Desayuna conmigo, (martes, 9.9.20) Escuelas seguras
Gobierno y banca
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Tan prolija introducción para ambientar nuestro desayuno viene a cuento de que hoy se celebra el “día internacional para proteger la educación de ataques”. Cuando la ONU declaró este día, su propósito era hacer frente a la inseguridad de muchas escuelas en un buen número de países en los que son asaltadas o utilizadas para otros propósitos por fuerzas contendientes, pues “más de 75 millones de niños y niñas de 3 a 18 años viven en países afectados por la crisis y necesitan ayuda urgente. La resolución visibiliza esta problemática, así como los efectos de la violencia continua que sufren esta infancia y las dificultades que tienen de acceder a la educación”.

No insistiremos hoy en un problema que afecta a media humanidad y sobre el que los medios nos informan a diario. Pero sí es preciso que, en la tesitura que atraviesan nuestros propios países occidentales, aunque los niños no sean ni secuestrados ni utilizados como soldados, seamos conscientes de que la escuela es un lugar muy sensible no solo con relación a la posible propagación de la pandemia que padecemos, sino también con relación al cariz de la enseñanza que en ella se imparte. Llevamos muchos años en España con la política metida de lleno en las escuelas para gestar en ellas fieles seguidores suyos en vez de ciudadanos bien formados y con criterio a la hora de discernir con conocimiento de causa quién y quién no puede dirigir cualquier institución pública del país. Hablo de una dolorosa invasión política camuflada que, al sujetar las conciencias a un ideario, las deforma infantilizándolas.

Desde luego, es de todo punto necesario que hagamos todo lo posible para que los niños no se contagien en ellas de coronavirus y propaguen la pandemia. De hecho, parece que eso se está haciendo con sumo esmero y dedicación en este inicio de curso. Pero es igualmente necesario evitar que las escuelas sean lugares de adoctrinamiento de ningún tipo. Su sagrada misión consiste en “formar” a los futuros ciudadanos para que puedan no solo reivindicar sus derechos, sino también cumplir sus obligaciones, en vez de deformarlos como adocenados o aborregados. Aunque no reparemos en ello con el interés y la contundencia debidos, es obvio que muchas de las escuelas españolas padecen hoy un virus de manipulación tan corrosivo o más que el covid-19. La celebración de este día debería hacernos pensar en los “ataques” que muchos políticos hacen a la escuela. Aunque, para ser justos, debemos dejar constancia también de que hay grupos que, en función de objetivos supuestamente católicos, realizan parecidos ataques a las escuelas al tratar de convertirlas en caladeros o semilleros de futuros adeptos.

En lo que a los ataques frontales se refiere, las noticias nos dan cuenta de que son miles los alumnos y los docentes heridos o asesinados cada año en unos cien países; de que, en más de treinta de ellos, se han utilizado escuelas como bases militares, centros de detención o almacenes de armas, y, finalmente, de que en unos veinte las fuerzas armadas o los grupos armados han reclutado estudiantes como soldados. Estamos, pues, ante un retroceso de la civilización en función de intereses particulares o gremiales. Pero, si bien todos estos actos son claramente denunciables por su gravedad, a veces no resulta fácil poner de relieve la no menor gravedad de la manipulación de la enseñanza por intereses políticos o religiosos a largo plazo, como está ocurriendo en naciones en las que, sin estar en guerra ni sufrir conflictos armados, se dan enfrentamientos ideológicos tan enconados que someten a los ciudadanos a expolios culturales y económicos.

El día nos pone encima de la mesa otras preocupaciones que apenas podremos enumerar por falta de espacio. Y así, un día como hoy de 1585, nació Richelieu, famoso aristócrata francés y cardenal de la Iglesia católica que aglutinó en su persona lo más escabroso del “poder” político y religioso. Lo traemos a colación porque un cardenal como ese sería de todo punto impensable en la Iglesia de nuestro tiempo, si bien es cierto que esta se debería despojar de una vez y para siempre de un boato ridículo, que nada significa y a nada conduce y que hoy tiene su exponente máximo en el “colegio cardenalicio”.

Como a todo ser mortal, también un día como hoy de 1976 le tocó desaparecer al gran Mao por algo tan natural como una esclerosis lateral amiotrófica, suerte que no tuvieron los más de cincuenta millones de chinos que, durante su mandato, perecieron por hambruna, persecución, masacres y duros trabajos penitenciarios, a pesar de que, en la revolución ideológica propugnada por él, se confirió a los campesinos el peso que el comunismo soviético había atribuido a las clases urbanas.

También, un día como hoy de 2004, le tocó presentar su último balance, debido a un ataque al corazón ocurrido a sus 79 años, al poderoso banquero Emilio Botín, todo un profesional que vivió de la banca y para la banca. Fue su genio el que llevó al Banco de Santander a ser uno de los principales bancos de España y a ser premiado, en 2011, como el mejor del mundo. Que España e incluso Europa estén mirando ahora a las concentraciones bancarias, que él tanto fomentó como salvaguarda de la seguridad financiera, no deja de ser un reconocimiento a su meritoria labor profesional.

Serio desayuno el de hoy con sus exigencias ineludibles de defensa y respeto a ultranza a la enseñanza en nuestras escuelas; con su toque de atención a la austeridad y a la sencillez a la hora de ejercer los ministerios sagrados que, en cuanto difusores del evangelio de Jesús, nada tienen que ver con el poder político, y menos cuando este es abusivo, y, finalmente, con el eco que la vida y obra de nuestro gran banquero nos reproduce, aunque de forma casi imperceptible, de la advertencia evangélica de que no podemos servir al mismo tiempo a dos señores. Educación, poder y dinero son los manjares que hoy debemos digerir como es debido para que podamos compartir con los demás seres humanos el pan de vida que nos alimenta como cristianos.
Correo electrónico: ramonhernandeezmartin@gmail.com