Fíate de la Virgen y no corras



La ausencia de cuatro Iglesias ortodoxas autocéfalas locales en la apertura del Concilio panortodoxo de Creta el día 20 está despertando un sinfín de comentarios. Faltaron a la cita, en efecto, Antioquía, Bulgaria, Georgia y Moscú. De momento, no me interesa entrar en ese fuego cruzado. Sé que, a sugerencia del patriarca Ireneo, de la Iglesia ortodoxa de Serbia, su santidad Bartolomé I cursó a última hora sendos telegramas a los susodichos Primados para que, dando su brazo a torcer, acudieran a la Divina Liturgia de Pentecostés. Todo con el negativo resultado que ya conocemos.

Como los vientos cretenses rolan cada vez más hacia Moscú, no será mala idea volver por allí. Ya el otro día me ocupé del extraño mensaje ciriliano al Concilio. Esta vez lo haré sobre el metropolita Hilarión de Volokolamsk, del Patriarca para abajo la única figura ortodoxa que, hasta la fecha, ha dicho al respecto esta boca es mía, cuando debió tenerla cerrada. Siempre es bueno y saludable, dentro de una misma Iglesia, conocer las distintas corrientes de pensamiento. Pero no monopolizarlas.

El portal Orthodoxie publicaba el 18 de junio una entrevista concedida a la agencia griega Romfea.gr por el arcediano del Trono Ecuménico y clérigo del arzobispado griego de América, Juan Chrysavghis, director ahora de la oficina de prensa del Patriarcado Ecuménico para el Santo y Gran Concilio. Su contenido versa mayormente sobre la ausencia de la Iglesia ortodoxa rusa y sus consecuencias. Comentarla entera se haría largo. Sí quiero yo, no obstante, aunque solo fuere a beneficio de inventario, ir al vivo de la cuestión.

Lo nodular del asunto figura en la segunda parte, justo cuando el periodista formula esta pregunta: - « ¿Piensa usted que existía algún plan de las Iglesias tendente a hacer descarrilar el Concilio?» Buena pregunta, sí señor. Lo que Chrysavghis responde no tiene desperdicio:

-«Si ello fuera verdad –dice-, sería seguramente un gran escándalo para todos. No quiero yo creer jamás en eso. Otros pueden saber tal vez mejor las cosas. Pero yo sí estoy realmente sorprendido de la forma en que algunos hablan de los acontecimientos relativos al proceso de seguimiento hacia el Santo y Gran Concilio. Por ejemplo, en una reciente entrevista con usted, y todavía en otras, me pregunto si el metropolita Hilarión se refiere a las mismas sesiones preconciliares que aquellas a las que yo asistí. Lo que él describe parece estar muy lejos de la realidad que yo observé. Por ejemplo, denuncia que muchas posiciones de la Iglesia de Rusia no han sido aceptadas, o se han rechazado categóricamente, y no fueron incluidas en los documentos o las decisiones (de las sesiones pre-conciliares).

Me gustaría decir sinceramente que las posiciones de ninguna otra Iglesia fueron tan generosamente aceptas por las otras Iglesias (a menudo bajo una gran presión) que aquellas de la Iglesia de Rusia. Ninguna posición de otra Iglesia, véanse incluso las palabras exactas, se reflejan, lo mismo en las decisiones que en los documentos, como aquellas de la Iglesia de Rusia».

Ya lanzado, Chrysavghis prosigue: -«Recuerdo particularmente que cada vez que una Iglesia se mostraba disconforme, la respuesta de la delegación rusa estaba amenazando de no firmar el texto. Una conducta tal no puede ser calificada ni de unanimidad ni de lógica común. Si existe una Iglesia en el mundo que pueda afirmar que ella a menudo, de manera persistente y en ciertas ocasiones de forma fastidiosa, ha elaborado las decisiones y los textos, esa es la Iglesia de Rusia. Así que, en realidad, es una sorpresa, incluso un shock escuchar estas protestas».

No contento con lo dicho, Chrysavghis insiste: - «Probablemente ninguna otra Iglesia en el mundo debiera protestar en contra de los documentos. Es verdad -y lo afirma de nuevo el metropolita Hilarión- que la unidad no puede ser impuesta. Sin embargo, la unidad no es el monopolio de los que -de repente y literalmente al último momento- han cambiado de opinión y ahora no quieren participar en el Concilio. La unidad, ciertamente, no puede jamás ser impuesta por la ausencia y el aislamiento. Por supuesto, las Iglesias son libres e independientes en sus decisiones. Pero la independencia nunca puede manifestarse a expensas de la unidad. Y aquí la divergencia crucial es que cada Iglesia, sin excepción, había dado su acuerdo a la convocatoria del Santo y Gran Concilio y a su participación. Además, las afirmaciones según las cuales “una Iglesia se va tras otra” son injustas y erróneas, incluso engañosas y casi falaces».

Chrysavghis se despacha cada vez con más aplomo: -«En realidad, una Iglesia tras otra ha confirmado que participará, a pesar de los problemas y las provocaciones. Y no serán solo “las Iglesias griegas” como se ha avanzado en ciertos círculos, de una forma provocadora y sensacionalista. ¿Por qué la gente no recuerda y no hace hincapié en la presencia, el compromiso y la dedicación de las Iglesias de Polonia, Serbia, Albania, Rumanía, así como de Chequia-Eslovaquia? Creo que no hay "cábala", como usted dice. Pero mi pregunta es la siguiente: ¿cómo puede usted u otra persona explicarse que algunas Iglesias hayan decidido en el último momento no asistir? Por cuanto concierne al caso de la Iglesia de Rusia, ello se produjo literalmente 48 horas antes de la Synaxis de los Primados».

Echando mano todavía de las repercusiones pastorales de semejante ausencia, Chrysavghis aprieta todavía más las tuercas: -«Por decirlo simplemente, ¿cómo podrán nuestros fieles comprender esto? ¿Quién hubiera podido esperarse esto de sus dirigentes? ¿Cómo puede la gente no respetar su palabra, expresada hace justo unos pocos meses, y sus firmas? Si la gente supiera cuántas firmas pusieron todas las Iglesias, sin excepción, bajo una decisión después de otra, en un documento tras otro, incluso también en una traducción después de otra -me refiero literalmente a cientos de firmas de cada Iglesia bajo textos concernientes a los documentos y decisiones del Santo y Gran Concilio…-. ¡Estarían escandalizados! ¡Encuentro muy difícil de entender cómo cualquier Iglesia pueda cambiar de opinión en el último momento!».

Aparcadas las puntualizaciones a Hilarión, el director de la oficina de prensa del Patriarcado Ecuménico para el Santo y Gran Concilio agrega sin paliativos: - «En cualquier caso, el Santo y Gran Concilio será la reunión mayor y más representativa de la Iglesia ortodoxa después de más de mil años, convocada tras una decisión y un consentimiento panortodoxos. Me complace ver que la Iglesia de Rusia ha hecho un llamamiento a la generosidad y al discernimiento del Patriarca ecuménico [¡nueva velada alusión esta vez a Hilarión, portavoz al menos de tal llamamiento!]. Nunca he visto a nadie más paciente que Su Santidad [el Patriarca de Constantinopla, ndt] durante todo este proceso. Veo con un sentido de humildad tanto las Iglesias que se encuentran ya en Creta, respondiendo con amor del hombre y generosidad a la llamada del Espíritu Santo por la unidad».

¿Para qué seguir? Esto, más que un cristalino manantial, es la denuncia de una ciénaga. Hilarión, en realidad, ya dio una espectacular espantada en Rávena abandonando, contra la masiva insistencia en contrario de sus miembros, la Comisión Mixta Internacional para el Diálogo teológico entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa en conjunto. Se ve que le van los fuegos artificiales. Sería bueno que ponga más sosiego en sus actos, y sobre todo en sus declaraciones. Con actuaciones así su carrera puede acabar algún día electrocutada.

Lo menos que cabe deducir, a la vista de las declaraciones del arcediano Chrysavghis, es que estamos ante un metropolita felón. Y como resulta que es buen compositor, se expone a que más de un eclesiástico en Creta le haya tomado ya la matrícula, y en la próxima ocasión lo mande a paseo y con la música a otra parte. Los beneméritos conciliares de Creta, en todo caso, harán bien, cuando se tercien declaraciones del controvertido prelado, en tener presente aquello de fíate de la Virgen y no corras.
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