Libro para todas las naciones Tema de fondo: Ciudad-Biblia

Guía de lectura histórica, eclesial y personal

Resultado de imagen de Verbo Divino, Biblia Ciudad

      Se vota hoy en España sobre el tipo de "ciudad" (espacio de convivencia) que se quiere y busca entre todos los votantes. Con esa ocasión he querido presentar de nuevo un libro titulado Ciudad-Biblia, que trata no sólo de su historia (del Génesis al Apocalipsis), sino de su tema y proyecto central: Crear una ciudad universal de pueblos/naciones, de grupos distintos, que comparten el mismo amor a la vida (de unos a otros), con la esperanza de la reconciliación universal.

Entre naciones e imperios

Según la Biblia, Dios ama a las naciones, es decir, a los pueblos y odia (rechaza) a los imperios políticos‒religiosos, que conquistan y se imponen por la fuerza sobre pueblos, naciones e individuos. La dificultad está en distinguir a pueblos pacíficos como podrían ser algunos del entorno de Israel (Moab, Amón, Edóm…) e imperios como Egipto, Nínive y Babel, y luego Persia, Macedonia, Siria y Roma.

Desde el Génesis al Apocalipsis, Dios “ama” (suscita, protege) a las naciones/pueblos, entendidas como unidades culturales, sociales y religiosas. Dios mismo “dividió” a las naciones, y puso a cada una bajo la protección de un “dios”, es decir, de un ángel… (Dt 32, 8; Ecle 17, 17), de forma que cada una “sagrada”, es signo de Dios. Pues bien, según la Biblia, los “imperios y estados” conquistadores son satánicos (obra de la gran Bestia, como han puesto de relieve los profetas y apocalíticos, Daniel y al ApJn.

El problema está en saber dónde está la esencia e identidad de los pueblos, desde la tribus autónomas del principio de Israel, hasta los reinos de Israel y de Judá, por la Nación‒Estado religioso del Templo de Jerusalén, hasta la confederación de sinagogas centradas en la memoria del pasado y en el Libro del Israel post‒mesiánico.

En principio, las naciones/pueblos serían unidades “naturales”, que brotan de la convivencia y vinculación de grupos, en línea cultural y social, política y religiosa. Por el contrario, los estados/imperios nacerían y se imponen por la fuerza de las armas y el dinero; son colonizadoras, depredadoras…  Pero con el tiempo la diferencia entre pueblo/nación y estado/imperio se ha diluido... Como sabe el libro de Daniel, los imperios (que a su juicio son bestias satánicas, lo mismo que en el Apocalipsis) han ido cambiando, aunque aparece siempre la tendencia a crear (o a temer) un imperio mundial que domina sobre todos los pueblos de la tierra.

 Nación de naciones

 Según la Biblia, Israel quiere (=debe) ser una “nación especial”, de tipo no imperial (no conquistador), para ofrecer un testimonio de comunión y paz (Shalom) para todas las naciones. De esa forma se expresa su experiencia y esperanza mesiánica, como pueblo (que siendo por un lado una nación concreta) viene a presentarse como expresión y presencia del Reino universal de Dios, para (con) todos los pueblos de la tierra.   En la línea se ha situado la iglesia  cristiana“ que ha de ser es católica”, es decir, universal.

Eso significa que la unidad entre las naciones del mundo no puede ser de tipo “imperial”  (como quisieron Asiria y Babilonia), un tipo de unidad realizada y ratificada a través de una militar o dominio económico (Ap 12‒13, 17‒20), sino de fraternidad en la diferencia. Según la Biblia, toda imposición de la “unidad” por parte de Israel o de la Iglesia  (o de cualquier Estado) en forma de violencia (económica o militar) no viene de Dios, sino de Satán.  

Según la Biblia (Daniel, Apocalipsis…), los estados/imperios, como “organizaciones de violencia” acaban destruyéndose a sí mismos. No se destruyen y caen desde fuera, por violencia externa (o guerra), sino por desintegración interna. Un estado/imperio que se impone por la fuerza queda en manos de su propia violencia y se destruye a sí mismo. Esta es la revelación clave de la Biblia, desde el Génesis (torre de Babel), pasando por los profetas (crítica de los imperios, de Babilonia a Roma), hasta el Apocalipsis.

Un alegato contra el imperialismo

Un Estado/Imperio que destruye a otros (o se impone por violencia) termina destruyéndose, conforme al Sermón de la Montaña (conforme a la lógica del talión).  En el momento en que un Estado/Imperio (como fueron Nínive, Babilonia o Roma, con todas sus diferencias) quisiera dominar sobre otros, obligándoles a someterse por la fuerza, perdería su identidad como “pueblo/nación” (pacto de pueblos) y se convertiría en entidad satánica, preparada para la muerte.

El conjunto de la Biblia, desde el  Génesis  hasta Mt 28, 16‒20 (evangelizad a todos los pueblos) y el Apocalipsis 20‒21 (vendrán todos los pueblos…) ofrece la salvación de Dios, es decir, un futuro de vida a los pueblos del mundo, unidos en gratuidad, no a los estados/imperios, que como tales deben desaparecer. Ésta es una certeza y esperanza originaria, que después se ha podido “diluir” y falsificar al identificar la iglesia con un tipo de “imperio espiritual/social”, como el de Roma, tanto en oriente (imperio bizantino), como en occidente (imperio romano‒germánico).

Frente al gran Estado‒Imperio mundial, la Biblia eleva la promesa de una comunión universal de pueblos, en gratuidad y perdón, sin dominio de unos sobre otros, de tal forma que el Cristo/Dios de Ap 21, 3 ha podido decir “todos serán mis pueblos” (no mis estados o imperios). Cristo no es emperador/pantrócrator de un Estado, sino el amigo universal de todos los pueblos.

La Biblia marca un camino para los pueblos/naciones de la humanidad, pero no dice cómo son y cómo serán en el futuro. Ella ha nacido en un contexto de migración de pueblos y sabe muy bien cómo han surgido, cómo conquistan territorios, y cómo mueren (pueden morir), bajo el riesgo satánico del imperialismo (de Nínive y Babilonia a Roma…)… Su tema de fondo consiste en marcar un camino de despliegue pacífico para los naciones‒pueblos, en solidaridad, sin imperialismos destructores

Biblia, un libro misión. Comunión de Dios frente a Mammona

       Su misión no es conquistar nada, ni imponer, sino ofrecer un camino de reconciliación y comunión entre pueblos, naciones e individuos, entre religiones y experiencias de vida. 

 La tarea clave de la Iglesia y de su “teología” misionera consiste aplicar la historia de la Biblia a nuestro tiempo, ofreciendo un camino de comunión pacífica y gratuita (Shalom) a todos los pueblos.

            En esa línea he querido hablar de la Ciudad‒Biblia, es decir, de la Biblia entendida como espacio y camino de comunicación universal, en diálogo con todos los pueblos y culturas, como proyecto de comunión en esperanza, sin imposición de nadie (ni del pueblo concreto de Israel, ni de la Iglesia de Jesús…). He querido hablar de la Biblia como texto esperanzado y sufrido   Diálogo Universal, que se identifica con el Nuevo Israel del Shalom definitivo, que la Iglesia interpreta en forma de espacio abierto de comunión gratuita en Cristo, en la línea del Sermón de la Montaña (no de una iglesia/estado, organizada en forma de poder).

      Se vota hoy (10.11.19), como he dicho en España, y el voto es importante... pero quizá en el fondo el tema no es aquel que se dice externamente... sino algo más hondo, se vota entre un tipo de dinero que puede dominar al mundo en forma de Mammón o un dinero abierto a la vida del futuro de los hombres en la tierra y a la comunión universal, como he puesto de relieve en un libro sobre Dios o el Dinero.

Resultado de imagen de Pikaza, Dios o Mammón

Volver arriba