Luis Ladaria, Secretario de la Congregación, Teólogo H.C.

Mons. Luis Ladaria, Secretario de la Congregación para la Doctrina de la fe, será investido hoy (19.05.14) Doctor Honoris Causa por la Facultad de Teología de la UPSA (Universidad Pontificia de Salamanca, España).

Creo que fui el primero en llamarle a Salamanca hace unos 25 años, por encargo de Nereo Silanes,Director del Secretariado de la Trinidad para participar en dos simposios trinitarios de la UPSA,en los que pudimos dialogar mano a mano sobre los temas principales del Misterio de Dios, tema que él enseñaba en la Universidad de Comillas/Madrid, yo en Salamanca.

Después nuestras vidas se han distanciado por asuntos normales de enseñanza y "opción" de Iglesia. El fue profesor de la Gregoriana de Roma y desde el año 2008 es Secretario de la Congregación para la Doctrina de la fe y Arzobispo titular. Yo dejé la cátedra de Salamanca y vivo “jubilado” en un pueblo cercano.


Entonces, hace 25 años, él venía como gran promesa de la teología, para dialogar sobre la Trinidad. Hoy le han llamado como a Secretario de la Congregación de la Fe, promesa cumplida, para garantizar la Doctrina y recibir el respaldo de la UPSA, madre de las facultades de teología de medio mundo. Por eso me alegro y le felicito: ¡Enhorabuena, Luis!

Me gustaría asistir a la gran ceremonia, pero me lo impiden algunas circunstancias. A pesar de ello quiero ofrecerle mi palabra de solidaridad y afecto, como verá el que siga leyendo.

LADARIA, LUIS FERNANDO (1944- ).

Teólogo católico español, de la Compañía de Jesús, natural Manacor, Mallorca. Estudió en la facultad jesuítica de Frankfurt y se doctoró en la Universidad Gregoriana de Roma con un trabajo sobre Hilario de Poitiers. Además de sus investigaciones sobre teología patrística (Clemente de Alejandría, Hilario), pueden recordarse sus libros de texto sobre la antropología y el tratado de la gracia, ampliamente utilizados en las facultades de teología católica.

Empezó enseñando en Comillas (Madrid), pasó a la Gregoriana (Roma) y ha sido miembro de la Comisión Teológica Internacional, siendo nombrado después obispo y Secretario de la Congregación para la Doctrina de la fe (2008), lugar desde el que puede observar, valorar y juzgar los movimiento de la teología en el conjunto de la Iglesia católica. Éstos han sido los motivos y temas básicos de su estudio, centrados a mi juicio en la teología trinitaria:

1. Un tratado sobre Dios. Ladaria no es un escolástico puro, ni un dogmático en línea general, sino que ha vinculado el estudio detallado de la doctrina de los Padres de la iglesia con una reflexión antropológico, que dialoga con el pensamiento de la actualidad. En esa línea se ha comportado como un profesor sólido, riguroso, sistemático, bien apoyado en la tradición y el magisterio. Ha escrito libros de texto, en el mejor sentido de la palabra: compendios de la doctrina del magisterio y de la tradición teológica. Así sucede, por ejemplo, en su libro sobre El Dios vivo y verdadero (Salamanca 1998), que se divide y estructura como sigue.

(a) Introducción (págs. 3-39). Sitúa el tema, vinculando y distinguiendo Trinidad económica (historia de la salvación) e inmanente (Dios en sí). Ciertamente, el Dios revelado es el mismo Dios en sí, que sigue siendo trascendente a su revelación, de manera que la Trinidad inmanente no se identifica ni agota con la económica.

(b) La Primera Parte (págs. 41-237) se titula “Mirada a la Historia” y sirve para fundar el tema, en perspectiva bíblica (mensaje y vida de Jesús, preparación en el Antiguo Testamento) y en eclesial (Padres apologetas, teología del siglo II-III, crisis arriana, Nicea, los capadocios y Constantinopla).

(c) La Segunda Parte (págs. 239-432) se titula “de la Economía a la Teología” y ofrece una reflexión sistemática sobre el Dios Uno y Trino: empieza estudiando la vida interna de Dios (procesiones, relaciones, personas), expone después la identidad de cada persona (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y termina precisando el sentido de la unidad y de la acción divina. Casi a modo de conclusión, Ladaria ha querido plantear el tema del "conocimiento natural" de Dios, conforme a la visión del Vaticano I y II, retomando el motivo de la analogía, en diálogo con el pensamiento actual (para superar el riesgo protestante de autores como → K. Barth y E. Jüngel); de esa forma ha terminado su estudio allí donde otros hubieran situado el punto de partida.

2. Una teología confesional. Como he dicho, el pensamiento de Ladaria es de tipo confesional, anclada en la tradición de la Iglesia, cuya fe quiere mantener y exponer. Sus obras básicas son de tipo escolar y enciclopédico, de manera que recogen y sistematizan la mejor tradición de la Iglesia sobre temas fundamentales de la fe cristiana. En ese fondo podemos recordar una página clave de su tratado trinitario:

«(Según la tradición)... la unidad del Dios trino, la unidad de la esencia del Dios tri-uno se funda en el origen y fuente única de la divinidad que es el Padre. Pero, a la vez hay que afirmar que también el Padre es relacional, está referido completamente al Hijo y al Espíritu Santo, y que no es tal sin esa relación. No hay un ser del Padre previo e independiente de la paternidad. El Padre por tanto está completamente dado a la comunicación de su ser al Hijo y (con el Hijo, por el Hijo) al Espíritu Santo. El Padre es por una parte el origen, la fuente; pero es igualmente relación. El Padre da el ser a aquellos que no existen sino en su relación a él, pero al mismo tiempo él es en cuanto es Padre, es en cuanto engendra al Hijo y es origen del Espíritu Santo, en cuanto está relacionado a las otras personas. De la relación de origen, que no es dependencia unilateral, surge la unidad y la comunión de las tres personas.
La unidad sustancial y la distinción de las personas en su unión también personal son así dos aspectos inseparables del ser divino. No hay una esencia previa a las personas ni tampoco un sujeto absoluto. Creo que si se entiende bien el sentido de la paternidad de la primera persona en la taxis intradivina se excluye el peligro del subordinacionismo, al subrayar las relaciones mutuas de los tres; también el modalismo, ya que no se parte del sujeto individual absoluto; y por último el triteísmo, ya que se reconoce en el Padre el principio único de la divinidad. Así en la persona del Padre está a la vez la fuente de la unidad y de la Trinidad. Afirmamos la unidad esencial que no da lugar a la exclusión de las relaciones internas en Dios, sino que existe precisamente en ellas. Las personas son relativas las unas a las otras, y lo son no independientemente de las relaciones de origen, sino precisamente por ellas, porque el origen primero es el Padre. El Padre no es pensable sin el Hijo y sin el Espíritu Santo (aunque ya hemos dicho muchas veces que el lenguaje es menor claro en el caso de la tercera persona), es decir, depende de ellos tanto como éstos de él. Pero no hay que poner el acento sólo en el origen, sino más todavía en la relación entre las personas, que las une a la vez que las distingue, sin despreciar ninguno de los dos aspectos. La unidad de Dios se da en el intercambio de amor mutuo que es comunicación de ser en la distinción. La unidad suprema no es la de la mónada aislada, sino la del Dios amor y comunión perfecta, Padre, Hijo y Espíritu Santo» (El Dios vivo y verdadero, 370ss).


3. Una teología abierta. Ladaria ha desarrollado su pensamiento desde el interior de la Iglesia, dialogando con la Tradición y el Magisterio, realizando así una tarea que resulta necesaria para la conciencia y despliegue del pensamiento cristiano. Su teología es importante, aunque debe completarse, desde la perspectiva del diálogo con el mundo. Ciertamente, lo que dice Ladaria es, positivo y necesario, de manera que, en esa línea podemos añadir que su libro sobre la Trinidad es quizá el mejor tratado trinitario, reconociendo que puede ofrecer y ofrecerá un servicio a los estudiantes de teología y a otros hombres y mujeres que estén interesados por recoger las orientaciones de la iglesia sobre el tema. Lo mismo podemos decir, además, de otras de sus obras (especialmente de su Antropología teológica).

Pero quizá debamos añadir que esa teología (de tipo más escolar, centrada en la exposición de la fe para creyentes) no agota toda la reflexión de la Iglesia, sino que al lado de ella puede y debe abrirse un espacio de pensamiento más propicio para el diálogo con otras visiones de la realidad, en forma misionera, siguiendo el estilo de los «areópagos» que había propuesto Juan Pablo II.


Esta segunda función dialogal y misionera de la teología se sitúa, por otra parte, en la línea de los trabajos históricos de Ladaria, centrados en el pensamiento de los primeros Padres de la Iglesia (y en especial de Clemente de Alejandría), que dialogaron intensamente con su entorno cultural. Lo que hizo Clemente en su tiempo puede y debe hacerse en la actualidad, dialogando con las filosofías y cosmovisiones de nuestro tiempo. Pienso que, en esa línea, el trabajo de Mons. Ladaria, que ha sido uno de los grandes maestros de la Universidad Gregoriana de los últimos decenios, en diálogo con estudiantes de todo el mundo, podrá abrirse ahora, desde la Congregación para la Doctrina de la Fe, en forma de diálogo con otras culturas y teología cristianas.

Entre sus obras, además de las ya citadas, cf.
--El Espíritu Santo en San Hilario de Poitiers (Madrid 1977);
--El Espíritu en Clemente de Alejandría. Estudio teológico-antropológica (Madrid 1980);
-- Antropología teológica (Madrid 1983);
-- Introducción a la antropología teológica (Estella 1993);
-- Teología del Pecado original y de Gracia (Madrid 1996);
-- La Trinidad misterio de comunión (Salamanca 2002);
-- Jesucristo, Salvación para todos (Madrid 2007);
-- Teología del pecado original y de la gracia : antropología teológica especial (Madrid 2007).

(tomado de X. Pikaza, Diccionario de Pensadores Cristianos, Verbo Divino, Estella 2010, pags. 525-527)

PD. Una reflexión ulterior sobre El Dios vivo y verdadero. El misterio de la Trinidad, Sec. Trinitario, Salamanca 1998.

Ladaria es ante todo un profesor: sólido, riguroso, sistemático, seguro, bien apoyado en la tradición y el magisterio, aunque pasa quizá por encima de la problemática social de su entorno y de la misión evangelizadora en el mundo contemporáneo. En esas coordenadas se entiende este tratado, con título bíblico y contenido patrístico-sistemático. El mismo autor lo ha indicado en el prólogo:

La docencia en un centro internacional [Gregoriana de Roma] y de alumnado numeroso hace que las lecciones de un profesor, de modo totalmente incontrolable por parte de este, empiecen con facilidad a correr por el ancho mundo en forma de apuntes de fiabilidad menos dudosa. Las consecuencias desagradables que de este hecho pueden derivarse son evidentes. Ofrecer un punto claro de referencia, en primer lugar a los alumnos, ha sido la primera finalidad que me he propuesto al componer este texto (IX-X).

Estas palabras definen el sentido del libro: Un manual para alumnos de la Gregoriana, que provienen de todo el mundo. Así pone de relieve la unidad católica de la iglesia y hace posible un nuevo tipo de escolástica unificada, que aparece sostenida por la abundante doctrina del Magisterio y, sobre todo, por las reflexiones y documentos de la Comisión Teológica Internacional, generosamente utilizadas. Frente a los apuntes de alumnos, que cambian de lengua a lengua, de contexto a contexto, el Prof. Ladaria ha querido ofrece un manual básico y seguro, redactado en castellano, para ser traducido después a varios idiomas.

Teología trinitaria normativa, una obra clásica

Por eso ha escrito una teología trinitaria "normativa" para el momento actual, en línea escolar, un auténtico tratado. Lógicamente, el método y despliegue del libro son los usuales en estos casos.

Es un libro sólido: un auténtico tratado sobre el Dios cristiano, un estudio de teología positiva, atento a la tradición patrística (Ireneo de Lyon, Atanasio, Basilio, Agustín) y a la teología medieval (Ricardo de S. Víctor, Buenaventura y, sobre todo, Tomás de Aquino). Es, al mismo tiempo, un estudio de teología sistemática, en diálogo con pensadores muy significativos del siglo XX, sobre todo católicos (Rahner, von Baltasar, Congar, Scheffczyk, Kasper, Greshake), aunque se citen también algunos protestantes (Moltmann, Pannenberg).

Quiere ser un libro confesional y ofrece la postura casi oficial de la iglesia. Por eso, concede lógicamente la última palabra, casi siempre, al magisterio (concilios, Juan Pablo II) y a la Comisión Teológica Internacional. Es un libro ejemplar, de cuidada erudición, de gran mesura, que se mantiene y avanza sobre un mar en calma del Magisterio de la Iglesia. En ese sentido casi más de Magisterio, más que de Teología propiamente dicha, en con la sabiduría y la problemática social e intelectual del mundo contemporáneo.

Texto seguro. Sobre un mar en calma

La teología de Ladaria es como la de un barco que avanza en el mar de una iglesia que se siente segura de sí misma, de su tradición y su mensaje, ofreciendo a los creyentes teólogos que estudian en Roma la posibilidad de realizar una travesía clara por las rutas de la teología oficial de la Iglesia. No es la teología del mar de Galilea del que habla el evangelio de Marcos, azotado por los viento, con un barco en riesgo de zozobrar, con los discípulos pensando que ven sólo fantasmas, sino la teología de una Iglesia bien asentada en su verdad, para iluminar a las nuevas generaciones de teólogos.

Quizá se echen de menos en ese mar trinitario algunas cuestiones candentes de la actualidad. Quizá podría haberse insistido más en la experiencia propia de Jesús, que se ocupa del Dios de los marginados y excluidos, de los pecadores y los niños; no aparece demasiado el escándalo histórico de la cruz, con el misterio de la presencia de Dios en el sufrimiento del mundo; no se alude al desencanto radical de algunos y al rechazo fuerte de otros.

Puede también echarse un poco en falta aquello que, a mi juicio, forma el misterio más hondo de la fe y "define" al Dios cristiano como "acontecimiento", cuando le confesamos diciendo que "ha resucitado a Jesús de entre los muertos". Sea como fuere, la perfecta "ortodoxia formal" de sus cuestiones, la exquisita limpidez positiva y argumentativa de sus afirmaciones, puede ayudarnos mucho a penetrar en algunos de los elementos más significativos del mensaje de la Iglesia

Este libro y el conjunto de la teología de Ladaria nos sitúan en el centro de la teología de la Iglesia, recogida por los Padres, argumentada por los teólogos medievales, precisada por los modernos. De esa forma, el Barco de la Trinidad aparece organizado y seguro, como lugar donde pueden refugiarse todos los cristianos (y los hombres de buena voluntad), situados ante una doctrina avalada en detalle por la tradición y magisterio de la iglesia.

En esa línea, todo o casi todo lo que dice Ladaria es bueno y positivo, escrito en forma de libro texto para estudiantes. En ese aspecto, nos atrevemos a confesar que su libro es quizá el mejor tratado trinitario actual que conocemos, en línea tradicional, y así puede ofrecer y ofrecerá un servicio a los estudiantes de teología y a otros hombres y mujeres que estén interesados por recoger las orientaciones de la iglesia sobre el tema.

El libro de Ladaria, con los otros de Ladaria, nos parece muy importante, aunque quizá hacen falta también otras navegaciones por mares de tormentas y fantasmas (como los del Evangelio de Marcos), por rutas antes nunca recorridas, con el tesoro del Dios de Jesús que se expresa y encarna en el pan compartido de la comunión interhumana.

Por eso, junto al libro de Ladaria, hacen falta otros libros y discursos trinitarios, que nos ayuden a situarnos el cruce de aguas y mares, una teología abierta a la pasión social (o en diálogo con ella) y a la búsqueda de sentido de la humanidad, desde una perspectiva antropológica. (Puede recordarse en este aspecto la inquietante versión de esta imagen de torre y construcción social, de mar y de barco que ofrece un autor tan poco sospechoso de “piedad” como P. Sloterdijk, En el mismo barco, Siruela, Madrid 2000).

La Trinidad no es un lujo interior de la iglesia, una doctrina esotérica que sólo se formula en ceremonias litúrgicas y libros de texto. Ella pertenece, más bien, al centro y mensaje, a la vida y experiencia de una iglesia que se dice a sí misma, diciendo a su Dios. Por eso hemos quisiéramos ampliar (no negar) los temas de Ladaria partiendo de otros libros, de otros temas…


Por eso hubiera deseado que Luis Ladaria hubiera siguiendo siendo profesor, más que Secretario de la C. de la Doctrina de la fe, cuyas funciones son otras. Es un hombre inteligente y bueno, hace bien su trabajo. Por eso me parece justo que la UPSA le ofreca el doctorado H. C., al que me gustaría haber asistido con mi amigo entrañable Nereo Silanes, recordando trabajos y proyectos de otros tiempos.

No voy a estar, pero le recordaré con gran cariño, lamentando que ya no pueda dedicarse al estudio de la Teología por la que ahora le dan este Doctorado.
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