Desayuna conmigo 22 (martes, 22.1.20) Fortaleza física y mental

Quinto día de la semana de oración

Partir para compartir
No cabe la menor duda de que la fe es una fortaleza mental que tiene el creyente para armarse de la fuerza necesaria para trasladar montañas. Se trata de una fuerza que nace de la propia entrega a Dios, de saber que él nunca falla. Pero no es esa fortaleza la que invoca la oración de este quinto día de la Semana para la unidad de los cristianos, sino una fortaleza físico-espiritual, la fortaleza que dan el pan de vida y el vino de salvación.

Bancos de alimentos

Tras la continua brega con el mar, viendo que sus compañeros están exhaustos, Pablo “parte y reparte” el pan (Hechos 27: 33-36): En tanto amanecía, rogó Pablo a todos que tomaran algún alimento: “Hoy hace catorce días —les dijo— que estáis en espera angustiosa y en ayunas, sin haber probado bocado. Os aconsejo, pues, que comáis algo, que os vendrá bien para vuestra salud; por lo demás, ni un cabello de vuestra cabeza se perderá”. Dicho esto, Pablo tomó un pan y después de dar gracias a Dios delante de todos, lo partió y se puso a comer. Los demás se sintieron entonces más animados, y también tomaron alimento».

La reflexión que hoy nos ofrecen los organizadores de esta Semana apunta directamente a la eucaristía: La invitación de Pablo a comer es una exhortación a los que están en la barca a fortalecerse para lo que les espera. Este tomar el pan marca un cambio de actitud, ya que los que están en la barca pasan de la desesperanza al valor. De un modo parecido, la Eucaristía o la Cena del Señor nos provee de pan para el viaje y nos reorienta a la vida en Dios. Nos fortalece. El partir el pan —que está a la base de la vida y del culto de la comunidad cristiana— nos edifica mientras nos comprometemos con el servicio cristiano. Anhelamos el día en que todos los cristianos podamos compartir en la misma mesa de la Cena del Señor y fortalecernos de un solo pan y de un mismo cáliz.

La Cena del Señor

Reparemos en que el hecho cristiano se da en el partir y compartir el pan: partir como hecho de cruz y compartir como hecho de comunidad. No hay otra forma de ser cristiano más que partiéndose uno mismo y compartiéndose: tras recibir el alimento que nos viene de la comunidad, debemos comportarnos como alimento para los demás. Ese es el genuino sentido de la Cena del Señor. Lo demás, desde las teologías a los ritos sobrecargados de ornamentos e invocaciones, es muy secundario y ha sido añadido a pura conveniencia ideológica o estética. La eucaristía no es el centro de una fiesta, sino la fiesta misma o, mejor, el festín en que se parte y comparte el pan de vida bajado del cielo y la sangre redentora derramada por Jesús. Tras lo expuesto en este blog a ese respecto, no es necesario seguir insistiendo en que todos formamos parte del pan y del vino eucarísticos como granos de trigo y de uva.

Llegará algún día en que los cristianos le daremos valor eucarístico a la alimentación humana tomada en torno a una mesa y entonces nos resultará mucho más fácil terminar con uno de los más graves problemas de la humanidad, tan enquistado y peliagudo, pero también relativamente fácil de resolver: bastaría aprovechar bien los alimentos que nos ofrece gratuitamente la tierra y los que produce la industria humana para terminar con el hambre en el mundo. A más eucaristía, menos hambre.

Comedores sociales para niños pobres

¡Qué hermoso sería ver a todos los cristianos afanados en partir y compartir los alimentos hasta lograr que nadie se viera forzado a pasar hambre! Frente a ello, resultan absolutamente ridículas las razones dogmáticas y jurisdiccionales por las que decimos estar separados los unos de los otros, nos hemos tirado los trastos a la cabeza, la triste historia de tantos siglos de odio y desprecio mutuos, e incluso nos hemos condenado mutuamente al fuego eterno. Añoro muy de veras la hospitalidad con que fui recibido y el cariño con que fui tratado por una pequeña comunidad multiconfesional inglesa de Bristol durante los cuatro meses de 1970 que duró mi “experiencia ecuménica” académica.

Recemos hoy junto con todos los cristianos que crujen por los efectos de una situación adversa, de espalda contra espalda, que urge cambiar: Dios de amor, tu Hijo Jesucristo partió el pan y compartió el cáliz con sus amigos la víspera de su pasión. Que podamos crecer juntos en la comunión. Siguiendo el ejemplo de Pablo y de los primeros cristianos, fortalécenos para construir puentes de compasión, solidaridad y armonía. En el poder del Espíritu Santo, pedimos esto en el nombre de tu Hijo, que entrega su vida para que tengamos vida. Amén.

Correo electrónico: ramonherandezmartin@gmail.com

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