a Jesús en la ley) se convierte para Lc en posibilidad gozosa: situada en la culminación del camino israelita, la madre de Jesús viene a convertirse en signo y testimonio clave del verdadero creyente. Es claro que ella sigue anclada en los signos de Israel, como hemos ido señalando en todo este trabajo (la bendición del vientre fecundo, la evocación de Yael y Judit, el signo de Ester, la figura de la reina madre o gebira...). Pero lo que la define ya no es eso sino el hecho de venir a presentarse, al final del camino israelita, como la creyente (hê pisteusasa).


Marcos no hubiera aceptado sin más esos signos: hubiera rechazado con fuerza la bendición del vientre, la violencia nacionalista de Judit, el engaño de Ester, la función de la reina madre, considerándola contrario al evangelio de la entrega de la vida. Lógicamente, Marcos tiene que pedir a María y a sus hijos judeocristianos que hagan el camino que lleva de Jerusalén a Galilea, superando de esa forma todo reino que no sea el de la cruz.

Lucas acepta en principio la protesta de Mc y por eso ha copiado casi todo su evangelio. Lo ha copiado, pero lo recrea, a la luz de una nueva visión del camino salvador de Israel. El riesgo que él ha visto ya no es el judeocristianismo sino la pérdida de raíces de una iglesia que puede olvidar su origen israelita. Por eso ha recuperado la figura de María, situando en nueva perspectiva algunas de las visiones judeocristianas que Mc había rechazado.

En esta perspectiva podemos afirmar que Lc ha descubierta a María como reina madre (gebira), pero sólo en la medida en que ella viene a presentarse como la creyente. Por eso ha terminado su evangelio (ha comenzado el libro de los Hechos), situándola al interior de una comunidad cristiana ejemplar donde caben todos (mujeres, apóstoles, hermanos de Jesús). Allí ha quedado, en el comienzo de la iglesia, para todos nosotros, como testimonio de una realeza que se identifica con la fe mesiánica y con la comunión entre todos los creyentes.


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