Tres esclavitudes, tres caminos de libertad

Trataremos de las 3 esclavitudes y de tres caminos de libertad, trazados por Francisco, Domingo y Nolasco. 

1.- Introducción: los dos problemas.

El tiempo de cruzadas había terminado sin que los cristianos conservaran Jerusalén o recrearan allí su experiencia religiosa. Los problemas de la fe no estaban a ultramar (ni se resolvían alistándose en la guerra), sino dentro de la misma cristiandad amenazada por sus contradicciones. Para resolverlos era necesaria una nueva pasión por la pobreza (desprendimiento evangélico) y la verdad (conocimiento liberador), en visión más honda y radical del evangelio. 

– Cuando la mayor parte de España estaba oprimida... y el estandarte de la cruz era tratado sin honor alguno..., surgió la orden de predicadores para iluminar la fe de Cristo y para que pudieran enseñarse los caminos verdaderos de la salvación, de tal manera que los hombres no se terminaran arruinando en forma miserable en razón de su ignorancia.

– Cuando el mundo se encontraba lleno del deseo de riquezas, cuando ardía y casi se encontraba poseído ya por el furor de la soberbia, surgió la orden más humilde del seráfico Francisco, para abajar la soberbia, templar el ansia de riquezas y dar ejemplo de humildad y de paciencia[9].

 Certeramente diagnostica Zúmel: había división entre pueblos; musulmanes y cristianos se enfrentaban en batalla. Pero el auténtico problema era la falta de conocimiento y la ansiedad de las riquezas, como vieron Domingo y Francisco.

– El ser humano vive y se despliega en clave de verdad. Por eso, la fe no se puede imponer a los contrarios: no se gana la verdad con guerras. En la línea de Jesús, los hermanos de Domingo han de ser predicadores de la palabra, hermanos pobres que extienden evangelio sin imposiciones. Avanzando en esa línea, ellos serán pedagogos, sabios en filosofía y teología, para iluminar (transformar) a los infieles a nivel de conocimiento.

 El segundo problema es la praxis o conducta material de los creyentes. No basta la palabra, es necesario el compromiso en favor del evangelio. Infieles y cristianos viven igualmente dominados por la sed de la riqueza: luchan por tener y controlar los bienes de la tierra. Sobre ese fondo hade surgir un testimonio diferente, un nuevo ejemplo de acción (de vida activa), en seguimiento de Jesús, en humildad y cercanía con los pobres. Aquí se han situado Francisco y sus hermanos menores, testigos de solidaridad[10].

  Ciertamente, había otros problemas, estos eran los mayores: el deseo de un saber impositivo, el ansia de riquezas. 

 Más allá de la violencia, la palabra: Domingo de Guzmán

 En el plano del saber se han situado los Hermanos Predicadores de Domingo que defienden y propagan la verdad por el anuncio (predicación). Han descubierto que las diferencias no se pueden resolver por fuerza: no hay cruzada que convenza, ni ejército que pueda conquistar la paz por guerra. El camino de Jesús se expresa a través de la palabra, como sabe la parábola del sembrador (cf. Mc 4). Por eso, los amigos de Domingo estudian y predican para expandir el evangelio a través de la palabra. Viven en pobreza, rezan juntos y caminan por los pueblos: son mensajeros andantes de Jesús y de su vida. De esta forma redescubren y explicitan la verdad central del cristianismo, tal como se expresa en el mandato misionero (cf. Mc 6, 6--13; Mt 10, 5-15): ofrecen con su vida el testimonio de Jesús, sin más riqueza que su palabra, sin más poder que la ayuda humana (curaciones) que expanden sobre el mundo. Así quedan en manos de los hombres y mujeres que acogen (o rechazan) su mensaje [11]:

En la raíz del gesto de Domingo y sus Hermanos Predicadores está la experiencia de un anuncio no violento de Jesús. Los misioneros no llevan espada, ni alforja (dinero), ni repuestos de tipo cultural o social (vestidos, libros...). Son mendicantes, dan de balde lo que tienen (su palabra) y reciben aquello que les pueden ofrecer (comida, casa), quedando indefensos en manos de los hombres y mujeres a quienes se dirigen. Son mendicantes como el Cristo, por gracia y no por miseria, pues quieren compartir bienes y vida con la gente del entorno. Saben que toda imposición es mala y que el triunfo que se logra por medios militares constituye en el fondo una derrota. Por eso ofrecen gozosamente lo que tienen y quedan a merced de aquellos que escuchan o no escuchan su palabra, como quiere Mc 6, 6-12 par.

Pasando el tiempo, los Hermanos Predicadores de Domingo se harán Padres Maestros y Doctores, buscando una manera coherente y más "científica" de anuncio cristiano, en la línea de las Summas de Tomás de Aquino. Posiblemente ganan en lógica, pero pierden en radicalidad cristiana. Más aún, en cierto momento, algunos Hermanos Predicadores tenderán a imponer lo que creen verdad con razones de fuerza, inquisiciones y exigencias vinculadas a un tipo de espada. Por bien de la iglesia es preciso que vuelvan a sus raíces dominicanas: al servicio encarnado y pobre de la Palabra que se ofrece sin violencia sobre el mundo[12]. 

Pobreza y solidaridad. Francisco de Asís

 En perspectiva convergente, Francisco de Asís con sus Hermanos Menores ha ofrecido testimonio de vida cristiana allí donde amenaza el poder de las riquezas. Sabe que en el base de toda la injusticia y lucha de la tierra hay un ingente anhelo posesivo: el enemigo de la fe no es la presencia musulmana, es la avaricia de los creyentes, la espiral de riquezas y poderes que amenazan la vida de los fieles. La guerra, igual que la mentira y opresión intelectual, nace de la codicia. En contra de eso, la verdad es gracia y sobrepasa el nivel de los deseos: sólo conoce de verdad y encuentra al Cristo, transcendiendo la violencia de la tierra, quien rechaza la opresión de las riquezas. Desde este fondo, condenando el ideal de conversión por la violencia que late en las cruzadas, Francisco ha formulado nuevamente los principios de la paz cristiana:

 Los hermanos, dondequiera que se encuentren sirviendo o trabajando en casa de otros, no sean mayordomos ni cancilleres, ni estén al frente de la casa en que sirven... Y por el trabajo pueden recibir todas las cosas que son necesarias, menos dinero. Y cuando sea menester, vayan por limosna, como los otros pobres. Y pueden tener las herramientas e instrumentos convenientes para sus oficios... Guárdense los hermanos, dondequiera que estén, en eremitorios o en otros lugares, de apropiarse para sí ningún lugar, ni de vedárselo a nadie. Y todo aquel que venga a ellos, amigo o adversario, ladrón o bandido, sea acogido benignamente (Francisco de Asís, Regula, I, 7).  

Por eso, ninguno de los hermanos... tome ni reciba ni haga recibir en modo alguno moneda o dinero ni por razón de vestidos ni de libros ni en concepto de salario por cualquier trabajo... Empéñense todos los hermanos en seguir la humildad y pobreza de Nuestro Señor Jesucristo y recuerden que nada hemos de tener en este mundo, sino que, como dice el apóstol, estamos contentos teniendo qué comer y con qué vestirnos (1 Tim 6,8). Y deben gozarse cuando conviven con gente de baja condición y despreciada, con los pobres y los débiles, y con los enfermos y leprosos y con los mendigos de los caminos (Ibid I, 8. 9)[13].

 A partir de Cristo-pobre, Francisco no compite contra nadie: vive en actitud de entrega confiada con (entre) los pobres. De esa forma redescubre y explicita desde el evangelio una serie de valores que pueden ayudarnos a seguir al Cristo, dentro de la nueva situación que nace entre los pueblos europeos con la burguesía. Más que una Orden religiosa, ha suscitado un movimiento de evangelio. Estos son sus corolarios principales:

 – Ley del trabajo. Como los pobres del mundo, los Menores de Francisco deben trabajar: llevan su herramienta y la utilizan allí donde alguien pide o necesita su servicio, como verdaderos proletarios; pero ellos no venden su trabajo, como harán más tarde los obreros explotados, sino que lo regalan, dándolo de balde, allí donde alguien pide o necesita su servicio.

– Superación del sistema salarial. Los Hermanos no rechazan el salario por sentirse superiores, ni tampoco por principios teóricos, sino porque se ponen muy abajo, en la más honda pobreza de la tierra: ofrecen lo que tienen y después no exigen nada, nunca obligan, no se imponen. Regalan su riqueza y confían recibir la de los otros. De pronto, sobre el viejo mundo roto por la lucha del dinero ellos suscitan un camino de esperanza.

– Rechazo del capital. Conforme a lo anterior, los Hermanos no se apropian cosa alguna como propietarios, ni siquiera se hacen dueños de la tierra donde duermen (cf. Mt 8, 10): quieren compartir trabajo y bienes, caminos y pobreza, con los habitantes de su entorno. De esa forma los descubren como hermanos, en fraternidad que abarca a bandidos o ladrones, herejes, musulmanes o paganos...

  Según eso, no es precisa la cruzada. El evangelio no se puede vincular a las batallas. Los Menores de Francisco extienden Reino con su propia pobreza y su experiencia de encuentro fraterno con los pobres. En esta línea ejercen su misión::

 Así, pues, cualquiera hermano que quiera ir entre sarracenos o otros infieles vaya con la licencia del ministro... Y los hermanos que van pueden comportarse entre ellos espiritualmente de dos modos.

– Uno, que no promuevan disputas y controversias, sino que se sometan a toda creatura por Dios (1 Pe 2, 13) y confiesen que son cristianos.

– Otro, que cuando les parezca que agrada al Señor anuncien la palabra de Dios para que crean en Dios omnipotente, Padre e Hijo y Espíritu Santo... (Regula, I, 16).

 Lo Menores de Francisco invierten el esquema de cruzada. No van como señores, no pretenden dominar ninguna tierra, ni se empeñan en librar Jerusalén de musulmanes, pues actúan como hermanos de todos los vivientes (humanos) de la tierra, sin poderío, ansia de riqueza o deseo de conquista ideológica, económica, política. No extienden la verdad por razones, sino con el ejemplo de la vida liberada. Así confían, como pobres entre pobres, dando un silencioso y fuerte testimonio de Jesús en los pueblos que parecen enemigos. Allí donde vinieron los cruzados a imponerse por las armas, llegan ellos desarmados, siendo anuncio de Jesús en Palestina.

 DAR LA VIDA POR LA LIBERTAD. SAN PEDRO NOLASCO, RELIGIOSOS REDENTORES.

 Según el esquema de Zúmel, Domingo y Francisco ofrecieron el más hondo testimonio de acción no violenta en el lugar las dos graves heridas de lo humano: frente a la imposición intelectual expandieron la humilde palabra dialogada (Domingo), frente a la opresión de las riquezas una vida en la que todo se comparte y todo es gracia (Francisco). Pues bien, Zúmel descubre una tercera herida, vinculada con el cautiverio.

Tanto la guerra como la opresión intelectual y el ansia de dinero cautivan a personas y las dejan oprimidas, sin libertad para vivir de forma autónoma. Pues bien, frente a la guerra que esclaviza a los humanos se elevaron por entonces (a principios del XIII) dos grupos de religiosos redentores: trinitarios y mercedarios:

 Nació entonces la orden de los redentores de S. María de la Merced... :

– en primer lugar, para instruir a los cristianos cautivos, para confirmarles en la fe, de tal manera que no desfallecieran;

– nació también para liberarles, aun con riesgo de la vida, de las manos de los turcos y los moros, dándoles por ello las riquezas y aun la misma vida (Zúmel, De initio, 13).

 El más hondo problema es que no existe libertad. Lógicamente, para ofrecer y cultivar la libertad sobre la tierra, los redentores (de la Merced y Trinidad) reasumen de algún modo el ideal de las cruzadas, pero no lo hacen por guerra, pues saben que toda libertad violenta es falsa. Son importantes la verdad (plano ideológico) y los bienes compartidos (plano económico), pero a juicio de los Redentores de Pedro Nolasco (mercedarios) y Juan de Mata (trinitarios) el don y taea principal es el despliegue solidario y libre de su vida.

Recordemos los tres planos del conflicto del Ap: polìtico (Bestia), ideológico (Mal Profeta) y económico (Cortesana). En el principio se encontraba la Gran Bestia del poder militar que esclaviza a los humanos. Pues bien, para superar la esclavitud que brota del despliegue militar de nuestra historia se elevan los Hermanos Redentores, empleando para ello medios no violentos de diálogo (canje interhumano) o rescate económico y social, aún a riesgo de la propia vida.

Los Hermanos Redentores saben que la herida más sangrante de la historia es la carencia de libertad: luchamos unos contra otros, por razones ideológicas (religión) y económicas (ganancia), y acabamos construyendo un mundo donde muchos tienen que vivir sin libertad. Sólo se cura esa herida allí donde aparecen humanos bien dispuestos a entregarse por la vida y libertad de sus hermanos. No basta la enseñanza (Domingo) ni la comunicación económica (Francisco). Donde la herida es más fuerte habrá de ser más exigente el remedio para ella:

Así como la cautividad es suma miseria, porque pobreza es tener poco y padecer necesidad, mayor pobreza no tener cosa alguna, suma pobreza (es la de aquel que) a sí mismo no se tiene, sino que está cautivo... así por el contrario librar de este sumo mal (liberar a los cautivos) es la obra más heróica de las que podemos usar con nuestro prójimo. Esta obra... (es) la más excelente de todas, porque si bien lo consideramos en ésta se incluyen todas las demás obras de misericordia: quien rescata a su prójimo, le adoctrina y enseña, vístele y dale de comer[14].

Domingo es misericordioso pues enseña y dirige en línea de verdad. Misericordiosos son los Menores de Francisco, pues comparten la vida con los pobres. Pero misericordiosos en grado supremo han de ser los Redentores que procuran liberar de su opresión a los cautivos: les sostienen con visitas, para que mantengan su fe y su dignidad en cautiverio, y les liberan, si es posible, de su misma condición de esclavitud, llevándoles a tierra de cristianos, para que compartan y cultiven la fe y la dignidad con los hermanos[15].

 Ciertamente, Jesús fue maestro, el primero de los Predicadores y el mayor de los Menores, siervo de los pobres. Pero en sentido más profundo ha sido redentor: se ha entregado para liberarnos de toda opresión y cautiverio; ha muerto para hacernos libres, capaces de asumir la propia vida y realizarla de manera personal, superando así la ley del diablo-muerte que es el miedo y la violencia en la que estábamos hundidos. Verdad y pobreza deben convertirse en fundamento de liberación, como han sabido los Hermanos Redentores, llegando así hasta el nervio más sensible de la historia, la opresión interhumana: por falta de libertad se dividen los humanos y combaten hasta someterse unos a otros; por ella se debaten en disputas de tipo intelectual; por causa (o falta) de ella quieren asegurar su vida en las riquezas... Así lo han sentido los Hermanos Redentores, ofreciendo libertad donde algunos se encontraban menos libres:

 La cautividad es la más honda (summa) miseria de los hombres, pues Dios les ha creado en suma libertad, y mientras se hallan detenidos bajo el poder de sarracenos viven de una forma absolutamente miserable (miserrime): no son dueños de sí mismos, se consumen en la más honda pobreza[16].

Pecado era el error que corroe la verdad y divide las mentes (Domingo) y el deseo de riqueza que esclaviza a los humanos, haciéndoles vivir en lucha mutua (Francisco). Pero el pecado superior consiste en negar la libertad de los humanos, impidiendo que ellos vivan, desarrollen su creatividad y puedan compartir la historia, en clave de confianza (de fe en el Dios de libertad). El cautiverio antiguo era expresión de ese pecado que se opone de raíz a la experiencia de Dios y de su obra creadora. En este contexto se vuelve necesaria la más honda cruzada de evangelio dirigida a liberar en paz, por medio de la entrega de la vida, a los hermanos y no a tomar por fuerza la tierra palestina.

Eran tiempos de crisis y contrastes, comenzaba el siglo XIII. Habían las cruzadas: no se puede extender el evangelio por la guerra. Pero los santos más grandes descubrieron, sobre la violencia militar, la fuente del evangelio, en la línea de Domingo, Francisco y los hermanos redentores (Juan de Mata, Pedro Nolasco). Se abrió un camino nuevo y permanente (antiguo) dentro de la iglesia. Ahora que aquel ciclo de historia ha terminado (final del siglo XX), pero la iglesia sigue ante los mismos problemas de entonces. Será bueno que exploremos también hoy los caminos y experiencias de no violencia activa, redentora, superando así los nuevos brotes de violencia y cautiverio que amenazan con ahogarnos[17]. 

NOTAS

[1] De la guerra santa musulmana habria que tratar en otro contexto

[2] M. de Cervantes, Don Quijote, 2.ª parte, c. 27.

[3] Cf. E. G. Castro, Encuadre histórico-religioso de la O. de la Merced, Est 34 (1978) 228-237; J. F. Conde y A. Linaje, La Renovación religiosa, en Varios, Historia de la Iglesia en España, II-I. Madrid 1982, 348-405.

[4] Regla de los Caballeros Teutónicos en M. Perlbach, Die Estatuten des Deutschen Ordens nach den ältesten Handschriften, Niemeyer, Halle 1890.

[5] Cf. E. G. Castro, O. c., 221.

[6] Santo Tomas de Aquino, S. Th., 2,2, q. 10, a. 8. Traducción en Suma Teológica VII, BAC, Madrid 1949, 375.

[7] De laude novae militiae. Ad milites Templi, 1. Traducción en Obras completas de san Bernardo I, BAC, Madrid 1983, 496-543.

[8] Texto crítico en A. Wallensköll, Les Chansons de Thibaut de Champagne, roi de Navarre. Champion, Paris 1925, 184-185. Anotaciones semánticas en A. Pauphilet, Poètes et Romanciers du MA, Gallimard, Paris 1952, 898-899. Cf. E. G. Castro, O. c., Est 34 (1978) 225; F. Cardini, Il movimento crociato, Firenze 1972, 105.

[9] F. Zúmel, De initio ac Fundatione Ordinis 13, en Id., Regula et Constitutiones OBM de Mercede, Salamanca 1588.

[10] F. Zúmel, Ibid 12-14.

[11] Cf. Liber Consuetudinum, prólogo, en Santo Domingo de Guzmán visto por sus contemporáneos, ed. M. Gelabert y J. M. de Garganta. Madrid 1947, 864.

[12] El evangelio sigue siendo palabra dialogada que se ofrece y comparte en gracia. Donde se impone por la fuerza pierde su carácter de mensaje salvador. Sólo donde busquen y compartan la verdad, los humanos serán fieles al Cristo. Por eso, como buscadores y predicadores de la fe, los dominicos han de ser cruzados sin espada: no combatirán con espada; expondrán, expandirán y cultivarán la fe con la palabra (cf. Heb 4, 12-13), en camino exigente de escucha y elaboración teórica del evangelio.

[13] Edición y traducción en J. A. Guerra, San Francisco de Asís. Escritos. Biografías. Documentos de la época. Madrid 1978. Reglas, en págs. 91-118.

[14] G. Torres, Declaración en lengua vulgar de la Regla y Constituciones de la OBVM de la Merced, Salamanca 1565,13v-14).

[15] Cf. F. Zúmel, De initio, 13-14.

[16] F. Zúmel, Regula et Constitutiones OBVM de Mercede, Salamanca 1588,57

[17] Los ejemplos de Domingo y Francisco siguen llevándonos al centro del evangelio. A partir de ellos podemos reelaborar, con los hermanos redentores, un programa nuevo de liberación no violenta de todos los humanos, colaborando con instituciones humanitarias, confesionalmente no cristianas, que se mueven en la misma línea.

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