Vivencias 46

--- Caben dos concepciones de la Maya oriental: la dualista clásica o la dualéctica nuestra. Según la primera, la Maya representa la realidad ilusa del mundo, tras la que hay la realidad auténtica o metafísica de la divinidad (presuntamente masculina). Según la segunda, la Realidad “coimplica” tanto la ilusión de nuestra realidad a modo de telaraña como la realidad de la propia Araña o divinidad matriarcal-femenina en cuya “urdimbre” estamos entretejidos. En este caso, la realidad salida de madre (presuntamente masculina) es un “fenómeno” de la realidad madre, al revés que en el caso anterior en el que la realidad (presuntamente femenina) es un “epifenómeno” de una protorrealidad masculina.

--- El monoteísmo fundamentalista capitaliza todo el capital o bien en un Absoluto puritano cuasi abstracto, ya que escamotea al mal proyectándolo fuera. De esta guisa, el mal queda absolutizado (satanizado), haciéndoselo incambiable o bien siendo eliminado maniqueamente. Cierto pensamiento monoteísta elimina asimismo el mal en base a una utopía esquizoide, al oponerse desde un presunto bien proyectado al mal ideologizado. Frente a ello, se trata de implicar el mal. El mal no tiene remedio pues siempre estará entre nosotros, pero sí remedo. Por ello no puede absolutizarse, ya que entonces resulta incoimplicable. El mal es radical pero no absoluto. El pensamiento correlativo del bien y del mal como radicales (arquetípicos) pero no absolutos, posibilita su mutua comunicación, evitando su extremismo. Así el radicalismo no coincide con el extremismo, sino que es su mayor correctivo y enemigo cultural.

--- En El entierro del Conde de Orgaz del cretense Greco asistimos a una tripartición del cosmos. Abajo la muerte emerge oscura y lacia, mientras arriba triunfa la gloria. En el medio mediador, un “ángel” intermedia el arriba (espiritual) y el abajo (corporal) al través del alma del muerto como larva, niño o feto.

--- Monoteísmo del pueblo elegido (judío), monoteísmo del libro revelado (Islam), monoteísmo de la persona (cristianismo).

--- Ha sido B. Russell quien, en su obra ¿Por qué no soy cristiano?, se distancia del Jesús evangélico por su prédica del infierno. Dejando aparte la cuestión del “género literario” del Evangelio, es cierto que Jesús habla del infierno: un infierno que consta de todos nuestros infiernos. En este sentido, el que Jesús se haya confrontado con los infiernos me aparece como un dato que refuerza su credibilidad radical. (De todas formas, a lo mejor tiene razón Ibn Arabí cuando aduce que “el que cae enfermo de Jesús, ya no se recupera jamás”. Y bien podría ser nuestro caso).

— Se ha dicho que la historia de las religiones crítica ya a las religiones. Pero se olvida aquí que también la religión crítica a la historia.

— El científico se pierde en detalles, el filósofo en generalidades. Sólo el que yace en medio no se pierde: al precio de no encontrar(se).

— Dícese que la filosofía es inútil. Quizás. Pero entonces queda aún la verdad de que la inutilidad es filosófica.

--- Yo propugno la implicación de los contrarios, así pues la comunicación de los santos y diablos, mientras que E. Trías estaría más cerca de una explicación de los contrarios, lo que conlleva una especie de excomunión, excomunicación o incomunicación de los santos y diablos. Subyace a nuestra amistosa polémica, creo, la diferencia entre mi gnosis cristiana y su gnosis pagana. También podría ser expresada la cuestión echando mano de la polémica teológica del Filioque. La posición clásica hace del Padre el amante, del Hijo el amado y del Espíritu Santo el amor. Ahora bien, mientras la posición ortodoxa hace proceder al Espíritu Santo del Padre y del Hijo divinos, E. Trías negaría la procedencia del Espíritu Santo a través del Hijo, interponiéndose así un Espíritu Santo equívoco entre el Padre y el Hijo. Mi posición se intercala en medio: el Espíritu Santo o Amor hipostático procede del Padre y del Hijo, como dice la ortodoxia, pero de un Hijo de “otra” naturaleza que el Padre tradicional, así pues de la naturaleza decadente (encarnatoría) de un Padre no-monoteístico. De esta guisa, el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo (según la ortodoxia y frente a Trías), pero de un Hijo de “otra” naturaleza que la del Padre antiguotestamentario (frente a la ultraortodoxia), pero de naturaleza no totalmente diferente (como pretende Trías).

— Aquel que no duda, resulta dudoso él mismo (P. Lanceros). Definitivamente, el que no duda jamás, acabará matando.

— Los amores, los dineros, la reputación, la libertad: calman pero no colman. --- Un perro mojado, abandonado, olfatea el tobillo de una señora y lame mis zapatos: me sigue, testarudo, lacio, a longe. En su rostro lleva la marca de la soledad perruna, la más radical de todas, aquella que procede del abandono del género y la especie. Me siento coimplicado: ¿logrará pasar de la pura tristeza a la melancolía dilusora?

— Ser el Salvador (Dalí) de la metafísica: un elogio irónico procedente de un dominico, sin duda antijesuítico. Pues una auténtica metafísica no es sino la visión surreal de lo real.

--- Quisiera volver ahora al tema de la interpretación de la realidad tocado anteriormente. Las respuestas filosóficas podrían agruparse del siguiente modo: 1) Respuesta monotética neoplatónica: la realidad divina emana en la realidad humana. Dicho en cristiano, el Padre (Dios) se expresa en el Hijo y éste en el Espíritu Santo. 2) Respuesta monodualista de Focio: el principio divino (Padre) se expresa en el Hijo y en el Espíritu Santo, dualmente. (Negación del Filioque). 3) Respuesta teológica cristiana: el Padre y su Hijo se codicen en el Espíritu Santo. Comunidad identitaria de las personas (relaciones) en una ousía o sustancia única (homoousios). 4) Respuesta jungiana: el Padre es al Hijo como el Espíritu Santo es al Alma del Mundo, la cual asume la simbólica de la mater-materia. 5) Padre e Hijo se “rasgan” en el Espíritu Santo. Separacionismo de Trías. 6) Panteísmo o monopoliteísmo: la Diosa Madre primigenia coimplica los contrarios. Así la mitología vasca y las religiones mediterráneas preindoeuropeas. 7) Politeísmo tipo griego o su contrario: monoteísmo estricto islámico. 8) Dialéctica de Madre y Padre trascendidos en el Hijo. Esquema hegeliano clásico occidental. 9) Dualéctica de Madre y Padre en el Hijo: nuestro esquema implicacionista, que también podría expresarse por una Gnosis cristiana. 10) Gnosis cristiana: el Padre (eterno) y el Hijo (encamado) se codicen en el Espíritu Santo como amor extático y diferido (extrañado o enajenado, alienado o extraviado pero coímplice). Conclusión provisoría: se trata de pensar lo diverso en su versión o versalidad.

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