León XIV: Bienvenido a Roma como papa. Autoridad de servicio (san Agustín)
Esperaba que te eligieran. Había leído muchas quinielas sobre del Cónclave y me inclinaba por la tuya, con tu perfil de Chicago y Chiclayo. de Agustino misionero y Prefecto de la Congregación de Obispos, con el aura humana de tu caballo y todo lo que decían de ti tus amigos. Todo eso reflejaba lo que hoy, mayo 2025, puede y debía hacer un papa en Roma, en la línea del carismático Francisco.
Así te puse en mi terna de RD y FB, hace unos días. con Artime y Arbolaios. El cardenal Arbolaios respondía a la iglesia espiritual de Teresa, en oración compartida con todos los orantes del mundo. Artime era la iglesia de la nueva juventud de don Bosco.
Los tres me agradabais por razones diversas, tú por tu perfil de misionero y pastor en la línea de san Agustín.
Los tres me agradabais por razones diversas, tú por tu perfil de misionero y pastor en la línea de san Agustín.
| Xabier Pikaza

La fumata de Prevost.
Se lo he dicho a los que han pasado por casa o me han llamado: No veo mejor candidato que Prevost, con experiencia de caballo misionero y de Doctor en derecho, con una tesis sobre la organización y fraternidad de la Iglesia (vida fraterna en común) en Agustín y así lo has visto los cardenales... y te han nombrado pronto. Tenían clara la cosa.

Esta misma mañana(8.5.25) lo he argumentado con un profesor de la USAL al que he encontrado por la calle y hemos hablado. Cuando Mabel me ha dicho a la tarde ¡fumata blanca! le he contestado sin dudar: Prevost. Y así ha sido.
Gracias a Dios por tu elección y gracias a ti, por aceptarla. Estás en tu casa, el obispado obispado de Roma, como nuevo Agustín, aunque has querido llamarte León, como antiguo gran papa de Calcedonia (451), como el nuevo León XIII de la Doctrina social de la Iglesia (comienzos del siglo XX). Recoges en tu vida lo mejore la iglesia de occidente (de siglo IV al XXI), con sus valores (incluyendo a Lutero) y con las grandes tareas pendientes, desde Chicago y Perú hasta Roma y las tierras de oriente a occidente, del norte al sur del mundo.

Mira esta foto. Vienes detrás de Tagle (también buen candidato), pero los cardenales te han puesto delante. Asme la delantera, como prior, en que va antes, y anímanos a vivir y caminar según el evangelio. Dios te bendiga. Mabel y yo oramos por ti, oramos contigo.
Una autoridad como la que quiso Agustín
Un tipo de autoridad como la de Agustín me parece hoy necesaria en la iglesia, por su forma de entender la amistad entre iguales, por su forma de entender al Praepositus, prepósito, prevost . El agustinismo tiene otros aspectos que pueden arriesgaros, pero es un elemento necesario en la iglesia (como el agustino Luis de León sigue siendo necesario en Salamanca, como un Lutero es necesario no sólo en las iglesias de la Reforma, sino en la de Roma).
No sé como seguirá este papado Prevost León/Agustín, pero me parece en este momento, con lo que hay, el mejor posible, con Agustín en el fondo.
Todos los que hemos dedicado años y años al “menester” de la teología nos hemos encontrado en un momento clave con Agustín, para hacer camino con él, de Tagaste a Cartago, de Cartago a Milán y de vuelta, desde Milán, por Ostia/Roma a Hipona, obligados a superar la gnosis maniquea, a encontrar el amor en libertad, sin copiar en modo alguno la trayectoria personal de Agustín (genial y peligrosa), cada uno la suya, retomando los caminos mejores del agustinismo, superando los que pueden llevarnos a vícolos cerrados. También Benedicto XVI fue agustiniano, pero, a mi juicio, de un modos muy distinto y menos apropiado de Leon XIV.
Porque San Agustín es enorme, hay varios agustinismos posibles. Por mi parte, he dedicado muchas horas a pensar con Agustín, discutiendo con él, negando, afirmando, a veces con rabia, otras con asentimientos, siempre con admiración y agradecimiento. No puede entender mi vida sin las Confesiones, el De Trinitate y la Ciudad de Dios.
Benedicto XVI fue agustiniano tendente a la gnosis, al pesimismo y al control eclesial fallido. Por el contrario, por lo que sé de él, de su tesis sobre los priores/animadores de las fraternidades cristianas (un tipo de casas sinodales de Iglesia), León XIII, será agustiniano de fraternidades cristianas de amigos, sin superior jerárquico externo, con priores elegidos por las mismas comunidades, siempre dentro de ellas.
Por eso me interesa la Tesis Doctoral que León XIV defendió en el Angelicum el año 1987 «El papel del Prior Local de la Orden de San Agustín» ).Desde ese fondo presento las reflexiones que siguen, tomadas básicamente de mi Diccionario de Pensadores cristianos (pag. 24-28, donde. Agustín aparece el primero, izquierda, fila de abajo

Vida fraterna en comunidad. La Regla.
Como he puesto de relieve, San Agustín escribió el más profundo e influyente de todos los tratados de vida religiosa de la historia cristiana, al menos en el ámbito latino. Sin duda, la Regla de Benito ha influido más en la vida monacal, pero la de Agustín resulta más amplia y ha podido fundar varios tipos de vida religiosa e influir de un modo ejemplar en la iglesia entera como una comunidad de amigos..
Tras su conversión, primero en Tagaste (año 387), después en Hipona (desde el 391) e incluso después de haber sido nombrado obispo (395), Agustín quiso vivir en comunidad, pidiendo a sus colaboradores que hicieran lo mismo. Se trataba de una comunidad de clérigos, al servicio de las tareas eclesiales, comunidad de amigos y compañeros, en la línea de la sinodalidad del Papa Francisco . Éste es el ideal de su vida cristiana, de su proyecto de sinodalidad:
«Ante todas las cosas, queridísimos Hermanos, amemos a Dios y después al prójimo, porque estos son los mandamientos principales que nos han sido dados. 2. He aquí lo que mandamos que observéis quienes vivís en comunidad. 3. En primer término, ya que con este fin os habéis congregado en comunidad, vivid unánimes en la casa: tened una sola alma y un solo corazón orientados hacia Dios. 4. Y no poseáis nada propio, sino que todo lo tengáis en común, y que el Superior distribuya a cada uno de vosotros el alimento y vestido, no igualmente a todos, porque no todos sois de la misma complexión, sino a cada uno según lo necesitare; conforme a lo que leéis en los Hechos de los Apóstoles: "Tenían todas las cosas en común y se repartía a cada uno según lo necesitaba". 5. Los que tenían algo en el siglo, cuando entraron en la casa religiosa, pónganlo de buen grado a disposición de la Comunidad…» (Regla 1-5).
Éste es el principio y compendio de la Regla de vida cristiana en comunidad (=sinodalidad) de amigos/hermanos creyentes. En la raíz y fundamento de esta vida no se pone ningún tipo de organización superior, ninguna idea metafísica, ninguna imposición mística de jerarquía (en la línea de Ignacio de Antioquía), sino retorno a la Iglesia de Jerusalén, según Hech 2 y 4.
El centro y compendio de las comunidades (caminos sinodales) está el amor, en sus dos formas (a Dios y al prójimo). Lo que Agustín pretende es la creación de una comunidad de amor en el plano del alma (nivel intelectual y volitivo) y del corazón (nivel afectivo).
Mediaciones del amor comunitario. El prepósito o prior (primero).
El fin de la vida cristiana es el surgimiento de espacios y caminos de comunión personal que pueden crearse de diversas formas, pero siempre a modo de proyectos y espacios de amor y palabra compartida.
La Regla de Agustín no alude a mediaciones institucionales estrictas (basta con que un grupo de personas se reúna desde Dios, para vivir en comunión). Ella no establece horarios, ni tareas concretas, ni tipos de comunidades. Sólo se fija en el amor mutuo, cultivado a través de la vida común, la oración y un tipo de trabajo en el que es muy importante el estudio y el conocimiento intelectual, con la animación de “prior” (=primero) de la fila o mejor dicho del sínodo o mesa redonda de comunicación por la palabra y el pan, como quería la iglesia primitiva..
Sólo desde ese fondo y en un segundo momento, como mediación al servicio del amor comunitario, habla Agustín de un “prepósito” o responsable del amor comunitario (no del poder) en la comunidad. La figura de de ese prepósito/prior (que no tiene jerárquica) se inscribe dentro del compromiso comunitario del conjunto de los hermanos: «corresponde principalmente al superior local (=prior o primero) hacer que se observen todas estas cosas (=Regla) y si no lo fueren no se transija por negligencia sino que se cuide de enmendar y corregir» (Regla 45). Ese superior no se encuentra por encima sino dentro de la fraternidad. No es signo de Dios por su poder sobre los hermanos, sino por su autoridad como animador del grupo.
Funciones de la autoridad. En la línea anterior, el prepósito aparece como mediación importante en la vida fraterna. Por eso su oficio incluye el corregir y enmendar a los hermanos, para mantener y promover la fraternidad. Según eso, el superior no se halla fuera sino dentro de la fraternidad ella y lógicamente debe compartir la vida del conjunto de los hermanos.
En otras palabras, según Agustín, la vida cristiana no exige jerarquía, sino sólo fraternidad, según el evangelio. No hay jerarquía sagrada, pero hay animación fraterna
«El que os preside (=prior) no se sienta feliz por mandar con autoridad sino por servir con caridad... » (regla 46). La autoridad es ministerio de amor (no de poder) y se expresa por la ayuda que el superior ha de ofrecer a los restantes miembros de la comunidad, apareciendo así como criado (=siervo) de los hermanos (cf. Mc 10, 38-45 par) y mostrándose dichoso al servirles.
a.Ejemplo: «Muéstrense ante todos como ejemplo de buenas obras» (46). Ésta es su autoridad. El superior agustino es un maestro de vida; no un director espiritual (como el Abad benedictino), ni gestor de una administración (como ciertos poderes civiles), sino alguien que puede ofrece un ejemplo de vida, un gurú comunitario. Por eso se dice que debe “preceder con honor” a los hermanos, es decir, caminar primero. Le han dado esa tarea (honor) y lo debe asumir, sabiendo que ha de ser siervo de todos.
- Amor: «Busque más ser amado que temido,... sirva con caridad» (46). Hacerse querer, éste es el principio de toda autoridad. Por eso, el superior ha de ser alguien que tiene el carisma del amor (de hacerse querer, de se amado), suscitando así una comunión (de amigos o/y hermanos). Ciertamente, amar es servir, pero también dejarse querer.
- Responsabilidad. «Ha de dar cuenta a Dios de todos vosotros» (46), sabiendo que cuando más elevado se halla entre vosotros más peligro corre de caer» (47). De esta forma subraya Agustín el riesgo del poder, como lo ha hecho toda la tradición evangélica. Ser prior (=el primero= superior es un gozo (servicio de amor), pero es también un riesgo, no sólo en este mundo (utilizando a los otros a la fuerza) sino también ante el reino futuro. El que manda tiene un riesgo mayor de perderse. Por eso pide la regla que se ruegue por los superiores, no para sólo que lo haga bien sin más sino para que "no se condenen" tomando la autoridad como medio para su egoísmo.
Tareas concretas de la autoridad. Partiendo de lo anterior se pueden formular algunas las tareas especiales del prior, entendido como hermano mayor (no padre) que se ocupa de los problemas y personas de la comunidad. A.
Corrija a los inquietos (46). Inquietos son los turbulentos, los fogosos, los que todo lo emprenden y cambian, los que nunca están tranquilos con nada. No son malos, no aparecen aquí como perversos sino como intranquilos. Corregir significa en este caso moderar: procurar que surja y se cultive la paz con este tipo de personas. Corregir significa implica acompañar y guiar en la paz a los que están siempre en riesgo de perder la paz.
- Consuele a los tímidos (46). Consolar es dar fuerza, ofrecer ánimo, ayudar en el camino a los que parece que son incapaces de caminar. No se trata aquí del gesto paternalista de dar un "cariñito" sino de la actitud creadora de ofrecer fortaleza, de animar a los que se encuentran faltos de ánimo. Hay hermanos "tímidos", que no se atreven a decir, pensar, hacer... que buscan un cobijo en el convento. Función del superior es dar alma: hacer que los religiosos sean capaces de actuar, de asumir el camino comunitario, de realizarse como personas, en libertad.
- Acoja a los débiles (46). Acoger es recibir, ofrecer un lugar de vida, un espacio de confianza... En algún sentido es lo mismo que "consolar" (dar ánimo), pero tiene un matiz más receptivo, de escuchar y recibir a los miembros más débiles de la comunidad. La casa religiosa aparece de esa forma como lugar donde los miembros más enfermos y frágiles se pueden sentir comprendidos y valorados. Función del superior es ofrecerles lugar de vida en la conjunto de la comunidad, sin que ellos puedan ser manipulados por nadie. d. Sea paciente con todos (46). Esto es evidentemente lo que más necesita el superior: la paciencia ante los fallos y carencias de los otros... Saber esperar, saber entender, saber dar tiempo a las cosas... Ésta es la función suprema del superior: animar la vida comunitaria con paciencia grande. El convento no es lugar de perfectos sino casa de personas muchas veces mediocres. La paciencia es básica para que esta casa funcione.
Esta Regla de San Agustín, que así hemos condensado, constituye uno de los textos más significativos e influyentes del pensamiento cristianismo de occidente. Millones de personas, que no han entendido ni leído los grandes tratados teológicos de Agustín, ni han seguido sus disputas eclesiales, han escuchado y cumplida esta regla, tanto en la vida religiosa formal (en varias órdenes y congregaciones) como en otros estilos de vida cristiana. Así lo ha destacado, por ejemplo, T. Viñas, en un trabajo que tuve ocasión de moderar: La amistad en la vida religiosa: interpretación agustiniana de la vida en comunidad (Madrid 1995).