Hombre y mujer. Dos personas y un amor, eso es ser Trinidad

Cristianos Gays » 27 V 18. Fiesta de Dios Trinidad: Él es todo ...

Se acerca la fiesta de Dios Trinidad (7, 7, 20). Quiero prepararla con dos o tres postales de introducción. La primera trata del encuentro humano (Gen 2, 23-24) como anuncio del Dios que es Comunión, Dios Trinidad

 Así empieza la Biblia

    Al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era un caos informe; sobre la faz del abismo la tiniebla; el aliento (Ruah) de Dios se cernía sobre la faz de las aguas. Y Dios dijo: Que exista la luz. Y la luz existió. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de la tiniebla; llamó Dios a la luz día y a la tiniebla noche. Pasó una tarde, pasó una mañana; el día primero. Y Dios dijo: Que exista una bóveda entre las aguas, que separe aguas de aguas…. Y así fue. Y llamo a la bóveda cielo... (1, 1‒8)

            El mundo entero, arriba y abajo (material e inmaterial), gran casa iluminada, con su bóveda o techo de cielo, separando las aguas superiores e inferiores, con el aire y la tierra, es manifestación de Dios, que no es macho ni hembra, sino Palabra (comunicación, como repetirá desde Jesús de Nazaret Jn 1, 1). El “orden” vegetal y animal no lo sabe, pero lo saben los hombres, que escuchan y llevan en sí esa Palabra (palabras), que siguen resonando a lo largo de los tiempos, pues la creación no ha terminado, sino que perdura y sigue manteniéndose a través del giro incesante del día y la noche, la tierra y de aguas, los animales y los hombres… que, por encima del orden natural, se abren y son como Palabra, comunicación de Dios.

Trinitarias contemplativas - Wikipedia, la enciclopedia libre

El ser humano es palabra de Dios hecha tierra, tierra hecha palabra de Dios, como dice el texto en el que culmina el primer relato de la creación (antes del sábado):

Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, los reptiles de la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón hembra lo creó. Y los bendijo Dios diciendo: Creced, multiplicaos... Y así fue. Y vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana; el día sexto. Y quedaron concluidos el cielo, la tierra y sus ejércitos (Gen 1, 26‒2, 1).

El ser humano forma parte no sólo de los animales terrestres, que han surgido como él el sexto día (Gen 1, 24-31), sino de todos los seres creados, con la luz y las aguas, el firmamento del cielo y la tierra etc. Pero él tiene una diferencia esencial: Puede escuchar a Dios y responderle, porque también es Palabra, no creación cósmica sin más, ni puro despliegue biológico. Por eso, empezando a ser varón y/o mujer, él se define ante todo por la Palabra que Dios le dirige, de forma que puede y debe compartirla, dialogando de manera creadora.

 Dios no ha creado al ser humano como esclavo sobre el mundo, para que se incline o trabaje en su templo (como en los relatos de creación de Mesopotamia), sino que le ha hecho para caminar en él y con él, de manera que se ha puesto de algún modo a su servicio, suscitando por él y para él la creación, de forma que el humano sea a su vez creador por la Palabra, desde un fondo en el que pueden vincularse tres motivos principales: 

‒  Hagamos al Humano‒Adam a nuestra imagen y semejanza. La Biblia sabe que Dios es “creador de cielo y tierra”, pero añade que él se vincula especialmente a los humanos, con (en) quienes dialoga, de forma que ellos son “palabra”, no porque engendran (se engendran) biológicamente, sino porque dialogan: Transmiten, reciben y comparten vida. Ciertamente, en un plano, ellos provienen de un semen masculino‒femenino, pero en un plano más alto y verdadero ellos nacen de la Palabra recibida y compartida.

Dios creó al ser humano a su imagen. Varón y mujer lo creóAl contar de esta manera la creación, la Biblia no argumenta, demuestra ni prueba, sino que expone (expresa) el despliegue de Dios, mostrando así que su principio (el misterioso bereshit o arkhe de todo (Gen 1, 1; Jn 1, 1) se expresa en la palabra de los seres humanos, que son imagen suya, expansión de su misterio, tal forma que entre Dios y el hombre puede trazarse un camino de diálogo, en el que Dios se revela divino y el hombre se eleva y colabora en/con Dios como su imagen‒presencia sobre el mundo.

“Y creó Dios (Elohim) al ser humano a su imagen: a imagen de Elohim lo creó, varón y mujer los creó” (cf. Gen 1, 26‒28). Éste pasaje debe completarse y entenderse en la Biblia cristiana desde Jn 1, 1.14 (en el principio era la Palabra… y la Palabra se hizo carne) y desde Gal 3,28, donde se añade que en Cristo (Dios pleno) no existe ya varón y mujer, como opuestos en sí, pues ambos se distinguen y vinculan (son) como Palabra, siendo de esa forma Uno en la comunión de Cristo.

Dios es por tanto Comunión/Palabra (así dice “hagamos”) y se expresa en la comunión de los humanos, que siendo en su base relación sexual (dualidad de varón‒hembra) se definirán de manera esencial como “palabra”, vivientes personales que se comunican(son) compartiendo y extendiendo (=sembrando) la palabra, como dice de manera radical el evangelio, desde Mc 4 (parábola del sembrador de la palabra, no del semen sexual) para culminar en los relatos de pascua, en los que Jesús no resucita ya en forma de generación biológica, sino como Palabra creída, madurada y proclamada a partir de las mujeres de la tumba vacía (cf. Mc 16 par).  

Icono de la Santísima Trinidad del Nuevo Testamento. Rusia ...

 Varones y mujeres son imagen y presencia creadora de Dios como PalabraPor eso, su identidad más honda no es un tema de pura biología (como en el resto de los animales), sino un misterio teológico, como expresión y presencia de un Dios que les dice “hagamos”, haciendo (=haciéndose) en ellos, para que ellos mismos sean (se hagan) al comunicarse la palabra.

− Varones y mujeres son biología que se vuelve Palabra,experiencia y esperanza de creación y resurrección.Por su forma de ser y actuar, ellos comparten con los animales la capacidad de crecer/multiplicarse, pero no de una forma puramente biológica, sino en línea de intercomunicación personal, como signo y presencia del Dios que existe (es Dios) siendo Palabra creadora, compartida

 En el principio del Génesis no está el signo (mito) de la gran madre divina, que retorna, para ser trascendida en Ap 12, ni el varón dominador que quiere poseerlo todo ni la pura lucha para sometimiento de unos sobre otros, sino la Palabra de diálogo personal, a modo de comunicación de varones y mujeres, iguales y complementarios, en un camino abierto de gozo, tarea y esperanza en la Palabra.

Dios ofrece al hombre su “Palabra” en forma de compañía dialogal y creadora, pues el mundo entero y los “otros” animales no son capaces de escucharle y responderle. Pues bien, esa Compañía (cercanía plena en total distinción) le viene al ser humano de otro ser humano, y por eso Dios lo “divide” en dos (y luego en muchos), de forma que Adam‒totalidad sea Adán y/o Eva, seres humanos ya concretos, varones y/o mujeres, en compañía de Palabra.

 Cada uno de los seres humanos concretos (individuos) son “más” que el Adam anterior, universal, pero sin Palabra. Cada individuo es “todo” siendo así una “parte”, persona en compañía, esto es decir, en Palabra, como sigue diciendo el texto: Dios “puso al ser humano en estado de letargo”, para dividirlo por dentro, de manera que surgieran a la vez dos humanos pues si sólo hay uno no hay hombre/persona todavía.

El Adam anterior (frente al mundo y con los animales, pero sin palabra) no era ser humano verdadero, pues sólo si hay dos se puede hablar de verdadera humanidad, de varones y mujeres como personas, no sólo en relación de sexo (algo que tenían ya los animales anteriores, machos‒hembras), pues la verdadera humanidad sólo nace en dualidad/comunidad de palabra, no en contra del sexo, pero superando el puro sexo. De esa forma pasamos del “monstruo” anterior (Adám‒Totalidad ante el mundo y con los animales, pero sin palabra) a los seres humanos concretos, que son ya personas, esto es Vida de Dios hecha palabra.

Antes de ser "dos" Adám no era persona, era Humanidad universal (prepersonal, con sexo, pero sin palabra) como totalidad indiferenciada. Pues bien, solo en el momento en que Dios toma su costilla/corazón (intimidad profunda del Adam presexuado) para modelar con ella a otro ser humano podemos hablar de un Adán persona, con otro Adán persona (que empezará siendo Eva, cf. 3, 20)varones y/o mujeres,siempre en compañía, es decir, como Palabra.

Adán y Eva (detalle). Museo: Museo del Estado Kolomenskoye Estate ...

Antes podía haber macho‒hembra (como en los animales), como dualidad de naturaleza, pero sin personas. Sólo ahora ahora descubrimos que del Adam indiferenciado surgen dos seres humanos, que, en un sentido, de hecho, serán varón y varona, hombre y hembra, pero que en sentido radical más hondo son personas, “seres humanos concretos”, en diálogo de vida, en relación inter‒personal más que como simple dualidad sexual. Por eso dice ya el Adán concreto al ver a Eva, una persona también concreta:

            ¡Esta es hueso de mis huesos, carne de mi carne! Su nombre es Hembra, pues ha sido tomada del Hombre. Por eso el Hombre abandona padre y madrey se junta a su mujer y se hacen una sola carne (Gen 2,23-24).

 Así resuena la primera palabra humana de la Biblia (que responde a la divina de Gen 1: Y dijo Dios…), la canción de Adán convertido en varón, mejor dicho, en persona ante otra persona. Ésta es la palabra de júbilo por el encuentro que resume y da sentido a toda la historia   de la Biblia, con sus variantes de amor en comunicación personal y dualidad interhumana.

 En principio, este primer canto no es de un varón a una mujer que ha de darle hijos (en la línea de Gen 1, 28: “Creced, multiplicaos…”), sino  palabra de una persona a otra persona, la revelación de dos seres humanos que dialogan y se vinculan para ser lo que son (tierra hecha palabra por aliento de Dios),   para formar “una sola carne” (hebreo basar, griego sarx: Gen 2, 24; cf. Mc 10, 8), en línea de comunicación, es decir, de “palabra creadora”

      Más que ante un hombre y una mujer como macho‒hembra este pasaje nos sitúa ante dos seres humanos, para dialogar y ser personas, en dimensión de palabra compartida (superando la pura relación del primer Adam con el mundo y con los animales, que no le daban verdadera compañía). Este pasaje no nos pone ante una pareja de procreación biológica (como padre‒madre, en sentido biológico), sino ante una pareja y camino de comunicación personal, para “llenar el hueco de soledad”, creando así un nuevo modo de ser en comunión de palabra, que puede darse entre amigos y amigas, de uno u otro sexo.Sólo ahora, cuando el antiguo Adam pre‒sexuado (sin dualidad) se descubre persona concreta, en comunión con otras personas, surge y se expresa el verdadero ser humano, en forma de comunicación.

Ciertamente, este pasaje (Gen 2, 19‒25) supone, en una línea, que un ser humano es varón y otro mujer, pero no les presente como tales, en un plano de dualidad hétero‒sexual (no se refiera a la procreación y nacimiento de hijos), de manera que puede y debe aplicarse a todo tipo de comunicación entre personas, que, en un sentido profundo, es de tipo “carnal” (de sarx), es decir, “integral”.

Titulo

Este pasaje nos sitúa en el principio del hombre como imagen auténtica del Dios Trinidad: Un ser humano ante otro ser humano, desnudos ambos (2, 25), ante el impulso del amor y la palabra (la comunicación), empezando por el varón, que ha de hallarse dispuesto a perder su identidad (su separación, su egoísmo, vinculado a la procreación: padre‒madre) para encontrarse su propia realidad en otro ser humano. Ese Adam anterior, se ha buscado en vano (en el diálogo con Dios, sobre el mundo‒paraíso, domesticando animales); sólo ahora, superando ese nivel de soledad, para unirse a otra persona, recibiendo vida en (con) ella se puede afirmar que ha logado su identidad de persona (ser de Palabra, como Dios, en Dios‒Palabra).

 Este canto (Gen 2, 23‒24) formula así el primer “lenguaje” de la historia, como descubrimiento y despliegue de la identidad humana, en línea de comunión, en desnudez y apertura iluminada, gozosa y admirada de vida, en forma de palabra, de manera que ambos, él y ella, o los dos, del sexo que fueren, se hacen una “carne” siendo dos para ser Uno en la Palabra, pues la palabra original de Dios se hizo carne (Jn 1, 14). 

Un hombre y una mujer, dos seres humanos, mirándose y compartiendo la fida en esperanza, ese es el principio de la Trinidad.

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