El pederasta fue homenajeado cinco meses después de ser condenado a un año de inhabilitación F.J., víctima de abusos en Astorga: "Se están burlando de mí. Se siguen burlando de mí. Me dan asco"

(Jesús Bastante).- "Se están burlando de mí. Se siguen burlando de mí. Me dan asco". F.J., es la víctima de los abusos en Astorga. Desde hace años lleva intentando que se haga justicia a la atrocidad que vivió durante los años 80 a manos de José Manuel Ramos Gordón.

No fue el único: muchos otros chicos (entre ellos, su hermano) sufrieron vejaciones en el seminario Menor de La Bañeza, que les marcaron de por vida. Sin embargo, el religioso condenado recibió el pasado 17 de octubre, "estando ya supuestamente sancionado" un homenaje de despedida en su parroquia de Tábara. "Ahí estallé del todo", nos cuenta. 28 años después, los fantasmas continúan persiguiéndole.

Ahora, tras conocerse la "condena" de apenas un año para el sacerdote, quien además ha solicitado su jubilación -y que, según La Opinión de Zamora, hasta ayer mismo seguía figurando como Delegado de Patrimonio de la diócesis-, F.J. Estalló. "Fue a raíz de vuestra publicación del caso de Granada cuando me atreví a escribir al Papa", recuerda en conversación con este periodista.

Desde hace algo más de dos años, quien esto escribe trató de aconsejar a la víctima sobre los pasos a dar, a quién dirigirse, respetando su derecho a no hacer pública la información hasta que él no lo decidiera. Ahora ha dado el paso, después de conseguir que el Papa Francisco abriera una investigación y que Juan Antonio Menéndez, obispo de Astorga, le informara de la condena y le pidiera "humildemente perdón en nombre de la Iglesia".

"Sé muy bien que nada en este mundo podrá reparar suficientemente el daño causado. Le pido humildemente perdón en nombre de la Iglesia, a la que represento, y me pongo a su disposición para poder ayudarle a usted y a su familia en lo que necesiten", escribía el obispo de Astorga a F. J., el pasado 9 de mayo.

Entonces, la víctima decidió fiarse del prelado, aunque "un año de sanción me parecía una sanción ridícula después de todo el daño que hizo". La víctima, que en ningún momento ha solicitado una compensación económica, y que tampoco quiso, hasta hoy, que el caso saliera a la luz, porque "confiaba en que la Iglesia cumpliera con su obligación, como quiere el Papa", y porque el anterior obispo, Camilo Lorenzo, se encontraba gravemente enfermo, se desesperó cuando, cinco meses después de esa carta, el sacerdote se despedía de Tábara con un sentido homenaje en el que, asegura, "el cura ofició la misa" pese a estar sancionado. En las imágenes se comprueba la veracidad de esta acusación.


La carta de Juan Antonio Menéndez (que leen arriba) es clara: "Privación del oficio de párroco durante un período no inferior a un año, en el que tendrá un seguimiento tutelado por otro sacerdote, realizará ejercicios espirituales de mes y desarrollará labores asistenciales en favor de los sacerdotes ancianos e impedidos, así como otras tareas caritativas".

"Siguen tratándome mal. Por favor, no me mintáis", asegura, en conversación telefónica con RD. Indignado, añade que "lo que quieren es salvaguardar su institución, y yo no les importo nada. Es la impresión que yo he tenido". "Tú sabes que no he sacado esto para hacerme famoso ni para que me dieran dinero", constata a RD, desesperado al tener que revivir, otra vez, lo que tanto le costó denunciar. "Lo que me pasó lo mantuve en silencio durante años, y sólo lo saqué a la luz porque parecía posible que, por fin, se hiciera justicia y se evitaran otros casos en el futuro", lamenta, revelando su pérdida de confianza en la Iglesia.

FJ., ha escrito otra vez al Papa, denunciando cómo "ni siquiera han cumplido con la condena tan corta que impusieron a mi abusador". "No voy a permitir que se rían de mí otra vez", lamenta. No quiere hablar más. Al menos, de momento. Pero se muerde la lengua. "Esto condicionó mi futuro, me robaron mi infancia, mi ilusión, mi inocencia. Mientras los demás niños de mi edad estudiaban y soñaban con un futuro, a mí me negaron el mío", recuerda en su carta a Francisco.

Por su parte, en un comunicado colgado en la web y recogido por Europa Press, la Diócesis advierte que ante la prescripción civil y canónica de los hechos ocurridos hace 28 años, la Congregación para la Doctrina de la fe "levantó" la prescripción canónica para que se pudiera "realizar" un proceso administrativo penal en la diócesis que "verificara" la veracidad de los hechos.

Como conclusión, añade el comunicado, se impuso al sacerdote la pena "pertinente" que el sacerdote aceptó con espíritu de "humildad" y "arrepentimiento". Una vez conocida la resolución adoptada, José Manuel Ramos Gordón pidió la jubilación de todos sus cargos, petición que el obispo "aceptó" en agosto de 2016, por lo que desde entonces no tiene ninguna "responsabilidad" eclesial.

La Iglesia diocesana lamenta "profundamente" estos hechos tan "deplorables", "moralmente inaceptables" y "reprobables", que han repercutido de manera "negativa" en la imagen de la Iglesia.

Además, han reiterado la petición de "perdón" por el daño causado a la víctima, a la que han expresado una vez más su "apoyo" y "cercanía". El comunicado concluye manifestando también el "dolor" por el "daño" causado a la sociedad y el "compromiso" firme con la "justicia" y con la "salvaguarda" de la infancia y la juventud.

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