¿Cuál es el quinto evangelio?


Este espacio es muy corto para explicar la experiencia de fe a luz de la reflexión teológica actual. Por eso me parece importante decir algo más sobre este tema. Con Vaticano II, hemos dado un cambio bastante grande: de una lectura literal de la Sagrada Escritura hoy se nos invita a conocer los géneros literarios en que fue escrita para poder interpretarla de manera más adecuada.
La necesidad de interpretar no significa que la vida de Jesús, sus hechos y palabras, su muerte y resurrección, no fueron reales e históricas. Por supuesto que sí. Pero también significa que cuando se comunica una experiencia tan profunda y existencial como la experiencia de fe se utilizan muchos recursos para ello, incluidos los recursos lingüísticos. Para entenderlo mejor, cualquiera puede hacer el ejercicio de escribir su “historia de amor” con su novia (o), esposa (o) y, por supuesto, su historia de amor personal con el Señor. Se dará cuenta que usará muchos recursos (y tal vez le faltarán), para expresar lo mucho que la persona amada significa, lo maravillosa que esa persona es, la manera extraordinaria como todos los hechos sucedieron para que ellos se encontraran y pudieran compartir la vida. No dudo que se utilizará la poesía y muchos símbolos para intentar decir algo de esa experiencia. Las palabras resultarán cortas. Y los lectores comprenderán que no todo será exacto y biográfico, pero que es la manera que tenemos para acercarnos a la experiencia de amor de dos personas y participar, en cierta medida, de ella.
Los evangelios son esa hermosa herencia que nos dejaron “los primeros” de su experiencia de encuentro con el Resucitado y al leerlos, no sólo recordamos una historia, sino que la actualizamos en nuestro presente. El objetivo de leer y orar los evangelios es dejarnos iluminar por ese actuar de Jesús, dejarnos interpelar por su palabra y sus hechos, conocerle, amarle y seguirle.
Pero valga la pena una aclaración: muchas veces porque no hemos tenido la oportunidad de acercarnos a un estudio de la Sagrada Escritura y en concreto, de los evangelios, pensamos que ellos son una biografía de Jesús y no nos damos cuenta, al compararlos, que no coinciden en algunos aspectos. Nos puede entonces asaltar una duda ¿cuál de los cuatro evangelios es el verdadero? Algunos han querido hacer un único evangelio con la suma de los cuatro, creyendo que así nos acercaríamos más a conocer “toda” la vida de Jesús. Sin embargo, esos intentos no han dado el resultado esperado. Hoy se acepta que los evangelios no son biografías de Jesús sino cuatro interpretaciones, desde la fe, de su actuar en medio de los suyos, recogidas y conservadas por las primeras comunidades cristianas. Los cuatro son verdaderos y los cuatro nos dan la “norma” (ya que no son simple creación humana sino inspirados por Dios mismo) para interpretar nuestra propia experiencia de fe.
En este contexto, vale la pena preguntarse: ¿para que estudio, medito y oro los evangelios? Para iluminar la propia vida y hacer de ella un evangelio actualizado al hoy de nuestra historia. Si el fruto de su lectura no llega a transformarnos, de poco nos habrá servido el legado que recibimos. En definitiva, la Palabra de Dios tiene el sentido profundo de no llegar hasta nosotros sin haber hecho lo que nos dice (Cfr. Isaías 55, 11). Por lo tanto, las preguntas más apropiadas al acercarnos a los evangelios podrían ser estas: si Jesús predico en parábolas y realizó signos que los suyos identificaron como presencia de Dios en esta historia, ¿qué signos y palabras deben acompañar mi vida? Si Jesús se opuso a todo lo que oprimiera a sus semejantes así fuera en nombre de Dios (apedrear a las mujeres sorprendidas en adulterio, no acercarse a los leprosos, curar en sábado, etc.) y por eso lo mataron ¿cómo defiendo la vida de todos los seres humanos y sus “derechos” por encima de cualquier ley por “sagrada” que parezca? Si Jesús resucitó y continuó vivo entre los suyos, después de su muerte, por la fuerza de su Espíritu ¿cómo dejo actuar en mi vida su mismo Espíritu? Responder esas preguntas nos dará el material suficiente para escribir el quinto evangelio, el que llevará el nombre de cada uno de nosotros y el que muy posiblemente leerá nuestro prójimo. Cada uno lo escribirá con un estilo distinto, pero esa pluralidad dará la riqueza necesaria para que el evangelio del Reino llegue a todos y todas y hasta los confines de la tierra Cfr. Hc 1, 8). En fin, toda esta reflexión sobre la distinción entre la experiencia de Jesús y los géneros literarios en que fue escrita, solo quiere ser una “provocación” y mejor, una “invitación” para que todos los creyentes se animen a estudiar la Sagrada Escritura y se acerquen a la reflexión teológica. De esa manera la fe, que ya impulsa sus vidas, se verá sumamente enriquecida y actualizada y, posiblemente, podremos responder con más propiedad a los desafíos que nos lanzan nuestros contemporáneos.

Imagen tomada de: Los Evangelios. En busca de jesús - WordPress.com
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