Leer la Biblia 4. Lectura personal, estudio crítico

En este “mes de la Biblia”, dentro de la serie "leer la Biblia" sigo ofreciendo unas notas que pueden ayudar a su lectura. Hoy desarrollo dos ideas:

1. Mi propia experiencia de contacto con la Biblia. Antes que libro técnico para especialistas, la Biblia es un libro personal, para creyentes y personas cultas. Así lo he vivido, así lo quiero comunicar a mis lectores

2. Hay un momento fuerte de estudio crítico de la Biblia, propio de los especialistas. Así he presentado tres de sus rasgos, fijándome en una tradición que tuvo su epicentro en el siglo XIX y que sigue siendo válida.

La imagen recoge un libro de bibliografia, donde el lector podrá encontrar más de mil libros importantes (clasificados y valorados) de lectura de la Biblia. Estoy contento de haber podido ofrecer ese servicio a los lectores


1. UNA EXPERIENCIA PERSONAL

La mayoría de los estudiosos de la Biblia que yo conozco son creyentes, de tradición cristiana (o judía), pero conozco algunos que no son creyentes, y tanto unos como otros me parecen (puede ser) sinceros y “científicos”. En mi caso, yo he sido y sigo siendo creyente no por el estudio de la Biblia, sino por otros factores de tipo familiar, social y personal.

La Biblia ha “entrado” en el ámbito de mi fe, en un sentido técnico, en un segundo momento, aunque en las raíces de mi fe estaba una tradición bíblica, con una determinada visión de Jesús, transmitida por la iglesia y sociedad en la que crecí. Éstos son algunos de los momentos de mi relación con la Biblia:

1. Yo conocía la Biblia (un tipo de tradición bíblica) sin haberla leído… La conocía por lo que me contaban mis padres y por lo que iba oyendo en la iglesia, donde me leían y comentaban, mejor o peor, algunas perícopas bíblicas. Sabía que había una Biblia y que era importante. Más aún, mi padre la tenía, pero no la solíamos leer.

2. Mi relación fuerte con la fe no viene a través de la Biblia, sino del estudio de la Filosofía. De mis 18 a mis 24 años yo estudié con cierta detención la filosofía moderna. La filosofía griega y la escolástica medieval me interesaban menos porque era el “pensamiento oficial” (hilemorfismo)… Por eso estudié personalmente la filosofía que va de Descartes a Heidegger, pasando de un modo especial por Hegel y Marx. Desde entonces creo que soy un hombre “racional”… pero la filosofía y la racionalidad no han respondido a todas mis preguntas, aunque no podría vivir sin ellas, especialmente sin los planteamientos de Kant, en sus tres críticas.

3. Opté por estudiar Biblia después de tener un doctorado en filosofía… y la Biblia me situó de nuevo en el campo de la “fe”. No me demostró nada, porque en ese campo creo que nada se puede demostrar, pero me situó en un lugar en el que me siento relativamente satisfecho. Pasé tres años en el Instituto Bíblico de Roma, dedicándome básicamente a la lectura de los textos históricos, proféticos y poéticos de la Biblia Hebrea. Tengo que agradecérselo a Alonso Schökel y a Norbert Lohfink, los mejores profesores que he tenido. No tuve la misma suerte en el Nuevo Testamento, donde los profesores no me enseñaron a leer por dentro los textos.

4. Mi fe cristiana (y judía) no ha nacido por tanto del estudio de la Biblia, pero sí se ha alimentado con ella. Estoy convencido de que se pueden vincular la lectura creyente y científica de la Biblia, porque se sitúan en dos planos distintos, aunque pueden (y para mí deben) vincularse. La fe no interfiere en el nivel de la lectura crítica, que tienes sus propias herramientas y métodos. Eso lo aprendí con Kant y no me puedo volver atrás.

5. Conozco bastantes estudiosos bíblicos que comparten conmigo los mismos principios de lectura crítica (científica) de la Biblia y no son creyentes. Evidentemente, les respeto y estoy convencido de que son honrados. Pero yo creo que se puede (y se debe) ser honrado vinculando la lectura crítica y creyente de la Biblia, cada una en su campo… La lectura científica se puede (y metodológicamente) se debe mantener neutral, sin apelar a la fe. Pero hoy, año 2010, no se puede hacer una lectura religiosa de la Biblia si es que ella fuera en contra de la lectura crítica. Si la lectura científica demostrara que es mentira aquello en lo que creo yo dejaría de ser creyente.


2. LECTURA CRÍTICA DE LA BIBLIA, TRES PLANOS


No hemos avanzado mucho. Hay una lectura de la Biblia que prescinde de la fe, guiándose por los métodos de la ciencia, en plano de crítica del texto, crítica histórico-tradicional y crítica religiosa. En este campo todo sucede y debe suceder “como si Dios no existiera”. Todo, absolutamente todo, se debe estudiar desde una perspectiva racional, en plano científico.


1. Crítica textual. Fijación de los textos.

Había alcanzado un alto grado de perfección en el siglo XIX, sobre todo en el NT, donde la edición de G. Tischendorf, Novum Testamentum Graece (Leipzig 1869/1972) sigue siendo aun lugar de referencia obligada para todos los investigadores. Es cierto que se han encontrado algunos manuscrito nuevos, muchos papiros...; es decir que la edición de H. von Soden, Die Schriften des NT (Göttingen 1913) aporta más variantes... pero podemos decir que en el estudio del texto del NT Seguimos aprovechando aun las aportaciones del siglo XIX.

‒ C. Tischendorf (1815-1874) sigue siendo el prototipo del investigador que busca, edita y comenta personalmente los manuscritos bíblicos, en una vida totalmente dedicada al estudio y a los viajes de trabajo, visitando las antiguas bibliotecas del oriente cristiano, a fijn de encontrar textos antiguos. H. F. von Soden (1881-1945)fué ante todo un exegeta implicado en la vida de su iglesia en Alemania. Su trabajo no ha sido superado aún en erudición y exactitud. Junto a ellos, tenemos que citar, la obra ingente de los anglosajones B. F. Westcott (1825-1901) y F. J. A. Horst (1828-1892) que publicaron en 1881 su obra fundamental The New Testament in the Original Greek, Cambridge/London.


En el campo del AT las cosas parecían más sencillas pues los masoretas habían fijado con toda precisión el texto hebreo. Todavía hoy nos sirve de referencia a ese nivel el trabajo de Ch. D. Gingsburg Introtroduction to the Massoretico-Critical Edition of the Hebrew Bible (London 1897) y la primera edición de R. Kittel, Biblia hebraica (1906). También en este campo seguimos la línea del siglo XIX. De todas formas, los descubrimientos y trabajos posteriores han sido tan grandes que las cosas han cambiado mucho. Recordemos simplemente los descubrimientos de la Geniza del Cairo, los Manuscritos de Qumran, la nueva visión de los LXX, los estudios sobre el Pentateuco Samaritano, las aportaciones del Targum y los apócrifos...Todo ello ha hecho avanzar la crítica textual; pero se trata de un avance en la línea del siglo XIX. Se había comenzado a realizar un buen trabajo, así debemos reconocerlo.


2. Crítica histórico-literaria.

También en este campo el siglo XIX ha sido decisivo, de tal forma que algunas de sus aportaciones, aunque en parte criticadas o resituadas, siguen siendo base de la exégesis actual. Pondremos sólo dos ejemplos: la Hipótesis de los documentos y la teoría de las fuentes en el NT. Se venía discutiendo por mucho tiempo sobre el origen y composición del Pentateuco, hasta que se fue logrando un consenso en torno a la hipótesis formulada, tras varios antecedentes, J. Wellhausen en Die komposition des Hexateuchs en trabajos publicado en 1876 y 1978, para ser reunidos todos en forma de libro. La teoría es conocida y no hace falta exponerla con detalles: habría dos documentos antiguos (J y E: Yahvista y Helohista) unidos hacia el 750 a. de C; en torno al 620 habría sido compuesto el D (Deuteronomio) y más tarde (hacia el 500) el Sacerdotal o P, que así aparece también como responsable de la redacción total del conjunto.

Dentro del NT el trabajo más significativo es el que se ha venido realizando, a lo largo de todo el siglo XIX, en torno a las fuentes de los evangelios. Se fueron sucediendo las hipótesis, hasta que al final, sobre todo a partir de las investigaciones de H. J. Holtzmann, Die synoptischen Evangelien (1863) y de B. Weiss, Einleitung in das NT (1886), se fue imponiendo la teoría de las dos fuentes. En el principio de nuestros evangelios está por una parte Marcos (material Histórico/dramático) y por otra los Dichos (fuente Q). De la unión de Mc y el Q, a través de un proceso más o menos complicado, han surgido Mt y Lc. Jn ha seguido un camino diferente.

H. J. Holtzmann (1832-1910) ha ligado su nombre no sólo al estudio de las fuentes de los sinópticos sino, de un modo especial, a la elaboración de una Teología del NT (1885) que aún sigue conservando gran valor. B. Weiss (1827-1918) trabajó también sobre la introducción y teología del NT, siendo autor de comentarios a varios libros del NT.

3) Escuela de la historia de las religiones.

Resulta necesario situar el despliegue de la Biblia en el contexto de la historia de las religiones de la cultura, como hicieron detalle los autores básicos de Religionsgeschichtliche Schule (Deissmann, Heitmüller, Bousset… ) . En un plano de fe se podrá decir que la Biblia está “inspirada por Dios”, pero en un plano histórico ella ha de situarse en el transfundo o crisol (algunos darían matriz) de las culturas del Oriente. Es evidente que han existido exageraciones: así se habla de un panbabilonismo, que pretende derivar todos los temas importantes de la religión israelita de los temas o motivos paralelos de Mesopotamia; otros han defendido un tipo de panegiptismo o paniranismo, situando así en otro contexto la matriz de los grandes misterios de la biblia.

‒ A. Deismann (1866-1937) fué ante todo un filólogo y exegeta del NT, pero se le conoce de un modo especial por sus trabajos comparativos en los que sitúa el cristianismo a la luz de la espiritualidad antigua; su obra Licht vom Osten (Luz que viene del Este, 1908) sigue siendo digna de leerse todavía. W. Heitmüller (1869-1926) estudió los "misterios" cristianos (bautismo, eucaristía) teniendo en cuenta el transfondo religioso del antiguo oriente. Pero el más representativo de los autores de esta línea es W. Bousset (1865-1920) por sus trabajos sobre historia y literatura judeocristiana y helenista. Vistos desde nuestro tiempo, sus trabajos más extensos (Die Religion des Judentums in nt. Zeitalter, 1903, y Kyrios Christos, 1913) resultan un poco unilaterales: interpretan de un modo legalista el judaismo, identifican el cristianismo con un cierto tipo de helenismo... A pesar de ellos son libros fundamentales, que estudian temas que siguen siendo todavía de total actualidad
.

Esta escuela no ha muerto en el siglo XIX, aunque en ciertos momentos ha venido a quedar algo silenciada. Los descubrimientos de mediados del siglo XX (biblioteca con los mitos cananeos de Ugarit, rollos de Qumrán en el mar muerto con mucho material apocalíptico, libros gnóstico de Nag Hammadi en el alto Egipto) Han ofrecido nuevo material a los investigadores que destacan este tipo de convergencias y paralelos religiosos. Sigue influyendo esta escuela, aunque es posible que no surja ya ningún panugaritismo o pangnosticismo con la fuerza que pudieron los planteamientos totalizantes de finales del siglo XIX.
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