Desayuna conmigo (martes, 15.9.20) ¿Manda el pueblo?
Los dolores
Sin meternos en los barrizales de por qué los ciudadanos votan a unos u otros y de cómo son utilizados después sus votos, recordemos con la celebración de hoy que, en noviembre de 2007, la ONU estableció que la fiesta de la democracia se celebrase el 15 de septiembre para conmemorar que, en ese día de 1997, la Unión Interparlamentaria adoptó la “Declaración Universal de Democracia” tras las sucesivas Conferencias Internacionales sobre Democracias Nuevas y Restauradas que comenzaron en 1988, por iniciativa de la Presidenta filipina Corazón Aquino. La celebración de este año, con el covid-19 de por medio, añade a las preocupaciones generales sobre el mantenimiento de la democracia las derivadas de las restricciones a la libre circulación de las personas, al derecho de reunión, a la libre difusión de la información, al mayor control policial de la población y a las restricciones a la educación que impone la contención de la expansión del coronavirus. Por esa razón, se pide a los gobiernos una especial vigilancia sobre los muchos derechos fundamentales que están siendo recortados en pro de la salud.
Si el día nos ofrece un nutritivo desayuno en lo que a política se refiere, no lo es menos en lo que apunta al ámbito religioso, pues hoy se celebra también la advocación mariana de “Nuestra Señora de los Dolores”, con una la enumeración de los siete momentos especiales de sufrimiento que jalonan toda su vida: la espada que atravesaría su alma, según el anuncio del anciano Simeón; la huida a Egipto; la búsqueda del niño perdido; la contemplación de su hijo cargado con la cruz; su crucifixión y muerte; el llanto al tenerlo muerto en sus brazos y, finalmente, su sepultura.
Es una festividad tardía, de los inicios del segundo milenio del cristianismo, promovida por los Siervos de María, orden religiosa surgida en el siglo XIII. Como curiosidad, anotemos que hoy es la onomástica de unas doscientas mil mujeres españolas que se llaman Dolores y de otras tantas o más que se llaman María Dolores, con todas las cuales nos congratulamos al amparo de la que, hace solo unos días, llamábamos “Dulce María”. ¿Por qué será que un rostro femenino dolorido en vez de amargura refleja dulzura?
Digamos de paso que el “dolor” está teniendo otro protagonismo en España con el trámite actual de la ley sobre la eutanasia, pero dejemos constancia de que se trata de un delicado tema que requiere sumo tacto y exquisita compasión en su mismo planteamiento, pues se presta a muchas confusiones y torpezas. Ya nos hemos referido a él en alguna ocasión y es posible que pronto nos veamos precisarlos a hacerlo aflorar de nuevo.
Siguiendo con problemas y sufrimientos, recordemos que hoy se celebra también el “día europeo de la salud prostática”, celebración que trata de contrarrestar la resistencia de los hombres a acudir al urólogo para prever o prevenir uno de los padecimientos que, en un grado u otro, afecta a una gran mayoría. Su baja mortalidad no es óbice para que la prevención adecuada evite muchos padecimientos y mejore la calidad de vida de muchos hombres.
Finalmente, digamos que el recuerdo del nacimiento, un día como hoy de 1904, de uno de los grandes empresarios españoles, de Ramón Areces, podría servir de aliciente para muchos de nosotros al afrontar la crisis económica que nos está dejando como lastre el coronavirus. En el año 1940, con solo 36 años, fue él quien sentó las bases de lo que pronto se convertiría en “El Corte Inglés”, una de las más florecientes empresas españolas durante decenios. Sin la menor duda, así como la salvación del coronavirus ha de venirnos de vacunas eficaces, la salida de la crisis que conlleva dependerá no tanto de que los políticos atinen como del arrojo de quienes no tengan miedo de lanzarse a la arena a la hora de invertir sus dineros para crear trabajo y riqueza. A fin de cuentas, la democracia no debería consistir en azuzar y engañar al pueblo, sino en facilitar que todo el que tenga una iniciativa para mejorar la sociedad pueda no solo llevarla a efecto, sino también recibir la ayuda necesaria para hacerlo.
La vida humana, como estamos viendo, es un recorrido por etapas, marcadas todas ellas por el esfuerzo e incluso por el dolor. La democracia es una forma de gobierno tan lograda que debería facilitar los instrumentos para que los ciudadanos pudieran defenderse incluso de los políticos que se aprovechan de ella para constituirse en casta o en señores feudales con derecho de pernada. A nosotros, los cristianos, la Virgen de los Dolores nos ofrece hoy un modelo de comunión y de fidelidad para mantenernos en pie incluso en las situaciones de más sufrimiento. Desde luego, Dios, nuestro Dios, no se anda con chiquitas a la hora de “vendernos” la gracia, valga el oxímoron, de su amor, pues no hay resurrección sin cruz.
Correo electrónico: ramonhernandezmartin@gamil.com